Abrirnos a la acción del Espíritu para ser reconocidos
también como predilectos del Padre
Bautismo de Jesús 12-01-2025
Olga Consuelo Vélez
La fiesta del
bautismo de Jesús señala el comienzo de su vida pública. La primera parte del
texto corresponde a la presentación de Juan el Bautista y la diferencia radical
entre el bautismo que él practica y el de Jesús. El de Juan es con agua, el de
Jesús con Espíritu Santo y fuego. Esta aclaración resultaba necesaria porque el
pueblo se preguntaba si el Mesías no era Juan. Pero este conoce su lugar y no
se atribuye lo que no le corresponde. Él es solamente el precursor y no es digno
de desatarle las sandalias a Jesús. El desafío estará en que la gente entienda
el mesianismo de Jesús y sea capaz de acoger su novedad o se quede, en cierto
sentido, “atrapado” en el bautismo de conversión predicado por Juan. Esto nos
ayudaría a pensar en la praxis cristiana de muchos cristianos hoy que parece se
quedan “atrapados” también de las formas externas, de los tradicionalismos, de
las normas, del pecado y no logran entender la Buena Noticia de salvación que
trae Jesús con la libertad que ella implica: una ley, una liturgia, una norma,
una espiritualidad al servicio de la vida y no la vida al servicio de estas.
Conviene discernir para entrar en la dinámica del reino de Dios anunciado por
Jesús, abriéndonos a la novedad que Él nos trae.
Notemos que la
segunda parte del texto que hoy consideramos, no dice que Juan bautice a Jesús,
sino que él se bautiza con todo el pueblo -por supuesto se puede sobreentender
que es Juan el bautizador- pero es interesante notar la diferencia entre los
evangelistas y los énfasis que cada uno señala. Marcos y Mateo explícitamente
dicen que Juan lo bautiza, mientras que Juan no habla del bautismo de Jesús. Esto
tal vez se deba a que el bautizo de Jesús causó problemas en los primeros
siglos del cristianismo porque surgía la pregunta de si era necesario que Jesús
se bautizara, sabiendo que él no tenía pecado. En realidad, hay que ver este
bautismo en solidaridad con el pecado del pueblo y, como ya dijimos, como
inicio de su misión, más que en el sentido de conversión de pecados que
claramente Jesús no tenía.
Otro dato
interesante de Lucas es que presenta a Jesús en actitud de oración y es,
precisamente estando en oración, que se abre el cielo, baja el Espíritu Santo y
se oye la voz que confirma la identidad de Jesús como Hijo de Dios. El
evangelio de Lucas nos invita en muchos momentos a esta actitud de oración o,
en otras palabras, de apertura a la presencia del Espíritu Santo entre
nosotros. La paloma significa la forma corporal de lo que está aconteciendo,
la encarnación real del Hijo de Dios entre nosotros y la misión que comienza a
realizar Jesús entre los suyos.
Estamos, entonces, llamados a acoger
la misión de Jesús y a abrirnos a la acción del Espíritu, para ser
continuadores de su misma misión, esperando que el Padre pueda decir también de
cada uno de nosotros que somos sus hijos e hijas, predilectos de su corazón.
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