¡Qué susto vivir en Argentina!
Olga Consuelo Vélez
No soy argentina, no conozco la situación de primera mano, no soy política,
no sé hacer análisis políticos con la rigurosidad que se requiere, solo me
refiero al discurso de posesión del presidente Javier Milei, según mi
interpretación desde el sentido común.
Me parece que un presidente no puede pensar solo en lo económico sino en
todo un proyecto de país. El discurso de Milei solo habló de lo económico, pero
según logro entender, una economía basada en el individualismo, en la libre
competencia, en el sálvese quien pueda. Y sin anestesia ya anunció que se
vienen tiempos difíciles, la pobreza aumentará y ese “sacrificio” es totalmente
necesario. Eso sí, se salvará la inversión privada porque los recortes no
caerán sobre ellos sino sobre el Estado, este quien debe velar por el bien
común y, especialmente por los más pobres. Y el público “aplaudiendo”. ¿Cuántos
pobres estarían aplaudiendo? Posiblemente muchos porque las votaciones así lo
mostraron. Casi siempre los que son sacrificados aplauden su suerte, están tan
convencidos de lo que les han dicho que parece se alegran de la suerte que van
a correr.
Otra cosa que me llamó la atención: anunció que los que salgan a protestar
perderán los auxilios sociales. ¿No es esa la maquinaria de los llamados
“populismos” para tener en su redil al pueblo? Al menos podría ser coherente de
no usar los medios que critica. Pero tranquilamente lo dijo con todas las
letras. Y el público aplaudiendo. Pero esto no es lo más grave: total represión
a quien no acepte lo que propone. ¿dónde queda la libertad de expresión y la
lucha legítima por los derechos humanos?
Cuando escribo esto todavía no se ha dado la oración interreligiosa que
parece se va a dar en la catedral. No sé que Dios les estará escuchando. Por lo
menos el Dios de Jesús pone en el centro a los pobres, los defiende, reivindica
sus derechos, son el principal y preferencial sujeto de atención. Milei los
desprecia. Son aquellos que roban al Estado con los auxilios sociales. No son
la “gente de bien” que, para él, son los que tienen capital y acumulan sus
grandes fortunas.
Y los políticos presentes en la posesión, comenzando por Macri, apoyando a
este que les dice en la cara que todo lo que pasa ahora es culpa de todos los
políticos anteriores. Pero ¿ningún político se siente afectado con esa manera
de humillar a todos los que no son él? Inconcebible, pero Macri alabó el
discurso y dijo que estaba 100% de acuerdo.
De verdad, me duele desde mi ser creyente que un país haya elegido a un
presidente que solo piensa en lo económico, pero de esa forma individualista y
egoísta, donde estorban todos los que no producen algo. Muchos dirán que justo
lo económico es la solución para beneficiar a los pobres. Ojalá así fuera. Pero
no creo que el Dios de Jesús vaya por esos caminos, ni que la economía vista de
esa manera unilateral pueda salvaguardar el bien común, la dignidad humana, la
justicia social, los derechos humanos, en fin, todo aquello que constituye lo
humano.
Ese discurso libertario si que desfigura la libertad cristiana, esa que se
basa en el bien común, en el amor a todos, comenzando por los más pobres. Tan
cercanos a la Navidad, donde nuestro Dios se encarna entre los últimos, muestra
la distancia de lo que es capaz de gestarse en esas personas, aplaudido por
tantos, votado por tantos, alabado por tantos. Una vez más, aquel Niño del
pesebre, solo es reconocido por los pobres y pequeños, no por estos grandes y
poderosos que, lamentablemente, son bendecidos por tantos que se dicen
creyentes.
Que me perdonen los argentinos por opinar sobre su país, pero me ha
resultado una mañana de domingo, dolorosa, incomprensible, infinitamente
alejada de mis más profundas convicciones.
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