Pidamos por la reforma y conversión del Papado
para ser una Iglesia sinodal
San Pedro y San Pablo, Apóstoles
29-05-2025
Olga Consuelo Vélez
Caro
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus
discípulos: "¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que
es?". Ellos le respondieron: "Unos dicen que es Juan el Bautista;
otros Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas". "Y ustedes,
les preguntó, ¿quién dicen que soy?" Tomando la palabra, Simón Pedro
respondió: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Y Jesús le
dijo: "Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado
ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo:
"Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y el poder de la
Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te dará las llaves del Reino de los
Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que
desates en la tierra, quedará desatado en el cielo" (Mateo 16, 13-19)
Este domingo coincide con la fiesta de
San Pedro y San Pablo a los que la Iglesia considera fundamentales en el
despliegue de la Iglesia, cada uno con características propias. El evangelio de
hoy se refiere a Pedro y su confesión de fe. Seguramente este texto es post
pascual, es decir, Pedro confiesa a Jesús como Cristo después de la experiencia
de la resurrección. Pero esto no significa que su protagonismo no se refleje en
todos los evangelios desde el inicio de su seguimiento de Jesús, al ser, muchas
veces, vocero de los Doce y ocupar el primer lugar en diversas circunstancias.
Además, este evangelio expresa lo que Pedro será en la Iglesia católica:
garante de unidad, de sucesión apostólica, es decir, de continuidad de la misma
fe.
Por su parte Pablo no formó parte de
los Doce, sino que tiene la experiencia de Jesús unos 3 o 4 años después de los
acontecimientos pascuales. Pero su dedicación total a la predicación, su
testimonio constante, hizo que con el tiempo se le considerara al mismo nivel
que Pedro.
De hecho, el libro de los Hechos de
los Apóstoles dedica la primera parte a Pedro y la segunda parte a Pablo, y
relata hechos similares de los dos, mostrando su importancia en el desarrollo
de la Iglesia. Según los datos de este libro, se encontraron dos veces en
Jerusalén y una en Antioquía, donde mostraron diferencias.
Se cree que Pedro fue asesinado en
Roma por el año 64. De Pablo se dice lo mismo, aunque los datos no son muy precisos.
Los primeros cristianos que conmemoraban a sus compañeros mártires, juntaron a
Pedro y Pablo en la fiesta del 29 de junio, en el que se celebraba la
inauguración del templo de Quirino, considerado fundador de Roma; para decir
que Roma estaba fundada con la sangre de Pedro y Pablo. Lo interesante es que
ellos son ejemplo de la unidad en la diversidad y así debería ser nuestra
iglesia para que en verdad quepan “todos, todos, todos”, como decía el Papa
Francisco y ha repetido el Papa León XIV.
Precisamente con la elección del nuevo
Papa y las celebraciones litúrgicas a las que asistimos el mes pasado del
inicio de este pontificado, hemos podido ver cómo se organiza la Iglesia
católica y de qué manera el Papa es continuador de estos Apóstoles, piedras vivas,
de la Iglesia. De todas maneras, está por realizarse una reforma del Papado,
como ya lo había señalado el papa Francisco y el Documento final del Sínodo de
la Sinodalidad, para que ese ministerio fundamental sea testimonio de servicio
e inclusión, con más descentralización, más sinodalidad, más austeridad,
reflejando más el ardor misionero de los primeros apóstoles y menos el poder y
organización de una iglesia con las mismas características del Imperio. Pidamos
por la reforma del Papado y de la organización eclesial para ser verdaderamente
una iglesia sinodal.
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