viernes, 29 de julio de 2016

Blog de Eduardo de la Serna: Comentario domingo 18C

Blog de Eduardo de la Serna: Comentario domingo 18C: La vida y los bienes compartidos son signo visible de que Dios está reinando DOMINGO 18º DURANTE EL AÑO - "C" Eduardo ...

Dios no necesita “defensores” sino “seguidores”

Una noticia en el 2011, hablaba de la quema del Corán -libro sagrado de los musulmanes- por el pastor Terry Jones en la Florida. Ante este hecho, los disturbios y muertes causados por musulmanes en Afganistán como represalia ante ese hecho, no se hicieron esperar. Noticias como estas y otras que tenemos en la actualidad, nos invitan a pensar en la violencia que se ejerce tantas veces en nombre de Dios. En efecto, el Pastor Jones aducía “que algunas partes del Corán si se toman literalmente llevan a la violencia y actividades terroristas, promueven el racismo y los prejuicios contra las minorías, contra cristianos y contra mujeres”.  Pero, lamentablemente, él parece no darse cuenta de la violencia que suscitó con el “juicio” que según dice, le hizo al Corán y por lo cual decidió quemarlo. Y así el espiral de violencia creció de un lado y de otro, todos creyéndose “salvadores” de Dios, cuando con certeza Él no necesita ninguna defensa y menos desea que en su nombre se produzcan tales situaciones absurdas.

Los cristianos podemos entender esa situación porque la muerte de Jesús que conmemoramos en cada Semana Santa fue fruto también de esa intolerancia religiosa. A Jesús lo matan por anunciar un Dios que no se mueve por estas pretensiones humanas de acabar con los “malos” y determinar quiénes son los “buenos”, sino por el Dios que opta por los más necesitados, que se inclina siempre a favor del más débil, que gratuitamente da su amor y gracia a todos, sin excepción. Pero los líderes religiosos de su tiempo no pudieron aguantar ese Dios que los privaba de sentirse poseedores de la verdad y les cuestionada su autoridad basada en su seguridad personal de ser garantes hasta de “Dios mismo”. Así deciden matar a Jesús. Pero ante esa violencia, Jesús no responde con más violencia. Él, como profetizó Isaías: “No clamó, no gritó, no alzó en las calles su voz. No rompió la caña quebrada,  ni aplastó la mecha que estaba por apagarse” (Cfr. 42, 2-3) y bien sabemos que “fue maltratado y El se humilló y no dijo nada, fue llevado cual cordero al matadero, como una oveja que permanece muda cuando la esquilan” (53, 7).

Y fue su fidelidad al Dios que anunciaba, la que nos posibilitó experimentar la resurrección que celebramos en la Pascua. A ese actuar de Jesús sin violencia y sin pretender acabar con los “malos”, fue al que Dios le dio su “SI”, resucitándolo y haciéndonos partícipes de su misma resurrección. Desde entonces, la vida de “resucitados” que estamos llamados a testimoniar, ha de mostrar al Dios que no teme morir con tal de no engendrar enfrentamientos en su nombre o descalificación mutua en defensa de principios divinos que ni Él mismo defiende. Para Dios lo verdaderamente importante es salvar la dignidad de los seres humanos, respetando su libertad y sus convicciones.

La vida de resucitados hoy, a la luz de los signos de los tiempos, nos llama a mantener una verdadera apertura a la diversidad religiosa, un auténtico respeto a la pluralidad teológica, una actitud profunda de conversión frente a la verdad que nadie posee en plenitud sino que se revela a través de todo el pueblo de Dios con sus luchas, desafíos y nuevas realidades que afronta continuamente. Necesitamos pedir sabiduría para discernir sin enfrentarnos con los que piensan diferente, para aceptar la pluralidad sin renunciar a la fidelidad personal, para caminar todos tras el Dios de la historia que no teme que exista la diferencia cuando se trata de favorecer el amor, la libertad, la paz, la dignidad de las personas y de los pueblos.

Y lo que es más importante: no olvidemos que Dios no necesita “defensores” ni “cruzadas” de pureza moral o intelectual. Dios quiere seguidores que amen, construyan, animen, cooperen, apoyen, favorezcan, posibiliten todo lo que contribuya al bien común y a la felicidad de todos los seres humanos. Definitivamente, como dice San Juan en su primera carta, no es posible decir que amamos a Dios (4,20) si en su nombre atropellamos a otros seres humanos y no damos verdadero testimonio de respeto, tolerancia y apertura a lo distinto, por negativo que pueda parecernos e, inclusive, que efectivamente lo sea. Sólo desde una verdadera praxis de amor, todos iremos liberándonos de las lecturas fundamentalistas de los libros sagrados y nos entenderemos en el Dios que sigue revelándose en los desafíos de cada tiempo presente.

jueves, 21 de julio de 2016

Ojalá que prime la sensatez
Colombia atraviesa por un gran momento: poner fin a un conflicto de más de 50 años. Pero las opiniones se dividen y parece que la polarización es el camino escogido. Sin duda en todos estos procesos priman los sentimientos, los afectos, las tradiciones, los imaginarios, las creencias por encima de las razones fundamentadas y veraces. Y la fuerza de los medios de comunicación es casi irresistible. Establecen una manera de comprender la realidad que es casi imposible de rebatir. Si lo hicieran para lo bueno, ¡qué sociedad más maravillosa tendríamos! Pero casi siempre están supeditados al poder dominante y nos hacen creer lo que quieren y como quieren.
En concreto frente al plebiscito, las opiniones se dividirán entre el “sí” y el “no”, como es lógico, porque esa es la respuesta que se pedirá frente a los acuerdos firmados en La Habana. Pero aquí es donde se exige una gran dosis de apertura, de comprensión, de madurez para que prime la “sensatez”. Eso es lo mejor a lo que podemos aspirar. Y para mí, la sensatez va de la mano a darle un cambio a nuestra historia de guerra y apostar por la salida negociada. No será un tratado perfecto. Humanamente se desearía que los horrores vividos pudieran ser reparados hasta sus últimas consecuencias. Pero, según dicen expertos en resolución de conflictos internacionales, este tratado es de los mejores que se ha logrado y conlleva reparación, verdad, restitución y, por supuesto, justicia que no puede ser otra que “transicional” –especial- porque nadie se va a sentar a una mesa a dialogar para ser juzgados con la justicia ordinaria, lo que les llevaría a no tener futuro, sino una cárcel para toda la vida.
Y la sensatez tiene razones que la justifican. Ya tuvimos más de ocho años de ataque militar contra los grupos armados y no se consiguió vencerlos. Y desde el evangelio, vencer al enemigo no es ninguna ganancia. Convencerlo es lo que vale le pena porque vencer por la fuerza solo engendra revancha. Convencerlo crea futuro porque abre las puertas para un nuevo comienzo. Además, lo propio de los seres humanos es el diálogo, las razones, los acuerdos, las negociaciones, el saber caminar en la misma dirección contando con las limitaciones mutuas. Esto es lo humano y lo cristiano. La guerra es inhumana y, por supuesto, anticristiana. ¿Cómo no inclinarnos hacia lo que construye humanidad y futuro en lugar de apostar por la inhumanidad y la muerte? Esto es realmente insensato.
En el imaginario guerrerista se vende la idea de que el país se entregará al comunismo, a la guerrilla, al socialismo, al chavismo, en fin, una cantidad de ideas tan irreales como ingenuas. Pero eso no es así. El país se abrirá a la construcción de un país plural, donde han de coexistir distintas visiones políticas, sociales, culturales, religiosas que expresan diferentes preocupaciones y la urgente necesidad de solucionar muchos problemas. El tratado de paz no va a solucionar las cuestiones sociales que están a la base de toda esta guerra de más de 50 años. Nos ha de colocar en la tarea de buscar alternativas para que la situación social pueda transformarse y, por eso, a nadie se le ocurra de nuevo, que las armas son el camino para ello. Pero esta todo por hacer y lo más sensato es apostar por el sí para ponernos en camino de cambiar la situación.

No es por tanto un momento fácil sino una oportunidad de vivir la responsabilidad al máximo. Responsabilidad con la vida y el futuro. Con la paz y la dignidad humana. Con este país que no puede desangrarse más. Lo que personalmente he podido percibir es que la gente que ha sido afectada más directamente por la guerra, valoran, apoyan y apuestan por la paz. De los que están en contra, muchos no han vivido la guerra de cerca y si lo han sentido por alguna afectación concreta, están más presos de los sentimientos de odio y rencor que del perdón y la reconciliación. Sinceramente yo pido por que triunfe la sensatez y está no la puedo ver independiente del “sí” en el plebiscito. Ni quiero imaginar lo que pasará si llegará a ganar el “no”. Se habría perdido una oportunidad única de creer en el ser humano, en la posibilidad de cambio, de vida, de futuro, de paz. 

sábado, 16 de julio de 2016

Blog de Eduardo de la Serna: Comentario domingo 16C

Blog de Eduardo de la Serna: Comentario domingo 16C: El desafío subversivo del Reino Domingo 16 º durante el año “C” Eduardo de la Serna Lectura del libro del Génesis     ...

domingo, 10 de julio de 2016

Blog de Eduardo de la Serna: Comentario domingo 15C

Blog de Eduardo de la Serna: Comentario domingo 15C: “Vete a practicar la compasión para que vivas” DOMINGO DECIMOQUINTO - "C" Eduardo de la Serna Lectura del libr...

jueves, 7 de julio de 2016

La esperanza de la paz

Colombia vive un clima de esperanza por la firma de los acuerdos de la paz. Pero ese inicio tiene todavía un camino largo y, como todos sabemos, con muchos tropiezos, entre ellos, los que parecen ser abanderados por la oposición para procesos de este tipo. Sin embargo, especialistas internacionales han manifestado la bondad de este tratado, su fortaleza y la capacidad de tener en cuenta muchos aspectos para garantizar que el acuerdo final pueda tener viabilidad. Llegar a este momento no puede hacerse sin una gran dosis de gratuidad ymisericordia, sin una fe firme que se apoya en el Dios de la vida para seguir apostando por la salida dialogada y no por el vencimiento por la fuerza. Por eso es tan importante el apoyo de los cristianos a todo lo que de paso a la paz, a la vida, a la posibilidad de un nuevo comienzo. El que afirmemos que nuestro Dios es el Dios de la vida no es solamente para los buenos sino, como dice el evangelio, para los buenos y malos sobre los que Dios hace salir el sol cada día, por los que él se desvive en amor eternamente. Lógico que pueden haber retrocesos, engaños, errores, intereses creados, doble moral, como decimos. Pero sabiendo que todo eso puede pasar, nuestra fe no se ha de dejar intimidar por los temores sino, con actitud vigilante, seguir apostando por la paz. Justamente la paz es uno de los dones del resucitado. Cuando se aparece a sus discípulos así lo afirma: “Mi paz os dejo, mi paz os doy, no como la da el mundo”, es decir, su paz que es auténtica y para siempre, no se deja abalar por las dificultades sino que sigue dándola así los seres humanos reneguemos tantas veces de los dones divinos. Su fidelidades nuestra garantía y ha de ser la fuerza para seguir apostando por este proceso. Apoyemos pues, todos juntos, para hacer posible la paz en nuestro país.

viernes, 1 de julio de 2016

Blog de Eduardo de la Serna: Comentario domingo 14C

Blog de Eduardo de la Serna: Comentario domingo 14C:  La paz y la vida son signo de que Dios está reinando  y debemos ser testigos DOMINGO decimocuarto - "C" Eduardo de la...