jueves, 31 de mayo de 2018


Tres semanas intensas para pensar en la "segunda vuelta"
(Elecciones en Colombia)

Puede resultar repetitivo seguir hablando de este tema pero es nuestro compromiso actual. Hay que “dar la pelea” hasta el final. Ya se definieron Robledo y Fajardo: voto en blanco. Casualmente ayer vi a Mockus en un restaurante y parecería que también se van a inclinar por el voto en blanco. Vamos a ver que dicen. Personalmente creo que esa opción es una actitud irresponsable con el futuro del país. Las dos opciones de país que se vislumbran no son lo mismo. Y, como tantas veces se dice, abstenerse de participar no es mantenerse neutro, es optar por una opción porque es fácil deducir las consecuencias de nuestras abstenciones. La “neutralidad” no existe. Nuestro Dios, el de Jesús de Nazaret, no es “neutro”. Es “parcial”, por los más pobres, por los necesitados, por el que no puede defenderse. Dios se inclina decididamente por los pobres y como lo afirmó Benedicto XVI en la conferencia de Aparecida, “la opción preferencial por los pobres es intrínseca a la fe en Jesucristo”.

¿Con esto quiero decir que una de las dos visiones de país es evangelio puro? Por supuesto que no pero a mí sí me parece que una se acerca más que la otra. Y permanecer neutro es “correr el riesgo” de apoyar la de Duque que tiene detrás a Uribe, Vivian Morales, Ordoñez y todos los demás que han causado tanto pero tanto mal al país.

Y siempre cabe la sorpresa pero mucho más la indignación al escuchar a todos estos personajes “neutros” o “vendidos” al que les traiga beneficios. Robledo dice que votará en blanco porque Petro en el pasado se unió con Santos. O sea, parece que Petro sabe sumar con otros ¿no? ¿no era que Petro es un incendiario, radical, incapaz de sumar? Pues Robledo aduce eso para no unirse a Petro. ¡Qué poca visión política de Robledo! No aduce una causa política, una visión de país, un programa de gobierno con el que no está de acuerdo, sino una postura tomada antes por Petro de retirarse del Polo cuando este partido no quiso hacer alianza con Santos. Fajardo dice que ni Duque ni Petro. Pero ¿es tan difícil entender que si se queda en el limbo está apoyando a Duque? De él ya se decía que no tenía suficiente definición. Pues así lo reafirma. Un profesor que no es capaz de entender que su postura, en este momento histórico, le devuelve el país a Uribe.

Pero rematemos el comentario de hoy con la entrevista a Cesar Gaviria en la W radio. ¡Qué descaro! Los periodistas le colocaban los audios de todo lo que ha dicho en el pasado en contra de la opción que representa Duque y su única respuesta fue decir que así es la política. Como muchos están afirmando, el partido liberal ya tiene su partida de defunción y Gaviria expresa claramente lo que es la política nefasta que nos ha gobernado durante tanto tiempo.

Grande Antonio Navarro que sabe pensar en el país y grandes muchos otros que no quieren dejarse robar este momento histórico de que “otro proyecto distinto” al que nos ha dejado tantas muertes, tanto dolor y tanta pobreza, pueda “intentarse”. Ojala muchos reflexionen y caigan en cuenta que su voto en blanco, en esta ocasión, no expresa opción política, sino el “lavarse las manos de Pilatos” porque saben muy bien las consecuencias de su opción y se mantienen en ella sin importarles la oportunidad histórica que se pierde.

domingo, 27 de mayo de 2018


Elecciones y visiones de País
Terminaron las elecciones para presidente en Colombia y sigue la segunda vuelta. Los candidatos que quedaron en primero y segundo lugar, representan extremos opuestos. Para mí esto muestra con claridad que hay distintas visiones de país y es normal que se opongan y de manera radical. Por eso escribí en un artículo anterior que no temo a las polarizaciones. Estas son la consecuencia lógica de un compromiso fuerte con un proyecto que se quiere llevar adelante. ¿Qué hacer ahora? Seguir trabajando porque la visión de país que creemos -es la mejor-, pueda llegar al triunfo. ¿Qué hay fuerzas inmensas que derrotar para hacerlo posible? Sí, no es para menos. Pero esa es la vida, con montañas que superar pero con todo el entusiasmo humano y cristiano para luchar por ello.
Queda claro con lo que digo, que me inclino por el proyecto de país que propone Petro. No me gusta el proyecto de país de Duque muy lejano de la reconciliación y de los pobres. Ojala que los que le apostaron a otros candidatos vuelvan sobre el proyecto de país que ofrecen los dos candidatos contendores en la segunda vuelta y se inclinen por la propuesta que tenga “más bien común”. Es deseable que no haya abstención. Más vale perder/ganar votando que mantenerse el margen de los destinos que nos implican. Y sea cual sean los próximos resultados, ojalá crezcamos en conciencia política para no ser espectadores sino protagonistas.

De la Calle y Fajardo invitaron a seguir un proyecto de país que haga una Colombia mejor. No sabemos qué postura tomarán y menos la postura que tomen los que votaron por ellos. Pero si esperamos que en coherencia con lo que han ofrecido en sus campañas, apoyen al más cercano a ellos. Veremos qué pasa. Y que sepan sumar fuerzas como tanto lo proclamaron en sus campañas.
Una cosa queda clara y lo dijeron los noticieros: el gran perdedor fue Vargas Lleras, al que no le sirvieron las maquinarias. Terrible que se diga con todas las letras. O sea, se sabe de estas artimañas y se dice pero eso no lo estigmatiza como si estigmatizaría si fuera un candidato de izquierda. ¡Cuánta conciencia crítica falta!

Con el mensaje de Petro me siento identificada como ya dije. Petro tiene un discurso sólido, crítico del sistema y proponiendo cambios reales y posibles. Un país plural, libre, con derechos para todos, especialmente, los más pobres, defendiendo la creación, buscando la reconciliación con todos después de 50 años de conflicto armado.

Duque agradeció a todos los que le ayudaron –especialmente a Uribe, por supuesto- y ofreció un país para todos pero poniendo todo el énfasis en la “mano dura” en todos los sentidos. Eso de mano dura ya lo escuchamos en el país ¿no?  Y tuvo a favor que todos los canales transmitieron sus palabras, cortando el discurso de Petro. Estas tácticas de los medios de comunicación también ya las conocemos. Divulgan lo que quieren y lo que favorece al poder hegemónico. Duque, después de su discurso sobre “mano dura” (legalidad), ofreció mucho más de lo que ofrece Petro, es decir, Duque ¡sí que resultó populista! Se copió de absolutamente todo lo que ofrecieron todos los otros candidatos y prometió que lo hará. Pero claro, los de derecha pueden ofrecer todo y no son populistas. Ellos si lo pueden realizar. Pero los de izquierda no pueden hacerlo. Y, como no puede ser crítico del sistema establecido –ese que mantiene a la mayoría de la población en la pobreza- levanta calumnias del candidato opositor afirmando que promueve la lucha de clases, que va a expropiar, a establecer una dictadura y, por supuesto, que todo lo que promete no lo va a cumplir –que son palabras vacías-. Pero claro, el discurso de Duque no enciende odios, ni crea polarización. Lo que gritó la multitud sobre Petro, al escucharlo, no interesa. A fin de cuentas él critica a uno de izquierda y eso no se percibe negativamente.

Quedan tres semanas para definir el futuro de país. No me extrañará que gane Duque. El poder establecido es muy fuerte, la maquinaria inmensa y las mentes colonizadas mucho más. Pero se puede seguir soñando porque los sueños se van haciendo realidad a fuerza de empeñarse en ellos. David venció a Goliat, Francisco va venciendo tantos años de papados conservadores, de repente es posible que esta vez la vida de los pobres gane la partida. ¡A seguir trabajando por lograrlo! Vale la pena intentarlo.

domingo, 20 de mayo de 2018


¿Evitar las polarizaciones?

Ya falta poco para que definamos el futuro político de Colombia. Y se han dicho muchas cosas que esperemos ayuden a discernir sobre la opción que tomemos el próximo 27 de mayo. Pero hay una situación que quiero comentar. Me refiero a la “polarización” que de hecho existe y frente a la cual algunas personas dicen que no votaran por los candidatos que más parecen encarnarla, precisamente por eso. Entonces votarán por aquellos que dan sensación de más armonía. Esto es legítimo y esperemos que sirva también esa postura. Sin embargo, pienso que la polarización no es mala y, más aún, muchas veces, indispensable para que se realice un cambio. Y es que cuando en verdad se quiere transformar algo no puede menos que producirse rechazo y persecución. Los creyentes en Jesús sabemos de eso, aunque parece se nos olvida. Jesús se ganó  la muerte en cruz por predicar el Reino de Dios que desestabilizaba el status quo establecido en su tiempo. Y digo que, muchas veces se nos olvida ese actuar de Jesús, porque parece que ser cristiano tiene que ir de la mano de la conciliación, de la armonía, del no decir nada, del no crear inquietud, de no hacer ninguna crítica, en otras palabras, todo eso que suena más a ese “ser tibio” del que habla el Apocalipsis (3, 15-16) en su carta a la iglesia de Laodicea.

Sí, debe ser más “virtuoso” (en términos cristianos) saber decir las cosas sin producir rechazo. Aunque casi no conozco a nadie que haya producido un cambio real sin despertar persecución. Si conozco a mucha gente que sabe ser tan “prudente” que nunca dice nada y, eso sí, gana “buena fama” y le dan puestos de responsabilidad porque se sabe de su “incondicionalidad” a lo que diga la autoridad. Lealtad, sin duda debe existir, pero plegarse a lo que diga quien manda, ahoga lo más propio del Espíritu de Jesús que siempre inquieta, interpela, desinstala porque, efectivamente, su presencia “transforma la faz de la tierra”, como decimos cada vez que le invocamos.

No creo que haya ninguna persona que proponga cambios sociales y que, al mismo tiempo, no tenga muchos fallos personales. No sería humano. No creo en procesos de cambio que no tengan muchos tropiezos, equivocaciones y desviaciones. Pero si creo que en medio de la cizaña crece el trigo y que este permite que haya tiempos, espacios y situaciones donde las cosas marchan mejor y se favorece notablemente la vida. En ese contexto yo sitúo todo el caminar latinoamericano que se ha dado en varios países, en la última década, donde las políticas sociales se han dado y han favorecido la vida de los pobres. Después han venido críticas y persecuciones. Algo de verdad hay. Mucho de mentira también. Pero los medios de comunicación hegemónicos han conseguido colocar en muchas personas (y lamentablemente en muchos creyentes y muchas jerarquías eclesiásticas) la idea de que las políticas sociales son populismo y de que lo único que nos salva son las políticas neoliberales (sin llamarlas así, por supuesto).

Yo le sigo apostando a quien más políticas sociales proponga. Sé que esto causa polarización pero creo que vale la pena meterse en este lío. Y aunque se pierda un intento, hay que seguir con el siguiente. Así se han dado todos los cambios. Y algo se va haciendo. Lo que no se puede hacer es caer en el conformismo y dejar que las cosas sigan iguales y pensar que los cambios llegarán sin sufrirlos, sin lucharlos, sin aguantarse todas las críticas y persecuciones de los que se resisten a ello.
Finalmente también he oído a muchas personas decir que para que se sigue hablando de ricos y pobres, que eso es comunismo y eso ya pasó. Estoy de acuerdo con que el comunismo ya nada tiene que hacer hoy. Pero hablar de ricos y pobres sigue tan vigente como lo muestra la realidad en la que vivimos. Hay cada vez más pobres porque unos pocos se hacen cada vez más ricos. ¿Se puede dejar de denunciar esta evidencia? Gracias a Dios el papa Francisco ha vuelto a poner la palabra “pobre” en el centro de la vida cristiana. Y ha dicho que “esta economía mata”. Y que escuchemos las necesidades de los pobres y respondamos a ellas. Y que la iglesia ha de ser pobre y para los pobres. Y, por supuesto, antes que el Papa y con toda autoridad, Jesús de Nazaret anunció el Reino de Dios donde los pobres son los primeros destinatarios.

En conclusión, no creo que lo más importante sea “evitar la polarización”. Lo que interesa es asumirla cuando por el hecho de pensar en los pobres llega. Pero no es posible renunciar a soñar con ese “otro mundo posible” aquel donde la vida de los pobres sea el principal objetivo y desde ahí todo aquello que también necesitamos para hacer de nuestro país un lugar donde “quepan todos y todas” con justicia, equidad y, en ente momento actual, apostando incondicionalmente por la paz. Que el Espíritu nos ilumine realmente a arriesgarlo todo por “transformar la faz de la tierra” porque como estamos, no estamos bien y el miedo no puede paralizarnos si su audacia y profecía nos sostiene.

lunes, 14 de mayo de 2018


Urge un nuevo Pentecostés eclesial

Estamos terminando el tiempo pascual celebrando la Ascensión del Señor y Pentecostés. Ambas  fiestas son otra manera de expresar la experiencia fundamental que tuvieron los primeros y sostiene también hoy nuestra fe: “Jesucristo resucitó  y está vivo en medio de su pueblo”.

El texto de la Ascensión muestra la dificultad de los discípulos –aún después de la resurrección- para entender el reino anunciado por Jesús. La pregunta “¿Es ahora cuando vas a restablecer el reino de Israel?” (Hc 1, 6) muestra la concepción geográfica y étnica que todavía tienen del reino. Y Jesús tiene que explicarles nuevamente que el fruto de la experiencia pascual nada tiene que ver con esas precomprensiones, ni con tenerlo todo conseguido, sino con introducirse en la dinámica de la vida del Espíritu que lleva para donde no se espera y sorprende con horizontes nunca antes imaginados.

Pero ponerse en camino cuesta, es difícil. El texto nos relata que se quedaron mirando al cielo hasta que una voz los vuelve a la realidad: “Hombres de Galilea ¿Qué hacen mirando al cielo? (Hc 1,11). Sólo entonces descubren que la vida del Espíritu no los saca del mundo sino que los introduce profundamente en él.

En el texto de Pentecostés el Espíritu irrumpe en sus vidas: “Estando todos reunidos en un mismo lugar, vino del cielo un ruido, como el de una violenta ráfaga de viento, que llenó toda la casa donde estaban” (Hc 2,1) y los hace capaces de hablar lenguas distintas para que todos los que están en aquel lugar puedan entenderlos: “¿Cómo cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra propia lengua?” (Hc 2,8).

Es tiempo de que suceda un nuevo Pentecostés en estos momentos en que la credibilidad de la Iglesia se ha visto afectada. Un Pentecostés que haga surgir una Iglesia libre del poder y dedicada al servicio. Una Iglesia donde el Pueblo de Dios se sienta verdaderamente Iglesia y no solamente se identifique a la iglesia con el ministerio ordenado. Una iglesia capaz de hablar un lenguaje que sea entendido por los varones y mujeres de hoy, sin temor a los cambios culturales y buscando responder a ellos con prontitud y libertad.

Una Iglesia con la misma dinámica de la primera comunidad cristiana donde la libertad, la verdad y la apertura marcaron sus inicios. “Cristo nos liberó para que fuéramos realmente libres y no nos sometamos nuevamente al yugo de la esclavitud” (Gál 5,1) decía Pablo a los Gálatas y hoy estamos continuamente tentados a esclavizarnos de un tradicionalismo que deja a la iglesia anquilosada en formas, discursos y expresiones que ya no dicen nada a los contemporáneos.

“La verdad” como guía de nuestros pasos pero entendiéndola como la vida del mismo Jesús (Jn 14,6) que nos lanza al amor incondicional y a la solidaridad sin límites, muy diferente de una verdad entendida como verdades teóricas o conceptuales que anquilosan la revelación y hacen perder el dinamismo de la vida.

“La apertura” propia de esos inicios, donde el cristianismo se abrió a nuevos contextos y realidades, acogiendo tantas diferencias que cambiaron definitivamente el origen judío que había sido su cuna.
 Así como el Resucitado irrumpió en la vida de los discípulos inundándolos de su mismo Espíritu, así también hoy, que nosotros irrumpamos en el corazón de la historia por la fuerza de ese mismo Espíritu con las armas del servicio, la humildad y la entrega verdaderamente desinteresada. Ese es un camino de credibilidad eclesial que es urgente recorrerlo.

domingo, 6 de mayo de 2018


Los jóvenes “le cantan la tabla a la Iglesia”



Con este titular, el pasado 28 de marzo, el periódico El Tiempo se refería al “Pre-sínodo sobre los jóvenes” que se llevó a cabo del 18 al 24 de marzo en Roma como preparación al “Sínodo sobre ‘Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional’” que tendrá lugar en el mes de octubre. Los sínodos son reuniones de Obispos que tratan diferentes temas con el objetivo de responder a los desafíos que las nuevas realidades presentan. Los jóvenes son uno de los desafíos actuales de la Iglesia católica porque cada vez son menos los que participan en ella y, sin jóvenes, no hay futuro para la Iglesia y de eso hemos de ser conscientes.


En el Pre-sínodo se congregaron 300 jóvenes de muchas partes del mundo, además de unos 15.000  conectados vía redes sociales. El encuentro comenzó con las palabas que el Papa les dirigió a los jóvenes invitándolos a “hablar con coraje, a decir todo lo que sintieran, a no temer equivocarse”. Reconoció que la cultura actual alaba a los jóvenes pero impide que sean protagonistas y por eso esa reunión quería ser un espacio para escucharlos.


Francisco afirmó que la Iglesia necesita descubrir caminos nuevos para responder al objetivo del Sínodo: “Acompañar a los jóvenes hacia la madurez de manera que, a través de un proceso de discernimiento, puedan descubrir su proyecto de vida y participar activamente en la edificación de la Iglesia y la sociedad”. Los jóvenes –les dijo Francisco- han de atreverse a abrir caminos nuevos, así impliquen riesgos porque una persona que no se arriesga, no crece, no madura y lo mismo pasa con las instituciones.


El llamado que el Papa hizo desde el inicio de su pontificado cobró especial fuerza en sus palabras: se envejece porque “se tiene miedo de salir, de ir a las periferias existenciales de la vida, de ir a donde se juega el futuro”. La Iglesia necesita a los jóvenes porque son ellos los que la ayudan a salir de la lógica del “siempre fue así”. Esto no quiere decir, aclaró el Papa, abandonar las raíces de lo más genuino de la tradición cristiana porque sin las raíces no hay paso nuevo que se sostenga.  En esta dinámica de mantener la tensión entre la tradición y lo nuevo, el Papa se refirió a un pasaje del profeta Joel: “los ancianos soñarán y los jóvenes profetizarán” (3,1). La iglesia necesita de jóvenes profetas pero esto será posible en la medida que no se dejen de lado los sueños de los ancianos. El Papa terminó su discurso invitando a los jóvenes a un diálogo intenso, a que se expresaran con franqueza y con toda libertad, con “descaro” porque han de ser los protagonistas del Sínodo y es importante que hablen abiertamente. Y el Papa les prometió: “su contribución será tomada en serio”.


En efecto, los jóvenes se expresaron como el Papa les pidió. Así se puede ver en el “Documento final” que consignó sus peticiones a la iglesia y que se ofrecerá como insumo para los obispos participantes del Sínodo de octubre. Los jóvenes necesitan encontrar modelos atractivos, coherentes y auténticos. Quieren explicaciones racionales y críticas para los asuntos complejos porque las respuestas simples no les satisfacen. Que se hable con claridad y sin tabú sobre temas actuales: la sexualidad, los matrimonios fracasados, el feminicidio, la corrupción, la violencia, las cuestiones de género, etc.


Un tema muy importante fue la pregunta por la participación de la mujer en la Iglesia, tanto laica como consagrada. Se pidió que se favorezca su presencia efectiva y se aborde esa problemática con discusiones concretas y apertura de mente a las diferentes ideas y experiencias.

En el mundo globalizado e interreligioso en el que hoy viven los jóvenes, necesitan encontrar una iglesia que establezca el diálogo pacífico y constructivo con otras creencias y tradiciones. De cara al futuro, los jóvenes necesitan encontrar una iglesia que les ayude a discernir su vocación. Con respecto a la tecnología, los jóvenes ven sus potencialidades y sus peligros. En ese sentido quieren una iglesia capaz de comprender la tecnología para ayudarles en el discernimiento sobre su uso y, a la vez, capaz de emplearla para la evangelización.


No se puede olvidar que los escándalos atribuidos a la iglesia merman la confianza de los jóvenes en ella. De ahí la urgencia de coherencia y testimonio. Quieren sentirla más como comunidad que como institución. Que sea auténtica y “especialmente la jerarquía de la Iglesia debe ser una comunidad transparente, acogedora, honesta, atractiva, comunicativa, asequible, alegre e interactiva”. La iglesia no ha de tener miedo de mostrarse vulnerable y debe admitir sus errores presentes y pasados. Debe fortalecer su posición de no tolerancia hacia los abusos sexuales. Ser una iglesia en diálogo con la ciencia y comprometida con lo ambiental; más empática y en salida hacia quienes están en la periferia, los perseguidos y los pobres. Una iglesia atractiva es una iglesia relacional.


En fin, muchos otros aspectos abordaron los jóvenes -todos ellos muy importantes- para que los obispos tengan presentes en el Sínodo y den una respuesta efectiva. Desde ahora es necesario rezar para que realmente los padres sinodales escuchen esas voces y ofrezcan caminos nuevos que respondan a la sed de Dios que tienen los jóvenes pero que no siempre pueden saciarla en la institución eclesial. Será muy importante lo que el Sínodo defina. Pero es igual de importante nuestro compromiso actual con esa preocupación. Dios llama a los jóvenes pero hay que mostrarles la significatividad de ese llamado para su vida. De nuestra manera de pensar y actuar sobre ellos también depende un cambio efectivo en la iglesia (porque todos somos iglesia, no solo los obispos reunidos en el Sínodo), un cambio que les haga sentir a ellos también iglesia, con el protagonismo que reclaman y toda la fuerza juvenil que albergan. Soñemos, por tanto, con una iglesia joven para que este sueño, los jóvenes lo hagan realidad.