Discipulado
de mujeres en el tiempo de Jesús
XVI Domingo del Tiempo Ordinario 20-07-2025
Olga
Consuelo Vélez Caro
Mientras iban caminando, Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se
llamaba Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que
sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra. Marta, que muy estaba muy
ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: "Señor, ¿no te
importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me
ayude". Pero el Señor le respondió: "Marta, Marta, te inquietas y te
agitas por muchas cosas, y, sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es
necesaria, María eligió la mejor parte, que no le será quitada" (Lucas 10, 38-42).
Las
figuras de Marta y María son bien conocidas entre los creyentes. Además,
también se sabe que tienen un hermano llamado Lázaro. Sin embargo, pocos saben
que es el evangelio de Juan el que se refiere a los tres, mientras que el
evangelio de Lucas, que hoy consideramos, solo habla de Marta y María. Si
tomamos en cuenta este dato del evangelio de Lucas, podemos pensar que Jesús
entró a casa de Marta y María, es decir, no están bajo la tutela de un varón,
como se esperaría en aquellos tiempos.
Marta
recibe a Jesús, mostrando con ello uno de los valores culturales más
importantes de aquel tiempo: la hospitalidad. Y esto es lo que le reprocha
Marta a su hermana: no estar ejerciendo el servicio correspondiente a dicho
valor. Por tanto, no debemos pensar solo en los estereotipos de género que
atribuyen a las mujeres el oficio de ocuparse de la casa, sino pensar en un
valor cultural que todos, varones y mujeres, debían practicar.
María, por
el contrario, está sentada a los pies de Jesús, escuchándolo. Estas dos
actitudes nos hablan del discipulado. Recordemos el pasaje en que la madre y
los hermanos de Jesús van a buscarlo y él responde que su madre y sus hermanos
“son los que escuchan la palabra” (Lc 8, 21). Es decir, la familia del reino ya
no es la familia de sangre sino la del discipulado. Por otra parte, la actitud
de estar a los pies, recuerda la actitud de otros personajes de los evangelios
(la pecadora arrepentida (Lc 7, 38); el endemoniado de Gerasa (Lc 8,35); Jairo
pidiendo la curación de su hija (8, 41); Pablo a los pies de Gamaliel (Hc
22,3), etc.). Esa actitud de sumisión, habla también de la persona que, en
verdad, sigue al maestro, siendo verdadero discípulo.
La
respuesta que le da Jesús a Marta por su reproche frente a la actitud de María,
está entonces relacionada con la primacía del discipulado, sin que esto
signifique critica a los valores de la época. Lo más importante es el
seguimiento, la escucha a la Palabra de Dios, la dedicación de toda la persona
al anuncio del Reino.
Algunas
veces este texto se ha interpretado como dos tipos de vocación: la activa y la
contemplativa y haciendo creer que la contemplativa tiene más valor ante Dios.
Con lo dicho antes podemos ver que el sentido es otro: el discipulado supone
escucha y la entrega de toda la vida a la misión encomendada. Ya depende de las
configuraciones personales o institucionales que se realice con unas
características u otras. Pero la santidad alcanzada es la misma -si hay esa
primacía del discipulado- y es esto lo que Jesús alaba, figurado en este caso,
en la persona de María.
Que estas
discípulas de Jesús animen nuestro discipulado, eligiendo la mejor parte -el
reino- por encima de cualquier otra realidad.
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