Se acerca la fase
universal del Sínodo de la Sinodalidad
Olga Consuelo Vélez
Estamos a puertas del inicio de la
fase universal del Sínodo de la sinodalidad. Las fechas previstas son del 4 al
29 de octubre. En los días previos, los participantes, tendrán un retiro de
preparación al evento. Sabemos que esta será la primera reunión porque habrá
otra en octubre del próximo año. De ahí que no se pueden esperar conclusiones
definitivas al final de este encuentro, pero esperamos que se avance en algunos
aspectos y esto vaya afirmándose en la vida de la Iglesia. Veremos sí así es.
Ya conocemos el número de
participantes: 364, de los cuales 70 miembros no serán obispos (serán
religiosos/as, presbíteros y laicado) y, dentro de estos últimos, un 50% serán
mujeres. Fuera de esta novedad de la participación de no obispos en el sínodo
de obispos, será que estos invitados tendrán voz y voto. También conocemos el Instrumentum
laboris, estructurado en dos partes, la primera sobre las notas de una Iglesia
sinodal y la segunda sobre los tres temas prioritarios para la Iglesia sinodal:
comunión, misión y participación. Estas tres partes se desarrollan a manera de
preguntas que serán abordadas en el sínodo. El método de trabajo se ha
presentado como la “conversación en el espíritu” que consta de una dinámica
donde en ambiente de oración se propone el tema, se escucha a los
participantes, se comparte alguna resonancia sobre lo que los demás dijeron y
se intenta sintetizar las coincidencias y divergencias, buscando que pasos dar
para caminar juntos. Como todo método, tiene sus aspectos positivos y sus límites.
Personalmente me hace falta la parte del debate, de la fundamentación, de la
reflexión. El Espíritu es el protagonista, sin duda, pero no suple la responsabilidad
humana de hacer juicios críticos y válidos para avanzar en cualquier dimensión humana,
incluida la eclesial.
Creo que la experiencia de los
participantes será positiva tanto por la responsabilidad que deben sentir de estar
allí y tratar temas actuales para el futuro de la Iglesia como por el
enriquecimiento mutuo frente a la universalidad allí presente con sus distintas
visiones y prioridades. Seguramente algunos participantes tendrán una postura
más crítica y una voz más profética, otros serán más receptores sin demasiada
audacia para dar su contribución o sin demasiado pensamiento crítico para
plantear temas cruciales. No faltarán los que estarán atentos a que no salgan
demasiadas divergencias para evitar debates. Al final del mes sabremos algo de
lo vivido allí o de las conclusiones que se ofrezcan después de ese primer
encuentro.
Ahora bien, la esperanza no está
puesta en el evento en sí porque conocemos que mover estructuras es una tarea
tan difícil que necesitaremos demasiado tiempo para ver algún efecto práctico.
Por otra parte, aunque el sínodo ha intentado ser una propuesta para movilizar
a la Iglesia universal, el alcance no ha sido demasiado significativo. Hay una
inmensa parte del pueblo de Dios que no ha acompañado en lo más mínimo todo
este proceso, ni está interesado en lo que se está viviendo. Además, aunque hay
muchas preguntas muy válidas para retomarlas en este proceso, algunas temáticas
son muy generales o muy matizadas o incluso bastante invisibilizadas. En lo que
respecta a las mujeres, por ejemplo, el tema de los ministerios ordenados no
aparece explícitamente. Hay un apartado del que podría inferirse, pero es tan
general que no creo que se piense en ello al leerlo: “Todas las Asambleas
continentales piden que se aborde la cuestión de la participación de las
mujeres en el gobierno, la toma de decisiones, la misión y los ministerios a
todos los niveles de la Iglesia, con el apoyo de las estructuras adecuadas para
que esto no se quede en una mera aspiración general”. También se nombra el
diaconado femenino frente al cual se pregunta, si es posible plantearlo y de
qué modo. En realidad, el diaconado femenino ya se ha planteado y no existen
razones teológicas o históricas para no concederlo. Falta la voluntad de
hacerlo. Daría la impresión al leer estas breves referencias sobre estos temas
en relación con las mujeres o que, efectivamente no se pidió en las consultas
al pueblo de Dios, o se fue diluyendo en las sucesivas síntesis de los aportes.
Sea lo que sea, lo cierto es que todo este esfuerzo por una iglesia sinodal va
posicionando estos y muchos otros desafíos eclesiales y llegará el tiempo de no
poder retrasar más las respuestas necesarias.
Pero lo que más me interesa
comentar es que junto al proceso sinodal, muchas mujeres de todo el mundo han
liderado iniciativas para responder a preguntas fundamentales de su participación
eclesial. Una de estas iniciativas está siendo liderada por el Consejo de
Mujeres Católicas (Catholic Women Council, CWC), quienes desde el inicio del
sínodo iniciaron una “peregrinación mundial”, articulando diversas redes y
grupos de mujeres para numerosas conversaciones, debates, reuniones virtuales, etc.,
sobre cinco ejes temáticos: (1) La situación de las mujeres en la Iglesia; (2)
Poder, participación y representación; (3) Estructuras y rendición de cuentas
(4) La vida sacramental y (5) Resistencia y esperanza. Los resultados de esos
trabajos se llevaron al Sínodo, terminada la etapa de consulta (o sea, más aportes
llegaron de los que parecen reflejarse en el Instrumentum laboris). El
trabajo de esta red continúa. Por eso un grupo representativo de estas mujeres
llevará a cabo en Roma, los días 10 y 11 de octubre diversas actividades de
reflexión, diálogo y celebraciones litúrgicas para seguir mostrando la urgencia
de reconocer la plena dignidad e igualdad de las mujeres en la Iglesia y su
plena participación en todos los niveles.
Otra iniciativa similar está
liderada por otra red de mujeres, Spririt Unbonded, red global de
reforma católica y de otros grupos cristianos ecuménicos que trabaja para
incluir a los grupos marginados por la Iglesia católica, buscando hacer plenos
los “Derechos Humanos en la Iglesia Católica”. Esta red también realizará
diversos eventos del 8 al 14 de octubre de manera online pero también de forma
presencial el 13 y 14 de octubre en Roma (Italia) y Bristol (Reino Unido).
En conclusión, hay una porción de
Iglesia muy ajena a todo este proceso, pero también hay otra porción de Iglesia
muy comprometida con este camino sinodal. Por una parte, los convocados
directamente por el proceso sinodal y, por otra, todas estas redes que en su
compromiso de fe y de amor a la Iglesia trabajan incansablemente por una reforma
eclesial que abarque tantos aspectos urgentes, entre ellos, la inaplazable
participación plena de las mujeres en ella. Sería muy importante que estas
voces extra oficiales fueran más escuchadas por el sínodo “oficial” porque sin
duda, el Espíritu también habla fuerte en las márgenes, en los bordes, en las
periferias, allí donde se gestan tantas verdades que no quieren ser escuchadas para
no desestabilizar los centros de poder que, muchas veces, se sienten poseedores
únicos de la verdad. Esperemos que este próximo mes de octubre, con tanto
movimiento eclesial, de los frutos esperados. La reforma eclesial no es
opcional, es indispensable para que la Iglesia pueda ser significativa para
este momento presente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.