jueves, 30 de junio de 2016


La posibilidad de ser feliz

Hay personas que se empeñan en no ser felices y en no hacer felices a los demás. Una actitud que hace esto posible es la de ver sólo lo negativo de las cosas y no ver lo positivo. Siempre ven el vaso medio vacío en lugar de ver el vaso medio lleno. Y esto también sucede en las relaciones de amistad, de pareja, de familia. En vez de agradecer la presencia de los demás y disfrutar de todo lo bueno que tienen, nos empeñamos en ver lo malo o los errores que toda persona tiene, en sacar a la luz sus defectos, en exigir que actúen como nosotros queremos. Y mientras estamos en esto, nos perdemos la posibilidad de disfrutar la riqueza que tiene todo ser humano y del amor que nos brindan, como son, aunque no sea exactamente lo que nos gustaría.
Algunas personas dejan que pasen las horas, los días, los meses atrapados en las dificultades que tienen las relaciones y cuando menos piensan tal vez ya nunca podrán arreglarlas. El orgullo es tan ciego que prefiere sufrir a dar pasos para buscar alternativas que hagan posible la convivencia. Y no se fijan en el daño que hacen a los que les rodean. Esto pasa mucho en las parejas. Por no ser capaces de buscar caminos que hagan posible la convivencia armónica, crean una atmósfera que los hijos respiran y, creyendo que les aman, les están haciendo daño y les hacen sufrir enormemente. ¿Por qué hay tanta ceguera en el corazón humano? ¿Por qué siendo todos tan necesitados de amor, de compañía, de alegría, no somos capaces de apostar todo por el amor y dejamos que el corazón se cierre, se llene de orgullo, de rencor, de indiferencia, de soledad, de tristeza?
Sólo la muerte nos impide arreglar las cosas. Pero mientras haya vida, hay posibilidad de cambio. Ojala entendiéramos que la vida es más sencilla de lo que creemos, que las relaciones pueden ser más amables de lo que imaginamos y que el amor es posible vivirlo cuando no se exige que el otro sea como uno quiere sino cuando se le mira como es y se le ama así, ayudándole en sus carencias y potenciando en sus posibilidades.  Ojala no perdamos la oportunidad de haber sido felices con lo que hoy tenemos y con las personas con las que hoy compartimos la vida. No hay situaciones ideales para ser felices. Es en la propia situación y con la realidad como ella es, donde podemos serlo. Ser feliz no es imposible si somos capaces de perdonar, de aceptar y de reconocer la propia ceguera sin esperar que sea el otro el que lo haga. “El amor, la amistad, las relaciones no son un camino llano, sin problemas, de lo contrario, no sería humano. Es un viaje comprometido, a veces difícil, a veces complicado, pero así es la vida” (Papa Francisco). Pidamos la gracia de apostar por ser felices y trabajar en ello, con lo que somos, lo que tenemos y con las personas que están a nuestro lado, como son y con lo que tienen. La felicidad depende de nosotros, de nuestra actitud ante la vida, de saber ponernos en camino todas las veces que sea necesario.  No dejemos que la felicidad se vaya de nuestro lado, pudiendo ser tan real, tan verdadera.

lunes, 27 de junio de 2016


No encadenar la Palabra de Dios

En la Segunda Carta de San Pablo a Timoteo el apóstol nos invita a mantenernos firmes en medio de las dificultades y se pone como ejemplo, mostrándonos cómo por su fidelidad a Jesucristo está llevando cadenas como un malhechor pero es bien consciente de que la Palabra de Dios no está encadenada y ella es  fuente de liberación y transformación (Cfr. 2Tim 2 1-10).

Hoy en día a veces pareciera que algunos quieren “encadenar” la Palabra de Dios. Me refiero a experiencias donde se está hablando desde el evangelio de la opción preferencial de Jesús por los pobres y de su amor incondicional hacia ellos y de repente se levantan algunos del auditorio y comienzan a hacer una defensa de los ricos. O también cuando se está hablando del comportamiento de Jesús con las mujeres y de pronto algunas mujeres comienzan a defender el orden patriarcal vigente. Y no han faltado ocasiones en que en reuniones en que se habla de las discriminaciones raciales que existen en nuestra sociedad, justamente se levantan personas de raza negra argumentando que no hay que permitir ninguna legislación que favorezca a los que han sido sistemáticamente excluidos en razón de su raza, porque eso sería crear privilegios para ellos y eso no está de acuerdo con el evangelio.

En todos los casos anteriores se podría invocar que no se puede repetir exactamente el comportamiento de Jesús porque su realidad fue diferente a la nuestra. También que su mensaje en ningún momento favoreció el simple “dar vuelta a las cosas” haciendo que los que antes eran oprimidos ahora se vuelvan opresores. Pero que de su mensaje y de acción no se pueda concluir que su prioridad fue la opción por los más pobres y por todos los excluidos de la sociedad, ya es olvidar la esencia del Evangelio y “encadenar la Palabra de Dios”.

¿Por qué es tan fácil perder el profetismo y la denuncia evangélica? ¿Qué hace que las personas busquemos acomodar la palabra de Dios a nuestros intereses? ¿Por qué la prudencia se invoca como el “valor” querido por Dios y se quieren opacar valores iguales o más evangélicos tales como la justicia social, la igualdad o la libertad?

Cuando los discípulos de Juan le preguntan a Jesús si “él es el Mesías o han de esperar a otro”, Jesús les responde: “Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos  quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva; ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!” (Lc 7, 20-23). La misma pregunta podrían hacernos hoy para saber si estamos encadenando la Palabra divina. Si nuestra evangelización favorece la transformación social y llama al compromiso con obras y verdad, vamos por buen camino. Pero cuando se buscan tantas excusas, cuando se invocan tantos miedos, cuando se le quita fuerza al profetismo evangélico, comenzamos a alejarnos del seguimiento de Jesús.

Ayer como hoy, la Palabra de Dios escandaliza. Sin embargo, es la puesta en práctica de esa Palabra la que hará posible que “el reinado de Dios ya está entre nosotros” (Mc 1,15) y que muchos puedan reconocer que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, comprometido con los más pobres y olvidados de la tierra.

sábado, 25 de junio de 2016

Blog de Eduardo de la Serna: Comentario domingo 13C

Blog de Eduardo de la Serna: Comentario domingo 13C: Jesús nos invita a un camino exigente Domingo 13º ciclo “C” Eduardo de la Serna Lectura del primer libro de l...

martes, 21 de junio de 2016


El diaconado femenino ¿una oportunidad de estructuras de inclusión?
Mucho se ha escrito sobre las palabras del obispo de Roma, Francisco, acerca del Diaconado femenino pronunciadas el 12 de mayo ante 870 religiosas participantes de la Asamblea plenaria de la “Unión Internacional de Superioras Generales – UISG”. La cuestión se sitúa en la respuesta que el Papa dio a la pregunta de una de las asistentes de por qué no se restablecía el diaconado permanente para las mujeres tal como existió en la Iglesia primitiva y por qué no constituir una comisión oficial para que estudiara la cuestión. El Papa señaló que le parecía bueno constituir esa comisión que aclarara bien este tema.
Como ya está volviéndose costumbre con las intervenciones del Pontífice, con esas palabras, para unos, el Papa ya abría la puerta para pensar en el sacerdocio femenino. Para otros - que podemos ver representados en el director de la sala de prensa de la Santa Sede, Federico Lombardi- el Papa no dijo que tuviera la intención de introducir la ordenación sacerdotal de las mujeres y sólo dijo que pensaba constituir una comisión para ver esa cuestión con mayor claridad.
¿Qué pensar de esta situación? Este diálogo con las religiosas –que abordó más temas que este punto del diaconado- muestra una realidad inaplazable: la plena participación de las mujeres en la vida de la Iglesia. Pero como esto es un paso que supone un giro muy grande –tal como ha sido el giro dado por Vaticano II, por poner un ejemplo, del que llevamos 51 años sin haberlo puesto en práctica plenamente- las respuestas no pueden menos que intentar argumentar lo que es difícil de justificar y moverse en aguas muy complejas ante las posturas en favor y en contra de ese cambio de situación de las mujeres en la Iglesia. Lo que es cierto es que esta realidad aparece una y otra vez y sería insensato pasar de largo sin afrontarla.
Ahora bien, el tema del diaconado de la mujer en la iglesia primitiva es un tema sobre el que se han hecho buenos y serios estudios. Se puede afirmar, con base en ellos, que el diaconado femenino existió en las primeras comunidades. El desafío, sin duda es, cómo restablecerlo y cómo descubrir la potencialidad que puede tener para vivirlo, como bien señala el Papa, sin el clericalismo que desafortunadamente ha desvirtuado tanto el ministerio ordenado en sus diferentes grados y que ha llegado también a los diáconos permanentes casados. En ese mismo encuentro con las religiosas el Papa habló del clericalismo que lleva a que los ministros quieran clericalizar a los laicos y religiosas y estos quieran ser clericalizados.
Ya en la Conferencia de Aparecida (en la que el Papa participó) en la parte acerca de “La dignidad y la participación de las mujeres” (451-458), se anotan aspectos muy importantes de esa plena igualdad de la mujer con el varón –históricamente negada- y se enfatiza en la urgencia de que “todas las mujeres puedan participar plenamente en la vida eclesial, familiar, cultural, social y económica, creando espacios y estructuras que favorezcan una mayor inclusión (454). ¿Habrá llegado la hora, gracias a las preguntas de estas religiosas, de que se vuelva sobre el tema y se recuperen espacios posibles para las mujeres?, ¿será el momento de abrir nuevos caminos que hagan realidad esa plena igualdad de varones y mujeres en todos los ámbitos, incluido el eclesial, para hacer creíble el proyecto divino de que varón y mujer son imagen de Dios (Gn 1,27) y por el bautismo varón y mujer son iguales (Gál 3,28)? Que el Espíritu siga acompañando el caminar de la Iglesia y la primavera que parece tocarse con Francisco pueda florecer y quedarse entre nosotros.

sábado, 11 de junio de 2016

Blog de Eduardo de la Serna: Comentario domingo 11C

Blog de Eduardo de la Serna: Comentario domingo 11C: Cuando el perdón y el amor van de la mano DOMINGO UNDÉCIMO "C" Eduardo de la Serna Lectura del segundo libro de Sa...

jueves, 9 de junio de 2016

DEJAD QUE LOS NIÑOS VENGAN A MI (Mt 19, 14)
Todos conocemos esta frase dicha por Jesús cuando los discípulos intentaban retirar a los niños de su lado para que no lo incomodaran. Pero él, por el contrario, dijo que dejaran que se acercaran y, más aún, les colocó como ejemplo de la primacía que tienen en el reino de los cielos. Ahora bien, hay que hacer una aclaración. En el contexto judío los niños no eran tenidos en cuenta, eran excluidos y solo los varones, cuando estaban en edad de ser presentados en el templo -12 años- comenzaban a ser parte del pueblo de Dios en plenitud de pertenencia. Entonces, cuando Jesús invoca ese ejemplo de los niños, no lo hacía porque ellos fueran más puros o inocentes sino porque no eran tenidos en cuenta ni tenían valor para aquella sociedad. Una vez más Jesús nos muestra que el reinado de Dios es ante todo fraternidad/sororidad, inclusión de todos los que están fuera, misericordia para los más desvalidos de cada tiempo. De ahí la insistencia del Papa Francisco de incluir a todos y de remarcar que la Iglesia (el confesionario) ha de ser casa de misericordia y no sala de torturas (Evangelii Gaudium 44).
Actualmente la situación de nuestros niños es distinta a la del tiempo de Jesús porque se busca respetar sus derechos. Lamentablemente no se logra plenamente y, todavía muchos niños mueren de hambre, mostrando que ni siquiera ese derecho tan básico se cumple para todos. Pero junto al reclamo porque efectivamente se cumplan todos los derechos de la infancia, también tenemos que seguir trabajando porque a los niños y niñas se les comunique el mensaje cristiano y, más aún, se les ayude a empoderarse de su fe y a responder a ella, desde su propia capacidad, correspondiente a su edad.
Por eso la iniciativa de la “Infancia misionera”, apostolado presente en tantas parroquias, es una magnífica idea que contribuye decisivamente en la formación cristiana de los niños y niñas y en despertar desde ya la dimensión misionera de la fe. Porque no podemos olvidar que la llamada que el Señor hace tiene esas dos dimensiones inseparables que la Conferencia de Aparecida supo destacar: discipulado misionero -dos dimensiones inseparables en la vida cristiana-.
Ayuda mucho ver como cuando se les habla a los niños y niñas de Dios y se les enseña a rezar, lo hacen con devoción, con verdadero interés y muestran esa sensibilidad natural hacia lo que es bueno. Más aún si ven rezar a sus padres y toda la familia invoca y hace presente a Dios en medio de sus vidas, la fe se hace algo natural en ellos, un valor que les acompañará a lo largo de sus vidas, aunque tengan momentos en que se aparten. Por lo mismo, cuando no existe esta “Iglesia doméstica” que es la familia, se percibe más dificultad en despertar y cultivar la fe de estos pequeños.
Pero hay que agradecer a Dios los esfuerzos que se realizan en tantas iglesias locales para acompañar la fe de los niños y adolescentes y cultivar en ellos la mejor disposición frente a lo religioso. Es así como la celebración del VII Congreso Nacional de la Infancia y Adolescencia Misionera que se realizará en la ciudad de Santa Marta del 30 de junio al 3 de julio del presente año, con el lema: “¡Hey tú! sé misericordioso como Jesús”, es una ocasión privilegiada para mantener la vitalidad de la fe de nuestros niños, niñas y adolescentes. Todos estos eventos hemos de acompañarlos con nuestra oración e incentivarlos en la medida de nuestras posibilidades.
El tema del congreso será: “Misioneros apasionados testigos de la ternura de Dios y anunciadores de su amor” (esta frase la dijo el Papa emérito Benedicto XVI en el 2007 dirigiéndose a los niños de la infancia misionera de Italia). Participarán niños de 9-12 años y adolescentes de 13-15 años, acompañados de los asesores y organizadores del Congreso. Se espera que los participantes tengan una experiencia de compromiso y formación de al menos dos años en sus iglesias locales para que el encuentro pueda tener los mejores frutos. Y no dudamos que estos días compartidos marcarán la vida de los participantes y no volverán igual a sus lugares de origen. Todo encuentro hace crecer, renueva y fortalece para continuar el camino.
El lema se inscribe en el año de la misericordia que estamos viviendo en la Iglesia y la manera como se lo plantean a los niños es sencilla y directa: “sé misericordioso como Jesús”. Y esta es la razón para todos. Los seguidores del maestro no tenemos que inventar maneras y formas de ser totalmente nuevas. Basta, en cierto sentido, con mirar lo que hizo el Maestro y hacer lo mismo que él. Y como dijimos desde el inicio, si algo caracteriza el anuncio del reino que hizo Jesús, fue su dedicación por los más necesitados de su tiempo, entre los que se contaban los niños. El año de la misericordia no es solo para alcanzar la misericordia de Dios para nuestras vidas. Es para llevarla a los demás, de manera “apasionada”, “tierna”, “amorosa” como lo explicita el tema del congreso. Esto se les dirá a los niños y adolescentes en el congreso. Lo reflexionaran, trabajaran, celebrarán. Pero todos los demás hemos de unirnos con el testimonio de nuestras vidas para que cuando ellos terminen el congreso, vean que los mayores lo vivimos y así se apasionen verdaderamente por el anuncio de la misericordia de Dios para todos. Acompañemos, pues, esta iniciativa con nuestra oración y con nuestro testimonio.

jueves, 2 de junio de 2016

Sobre el amor en la familia (AMORIS LÆTITIA)
Así se titula la Exhortación Apostólica Postsinodal del Papa Francisco, publicada el pasado 19 de marzo. Detrás de este documento están los dos Sínodos sobre la familia que el Obispo de Roma convocó y que se realizaron en octubre de 2014 y 2015. Estos sínodos tuvieron como base las consultas que se hicieron sobre la situación de las familias y los desafíos que dicha situación plantea a la pastoral familiar. Al finalizar los dos sínodos se elaboraron las conclusiones que fueron entregadas al Papa quien, a su vez, con todos estos insumos, escribió esta Exhortación.
Podemos constatar que la Exhortación tiene el mismo estilo que el Obispo de Roma ha mostrado en todo su pontificado: lenguaje ágil, entendible, capaz de expresar experiencias de vida y de buscar respuestas para ellas. Con citas de pie de página que retoman aportes de las conferencias episcopales (de la Colombiana está la nota 49), del magisterio, otros pensadores e, incluso, de algunos literatos (Borges, Octavio Paz y Mario Bededetti  notas 5, 107 y 204). Tal vez, un poco extensa pero, precisamente por esto, Francisco recomienda que “podrá ser mejor aprovechada (…) si la profundizan pacientemente parte por parte o si buscan en ella lo que puedan necesitar en casa circunstancia concreta” (n. 7).
La Exhortación consta de nueve capítulos. En la introducción, como ya lo hizo en la Evangelii Gaudium, se refiere a la “alegría”. En este caso, “La alegría del amor” (1-7). El primer capítulo está referido a la Palabra de Dios (8-30). El segundo a la realidad y los desafíos de la familia (31-57). Es interesante que el Papa dice “consideraré la situación actual de las familias en orden a mantener los pies en la tierra” (n. 6). Es decir, el Papa quiere mirar la realidad, hablar de la familia real no de la ideal, asumir la complejidad que tiene y las problemáticas que conlleva. El tercer capítulo, cristológico, trata de la mirada puesta en Jesús: vocación de la familia (58-60). El cuarto se centra en el amor en el matrimonio (89-164). El quinto se refiere a los hijos: Amor que se vuelve fecundo (165-198). El sexto marca algunas perspectivas pastorales (199-258). El séptimo vuelve sobre los hijos, en este caso, sobre la necesidad de fortalecer su educación (259-290). El octavo lo titula, “Acompañar, discernir e integrar la fragilidad” y en él se va a referir al horizonte pastoral que debe acompañar a las familias: el discernimiento y la misericordia (291-312). En el noveno perfila una espiritualidad matrimonial y familiar (313-325). Y, termina la exhortación, con una oración a la Sagrada Familia.
Este documento continúa afirmando la “primavera” que ha traído Francisco a la Iglesia al poner el énfasis en la alegría y en la Buena Noticia. “A pesar de las numerosas señales de crisis del matrimonio, el deseo de familia permanece vivo, especialmente entre los jóvenes y esto motiva a la Iglesia” (n. 1). En ese sentido, la Buena noticia de la familia es actual y no ha perdido vigencia.
Pero la afirmación que abre una puerta totalmente distinta sobre este tema queda expresada así: “quiero reafirmar que no todas las discusiones doctrinales, morales o pastorales deben ser resueltas con intervenciones magisteriales” y lo fundamenta en que estamos en camino hacia la verdad completa y mientras esto llega, nuestras interpretaciones son parciales y responden a contextos particulares, teniendo en cuenta que las culturas son muy diferentes y todo principio general ha de ser inculturado (n. 3). Además, las aportaciones de los sínodos permitieron ver esta realidad: los padres hablaron de tan diferentes preocupaciones que muestran “las legítimas preocupaciones y las preguntas honestas y sinceras” que siendo diferentes, cada uno trajo al sínodo (n. 4).
Ahora bien, este horizonte trazado por Francisco trae resistencias y contradictores. Así se está notando en algunos espacios eclesiales. El apego “a lo que siempre fue así”, no permite que algunos se decidan a respirar aire nuevo, misericordia, evangelio. Conviene, por tanto, pedir la gracia de la apertura de mente y corazón y dejarse tocar por el Espíritu que no cesa de crear “nuevas todas las cosas” (Ap 21, 5). 

Fe y vida

Fe y vida