lunes, 24 de noviembre de 2025

 

Preparemonos al adviento con la vigilancia activa

I DOMINGO DE ADVIENTO (30-11-2025)

Olga Consuelo Vélez

 

La llegada del Hijo del Hombre será como en tiempos de Noé:  en [aquellos] días anteriores al diluvio la gente comía y bebía y se casaban, hasta que Noé se metió en el arca. Y ellos no se enteraron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos. Así será la llegada del Hijo del Hombre. Estarán dos hombres en un campo: a uno se lo llevarán, al otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán, a la otra la dejarán. Por tanto, estén prevenidos porque no saben el día que llegará su Señor. Ustedes ya saben que si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, estaría vigilando y no permitiría que asalten su casa. Por tanto, estén preparados, porque el Hijo del Hombre llegará cuando menos lo esperen (Mateo 24, 37-44).



Comenzamos el tiempo de adviento, tiempo de preparación, de conversión, de vigilancia, de espera, de alegría. En el evangelio de hoy está puesto el acento en la vigilancia porque la venida del Señor vendrá cuando menos lo esperemos. Por eso, el evangelista, haciendo uso del género apocalíptico y relatando algunas pequeñas parábolas, nos llama a ser capaces de descubrir esa venida, en medio de un mundo donde algunos serán capaces de percibirla y otros no.

La referencia a Noé nos deja ver esa realidad porque habla de los que están comiendo y bebiendo y no perciben que viene el diluvio. Solo Noé es capaz de construir el arca y salvarse. Sigue el texto mostrando como dos hombres estarán en el campo y a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán y dos mujeres que estarán moliendo y pasará lo mismo con ellas. Como se puede ver, son recursos literarios para mostrar lo inesperado del acontecimiento por venir, pero también las diferentes respuestas que suscitará y las consecuencias de la misma.

Por eso, el texto continúa con la llamada a la vigilancia porque no sabemos cuándo vendrá el hijo del Hombre, pero si actuamos cómo el dueño de la casa que si supiera a que horas viene el ladrón no lo dejaría entrar, podremos percibir esa llegada y obtendremos los frutos que se esperan de ella.

Continuaremos los próximos domingos reflexionando sobre todos esos otros significados que dijimos al inicio tiene este tiempo de adviento. Pero empecemos hoy con la actitud de vigilancia. Tomemos el pulso de nuestra apertura hacia la venida del Mesías. Revisemos si, en verdad, le esperamos con ilusión y novedad. Confrontemos nuestras acciones para ver si responden a las llamadas que el Señor continuamente nos hace. En otras palabras, así como el ambiente externo comienza a prepararse para la celebración de la navidad con adornos y clima festivo, que nuestro corazón también se empiece a preparar este domingo con la vigilancia activa de quién quiere estar atento a lo que sucede a su alrededor para percibir al Señor que siempre nos habla en todo lo que vivimos.

 

domingo, 23 de noviembre de 2025



 

¿Qué decir desde la fe de tanta violencia contra las mujeres?

 

Olga Consuelo Vélez

El 25 de noviembre conmemoramos nuevamente el “Día Internacional de la Eliminación de la violencia contra la mujer”. Lo ideal sería que ya no hubiera que conmemorarlo, ni fuera necesario seguir insistiendo en la necesidad de erradicar dicha violencia, sino que se pudiera afirmar que ya ninguna mujer sufre en razón de su sexo. Pero mientras llega ese día, sólo queda seguir insistiendo en develar tal violencia que, tantas veces, es solapada, disimulada, justificada y supone todo un esfuerzo evidenciarla y mostrar que no se puede tolerar de ninguna manera. La sociedad patriarcal en la que vivimos la ha introyectado tanto en la conciencia de varones y mujeres, jóvenes y adultos que, por mucho que se muestren las evidencias, más de uno las niega sistemáticamente.




El origen de esta conmemoración se remonta a las hermanas Mirabal -Patria, Minerva y María Teresa- dominicanas que lucharon contra la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo y, como a tantos que luchan, las asesinaron vilmente, pretendiendo hacer pasar su muerte como un accidente. Pero, en realidad, fueron secuestradas y asesinadas por los agentes del Servicio de Inteligencia militar dominicano el 25 de noviembre de 1960. Pero fue el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe de 1981, el que propuso que el asesinato de las hermanas Mirabal fuera recordado como día contra la violencia hacia las mujeres. Más adelante, en 1993, la ONU aprobó la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer reiterando su derecho a la igualdad, la seguridad y la dignidad y en el año 2000, declaró oficialmente esta fecha como Día Internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer.

Independiente de conmemoraciones, lo cierto es que la violencia contra las mujeres sigue, como lo constatan, entre otros, los informes de la ONU. Según este organismo (2025), una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o sexual alguna vez en su vida y 16% de las adolescentes la han experimentado en el último año. Las cifras nos alertan y reflejan algo del panorama mundial. Pero cada persona puede detenerse a mirar a su alrededor y darse cuenta cómo se vive esa violencia contra la mujer. Personalmente veo que muchas jovencitas están comenzando a crecer con otra forma de percibirse -exigiendo sus derechos- y eso da esperanza de que llegará el día para el cambio. Pero muchas otras repiten la historia de sus progenitoras: madres a temprana edad y viviendo la interminable cadena de violencias que se desprenden de las relaciones que se establecen en nuestras sociedades patriarcales, donde la mujer carga con la peor parte y depende en muchos sentidos del varón.

Pero, lo que más me sorprende, es la cantidad de mujeres que rondan los treinta-cuarenta años, con estudios y carreras profesionales exitosas que establecen relaciones con parejas violentas, pero no los denuncian, sino que lo disimulan y, las que llegan a separarse, guardan esa historia como un secreto y aducen que no dicen nada para no dañar la carrera profesional de la expareja o para evitar represalias.

También hay muchas mujeres profesionales que dicen no sentirse ofendidas, maltratadas, invisibilizadas, violentadas, ni con gestos, palabras, actitudes, estructuras o acciones concretas. Señalan que las mujeres pueden obtener lo que quieran y no deben existir cuotas de género porque eso es darles alguna ventaja que no deben aceptar. Seguro han vivido situaciones privilegiadas, pero también puede ser que prefieren no enfrentar esta realidad porque algo tendrían que reconocer sobre sí mismas y cuando la verdad es dolorosa, se evita fácilmente. No parece que se hubieran enterado de que la sociedad patriarcal a todos nos condiciona y, de alguna manera, todas hemos sufrido por ella.

Y, conozco también muchas otras que no sufren violencia física sino psicológica: constantemente sus parejas las critican, les exigen incluso económicamente para sostener el hogar y, aunque a simple vista parecen tan liberadas y tranquilas, solo con observar un poco, se percibe esa doble carga de la mujer en el hogar y esa violencia patriarcal expresada de tantas y variadas formas. Por supuesto, las realidades que he señalado no se cumplen en todas las mujeres y, muchas tienen una conciencia feminista muy honda y están abriendo caminos de liberación y nuevas perspectivas para las mujeres.

Para este año la ONU ha querido centrarse en la violencia digital que las mujeres sufren. Ya no existe solo el acoso en las calles, lugares de trabajo o de estudio, etc., sino que a través de las redes, también se da mucho acoso, sin contar con las manipulaciones que se pueden hacer para modificar fotos y divulgarlas por las redes o engañar a tantas mujeres, bien haciéndolas caer en redes de prostitución o estableciendo relaciones amorosas que solo tienen el objetivo de robarles todos sus bienes y, desgraciadamente, sucede más de lo que esperamos. Ya conozco a personas cercanas que, a pesar de tantos avisos, han sido estafadas económica y emocionalmente, a través de las redes.

No hay que olvidar la violencia contra las mujeres en las iglesias, violencia que se vive en muchos sentidos: hay abusos, hay marginación, hay desconfianza, hay "techos de cristal”, especialmente en los ministerios ordenados y no ordenados, hay violencia simbólica, por ejemplo, los altares llenos de clero donde se sigue viendo que la preeminencia en las iglesias sigue siendo masculina.

Finalmente conviene pensar si desde la fe hay un compromiso con erradicar esta violencia. No parece que hubiera muchas voces, desde el punto de vista creyente, que denuncien toda la violencia ejercida contra las mujeres. No hay una autocrítica sobre la espiritualidad que se vive, permitiendo tanta violencia sin que se exija un cambio. No parece que hubiera una voluntad decidida de mostrar coherencia con la dignidad inviolable de todo ser humano, en este caso, de las mujeres, favoreciendo una iglesia sinodal que incluya plena y efectivamente a las mujeres, especialmente en los niveles de decisión. Hay pocos pasos y demasiada resistencia. Sigue pendiente poner en práctica las palabras de Pablo a los Gálatas: “(…) ya no hay diferencia entre varón y mujer porque todos son uno en Cristo Jesús” (Gál 3, 28).

martes, 18 de noviembre de 2025

4 XXXIV Dom TO Lc 23, 35 43 (23 -11 -2025)




NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO

XXXIV Domingo del TO (23-11-2025)

Olga Consuelo Vélez

 

El pueblo estaba mirando y los jefes se burlaban de él diciendo: Ha salvado a otros, que se salve a sí mismo, si es el Mesías, el predilecto de Dios. También los soldados se burlaban de él. Se acercaban a ofrecerle vinagre y le decían: Si eres el rey de los judíos, sálvate. Encima de él había una inscripción que decía: Éste es el rey de los judíos. Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: ¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti y a nosotros. Pero el otro lo reprendió diciendo: ¿No tienes temor de Dios, tú, que sufres la misma pena? Lo nuestro es justo, recibimos la paga de nuestros delitos; pero él, en cambio, no ha cometido ningún crimen. Y añadió: Jesús, cuando llegues a tu reino acuérdate de mí. Jesús le contestó: Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso (Lucas 23, 35-43).

Con este domingo llegamos al final del ciclo litúrgico celebrando a Jesucristo como Rey del universo. Aunque la fiesta se refiere a un final glorioso, el evangelio nos permite ver cómo se ha llegado hasta aquí. Jesús está crucificado y en este texto de Lucas se burlan de él los jefes del pueblo, los sacerdotes y uno de los malhechores crucificados con él. En Marcos las burlas son de los que pasaban, de los sacerdotes y escribas y de los malhechores. Sea lo que sea, de Jesús se burlan sus contemporáneos. Pero es importante ver que en Lucas el pueblo está mirando a diferencia de los jefes que se burlan. En las tres burlas de Lucas increpan a Jesús diciéndole que lo que ha hecho con otros, ahora lo haga con él, se salve a sí mismo.

La inscripción que ponen en la cruz diciendo que es el rey de los judíos, era algo normal en los castigos romanos. Posiblemente era una advertencia de lo que podría pasarle a cualquiera que se proclamara rey. Pero no se entiende mucho ya que Pilatos había dicho que no encontraba culpa en ese hombre. Se puede entender también como una manera de burlarse.

Pero uno de los malhechores si invocará la salvación para si mismo y Jesús se la va a conceder. No lo salvará de la cruz, pero le promete que la recibirá en el paraíso. Todos estos detalles nos permiten ver que en el momento definitivo no todos lo están condenando. El pueblo no se está burlando, y el ladrón reconoce su inocencia. Además, este ladrón llama a Jesús por su nombre y sabemos que Jesús quiere decir “Yahvé salva". Es decir, está reconociendo en Jesús la salvación de Dios. Para Lucas en ese momento definitivo de la cruz, Jesús entra al reino y lleva consigo al que lo reconoce. Por supuesto irán con él los que han permanecido en fidelidad y han perseverado en las pruebas.

Convendría que revisáramos a fondo nuestra concepción de rey del universo, liberando a Jesús de todos los rasgos imperiales y de poder que la tradición le ha ido atribuyendo y recuperando su figura salvadora, desde la cruz, de los pobres, desde el reverso de la historia. En ese horizonte se hace presente la salvación de Dios y es ahí donde debemos encontrarnos.




lunes, 10 de noviembre de 2025

3 XXXIII Dom TO Lc 21, 5 19 (16 -11- 2025)

Correr la misma suerte del Maestro, sostenidos por su Espíritu

XXXIII Domingo del TO (16-11-2025)

Olga Consuelo Vélez

 

A unos que elogiaban las hermosas piedras del templo y la belleza de su ornamentación les dijo:  Llegará un día en que todo lo que ustedes contemplan será derribado sin dejar piedra sobre piedra. Le preguntaron: Maestro, ¿cuándo sucederá eso y cuál es la señal de que está para suceder? Respondió: ¡Cuidado, no se dejen engañar! Porque muchos se presentarán en mi nombre diciendo: Yo soy; ha llegado la hora. No vayan tras ellos. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, no se asusten. Primero ha de suceder todo eso; pero el fin no llega enseguida. Entonces les dijo: Se alzará pueblo contra pueblo, reino contra reino; habrá grandes terremotos, en diversas regiones habrá hambres y pestes, y en el cielo señales grandes y terribles. Pero antes de todo eso los detendrán, los perseguirán, los llevarán a las sinagogas y las cárceles, los conducirán ante reyes y magistrados a causa de mi nombre, y así tendrán la oportunidad de dar testimonio de mí. Háganse el propósito de no preparar su defensa; yo les daré una elocuencia y una prudencia que ningún adversario podrá resistir ni refutar. Hasta sus padres y hermanos, parientes y amigos los entregarán y algunos de ustedes serán ajusticiados; y todos los odiarán a causa de mi nombre. Sin embargo, no se perderá ni un pelo de su cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas (Lucas 21, 5-19).

Nos estamos acercando al final del ciclo litúrgico y el evangelio de hoy nos ofrece, con un género literario apocalíptico (que no debemos tomar al pie de la letra), el conflicto al que se está enfrentando Jesús, pero al mismo tiempo, la suerte que correrán los primeros cristianos por la misma razón. El texto comienza con unos personajes que elogian la belleza del Templo y Jesús aprovecha para decirles que llegará un día en que todo será derribado, pero no hay que dejarse engañar creyendo que ya llegó el fin. Antes de que llegue ese momento, está la realidad de hacer visible el reino, lo cual trae la persecución para quienes lo anuncian, es decir, los discípulos empezarán a sufrir persecución por causa de su seguimiento. Pero Jesús les anima a mantener la fidelidad porque él mismo les dará la elocuencia –se refiere seguramente al Espíritu Santo- y la constancia hasta que alcancen la salvación, es decir, la participación en la vida definitiva con Dios.

Pero hagamos algunas aclaraciones. El templo fue destruido por los babilonios en el año 587 a.C. Cuando los israelitas vuelven del exilio comenzaron a reconstruirlo, pero no será hasta con Herodes que volverá a tener ese esplendor, finalizando esa construcción en el año 64 d.C. En el año 70 d.C. el Imperio Romano lo destruye nuevamente. Por lo tanto, en tiempo de Jesús el templo está en construcción. Ahora bien, habría que diferenciar lo que sucede en tiempo de Jesús y lo que vivirán las primeras comunidades cristianas. Lucas en sus dos obras -el evangelio y el libro de Hechos- pone en boca de Jesús lo que comienza a pasar con los primeros cristianos. Más aún, todo esto que el evangelio anuncia que les pasará a los discípulos, en el libro de Hechos, efectivamente sucederá.

El Templo es un signo que utilizarán los profetas para hablarle al pueblo. Lucas presenta a Jesús como profeta y es claro que Jesús se refiere al templo como un signo profético de la novedad que trae su Buena Noticia del Reino, frente a las instituciones religiosas judías.

El evangelio también intenta mostrar que no se debe confundir las situaciones que pasan con el fin del mundo y con la venida del Hijo del hombre. Sin embargo, hay muchos predicadores que sin entender bien estos textos y el género literario en que fueron escritos, los toman al pie de la letra y comienzan a infundir miedo diciendo que, las guerras, terremotos o pandemias, entre otros hechos, son señal del fin del mundo o que todos esos hechos ocurren como castigo divino.

El mensaje que nos interesa rescatar es la conciencia profunda de que ser discípulo de Jesús conlleva la misma suerte del maestro, es decir, la persecución, la incomprensión, la crítica, el rechazo, incluso de los más cercanos. Pero, ante todo esto, queda la fidelidad y la confianza en que el Espíritu de Jesús nos sostiene y nada de lo vivido se perderá. Por el contrario, dará frutos de eternidad.



martes, 4 de noviembre de 2025

2 Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán 9 11 2025

Más importantes que los templos de piedra, son las personas, templos vivos del Espíritu Santo

DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE SAN JUAN DE LETRÁN

(9-11-2025)

Olga Consuelo Vélez

 

Como se acercaba la Pascua judía, Jesús subió a Jerusalén. Encontró en el recinto del templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los que cambiaban dinero sentados. Se hizo un látigo de cuerdas y expulsó a todos del templo, ovejas y bueyes; esparció las monedas de los que cambiaban dinero y volcó las mesas; a los que vendían palomas les dijo: Saquen eso de aquí y no conviertan la casa de mi Padre en un mercado. Los discípulos se acordaron de aquel texto: El celo por tu casa me devora. Los judíos le dijeron: ¿Qué señal nos presentas para actuar de ese modo? Jesús les contestó: Derriben este santuario y en tres días lo reconstruiré. Los judíos dijeron: Cuarenta y seis años ha llevado la construcción de este santuario, ¿y tú lo vas a levantar en tres días? Pero él se refería al santuario de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos recordaron que había dicho eso y creyeron en la Escritura y en las palabras de Jesús (Juan 2, 13-22).

Este domingo, como el anterior, coincide con una fiesta religiosa. Por lo tanto, se cambian las lecturas del domingo por las de la fiesta que se celebra. En este caso es la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán. Esta Basílica fue la primera construida después del Edicto de Milán, cuando el emperador Constantino convirtió al cristianismo en la religión oficial del Imperio. Por este motivo es considerada la madre y cabeza de todas las iglesias de Roma y del mundo y es la catedral del Papa como Obispo de Roma. Por eso tiene una conmemoración especial.

La lectura que se nos propone es la de Juan sobre la entrada de Jesús al Templo y su postura crítica por la situación que encontró allí. Jesús se opone al sacrificio ritual porque la buena noticia del reino no se centra en el sacrificio sino en el amor, no en la ofrenda de animales sino en la propia vida que se entrega en servicio y generosidad a los demás. De ahí que pase a referirse a otro templo, ya no el construido por los seres humanos sino al templo que es Él mismo. Jesús continúa haciendo alusión a su resurrección con la referencia a los tres días. El texto nos muestra que los discípulos van a entender este acontecimiento a la luz de la experiencia de la resurrección que ya han vivido. Es fácil ver que este texto es pos pascual aunque el evangelista lo coloque, prácticamente, al inicio de su evangelio.

Celebrar hoy la dedicación de esta basílica, a la luz del evangelio propuesto, nos invita a poner énfasis en los templos vivos que somos las personas y el carácter sagrado que todo ser humano conlleva, expresada en la dignidad humana que ha de ser inviolable. Por supuesto se necesitan templos o espacios que nos ayudan a visibilizar la presencia de lo sagrado y reconocer tantas obras de arte que son estas basílicas, volviéndose patrimonio de la humanidad. Pero esto no debe hacernos creer que solo en estos lugares Dios habita o que nuestra vida cristiana se limita a las celebraciones rituales. Que la expulsión de los vendedores del templo realizada por Jesús, nos recuerde siempre qué sacrificios son los que Dios quiere y cuáles son los templos donde él realmente habita: en todos los seres humanos, especialmente, en los más pobres y en toda su creación.




viernes, 31 de octubre de 2025

¿Y si nos decidiéramos a vivir la santidad?

Olga Consuelo Vélez

El primero de noviembre se celebra el “Día de Todos los santos”. Es una fiesta importante, que podría convocarnos más porque nos habla del destino final al que todos somos llamados y, los santos y santas reconocidos por la Iglesia, nos muestran que es una meta posible. Sin embargo, no es algo que comúnmente se desee porque ocurren diversos fenómenos con los santos proclamados por la Iglesia: o se les “domestica”, es decir, se opaca su cotidianidad, su humanidad y, especialmente su profetismo cuando este se refiere al compromiso social porque pareciera que lo santos han de ser solo personas de rezos, liturgias, devociones, etc., o se les “exalta más allá de lo humano” -poniendo énfasis en visiones, elevaciones, llagas, milagros, etc.,  que, por supuesto, nos hace imposible imitarlos. Además, todo este sistema actual de canonizaciones merecería una revisión a fondo porque ya sabemos que para ser santo se necesitan procesos largos y costosos que solo pueden sostener grupos con especial interés por reconocer la santidad de una persona y se piden milagros entendidos como algo inexplicable, lo que cada vez está más complejo de justificar. Pero, esto último sería objeto de otra reflexión.

Lo que nos interesa ahora es hablar de la santidad a la que todos estamos llamados, acudiendo a la “Encíclica Gaudete et Exsultate (2018), del papa Francisco, en la que se refirió “a los santos de la puerta de al lado”. Esa expresión es muy bella y significativa. Estos santos son todos aquellos que, aunque jamás estén en los altares, han vivido la cotidianidad de su existencia con la plenitud que da el ser gestores de bondad, de bien, de belleza, de alegría, de servicio, de solidaridad, en otras palabras, de todas aquellas actitudes que permiten que este mundo tenga más bien que mal, más esperanza que frustración, más presencia de Dios que ausencia de ese sentido transcendente. Y esa manera de vivir no es para unos pocos, es para todos los que aspiramos a dar sentido a nuestra vida, a ser felices.

Por eso el Papa Francisco en su encíclica pone ejemplos muy concretos. Refiriéndose a las mujeres nombra a las grandes santas (Teresa, Catalina, etc.), pero nos invita a mirar “a tantas mujeres desconocidas u olvidadas quienes, cada una a su modo, han sostenido y transformado familias y comunidades con la potencia de su testimonio” (GE 16). También desmonta la idea de que la santidad es para los ministros ordenados o los consagrados o personas con virtudes excepcionales (GE 15) o que se ha de privilegiar la oración por encima de la acción. En este sentido así lo expresa: “No es sano amar el silencio y rehuir el encuentro con el otro, desear el descanso y rechazar la actividad, buscar la oración y menospreciar el servicio. Todo puede ser aceptado e integrado como parte de la propia existencia en este mundo, y se incorpora en el camino de santificación. Somos llamados a vivir la contemplación también en medio de la acción, y nos santificamos en el ejercicio responsable y generoso de la propia misión” (GE 26). “A veces tenemos la tentación de relegar la entrega pastoral o el compromiso en el mundo a un lugar secundario, como si fueran «distracciones» en el camino de la santificación y de la paz interior. Se olvida que «no es que la vida tenga una misión, sino que es misión»” (GE 27).

Con todo esto, el Papa quiere señalar la santidad que surge de la gracia del bautismo (GE 15) y de la realización de la misión a la que hemos sido llamados (GE 19). Pero ¿cuál es esa misión que nos permite construir un camino de santidad? La encíclica lo desarrolla claramente: nuestra misión es inseparable de la construcción del Reino de Dios anunciado por Jesús, un reino de amor, justicia y paz para todos (Cf. GE 25).

En este sentido, el evangelio de Mateo nos ayuda a entender lo que es ser santo, presentando el discurso inaugural de la misión de Jesús que ocupa todo este capítulo. Comienza con las bienaventuranzas o programa del reino (Mt 5 3-12), sigue con el llamado a ser sal de la tierra y luz del mundo (Mt 5, 13-16); el cumplimiento de la Ley (recordemos que Mateo escribe a judíos convertidos, con lo cual la Ley forma parte de su identidad religiosa, no así Lucas (6, 20-38) que omite esta parte del discurso porque sus destinatarios son paganos) pero enfatizando no la norma sino en el amor, por eso no vale decir solo “no mataras” sino que ni siquiera se ha de encolerizar con el hermano (Mt 5, -26); no vale solo “no cometer adulterio” sino que ni siquiera se puede mirar a la mujer deseándola y mucho menos repudiarla por cualquier motivo (Mt 5, 27-32); no vale solo no romper el juramento sino que no se ha de tomar a Dios para justificar promesas (Mt 5, 33-37); no se ha de cumplir la ley del talión sino superarla con la eliminación de toda venganza (Mt 5, 38-42) y no basta amar a los que nos aman sino que el amor ha de extenderse incluso a los enemigos (Mt 5, 43-47) y concluye con un versículo que resume la reflexión que estamos haciendo: “sean perfectos como el Padre celestial es perfecto” (Mt 5, 48) que retoma el texto de Levítico “sean santos como yo soy santo” (19,2) En la versión de Lucas es: “sean compasivos como su Padre es compasivo” (6, 36). En otras palabras, el programa de la santidad no va en la línea de realizar cosas extraordinarias sino en crecer en el amor más y más para que nuestra vida sea amor, razón de nuestra existencia, fuente de plenitud y única posibilidad de vivir en un mundo de justicia y paz.

Por eso podríamos preguntarnos: ¿y si fuéramos capaces de aventurarnos a ser también de estos santos de la puerta de al lado viviendo a plenitud lo que tenemos entre manos? Seguramente, nuestra respuesta afirmativa haría posible un mundo mejor donde ya comencemos a saborear los bienes definitivos de los que ya gozan tantos santos canonizados y tantos otros de la puerta de al lado.

   


jueves, 30 de octubre de 2025

1 Conmemoración de los Fieles Difuntos 2 11 2025

 

En el día de los difuntos, confesemos con Marta que Jesús es la resurrección y la vida

Conmemoración de los Fieles Difuntos (2-11-2025)

Olga Consuelo Vélez

 

Cuando Jesús llegó, encontró que llevaba cuatro días en el sepulcro. Betania queda cerca de Jerusalén, a unos tres kilómetros. Muchos judíos habían ido a visitar a Marta y María para darles el pésame por la muerte de su hermano. Cuando Marta oyó que Jesús llegaba, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Marta dijo a Jesús: Si hubieras estado aquí, Señor, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que lo que pidas, Dios te lo concederá. Le dice Jesús: Tu hermano resucitará. Le dice Marta: Sé que resucitará en la resurrección del último día. Jesús le contestó: Yo soy la resurrección y la vida. Quien cree en mí, aunque muera, vivirá; y quien vive y cree en mí no morirá para siempre. ¿Lo crees?  Le contestó: Sí, Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que había de venir al mundo (Juan 11, 17-27). 

Este domingo coincide con la conmemoración de todos los fieles difuntos y, por esto, pueden tomarse diferentes lecturas según las propuestas que el misal tiene para este día. Hemos escogido la de Juan 11 que corresponde a la muerte de Lázaro y la llegada de Jesús a la casa de sus hermanas, Marta y María. Por lo tanto, este texto nos habla de un Jesús que tiene amigos y amigas, que los visita, se solidariza con lo que viven y se hace presente cuando se le necesita. Esto nos acerca a esa humanidad de Jesús que muchas veces no se resalta porque solo nos fijamos en sus acciones salvadoras, olvidando la plenitud de su encarnación.

Precisamente por esta cercanía, es posible que Marta lo recibiera con un reproche: “si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto”. Estas palabras son el punto de partida de un diálogo sobre el misterio de la vida y la muerte y la esperanza en la resurrección. Según el diálogo que se establece entre Marta y Jesús, no era desconocido para los judíos la esperanza en la resurrección, pero el cambio profundo que se va a producir es la afirmación de Jesús de ser él, la resurrección y la vida. Es decir, la esperanza en la resurrección se convierte en certeza con un nombre personal: Jesús, señor dador de vida y vida para siempre. Después de esa afirmación de Jesús, nos encontramos con la confesión de fe en boca de Marta, una mujer, confesión que corresponde a la que Pedro hace cuando Jesús les pregunta quien creen que él es. Marta va a confesar que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, con las mismas palabras que lo hace Pedro y, sin embargo, en la práctica esta confesión de fe no se ha destacado, invisibilizando la presencia de las mujeres y quitándoles el protagonismo que tuvieron. Todo esto es lo que, en la actualidad, se está rescatando para abrir espacios de igualdad con los varones en la Iglesia.

Esta confesión de fe es la que da sentido a la conmemoración de todos los fieles difuntos que hoy recordamos. Ante la muerte, situación irremediable para todos los seres humanos, la fe en la resurrección mantiene la esperanza de que todos nuestros difuntos resucitaran. Cristo resucitado es la esperanza última no solo de los difuntos sino de todos nosotros y de toda la creación. Este día, por tanto, confesemos con Marta que Jesús es la resurrección y la vida porque es el Mesías prometido que, encarnándose en nuestra historia, ha garantizado la vida para todos. Nada de lo humano ha de perderse porque todo está llamado a resucitar con Cristo.