Conectar con la María de los evangelios
Solemnidad de Santa María Madre de Dios 01-01-2025
Olga Consuelo Vélez
Fueron
rápidamente y encontraron a María, a José y al niño acostado en el
pesebre. Al verlo, les contaron lo que
les habían dicho del niño. Y todos los
que lo oyeron se asombraban de lo que contaban los pastores. Pero María conservaba y meditaba todo en su
corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo
que habían oído y visto; tal como se lo habían anunciado. Al octavo día, al tiempo de circuncidarlo, le
pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de que fuera
concebido (Lucas 2, 16-21)
Comenzamos el año
con la festividad de Santa María Madre de Dios. No hay tantos textos bíblicos
que hablen de María y esta proclamación como “Madre de Dios” es un dogma que
pretende remarcar la divinidad de Jesús más que engrandecer la figura de María.
Por supuesto, es importante reconocer el papel que ella jugó en hacer posible
la encarnación del Hijo de Dios y como podemos considerarla la primera
creyente, la primera discípula, la que supo abrirse a la acción del Espíritu
para realizar la obra de Dios en el mundo.
Por lo tanto, el
texto que Lucas nos ofrece para este domingo, tiene una referencia a María,
pero no es lo más importante de todo el texto. Este, en continuación con el
nacimiento de Jesús que consideramos en navidad, nos presenta las primeras
respuestas ante el Niño que nació en Belén. Y, en coherencia con los
destinatarios del evangelio de Lucas -los últimos y despreciados- los que se
acercan al pesebre son los pastores a quienes el ángel les había dado la buena
noticia del nacimiento de Jesús y ellos, creyendo, van a reconocerlo en el
pesebre. Es decir, es un diálogo de pastores pobres con un Niño que nace pobre.
Pero allí encontramos la fe sencilla que glorifica y alaba a Dios y produce que
todos los demás se asombren por lo que ellos relatan. El texto continúa contando
la costumbre judía: llevar al niño a circuncidarlo a los ocho días y ponerle el
nombre de Jesús como lo había dispuesto el ángel. Recordemos que el nombre
Jesús significa “Dios salva”, precisamente porque, con Jesús, llega la
salvación al mundo.
Pero volvamos a
la figura de María. De ella se dice que “conservaba y meditaba todo en su
corazón”. Desde una lectura patriarcal estas palabras nos llevarían a pensar en
la figura de una María sumisa, callada, sufrida, capaz de aguantarlo todo, como
se ha pedido a las mujeres en la sociedad patriarcal, para que no pierdan su
lugar -en lo privado, no en lo público- y que contribuyan al devenir del mundo
desde la aceptación callada, aunque, implique sufrimiento. Pero desde la
hermenéutica feminista, reconocida hoy como hermenéutica necesaria e
indispensable para rescatar la presencia de las mujeres en la Biblia y su
protagonismo en la historia de salvación, estas palabras nos llevan a pensar en
una María que reflexiona, medita, busca razones y sentidos a todo lo que vive.
Es decir, tiene una actitud proactiva que manifestará a lo largo de la misión
de su Hijo, incluso al pie de la cruz, y que da fundamento a lo que luego
podemos proclamar de ella.
Que esta
celebración de María como Madre de Dios, nos conecte también con la María del
evangelio, la que por meditar todo en su corazón, supo también levantar su voz
profética, colaborando activamente en la vivencia del reino de Dios en nuestra
historia.
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