lunes, 22 de julio de 2019


“La vida es sagrada”: La iglesia católica se suma a la marcha

contra el asesinato de líderes sociales en Colombia


El próximo 26 de julio se realizarán marchas en diferentes partes de Colombia para exigir el respeto de la vida y la defensa de los líderes sociales. Todo esto se debe a la situación que se vive en el país marcada por el Acuerdo de Paz firmado con la FARC (2016), cuya implementación es lenta y difícil, no sólo por todo el esfuerzo que conlleva salir de un conflicto de más de 50 años, sino porque reconstruir la sociedad será un proceso mucho más largo que supone paciencia, coraje, fortaleza, constancia, esperanza. Pero, aunque parezca increíble, no todo el mundo apoya este proceso y como se dice coloquialmente, algunos sectores no piensan sino en poner “palos en la rueda”, es decir, dificultar las cosas lo más que se pueda para que el acuerdo no prospere y se proclame su fracaso.

¿Con qué intereses pueden actuar aquellos que son obstáculo para la construcción de la paz? Sin duda intereses personales -es más fácil anclarse en el odio y la venganza que trabajar por el perdón y el nuevo comienzo-; intereses grupales -la guerra es un negocio-; intereses mezquinos -solo mirando la propia realidad sin importar lo que suceda alrededor. Y, en fin, por muchas otras razones que solo afirman la complejidad del ser humano y la difícil, pero apasionante tarea de construir un mundo justo y en paz.

En este horizonte, el asesinato de muchos líderes sociales es una situación que clama al cielo por la defensa de la vida. De las noticias más recientes tenemos que el 23 de junio asesinaron en Tierralta (Córdoba) a la lideresa María del Pilar Hurtado, y desde entonces han matado al menos a 10 líderes sociales más en el país. La última asesinada fue el pasado 21 de julio en Floridablanca. Se trata de la abogada y lideresa ambientalista Yamiel Guerra Suárez quien había dedicado una parte importante de su vida a la defensa del páramo del Santurbán en esa región. 

Por todo esto se invita a salir a la calle para reclamar el respeto a la vida y defender la vida y la paz en los territorios. En otras palabras, es un grito fuerte a “defender la paz”. 

Pero un dato que no debe pasar desapercibido es que el Cardenal Rubén Salazar, convocó a participar de esta marcha por la vida. En el video donde se puede ver al Cardenal, se comienza haciendo alusión a que “las organizaciones civiles y los partidos políticos que defienden el Acuerdo de paz con la guerrilla de la FARC y que buscan la protección de los derechos sociales y de los líderes sociales, convocan a una marcha el 26 de julio”. Pero se añade que la iglesia católica se sumó a esta convocatoria y así lo expresa el Cardenal Salazar: “La violencia se está ensañando últimamente de una manera especial en los líderes sociales, en todas aquellas personas que de alguna manera están luchando en sus territorios, en sus regiones, en sus sitios, para que Colombia sea lo que soñaron nuestros libertadores. Por eso la marcha que va a tener lugar el 26 de julio es un llamado a la conciencia de toda la nación a unir fuerzas, el gobierno, el Estado, los partidos políticos, las personas naturales, todas las confesiones religiosas, todos, que todos los colombianos nos unamos en un solo grito de que la vida es sagrada”.

Estas palabras permiten creer en una iglesia que no se queda encerrada en la comodidad de su autorreferencialidad sino que no teme herirse y mancharse con la realidad que se vive (como dice el Papa Francisco). La postura del Cardenal es muy importante porque recordemos que el referendo por el Acuerdo de paz se perdió, entre otras cosas, por la “falsa afirmación” de que el acuerdo tenía “ideología de género”. El Cardenal en aquella ocasión afirmó que el acuerdo no tenía dicha ideología pero cuando ya se había perdido el referéndum. La iglesia católica no puede llegar tarde a la cita con la defensa de la vida. En esta ocasión parece estar caminando a tiempo. Ojalá así lo siga haciendo más y más explícitamente (no se puede negar el compromiso eclesial tantas veces callado de muchos miembros de la iglesia) pero es urgente que la voz profética que ha de acompañar a los seguidores de Jesús, se oiga más alto e interpele a todos a la coherencia con el querer de Dios: “La vida es sagrada”, “toda vida es sagrada”.  

viernes, 12 de julio de 2019


Por una Iglesia y una espiritualidad profética y ecológica



Del 6 al 27 de octubre del presente año se llevará a cabo el Sinodo Panamazónico convocado por el Papa Francisco en 2017 con el objetivo de “encontrar nuevos caminos para la evangelización de aquella porción del Pueblo de Dios, sobre todo de los indígenas, muchas veces olvidados y sin una perspectiva de un futuro sereno, también por la causa de la crisis de la foresta amazónica, pulmón de fundamental importancia para nuestro planeta”.

La Amazonía está formada por nueve países: Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú, Venezuela, Suriname, Guayana Inglesa y Guayana Francesa. Allí se concentra un tercio de las reservas forestales primarias del mundo. Habitan unos 34 millones de habitantes, de los cuales más de tres millones son indígenas, pertenecientes a más de 390 grupos étnicos.

La preparación al Sínodo la inauguró oficialmente el Papa en su viaje a Puerto Maldonado (Perú) en 2018, donde mostró su preocupación por los indígenas: “Probablemente los pueblos originarios amazónicos, nunca estuvieron tan amenazados como ahora. La Amazonía es una tierra disputada desde varios frentes”. Posteriormente se elaboró el Documento preparatorio y se escucharon alrededor de 87.000 voces distintas, unas 22.000 en consulta directa y 65.000 en procesos preparatorios hacia la consulta. Participaron comunidades, parroquias, vicariatos y diócesis. Hubo 260 eventos: asambleas territoriales, foros temáticos y ruedas de conversación. El 90% de los obispos amazónicos participó en el proceso. Todo esto lo recogió la REPAM (Red Eclesial Panamazónica), organismo eclesial creado para establecer una pastoral de conjunto con prioridades diferenciadas, buscando un modelo de desarrollo que privilegie a los pobres y sirva al bien común. Este insumo contribuyó a la elaboración del Documento de Trabajo (Instrumentum laboris). Este documento fue publicado el pasado 17 de junio y será el punto de partida del Sínodo.

¿Qué tiene que ver este Sínodo con nuestra fe y espiritualidad? Puede parecer una realidad distante y que prácticamente no nos afecta. Pero no es así. El Sínodo nos hace una fuerte interpelación que deberíamos acoger y dejarnos transformar por ella.

En primer lugar, el cuidado de la “casa común” nos implica a todos y tiene que ver con nuestra fe. El libro del Génesis comienza afirmando a Dios como creador de cielo y tierra y de todo lo que hay en ella, incluido el ser humano. Ese mundo fue puesto en nuestras manos para preservarlo y garantizar la vida en todos los sentidos. En otras palabras, la preocupación ecológica no sólo es un problema mundial y un desafío actual, sino que también es un compromiso inherente a la fe si creemos en el Dios bíblico. De ahí la Encíclica de Francisco, “Laudato si” (2015), en la que nos llama a la “conversión ecológica”, una conversión integral por la defensa de la vida en todo sentido pero, especialmente, la vida de la creación, tan amenazada por la explotación irracional que solo busca el lucro y la mayor ganancia y que afecta, en primer lugar, a los más pobres de la tierra.

En segundo lugar, tanto la Encíclica Laudato Si como el Sínodo Panamazónico, nos están hablando de una fe “profética” y “ecológica”. El Instrumentum laboris es un ejemplo muy claro de una fe que se toma en serio la realidad, se compromete con los problemas actuales y busca transformarlos pero, no de cualquier manera, sino levantando la voz y “denunciando” todo aquello que no está de acuerdo con el plan de Dios y necesita una conversión urgente. 

El Instrumentum laboris está estructurado en tres partes: (1) La voz de la Amazonía (2) Ecología integral: clamor de la tierra y de los pobres (3) Iglesia profética en la Amazonía: desafíos y esperanzas-. Comienza haciendo un llamado a los obispos para que “escuchen” a los pueblos amazónicos: “Pidamos ante todo al Espíritu Santo, para los padres sinodales, el don de la escucha: escucha de Dios, hasta escuchar con Él el clamor del pueblo; escucha del pueblo, hasta respirar en él la voluntad a la que Dios nos llama” y continua describiendo muy bien las amenazas que afectan la Amazonía: la destrucción extractivista, la urgencia de protección de los pueblos indígenas en aislamiento voluntario, la migración, la urbanización, la corrupción, la falta de salud, de educación, de respeto a sus culturas, etc. Y con la misma voz profética de la Biblia que levanta la voz ante la opresión del pueblo en Egipto (Ex 3, 7-8) (n.23), el instrumentum laboris denuncia “la connivencia o permisividad de los gobiernos locales, nacionales y las autoridades tradicionales (los mismos indígenas)” para permitir la explotación de la creación solo buscando intereses económicos sin detenerse a pensar en las nefastas consecuencias para la creación y los pueblos (n.14). Más aún, hace un fuerte llamado a las instituciones eclesiales a que no caigan en el juego de recibir donaciones que parece van a mejorar la situación, cuando en verdad, los que las ofrecen están buscando solo intereses económicos (n. 83).

El instrumentum laboris “sugiere” lo que la Iglesia podría hacer para responder a todas estas amenazas. Lógicamente la iglesia no pretende solucionar un problema que es de toda la sociedad y que, además, excede sus pretensiones que son propiamente evangelizadoras, pero el documento si muestra “nuevos caminos para la Iglesia y para la ecología integral” -título del sínodo- al proponer la “escucha” a esos pueblos, el “diálogo” con los pueblos amazónicos considerándolos verdaderos interlocutores y la puesta en práctica de la inculturación e interculturalidad (ser capaces de dejarse enseñar también por la sabiduría indígena y el “buen vivir” que estos pueblos poseen) a nivel de doctrina, liturgia, pastoral, ecología, conversión.

Los medios de comunicación se han centrado en la posibilidad de ordenar varones casados de entre los mismos indígenas para responder a la falta de ministros para celebrar la eucaristía en los lugares más apartados. Pero esto no es lo más importante de este Sínodo. Lo importante es todo lo que dijimos antes. “Escuchar, dialogar y transformar” permitirán una iglesia con rostro amazónico, abriendo así la posibilidad a una iglesia con distintos rostros; una iglesia en salida -como tanto ha repetido Francisco- en salida de sus propias seguridades y puntos de vista para estrenar nuevos caminos de evangelización; una iglesia profética que se compromete con la realidad actual y no teme ser criticada por ello -se sabe de la incomodidad de algunos gobiernos y empresas extractivistas por estas denuncias de la iglesia-; y una iglesia comprometida con los más pobres de la tierra, en este caso, los indígenas que en el pasado fueron colonizados con el beneplácito, muchas veces, de la misma iglesia, y que aún hoy nos son tenidos en cuenta como verdaderos sujetos eclesiales.

Ojalá el sínodo sea un kairós de novedad, profecía y compromiso. Y que todos en la iglesia acojamos esos horizontes para que lo que en Amazonía se pueda hacer realidad, se haga también en todos los otros rostros de la iglesia que necesitan pasos audaces para mostrar efectivamente que nuestra fe no es un intimismo autoreferencial sino una fe profética y ecológica, defensora de la vida en su sentido pleno: la creación y los más pobres de la tierra.

lunes, 8 de julio de 2019


Mujeres nuevas


Tal vez muchos conocen la canción “Danos un corazón grande para amar, danos un corazón fuerte para luchar” que comienza sus estrofas con la frase “Hombres nuevos creadores de la historia (….) Hombres nuevos luchando en esperanza (…) Hombres nuevos amando sin fronteras (….)”.  Se ha cantado desde hace muchas décadas y su mensaje es bien rico y comprometido. Pero acabo de conocer la versión adaptada por el sacerdote jesuita Cristóbal Fones y una cantante Patricia Abarca con el título “Mujeres nuevas” (Puede verse en: https://www.youtube.com/watch?v=ZtN2eaNP4qk) y quiero compartir lo “bien que se siente” escuchar la palabra “Mujeres” y “Mujeres nuevas” (en lugar de hombres nuevos) invitadas a ser gestoras de transformación de la historia.

Pensé en todas las personas que se oponen al lenguaje inclusivo, diciendo que con la palabra “Hombre” se están refiriendo a varones y mujeres. Así se ha usado y todavía muchas personas siguen hablando solo “en masculino” y defendiendo que así debe ser para “no dañar el lenguaje” (como si el lenguaje fuera algo muerto que no se enriquece como la vida misma). Pero desde que hemos tomado conciencia de la sociedad patriarcal en la que hemos vivido y la invisibilización que esta configuración social y mental nos ha dado, el lenguaje se ha convertido en uno de los recursos poderosos para dejar de ser invisibles y darnos nombre, reconocernos, sentirnos presentes, cambiar los imaginarios, dejando de pensar que solo los varones están presentes en tantas realidades o solo ellos son capaces de hacer muchas cosas.

Al escuchar la canción, cantada por mujeres, pero también con presencia de varones sin que les de vergüenza decir “mujeres” y cantar en “femenino” -como nos ha pasado en la sociedad patriarcal que cuando hablamos en femenino y hay varones, hay que pedir perdón porque ellos se ofenden- parece que se agranda “el ser mujer” en este momento presente. 

Todo lo que dice la canción -que fue super animador hace décadas- y además se cantaba en la liturgia, introduciendo la vida y el compromiso en ella, cobra de nuevo pertinencia y significado (aún se canta, pero creo que sin la fuerza que tuvo en sus orígenes). Más aún, las jovencitas de hoy, cuando oigan esta canción van a sentirse muy distintas. De hecho, ya se están sintiendo bien distintas en la sociedad porque se han dado avances, pero, a veces, no se sienten así en la iglesia porque se dan cuenta que es la institución que más se aferra a modelos patriarcales sobre las mujeres y no acaba de comprender el nuevo momento que ellas viven. 

Es verdad que diferentes voces eclesiales afirman la urgencia de abrir espacios para las mujeres en la iglesia pero las estructuras se corren demasiado poco y no se ven avances de fondo, ni significativos. 

Las “mujeres nuevas”, como dice la canción, conscientes de su dignidad y sabiendo que son mucho más que lo que se les ha dicho, sienten, muchas veces, “estrechos” los límites de la iglesia, los límites de la teología, los límites de la liturgia que no acaban de abrir puertas y ventanas y estrenar nuevas mentalidades que, en realidad, no son tan nuevas, si volvemos al evangelio y a las comunidades cristianas de los orígenes en las que la participación de las mujeres fue una realidad, cada día más comprobada por los avances en los estudios bíblicos y teológicos. 

Muchas canciones tienen que ser modificadas. Mucho lenguaje de cada día tiene que visibilizar a las mujeres. Muchas conversiones de mente y corazón se necesitan todavía en la sociedad y en la iglesia, en los varones y en las mujeres para que el mundo sea un lugar donde todos y todas sean reconocidos/as en su dignidad y se avance en la participación plena, especialmente de las mujeres, en tantos espacios que todavía no se abren para ellas. Los cambios siguen dándose, aunque haya tantos miedos y resistencias. Es que el Espíritu no deja de soplar y, gracias a Dios, no faltan las personas que siguen sus impulsos.

martes, 2 de julio de 2019


¿CÓMO RESPONDER A LA NUEVA SENSIBILIDAD ESPIRITUAL?


Se está viviendo un resurgir espiritual. La gente busca cultivar su ser interior, su armonía integral, su sed de trascendencia. Los inciensos, velas, aromas, libros de autoayuda están a la orden del día. Tiendas especializadas en estos artículos crecen y se auguran como un buen negocio. Se ofrecen cursos y experiencias de crecimiento espiritual que también son acogidas. Es un momento de apertura a la trascendencia y búsqueda de sentidos y caminos interiores. De alguna manera todo esto nos muestra que la experiencia de Dios no es algo extraño o pasado de moda. Por el contrario, tiene plena vigencia, continua tocando el corazón de las personas y se ofrece como una respuesta válida para la humanidad.


Pero ¿tiene el cristianismo la fuerza y significado que buscan hoy tantas personas? La respuesta espontánea sería decir que sí. Sin embargo, hay que tener en cuenta que no tenemos un ambiente a favor. Por ser el cristianismo tan conocido -ya que impregna nuestra cultura de muchas maneras-, casi tiene el efecto contrario. Existe algo así como un ambiente de rutina, de prejuicios, de rechazo, que no es fácil romper. Por eso con tanta facilidad muchos critican –a veces sin argumentos, ni con mayor conocimiento- la experiencia cristiana y la Iglesia. 


La posibilidad de que esta situación cambie depende también de nosotros. Nuestro testimonio es el que puede hablar y convocar a otros. No un testimonio del que tiene la seguridad de cómo vivir y qué hacer, sino del que es capaz de escuchar, buscar, descubrir, encontrar lo que los demás están sintiendo, buscando, necesitando. En esto nos gana la sociedad de consumo que sí está atenta a lo que la gente busca y responde de forma inmediata a sus requerimientos.


Ahora bien, en todo esto hay que discernir. La gente busca una religión que solucione sus problemas y algunos grupos lo prometen y consiguen muchos adeptos. Esto es también una tentación. No podemos caer en ella. Pero tampoco podemos permanecer ajenos a la sensibilidad actual. Discernir los “signos de los tiempos” es una actitud profundamente cristiana y una responsabilidad actual. 


¿Qué actitudes, qué símbolos, qué expresiones, qué música, qué gestos convocan hoy a la gente? ¿Qué lenguaje es el que toca su corazón? Esto no es por contentar a las personas sino porque si no nos situamos en la misma frecuencia, no hay recepción posible. Hay que ser conscientes, además, de  que estamos viviendo una realidad plural –aunque la globalización nos uniforme en tantos sentidos- que exige respuestas distintas a las mismas preguntas. No a todas las personas les convoca lo mismo y la tarea evangelizadora tiene que llegar a todos(as). Como decía Pablo “Hacerse todo a todos para ganar a algunos” (1 Cor 9, 22)


Junto a este esfuerzo por partir de la gente a la que queremos comunicar el mensaje, está nuestra propia vivencia del evangelio. También nosotros hemos de estar en búsqueda espiritual. Hemos de seguir creciendo en nuestra propia experiencia. Estrenar nuevos caminos. Profundizarlos. Recrearlos. Sólo así nuestra vida será esa luz que “ilumina a todos los que están en casa” (Mt 5, 15). Posiblemente algunos no se preguntaran de dónde viene la luz, pero lo importante es que se ilumine el camino y todos(as) podamos andar por el.