martes, 24 de marzo de 2020


Que la pandemia del coronavirus no nos impida ver la de la pobreza estructural



Hoy comienza en Colombia la cuarentena decretada por el presidente para todo el país hasta el 13 de abril. Ya veníamos de 4 días de lo que la alcaldesa de Bogotá llamó “simulacro de cuarentena”. Sabemos que en los países donde la pandemia es grave, ya viven esa experiencia y abundan los videos de cómo lo han vivido, unos mostrando lo positivo en medio de la dificultad, otros más dramáticos por las consecuencias de tantas muertes que efectivamente se han dado. 

Pero en nuestros países marcados por la desigualdad se juntan más problemas que el mismo coronavirus. Se pide que la gente “se quede en casa” para “cuidar su vida” pero las protestas, saqueos, motines, etc., que hoy se vieron en algunas ciudades muestran que la vida no solo se cuida con la cuarentena, sino que hay un segmento muy grande de la población que necesita salir de casa “todos los días” para poder “cuidar” muy precariamente su vida. Esta circunstancia permite ver la magnitud del drama de la pobreza. Hay demasiadas personas que viven del “día a día”, del “rebusque”. Hay muchos que no se pueden dar el lujo de quedarse un solo día en su casa, porque ese día no comen. En otras palabras, otra vez más, aunque el virus ha atacado a grandes personalidades y a gente con medios suficientes para vivir, los más afectados son los más pobres, los que este sistema capitalista mantiene en la exclusión, a los que no hay gobierno que responda efectivamente a sus necesidades, al cambio estructural que se necesita para que todos puedan “cuidar” efectivamente de su vida. Lamentablemente algunos gobiernos no están preocupados por estas personas sino por las “ganancias” que no van a tener los más ricos, porque, por supuesto, su riqueza no terminara.

Ojalá que el miedo al “coronavirus” no nos impide ver este problema que también es una “pandemia” para tantos, pero con la que ya vivíamos, pero a la que no le acabamos de dar la importancia suficiente porque es fácil vivir “encerrados” en nuestras comodidades, distracciones y adquisiciones, sin darnos cuenta de este “coronavirus de la miseria” que afecta a tantos y les roba la vida a diario.  

En medio de esta situación los cristianos invitan a orar, a hacer cadenas de oración, a unirnos para pedir que acabe pronto esta pandemia. Muchos sacerdotes nos ofrecen sus videos con oraciones, celebraciones eucarísticas, novenas, etc. Pero me da mucho temor que esas expresiones no nos lleven a ver la profundidad del drama que este coronavirus ha sacado a la luz, al menos en nuestros países. Es de desear que todas esas experiencias de oración no se queden en “remansos de paz” que calmen nuestra legitima preocupación por el coronavirus, sino que nos comprometan con la transformación estructural de nuestras sociedades, porque el coronavirus será controlado en algún momento -ya lo están haciendo en China- pero el de la pobreza es muy hondo y puede que, una vez más, esta circunstancia actual la dejemos pasar de largo y no demos al paso a trabajar desde nuestra fe en el Dios del reino para acabar con la injusticia, superar la pobreza, garantizar la vida digna para todos y todas.

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