Una viuda pobre como ejemplo de discipulado
Comentario al
evangelio del domingo XXXII del Tiempo Ordinario 10-11-2024
Olga Consuelo Vélez
Decía también en su instrucción: Guárdense de los escribas, que
gustan pasear con amplio ropaje, ser saludados en las plazas, ocupar los
primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y
que devoran la hacienda de las viudas so capa de largas oraciones. Esos tendrán
una sentencia más rigurosa. Jesús se sentó frente al arca del Tesoro y miraba
cómo echaba la gente monedas en el arca del Tesoro; muchos ricos echaban mucho.
Llegó también una viuda pobre y echó dos moneditas, o sea, una cuarta parte del
as. Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: les digo de verdad que esta viuda
pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del Tesoro. Pues todos
han echado de lo que les sobraba, ésta, en cambio ha echado de lo que
necesitaba, todo cuando poseía, todo lo que tenía para vivir. (Macos 12,
38-44)
Jesús enseña los valores del reino y lo hace con ejemplos fáciles de
entender y que se evidencian en su entorno. En el caso del evangelio de hoy,
Jesús presenta el contraste entre dos personajes: los escribas y una viuda
pobre. De los primeros, hace una crítica fuerte: se pasean con amplio ropaje,
quieren ser saludados en las plazas y ocupar los primeros puestos. Todas estas
actitudes son las que garantizan el honor en la sociedad del tiempo de Jesús y,
salvadas las distancias del contexto, siguen siendo actitudes que garantizan la
importancia de las personas en la sociedad actual. Jesús mira todo eso con
recelo. El “honor”, tan importante para la sociedad judía, no cabe entre los
valores del reino. El valor importante es el de “servir” como Jesús se lo ha
dicho a sus discípulos de tantas maneras. Además, Jesús hace una denuncia del
comportamiento de los escribas: devoran los bienes de las viudas so capa de
largas oraciones. No es ajena esta actitud tampoco en el tiempo de hoy frente a
tantas estafas que, en nombre de Dios, hacen algunos predicadores y
negociadores de la fe.
Pero volvamos al texto. Jesús después de reprochar esa conducta de los
escribas, se sienta frente al arca del Tesoro del templo y hace un juicio
crítico sobre lo que pasa allí: ciertamente, muchos ricos van y echan mucho
dinero. Pero la viuda pobre (podría pensarse que es una de estas viudas
estafadas por los escribas o las mujeres viudas que quedaban totalmente
indefensas al morir su marido) echa todo lo que tiene para vivir. Jesús se
refiere a la moneda de menor valor en aquella época y es esta la que mujer
deposita en el arca. Con este contraste Jesús muestra el verdadero significado
del compartir de bienes que en nuestro contexto podríamos interpretar cómo dar
de lo que sobra o dar de lo poco que se tiene. En el primer caso, no hay una
solidaridad efectiva. Si le sobraba es porque estaba acaparando algo que no le
pertenecía o viviendo la dependencia del acumular y del tener, convencido que
en ello está la felicidad. La verdadera solidaridad es la de la viuda que saber
dar y darse, repartir y compartir. La solidaridad no se mide por el exceso de
bienes dados sino por la capacidad de sentir con el otro su situación y hacerse
solidario con ella.
Ahora bien, estos ejemplos no se refieren a temas a considerar sino a
actitudes que han de vivir los discípulos de Jesús. A ellos se dirige al final
del texto y les muestra con hechos reales en que consiste el verdadero
discipulado. Ni honores, ni prestigio, sino servicio, en el caso de los
escribas. Ni vanagloria por las muchas riquezas valiéndose, también de ellas,
para ser alabado, en el caso de los ricos. El discipulado va en la línea de
aquella viuda pobre que da lo que tiene para vivir porque su amor es efectivo,
su solidaridad entrañable.
Si el domingo pasado el evangelio nos mostró que el escriba que dialoga
con Jesús sabía que el primer mandamiento era amar a Dios y al prójimo, en este
nos muestra que es la viuda la que no “sabe”, sino que “hace” y, en esto,
consiste el verdadero discipulado. Las obras son las que dan testimonio de lo
que somos, las que muestran que nuestro seguimiento sí está guiado por los
valores del reino.
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