martes, 10 de julio de 2018


¡América en misión, el evangelio es alegría!

Este lema del V Congreso Americano (CAM) a realizarse en Santa Cruz (Bolivia) del 10 al 14 de julio, nos conecta inmediatamente con la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium del Papa Francisco publicada en 2013. Con esta Encíclica volvió a ponerse en primer lugar “la alegría” que conlleva la Buena Noticia del reino, dejando en segundo lugar lo que ha de desprenderse de ella: el compromiso y la responsabilidad de vivirla a fondo y con todas las consecuencias. Por tanto, el congreso es una oportunidad de seguir asimilando la propuesta de este pontificado -o, mejor aún, del evangelio de Jesús- y encarnarla con mucha más radicalidad.

Como todos los congresos, contará con la participación de los Delegados de cada país y se estructurará desde la metodología ver-juzgar-actuar, re-asumida desde la Conferencia de Aparecida (2007) como una metodología que ha hecho mucho bien al caminar teológico pastoral de América Latina: Muchas voces venidas de todo el Continente ofrecieron aportes y sugerencias en tal sentido, afirmando que este método ha colaborado a vivir más intensamente nuestra vocación y misión en la Iglesia, ha enriquecido el trabajo teológico y pastoral, y en general ha motivado a asumir nuestras responsabilidades ante las situaciones concretas de nuestro continente. Este método nos permite articular, de modo sistemático, la perspectiva creyente de ver la realidad; la asunción de criterios que provienen de la fe y de la razón para su discernimiento y valoración con sentido crítico; y, en consecuencia, la proyección del actuar como discípulos misioneros de Jesucristo” (Documento de Aparecida, 19).

Según se propuso en el Intrumentum laboris preparado por la Comisión Teológica del Congreso, los temas centrales que se abordarán serán: el Evangelio, la alegría, la comunión y reconciliación, la misión y el profetismo. Todo esto para desarrollar el objetivo del congreso: “Fortalecer la identidad y el compromiso misionero Ad Gentes de la Iglesia en América, para anunciar la alegría del Evangelio a todos los pueblos, con particular atención a las periferias del mundo de hoy y al servicio de una sociedad más justa, solidaria y fraterna”. No todos podremos participar del V CAM pero todos podemos orar para que logren los objetivos propuestos. Y, en cierto sentido, podemos desde ya profundizar en los temas que allí se tratarán para sentirnos en camino y abiertos a apoyar las conclusiones e iniciativas que salgan del congreso.

Los temas señalados son apasionantes. El “evangelio de la alegría”, como bien lo expresa el Papa Francisco, nos hace mirar hacia la “buena noticia”. En efecto, evangelio es precisamente la buena noticia que Jesús nos anunció y por la que dio su vida. Y la misión ha de perfilarse en esa línea: anuncio de una Buena Noticia que sorprende, desinstala y transforma la vida. La misión consiste en anunciar al amor de Dios por toda la humanidad y la invitación inquebrantable a hacernos partícipes de su vida. Sólo así la misión tendrá ese carácter profético que nunca debe perderse. A veces el evangelio se “domestica”, es decir, se acomoda a lo que quieren oír los oyentes o a la medida del que lo predica para no comprometer su propia vida. Pero no es esto lo propio del evangelio y de su anuncio misionero. Por el contrario, la profecía ha de ser característica indispensable de este anuncio, sin temor a encontrar opositores y a sentir que se levantan obstáculos para no dejar que esa palabra viva, cuestione la realidad en la que se vive. En América esta realidad tiene grandes desafíos: la injusticia social sigue afectando a inmensas mayorías. El fenómeno de la migración para encontrar la sobrevivencia aumenta. La corrupción ha permeado muchos estamentos en la mayoría de los países. Hay giros políticos que preocupan y no siempre favorecen a los más pobres. La situación de violencia contra la mujer continúa. El compromiso con el cuidado de la casa común no es aún una prioridad. La búsqueda de la paz, la reconciliación, la verdad y la reparación son metas pendientes en varios lugares, especialmente, en Colombia, con su camino hacia la paz que no deja de encontrar opositores. Estos y muchos otros desafíos de cada realidad particular de nuestra América son el campo de misión al que las conclusiones de este congreso tienen que llegar.

El congreso además quiere hacer presente a la Beata Nazaria Ignacia quien fundó la congregación “Misioneras Cruzadas de la Iglesia” en Bolivia, ya que se destacó por su ser misionera incansable sabiendo llegar a las periferias de su tiempo desde su compromiso eclesial a toda prueba. A ella se le pide en esta ocasión interceda por los logros del Congreso en esa tierra boliviana que vio los frutos de su celo misionero.

Finalmente, el símbolo de la cruz que acompañará el Congreso, recuerda la evangelización en el oriente boliviano, lugar de las misiones jesuíticas, mostrando los dos lados de la misión: la pasión y muerte que implica pero también la resurrección que engendra un verdadero compromiso misionero. Por eso es una cruz con flores –como se ha diseñado este símbolo- expresando ese doble movimiento.

Acompañemos, por tanto, el V CAM, renovando la dimensión misionera de nuestra vocación y animando a muchos a que la vivan en todo lo que hacen, especialmente, en su compromiso con los más pobres de cada momento, aquellos destinatarios privilegiados de la “Iglesia en salida” tal y como no se cansa de predicar Francisco, Obispo de Roma.


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