Jesús nos invita a saber Interpretar los signos del
reino en el hoy de nuestra historia
Comentario al evangelio del domingo XXXIII del Tiempo
Ordinario 17-11-2024
Olga Consuelo Vélez
Mas por estos días, después de aquella tribulación, el sol se
oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas irán cayendo del cielo
y las fuerzas que están en los cielos serán sacudidas. Y entonces verán al Hijo
del hombre que viene entre nubes con gran poder y gloria; entonces enviará a
los ángeles y reunirá de los cuatro vientos a sus elegidos, desde el extremo de
la tierra hasta el extremo del cielo. De la higuera aprendan esta parábola:
cuando ya sus ramas están tiernas y brotan las hojas, sepan que el verano está
cerca. Así también ustedes, cuando vean que sucede esto, sepan que Él está
cerca, a las puertas. Yo les aseguro que no parará esta generación hasta que
todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el
Hijo, sino solo el Padre (Mc 13, 24-32).
El ciclo litúrgico está llegando a su fin y las lecturas ponen énfasis
en la venida de Jesús como consumador de todo lo creado, realización plena de
la historia de la salvación. El lenguaje utilizado es el apocalíptico el cual
se sirve de figuras contrastantes para mostrar lo nuevo que va a suceder. En
este caso, todo lo que el texto relata de los acontecimientos cósmicos que
parece se darán ante la venida del hijo del hombre, tienen la finalidad de
mostrar la novedad absoluta de lo esperado y no, el de revelar acontecimientos
futuros que sucederán, así como se narran. Lamentablemente por un desconocimiento
de los géneros literarios de la Biblia y de interpretaciones que se han hecho de
estos textos en el pasado, todavía hoy se predican de manera literal,
aprovechando ese lenguaje para causar miedo en los oyentes o para interpretar,
por ejemplo, la crisis climática como el cumplimento de estos relatos, haciendo
aparecer a Dios como castigador de la creación y del ser humano, cuando, Dios
es cuidador de todo lo creado y es nuestra responsabilidad velar por su preservación.
Este texto lo que pretende, con este lenguaje apocalíptico, es mostrar
la novedad absoluta que llegó con Jesús -al que se le aplica el título de hijo
de Hombre (Dan 7, 13)-, novedad que se está cumpliendo con la puesta en
práctica de los valores del reino.
El pasaje bíblico continúa con la figura de la higuera con la cual
Jesús invita, haciendo la comparación entre el conocimiento del florecer de la
higuera anunciando el verano lo que ellos deben hacer con el tiempo presente:
interpretar lo que está sucediendo, la novedad que Jesús ha traído, de manera
que se pueda llevar a feliz término la salvación anunciada por Él. Con los
términos de hoy, podríamos decir, saber interpretar los signos de los tiempos,
en una actitud vigilante que nunca ha de faltar para identificar lo que es del
reino y lo que lo contradice.
Por lo tanto, el tiempo presente es una llamada a mantener la esperanza
en el cumplimiento de las promesas hechas por Dios que ya se están realizando
en nuestra historia, manteniéndose vigilante y actuando coherentemente porque,
aunque no sabemos -ni debemos pretender saberlo porque ni los ángeles, ni el
Hijo lo saben- cuando se dará la consumación definitiva de todo en Dios, ya
están aconteciendo los valores del reino y confiamos que llegarán a la plenitud en el
tiempo propicio de Dios que solo Él conoce.
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