domingo, 27 de noviembre de 2016


En adviento: desarmar los corazones para construir la paz

La ciudad se vistió de navidad desde hace mucho y los almacenes se preparan para vender más que los años anteriores. No hay límite a la creatividad y a la innovación para hacer novedoso este tiempo e involucrar a más personas en el consumo desmedido. El ambiente envuelve a todos y no hace falta ser creyente para involucrarse en la fiesta, los regalos y la alegría que permea, en estos días, los hogares y los establecimientos públicos.

Pero ¿qué tiene que ver todo esto con el nacimiento del Hijo de Dios entre nosotros? Es verdad que el sentimiento de alegría y de encuentro se relaciona, en cierto sentido, con la venida del Niño Jesús. Pero el consumo y el derroche de estos días, desdice totalmente el significado profundo de este misterio de fe que celebramos.

Adviento -tiempo de preparación y de cambio- es posibilidad de transformar nuestra vida y nuestra realidad para acoger al Dios que viene. No es sólo cambiar de color en los signos litúrgicos –pasamos del ‘verde’ del tiempo ordinario al ‘morado’ del tiempo de adviento- o adornar el templo -a veces de manera tan similar a los almacenes comerciales que no se nota mucho la diferencia- sino prepararnos por dentro, revisar nuestras actitudes, abrirnos al don divino que se acerca.

La lectura de Isaías de este primer domingo de Adviento nos invita a este cambio: “caminar a la luz del Señor” (Is 2, 5) y transformar “las espadas en arados y las lanzas en podaderas” (Is 2, 4). Es decir, el “Dios con nosotros” se comprometió a vivir nuestra historia, a acompañarnos en nuestro camino, a iluminar todas nuestras sendas. Pero no sólo esto. También se comprometió a transformar nuestra vida del egoísmo a la vida que surge del amor, de la solidaridad, de la entrega generosa.

Esta Palabra de Dios puede hacerse viva hoy en nuestro contexto colombiano. Aunque sea tan difícil “desarmar” las estructuras de guerra –las dificultades para apoyar los Acuerdos de Paz, lo muestra -, no es imposible. Por el contrario, la tarea depende también de nosotros y no sólo de las estructuras “oficiales” que decidirán sobre los Acuerdos. Podemos dejarnos iluminar por “la luz del Señor que viene” para descubrir en nuestra vida todas aquellas actitudes que no construyen bien y verdad. Nadie nos impide crear espacios cotidianos llenos de apertura y solidaridad, de encuentro y acogida de lo diferente. Podemos dar de lo que tenemos y reconocer en todas las personas la presencia de Dios mismo. Dejarnos tocar por tantas situaciones de dolor que golpean a nuestros contemporáneos y buscar solucionarlas.

Empeñarnos también en transformar personal y comunitariamente toda actitud beligerante, toda idea que cree división, toda postura que impida la fraternidad. En el día a día se puede desarmar el corazón. Más capacidad de desprendimiento y menos de posesión. Más entrega y menos egoísmo. Más comprensión y tolerancia y menos exigencia y descalificación. Construir la paz en nuestro microcosmos para que se extienda y transforme lo macro.

Los corazones desarmados hacen posible el deseo de Dios sobre la humanidad: aquella tierra nueva dónde “una nación no se levante contra otra y no se adiestren más para la guerra” (Is 2, 4). Palabras que parecerían vacías en este contexto actual donde la guerra amenaza constantemente. Pero tarea propicia para la vida cristiana que no cesa de apostar por la paz aunque tantas veces sólo tenga el pequeño “grano de mostaza” (Mt 13, 31) –un Dios hecho carne en un pesebre- entre sus manos.

Blog de Eduardo de la Serna: Comentario adviento 1A

Blog de Eduardo de la Serna: Comentario adviento 1A: En nuestro presente, nuestra vida debe testimoniar lo que esperamos DOMINGO PRIMERO DE ADVIENTO - "A" Eduardo de la Ser...

viernes, 25 de noviembre de 2016

Eliminación de toda violencia contra la mujer

Hoy 25 de noviembre se conmemora el día internacional de eliminación de la violencia contra la mujer. Conviene que no pase desapercibida esta fecha porque cada vez se reconoce más que por el hecho de "ser mujer" se sufre más violencia. Duele constatar que algunas mujeres no reconocen esta realidad todavía y desprestigian a quienes se ocupan de esta causa. Según datos registrados por el Observatorio Nacional de Derechos Humanos, desde enero de 2015 hasta hoy se han registrado al menos 105.729 episodios de violencia basada en el hecho de ser mujer (es decir en el género femenino). En más del 80% de los casos de violencia sexual, física y psicológica, las víctimas fueron mujeres. Más de 4 millones han sido víctimas del conflicto armado. Y muchas mujeres siguen sufriendo violencia en el seno del hogar, algunas o muchas con violencia física pero muchas otras con violencia psicológica y subordinación callada a lo que decida su esposo y, en otros casos, sus hijos. Y todavía estamos lejos de una sociedad donde se vea que los puestos de responsabilidad son ocupados en condiciones de igualdad por mujeres y varones. Hay mucha tarea por hacer. Pero sobre todo hay mucha mentalidad que cambiar en varones y mujeres. Ellos, no saliendo con la excusa de que también sufren y que les cansa que las mujeres estén denunciando la realidad que viven. Por supuesto que sufren pero no en razón de su género. Esa es la diferencia. Y no deben cansarse porque también es su responsabilidad lograr que todos los seres humanos gocen de plena dignidad. Y las mujeres liberándose de esa mentalidad colonizada por el patriarcado que las hace rechazar la causa de las mujeres -que es la suya- y las lleva a afirmar que no sufren ninguna violencia o discriminación. Si fuera así, bien por ellas, que no se olviden que muchas otras mujeres si continúan sufriendo esta realidad.
Conmemoremos pues, con compromiso y audacia. Sin cansarnos en denunciar esa situación y sin renunciar al sueño de una sociedad donde mujeres y varones tengan las mismas posibilidades y no sufren ningún tipo de violencia en razón de su género.

jueves, 24 de noviembre de 2016

De nuevo despertando la esperanza! Firma definitiva del Acuerdo de paz

No ha sido fácil superar el traspiés del NO al Plebiscito. Y más difícil ver a gente empeñada en que no se comience el camino de la paz. Ni la constatación de los engaños que manejaron los voceros del NO, ni los cambios efectivos que se han dado en este nuevo acuerdo, ni la voz de tantos jóvenes y tantas personas que reconocieron el error cometido al no votar o al votar por el no, ni el darse cuenta que e...sa postura testaruda solo sirve para empoderar a personajes tan nefastos para el país como Uribe y Ordoñez.... nada de eso ha logrado que algunas personas dejen de empeñarse en poner trabas al camino de la paz....
pero, afortunadamente, hoy vuelven a firmarse los Acuerdos y esperamos, el congreso los refrende.
Somos conscientes de que la firma del Acuerdo no trae de inmediato la paz pero es el único e imprescindible paso para comenzar a forjarla.
Estimula que la Iglesia colombiana (al menos el presidente de la Conferencia Episcopal - Mons. Luis Augusto Castro) ha expresado claramente su apoyo a este nuevo acuerdo. Pero sobre todo anima la postura decidida y firme de las víctimas, de tantos defensores de los derechos humanos, de tantísimos jóvenes y de muchas personas que no han descansado en todos estos días porque no se perdiera el esfuerzo de todos estos años y se firmara este nuevo acuerdo.
Sigamos acompañando este momento tan crucial para nuestro país. Ahora sí, "que prime la sensatez" en nuestros corazones y dejemos la mirada miope y egoísta que sólo trae dolor, violencia y retraso para la paz, y con la esperanza que nace de la bondad humana que anida en tantos corazones y, por supuesto, de la fe de los que nos decimos creyentes, trabajemos por la paz, seamos "artesanos de la paz" (Mt 5, 9)

martes, 1 de noviembre de 2016


El “género”: ¿Teoría o ideología?

En el país se han levantado grandes controversias por la llamada “ideología de género” que según se dice se quiere introducir en los colegios o que atraviesa los Acuerdos de paz o a la que se ha referido el Obispo de Roma, Francisco, por ejemplo, en la Exhortación Amoris Laetitiia (56): “Otro desafío surge de diversas formas de una ideología, genéricamente llamada ‘gender’ que ‘niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y mujer (…) No hay que ignorar que ‘el sexo biológico (sex) y el papel sociocultural del sexo (gender) se pueden distinguir pero no separar”. Sin embargo, junto a esto, en la academia, en los proyectos sociales y en otras instancias políticas y culturales, se incorpora cada vez más la “teoría de género” porque es una categoría de análisis que, por una parte, deconstruye estereotipos culturales y, por otra, permite incluir a los que, con base en esos estereotipos, se les ha dejado de lado o en condiciones de subordinación. Es decir, es muy importante distinguir que una cosa es lo que se llama “ideología de género”, que parece negativa; y muy otra cosa es una teoría de género, que es necesaria e indispensable. De ahí la necesidad de discernir y “quedarse con lo bueno”.
Concordamos con la explicación que da Francisco sobre la ideología de género en su Exhortación. Pero también estamos de acuerdo con la “teoría de género”, entendida como aquella que nos ha hecho comprender que el hecho de nacer mujer o varón (biológicamente hablando) no debe determinar (culturalmente hablando) que la mujer sea “sentimental, intuitiva, impulsiva, casi irracional por todo lo anterior”, etc., y el varón sea “racional, frío, independiente, de grandes proyectos, capaz de dirigir naciones y empresas, líder innato”, etc.
Esas actitudes que se atribuyen a las mujeres y a los varones en razón de su sexo biológico han llevado a que las mujeres sean consideradas de segunda categoría, se les haya negado la posibilidad de estudiar, limitadas a los oficios domésticos, dependientes de los varones, incapaces de llevar su propia vida y, a los varones, se les haya hecho sentir dueños de todo, incluidas las mujeres y, además, se les haya impedido ser tiernos, llorar, ocuparse de la crianza de los hijos, etc. Todo esto se corresponde a lo que antes llamamos “estereotipo cultural” y que ha hecho mucho daño a varones y mujeres. La categoría “género” ha permitido darnos cuenta de que eso no debe ser así.
También esta categoría ha permitido “incluir” a los que han permanecido excluidos. Cuando se habla de perspectiva o enfoque de género lo que se pide es que se incluya, especialmente a las mujeres –porque han sido las más excluidas en el sistema patriarcal de nuestras sociedades (machismo que el Papa también señala) en todas aquellas instancias en las que no se les ha permitido entrar o no se les quiere dejar entrar o no se toma conciencia de que deben entrar. Y también este enfoque de género quiere responder a las necesidades particulares de mujeres y varones frente a la realidad. En el caso de los Acuerdos de Paz, hay claramente un enfoque diferencial de género que toma en cuenta las situaciones particulares de las mujeres –especialmente- pero también de los varones, para restituirlos tal y como cada género precisa. Ciertamente este enfoque no es negativo ¡sino todo lo contrario!
Pero lo que ha asustado tanto, por ejemplo, en los Acuerdos de Paz es que también los excluidos de nuestra sociedad son la población LGBTI y un país que pretende construir la paz no puede dejarlos fuera. Son colombianos, compatriotas, verdaderos hijos e hijas de nuestro Dios. Ante este hecho inobjetable el mismo Papa dijo: “Si una persona es gay, ¿quién soy yo para juzgarla?
En fin, todo lo anterior implica muchos aspectos y no alcanza este espacio para tratarlos. Pero lo que interesa desde una responsabilidad humana y cristiana es tomar conciencia de que cuando se habla de “género” hay que distinguir entre “ideología” y “teoría” y no es ético ni cristiano, llamar a todo ideología, cuando lo que hay en juego es la dignidad de las personas y la superación de estereotipos de opresión. El cristiano ha de saber dialogar y no puede actuar bajo imaginarios sino con razones válidas, que permitan la convivencia, la tolerancia y la verdad, en este mundo actual, irreversiblemente plural a nivel cultural y religioso. Además, un mundo en el que la Palabra de Dios sigue vigente, siempre y cuando sepamos ofrecerla como Buena Noticia de salvación y no como arma de condena y exclusión, tan lejano esto a la praxis del Reino anunciada por Jesús.