lunes, 12 de febrero de 2018


MIÉRCOLES DE CENIZA
Últimamente en Colombia ha aumentado la práctica de acudir a la imposición de la ceniza pero no siempre con el sentido que conlleva. A veces parece más un amuleto –por si acaso- que una verdadera actitud de contrición que nos disponga a la conversión que se espera tengamos en el tiempo de cuaresma.
Por eso conviene revisar nuestra propia postura frente a ella. Su imposición no va a funcionar como un escudo protector contra los peligros o una pócima de buena suerte para que nos vaya mejor. Es un signo visible de una actitud interior que nos dispone a confrontarnos con el misterio de nuestra fe para cambiar y convertirnos hacia la bondad de Dios.
Cuaresma es tiempo de conversión y de cambio. Posibilidad de abrirnos al amor de Dios y descubrir que no lo acogemos totalmente y por eso no lo transparentamos como debiéramos. Es vivir la actitud del publicano que sabe acudir al templo reconociendo sus pecados y pidiendo misericordia por ellos. Muy distinto de la actitud del fariseo que también acude al templo pero para gloriarse de sus obras: “Oh Dios te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias”.
Pero conocemos el resultado de estas distintas actitudes. El evangelio de Lucas lo pone en boca de Jesús: ¨les digo que el publicano bajó justificado a su casa pero el fariseo no. Porque todo el que se ensalce, será humillado y el que se humille, será ensalzado”. Comencemos, por tanto, este tiempo de cuaresma escuchando las palabras que se pronuncian cuando nos imponen la ceniza: “Conviértete y cree en el evangelio” y busquemos hacerlas realidad. Que lo que hemos logrado hasta ahora no nos impidan ver todo lo que aún nos falta y con humildad nos dispongamos a llevarlo a la práctica.

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