¡América en misión, el
evangelio es alegría!
Este lema del V Congreso Americano (CAM) a
realizarse en Santa Cruz (Bolivia) del 10 al 14 de julio, nos conecta
inmediatamente con la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium del Papa
Francisco publicada en 2013. Con esta Encíclica volvió a ponerse en primer
lugar “la alegría” que conlleva la Buena Noticia del reino, dejando en segundo
lugar lo que ha de desprenderse de ella: el compromiso y la responsabilidad de
vivirla a fondo y con todas las consecuencias. Por tanto, el congreso es una
oportunidad de seguir asimilando la propuesta de este pontificado -o, mejor
aún, del evangelio de Jesús- y encarnarla con mucha más radicalidad.
Como todos los congresos, contará
con la participación de los Delegados de cada país y se estructurará desde la
metodología ver-juzgar-actuar, re-asumida desde la Conferencia de Aparecida (2007)
como una metodología que ha hecho mucho bien al caminar teológico pastoral de
América Latina: “Muchas
voces venidas de todo el Continente ofrecieron aportes y sugerencias en tal
sentido, afirmando que este método ha colaborado a vivir más intensamente
nuestra vocación y misión en la Iglesia, ha enriquecido el trabajo teológico y
pastoral, y en general ha motivado a asumir nuestras responsabilidades ante las
situaciones concretas de nuestro continente. Este método nos permite articular,
de modo sistemático, la perspectiva creyente de ver la realidad; la asunción de
criterios que provienen de la fe y de la razón para su discernimiento y
valoración con sentido crítico; y, en consecuencia, la proyección del actuar
como discípulos misioneros de Jesucristo” (Documento de
Aparecida, 19).
Según se propuso en el Intrumentum
laboris preparado por la Comisión Teológica del Congreso, los temas centrales
que se abordarán serán: el Evangelio, la alegría, la comunión y reconciliación,
la misión y el profetismo. Todo esto para desarrollar el objetivo del congreso:
“Fortalecer la identidad y el compromiso misionero Ad Gentes de la Iglesia en
América, para anunciar la alegría del Evangelio a todos los pueblos, con
particular atención a las periferias del mundo de hoy y al servicio de una
sociedad más justa, solidaria y fraterna”. No todos
podremos participar del V CAM pero todos podemos orar para que logren los
objetivos propuestos. Y, en cierto sentido, podemos desde ya profundizar en los
temas que allí se tratarán para sentirnos en camino y abiertos a apoyar las
conclusiones e iniciativas que salgan del congreso.
Los temas señalados son
apasionantes. El “evangelio de la alegría”, como bien lo expresa el Papa
Francisco, nos hace mirar hacia la “buena noticia”. En efecto, evangelio es
precisamente la buena noticia que Jesús nos anunció y por la que dio su vida. Y
la misión ha de perfilarse en esa línea: anuncio de una Buena Noticia que
sorprende, desinstala y transforma la vida. La misión consiste en anunciar al
amor de Dios por toda la humanidad y la invitación inquebrantable a hacernos
partícipes de su vida. Sólo así la misión tendrá ese carácter profético que
nunca debe perderse. A veces el evangelio se “domestica”, es decir, se acomoda a
lo que quieren oír los oyentes o a la medida del que lo predica para no
comprometer su propia vida. Pero no es esto lo propio del evangelio y de su
anuncio misionero. Por el contrario, la profecía ha de ser característica
indispensable de este anuncio, sin temor a encontrar opositores y a sentir que
se levantan obstáculos para no dejar que esa palabra viva, cuestione la
realidad en la que se vive. En América esta realidad tiene grandes desafíos: la
injusticia social sigue afectando a inmensas mayorías. El fenómeno de la
migración para encontrar la sobrevivencia aumenta. La corrupción ha permeado
muchos estamentos en la mayoría de los países. Hay giros políticos que
preocupan y no siempre favorecen a los más pobres. La situación de violencia
contra la mujer continúa. El compromiso con el cuidado de la casa común no es
aún una prioridad. La búsqueda de la paz, la reconciliación, la verdad y la
reparación son metas pendientes en varios lugares, especialmente, en Colombia,
con su camino hacia la paz que no deja de encontrar opositores. Estos y muchos
otros desafíos de cada realidad particular de nuestra América son el campo de
misión al que las conclusiones de este congreso tienen que llegar.
El congreso además quiere hacer
presente a la Beata Nazaria Ignacia quien fundó la congregación “Misioneras Cruzadas de la
Iglesia” en Bolivia, ya que se destacó por su ser misionera incansable sabiendo
llegar a las periferias de su tiempo desde su compromiso eclesial a toda
prueba. A ella se le pide en esta ocasión interceda por los logros del Congreso
en esa tierra boliviana que vio los frutos de su celo misionero.
Finalmente, el símbolo de la cruz que
acompañará el Congreso, recuerda la evangelización en el oriente boliviano,
lugar de las misiones jesuíticas, mostrando los dos lados de la misión: la
pasión y muerte que implica pero también la resurrección que engendra un
verdadero compromiso misionero. Por eso es una cruz con flores –como se ha
diseñado este símbolo- expresando ese doble movimiento.
Acompañemos, por tanto, el V CAM, renovando la
dimensión misionera de nuestra vocación y animando a muchos a que la vivan en
todo lo que hacen, especialmente, en su compromiso con los más pobres de cada
momento, aquellos destinatarios privilegiados de la “Iglesia en salida” tal y
como no se cansa de predicar Francisco, Obispo de Roma.
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