I Jornada Mundial de los Pobres
El papa Francisco propuso celebrar la “I
Jornada Mundial de los pobres” el próximo 19 de noviembre. Es una iniciativa
que surge como consecuencia de la orientación que le ha dado a su Pontificado,
centrado en los pobres –en los que Cristo está presente y nos pide encontrarlo-
y en la urgencia de dar un testimonio de Iglesia pobre y comprometida con los
pobres. Ahora bien, esa iniciativa no es un invento suyo. La primera carta de
Juan (3,18) nos desafía profundamente: “Hijitos míos, no amemos de palabra y de
boca, sino de verdad y con obras”. Así comienza el Papa el mensaje con el que
propuso esta Jornada mundial diciéndonos que Dios no admite excusas: el que
quiere amar como Jesús amó, ha de seguir su ejemplo y este consiste en amar en
primer lugar a los pobres y darlo todo por ellos, incluso hasta la propia vida.
Pero esto no es un imperativo ético que debemos cumplir como obligación. Por el
contrario, parte de la experiencia del amor de Dios que nos amó primero. Quien
reconoce este amor, no puede menos que responder con todas sus fuerzas porque
ese amor es gratuito y llega a todos independiente de sus faltas y pecados. Y,
precisamente, por esa misericordia recibida es que se siente la urgencia, el deseo,
la voluntad de hacer lo mismo con los demás. Y, ¿por qué ese primacía de los
pobres? Porque Jesús los proclamó como bienaventurados y herederos del Reino de
los Cielos no porque ellos sean mejores que los demás sino, precisamente,
porque su precariedad, su falta de posibilidades, hace que la misericordia
divina se vuelque sobre ellos y busca
que todos los demás entiendan esa lógica divina de comenzar por los
últimos para que nadie se quede por
fuera de la mesa del reino. Preparémonos, entonces para esta celebración tan
central en la propuesta cristiana.
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