jueves, 25 de julio de 2024

 

De nuestra colaboración depende que el pan se multiplique y todos queden saciados

Comentario al evangelio del domingo XVII del Tiempo Ordinario 28-07-2024

 

Olga Consuelo Vélez

 

Después de esto se fue Jesús a la otra ribera del mar de Galilea, el de Tiberíades y mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba en los enfermos. Subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía de sus discípulos. Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos.

Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia él mucha gente, dice a Felipe: ¿dónde vamos a comprar panes para que coman éstos? Se lo decía para probarle porque él sabía lo que iba a hacer. Felipe le contestó: Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco. Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro: Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces, pero ¿qué es eso para tantos? Dijo Jesús: Hagan que se recueste la gente.

Había en el lugar mucha hierba. Se recostaron, pues, los hombres en número de unos cinco mil. Tomó entonces Jesús los panes y después de dar gracias, los repartió entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: Recojan los trozos sobrantes para que nada se pierda. Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. Al ver la gente la señal que había realizado, decía: Este es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo.

Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte él solo (Mc 6, 1-15).

 

Este domingo se interrumpe el relato del evangelio de Marcos y se introduce el evangelio de Juan que seguiremos durante varios domingos. Juan dice que está próxima la Pascua, lo cual implicaría que Jesús fuera a Jerusalén, pero, por el contrario, Jesús está en Galilea con los suyos. Para Juan ya no son tan importantes las referencias judías, él las remplaza por el mismo Jesús. Las multitudes lo siguen por lo signos que ha realizado, pero más adelante, el evangelio va a decir que lo siguen por el pan que los ha saciado. Por tanto, no es un seguimiento discipular, exactamente, es más bien, la coyuntura de encontrar en Jesús alguien que les está transformando las situaciones, concretamente curando enfermos, realidad que para los judíos significaba exclusión de la mesa del reino. Pero a Jesús no le interesa los motivos de los que están allí. Lo que él ve es la necesidad de la gente. Por eso, Jesús entabla un diálogo con Felipe preguntándole dónde van a comprar más comida para saciar el hambre de todos. La respuesta es preocupante: solo hay cinco panes y dos peces. Pero Jesús los hace recostar, lo cual es signo de comensalidad y los panes y peces alcanzan para todos y, aún sobra.

Este signo hace que muchos lo reconozcan como el profeta que había de venir al mundo. Sin embargo, otros lo quieren hacer rey, es decir, no entienden la predicación de Jesús, ni las obras que realiza. Y, a veces no hay argumentos que valgan. Tal vez por eso, Jesús se retira al monte, esta vez él solo, para mantenerse fiel a la misión encomendada. Sería muy fácil dejarse llevar por las multitudes, buscando reconocimiento y privilegios. Pero para Jesús este no es el camino. Su fidelidad al reino que anuncia lo hace aceptar el fracaso con sus seguidores y esperar que el reino de su fruto, muy por encima de las propias fuerzas.

Contemporáneamente este pasaje se interpreta como la capacidad que tiene la fraternidad/sororidad de hacer multiplicar los panes y peces, no como actos milagrosos y extraordinarios, sino como posibilidad de mover el corazón de los seres humanos para que nadie pase necesidad. Y esta interpretación es perfectamente válida. En nuestro mundo actual hace falta poner el mensaje de este día en acción hacia tantos proyectos tan urgidos de realización. Multiplicar el pan signo de la justicia social. Multiplicar el pan, aceptando la pluralidad cultural y religiosa de nuestros pueblos, signo de la inclusión en la diversidad. Multiplicar el pan de la igualdad fundamental de todos en la Iglesia. Multiplicar el pan de la novedad y la reforma eclesial para que la iglesia pueda ser casa de todos. En otras palabras, urge multiplicar el pan de la justicia y el bien. La llamada está hecha por parte de Dios, de nuestra colaboración depende que el pan se multiplique y todos queden saciados.

lunes, 22 de julio de 2024

 

En la fiesta de Santa María Magdalena, hoy 22 de julio…

María Magdalena ¿por qué nos cuesta llamarla “santa”?

Olga Consuelo Vélez

En 2016 el papa Francisco decretó que la conmemoración de María Magdalena (22 de julio) debía pasar a ser “fiesta litúrgica como el resto de los apóstoles”, llamándola “Apóstola de los apóstoles”. Según explicó el secretario de la Congregación para el Culto Divino de ese momento, esa decisión respondía “al contexto actual que requiere una reflexión más profunda sobre la dignidad de la mujer, la nueva evangelización y la grandeza del misterio de la misericordia divina”. Recordaba que ya Juan Pablo II había prestado atención a la importancia de la mujer en la misión de Cristo y de la Iglesia, poniendo énfasis en la figura de María Magdalena como primera testiga de la resurrección y quién anunció a los apóstoles ese acontecimiento. Por esto se afirma, en el decreto que, “Santa María Magdalena es un ejemplo de evangelización verdadera y auténtica, es decir, una evangelista que anuncia el gozoso mensaje central de Pascua”.

Sin embargo, esta recuperación de la figura de María Magdalena todavía no ha penetrado suficientemente en el imaginario y en la creencia de la mayoría de los cristianos. Persiste lo que se afirmó de ella durante siglos:  pecadora (prostituta) a la que Jesús había perdonado. Esta imagen de María Magdalena surgió por haberla identificado con la pecadora arrepentida que entra en casa de Simón el fariseo (Lc 7, 36-50) y con María la hermana de Lázaro y Marta, la cual también unge a Jesús (Jn 12, 1-8). Cuando el texto de Lucas se refiere “a algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios” (8.2), está queriendo decir que fue curada de su enfermedad -probablemente muy grave -de ahí los siete demonios-, pero en ningún momento refiriéndose a su condición moral. 

Aunque en la actualidad hay muchos estudios sobre María Magdalena, no se han concretado, en la práctica, todas las consecuencias que la correcta interpretación bíblica sobre ella trae para las mujeres en la Iglesia. La primera, es el reconocimiento de María Magdalena al mismo nivel que los apóstoles. De hecho, ella -y otras mujeres- le siguieron desde Galilea hasta Jerusalén, condición que luego se invoca en el libro de Hechos de los Apóstoles para nombrar al apóstol en reemplazo de Judas (Hc 1,21). Por lo tanto, no debería costar tanto imaginar a las mujeres formando parte del colegio apostólico. Tenemos la certeza que María Magdalena fue Apóstola y así lo celebramos.

Otra consecuencia es que siendo la primera evangelizadora no hay razón para no tomar las enseñanzas de las mujeres con el mismo valor que la de los varones. Todavía cuesta aceptar la enseñanza teológica impartida por mujeres en seminarios y facultades de teología. Por supuesto, algo ha cambiado y más mujeres son reconocidas en el ámbito teológico y en el servicio eclesial. Sin embargo, su participación sigue siendo pequeña, nada equitativa con respecto al número de varones que ocupan dichos espacios, ni sus logros académicos y pastorales son tomados con la misma seriedad, interés y respeto que tantas veces se toma el aporte de los teólogos y de los clérigos.  

Quiero hacer notar, además, las pocas veces que damos a María Magdalena el título de “santa”. Efectivamente, ella lo es y así la podríamos llamar para seguir borrando esa imagen tan invocada de prostituta y que ha contribuido a identificar a las mujeres con los pecados referidos a la sexualidad. No sólo no hay muchos esfuerzos por llamarla santa, como tampoco de resaltar demasiado su fiesta. Sería una ocasión propicia para posicionar la verdad sobre ella. Mucho menos hay interés en llamarla Apóstola, ni primera evangelizadora aunque tres evangelistas relatan el envío que Jesús le hace para que anuncie a los discípulos su resurrección (Mc 16, 7; Mt 28, 7; Jn 20, 17) e, incluso Lucas, quien progresivamente fue invisibilizando el papel de las mujeres en su evangelio, de todas maneras, no deja de constatar que son las mujeres las que anuncian esa buena noticia a los apóstoles, colocando a María Magdalena en primer lugar (Lc 24, 9).

Últimamente se ha utilizado su figura -en la literatura y en el cine- para mostrarla como compañera de Jesús o resaltando su protagonismo en la primera comunidad, con el fin de contrarrestar la figura de Pedro. Pero, ninguna de estas dos aproximaciones, están en la Biblia.

En tiempos de trabajar por una Iglesia sinodal, seguir visibilizando a María Magdalena en los roles que verdaderamente tuvo al lado de Jesús y en la naciente comunidad cristiana, ayudará significativamente a acelerar la participación plena de las mujeres en la Iglesia. Por eso, es de desear que esta celebración de su fiesta, el próximo 22 de julio, podamos vivirla con más profundidad, sintiendo así que no es una rareza que 50 mujeres voten en el próximo sínodo sino, por el contrario, lo extraño es que no haya muchas más mujeres en esos niveles de decisión donde se gesta el futuro de la Iglesia, esta misma Iglesia que sin el primer anuncio hecho por María Magdalena, tal vez nunca habría existido.

Cabe anotar, finalmente que, a pesar de las resistencias al lenguaje inclusivo en algunos círculos eclesiásticos (y sociales), fue Santo Tomás quien habló de ella como “apóstola” y el Decreto de su fiesta mantiene ese término en femenino. Sería bueno, dejar las resistencias y acostumbrar nuestros oídos a los términos femeninos que permiten visibilizar a las mujeres. Sin darnos cuenta pronto esas palabras nos sonarían igual de normales que todos los términos que hasta hoy se han ido creando en nuestro lenguaje.

jueves, 18 de julio de 2024

 

Pedir sensibilidad para escuchar el clamor de las gentes y no pasar de largo

Comentario al evangelio del domingo XVI del Tiempo Ordinario 21-07-2024

 

Olga Consuelo Vélez

 

Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado. Él, entonces, les dice: “vengan también ustedes aparte, a un lugar solitario para descansar un poco”. Pues los que iban y venían eran muchos y no les quedaba tiempo ni para comer. Y se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario. Pero les vieron marcharse y muchos cayeron en cuenta y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos. Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor y se puso a enseñarles muchas cosas (Mc 6, 30-34).

 

El evangelio del domingo pasado nos había mostrado que Jesús envía a sus discípulos a predicar y expulsar demonios. En este evangelio, ellos regresan para contarle a Jesús todo lo que han hecho. Él los acoge, tal vez, entendiendo el esfuerzo que supone la misión e invitándolos a descansar un poco. Alcanzan a irse en una barca a un lugar aparte, pero llega la multitud antes que ellos y ya no es posible el descanso. Jesús siente compasión de toda la gente porque los ve sin nadie que los guie y se pone a enseñarles.

Este texto es la antesala del primer relato de la multiplicación de los panes que meditaremos la próxima semana. Por ahora digamos que, para la misión, no es suficiente el envío -aunque sin él nadie puede atribuírsela. Para la misión es imprescindible mirar la realidad, comprenderla y responder a ella. Es necesario tener en cuenta a los destinatarios que, en este caso, Jesús describe como ovejas sin pastor. En otras palabras, quien realiza la misión ha de tener un oído en la realidad y otro en la Biblia, como han dicho algunos teólogos, porque hay que captar al Dios que acontece en la historia y se compromete con ella.

Digamos algo más: la misión reclama todas las fuerzas de los discípulos, todo su tiempo, toda su persona. En eso consiste la evangelización: en dar buenas noticias a la gente que tiene tanta incertidumbre, tanta dificultad, insatisfacción, necesidades vitales, situaciones difíciles. Pero no daremos buenas noticias si no conocemos las necesidades que las requieren.

La enseñanza que ofrece Jesús no tiene nada que ver con doctrinas, con temas, con mandatos, como a veces lo hacen muchos evangelizadores. Tiene que ver con las vidas de esas multitudes que necesitan una orientación, un horizonte distinto.

¿Cuáles son las necesidades de nuestros contemporáneos? ¿qué necesitan las personas hoy en su vida concreta para que el evangelio sea una palabra de liberación y esperanza? Estamos muy preocupados porque se van alejando más y más personas de la Iglesia, pero no tomamos en serio las reformas urgentes que se precisan en “sujetos, estructuras, procesos y acontecimientos sinodales” como se está diciendo en el sínodo de la sinodalidad, para responder a los desafíos actuales. Conviene, entonces, agradecer la confianza que el Señor ha tenido al enviarnos en misión, pero, también, pedir la sensibilidad adecuada para escuchar el clamor de las gentes y no pasar de largo, ignorándolo. Por el contrario, responder con todo lo que podemos, con los mismos sentimientos que tuvo Cristo, siempre dispuesto a atender a las multitudes que le siguen.

viernes, 12 de julio de 2024


COMENTARIO AL EVANGELIO DEL DOMINGO
14-07-2024
Consuelo Vélez









 

miércoles, 10 de julio de 2024

 

Sin novedad, el Instrumentum laboris para la próxima Asamblea Sinodal

Olga Consuelo Vélez

Ya se intuía que el Instrumentum laboris para la próxima asamblea en Roma en octubre 2024, del sínodo sobre la sinodalidad, no tendría mucha novedad. Y, al leerlo, se confirma la intuición. En realidad, presenta la fundamentación eclesiológica de una iglesia sinodal ante lo cual nada que añadir, haciendo los énfasis que conocemos y que ha de ponerse en práctica: más participación laical por la dignidad bautismal y un ejercicio diferente del ministerio ordenado, incluido el papado para dar un testimonio más creíble de una iglesia con participación y corresponsabilidad de todos sus miembros.

Pero hagamos algunos comentarios para seguir pensando cuál es la realidad eclesial que pretendemos reformar y lo difícil que sigue siendo. A muchas personas les llamó la atención que el documento fuera presentado solo por clérigos. Algún periodista en esa presentación, cuestionó ese hecho, pero la respuesta fue la justificación internalizada que tienen los que coordinan el sínodo, expresado más o menos así: somos los que dirigimos esto, por eso estamos aquí. Es decir, ni siquiera pasa por sus cabezas el comenzar a romper las formas de funcionar existentes para ir concretando la sinodalidad. Las mujeres como siempre, son el complemento: para presentar a los ponentes o para dar algún “testimonio”. Pero aquello que es central y fundamental, sigue en manos del clero.

Algo rescatable del documento, es constatar que las mujeres seguimos siendo “una piedra en el zapato eclesial” y por eso hay bastantes referencias al papel de las mujeres en la Iglesia, pero siempre dando vueltas a lo mismo: abrir espacios a las mujeres, pero “lejos” del ministerio ordenado. Y pareciera que la iglesia es consciente de que, sin abrir espacios a las mujeres, la institución eclesial no puede ser “creíble”, de ahí, que justifiquen, por un lado y por otro, tal vez para convencernos, de la importancia de las mujeres y de todos los espacios que podemos ocupar, sin que sigamos insistiendo en los ministerios ordenados. Quien sabe si esta insistencia que no se está pudiendo ocultar, logre cambiar, ojalá más temprano que tarde, esa barrera frente a la participación plena de las mujeres en la Iglesia. Veremos cómo sigue este camino. Sabemos que en el aula sinodal hay varias mujeres que afirman que no necesitan de más apertura de la que hay. Pero las preguntas son obvias: ¿Quiénes están allí? ¿por qué fueron invitadas? ¿qué puesto ya “de hecho” ocupan en la instancia eclesial? Nada que ver con la multitud de escritos y conferencias que teólogas y mujeres comprometidas con la vida eclesial dan por el mundo pidiendo esa participación plena. Pero pocas de estas voces, consiguen asomarse en esos muros vaticanos.

El documento afirma que las asambleas continentales han sido una experiencia muy positiva para las conferencias episcopales que nunca se habían reunido de esa forma. Podrían haber recogido la rica y valiosa experiencia de la iglesia latinoamericana con sus cinco conferencias episcopales. Pero no pareciera que la iglesia de este continente fuera muy relevante. Más aún, si se revisa el nombre de los integrantes de los equipos y comisiones nombrados para el sínodo y para continuar con la reflexión de los temas que el Papa considera, necesitan más estudio, la presencia latinoamericana no es muy significativa. Nuestra iglesia sigue siendo muy eurocéntrica y lo periférico es solo una pequeña “muestra”.

Viendo la constitución de las diez comisiones y su referencia a los dicasterios romanos que Francisco propuso, recordé que en los inicios del Concilio Vaticano II se pensó en encomendar a cada dicasterio romano la temática que le correspondería, facilitando la reflexión y, de esa manera, el Concilio terminaría pronto. Cuando se determinó que no fuera así, -mirándolo desde el hoy-, se constata como esa desinstalación permitió dar los frutos de ese concilio. Haciendo analogía con el momento actual, me pregunto si algo nuevo podrá salir de allí. Es demasiado difícil que quien está ejerciendo un cargo, repiense su cargo, reconozca que hay que transformarlo y se disponga a afrontar algo nuevo. Sinceramente, aunque no es imposible, me parece muy difícil que estas estructuras logren movilizarse y veremos, si de aquí a junio del 2025 -fecha en la que dijeron, estas comisiones darían sus resultados- alguien recuerda que se estaba estudiando y celebra sus resultados.

El documento nombra cinco veces a los “pobres” y la necesidad de escucharlos. Se refiere una vez a los migrantes y una vez la “casa común”. Pero el grito de los pobres es un “tema” para estudiar en una de las comisiones y su rostro “múltiple” no se explicita. Dice que hay que incluir a todos, pero es incapaz de nombrar a la diversidad sexual que con tantos rechazos se encuentra en la vida eclesial. Refiriéndose a las mujeres señala que hay que prestar atención al lenguaje en las imágenes bíblicas, predicaciones, catequesis, etc. Esto es muy positivo, la lástima es no decir lenguaje “inclusivo”, para responder a tantos, en la sociedad y en la iglesia, que rechazan este término.

Claramente se ha explicitado que el sínodo es sobre la sinodalidad y por eso las “particularidades” se dejan para los “expertos” que las estudien en otro momento. No parece la consecuencia lógica con la etapa de escucha en la que se expresaron todas las particularidades -que son más que eso, porque son estructuras de poder que desdicen de la Iglesia- y frente a las cuáles la gente se ilusionó que fueran tratadas y se dieran respuestas adecuadas.

En fin, en la práctica, la mayoría del Pueblo de Dios no tiene mucho interés en este proceso sinodal. Independiente de lo que se diga en el centro eclesial, la gente sigue viviendo su fe y abriendo nuevos caminos para entenderla, expresarla y celebrarla. Y una vez más, la iglesia institución, se mantendrá al margen de este caminar y cuando se dé cuenta, no habrá muchos que estén esperando su respuesta. Pero los que nos dedicamos explícitamente a estas reflexiones, seguimos insistiendo y empujando a ver si algún día los pasos se acompasan. De ahí este escrito, aunque sea para decir lo difícil que resulta la reforma de la Iglesia.

miércoles, 3 de julio de 2024

 

Que seamos de los que escuchamos a Jesús, profeta de Nazaret

y no de los que lo rechazamos

 

Comentario al evangelio del domingo XIV del Tiempo Ordinario 07-07-2024

 

Olga Consuelo Vélez

 

Salió de allí y vino a su patria y sus discípulos le siguen. Cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga. La multitud, al oírle, quedaba maravillada y decía: ¿¿De dónde le viene esto? Y ¿qué sabiduría es ésta que le ha sido dada? ¿y muchos milagros hechos por sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, Joset, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros? Y se escandalizaban a causa de él. Jesús les dijo: “Un profeta sólo en su patria, entre sus parientes y su casa carece de prestigio”. Y no podría hacer allí ningún milagro, a excepción de unos pocos enfermos a quienes curó imponiéndoles las manos. Y se maravilló de su falta de fe (Mc 6, 1-6ª).

 

El evangelio que hoy se pone a nuestra consideración se refiere a la vuelta de Jesús a su patria, Nazaret -aunque en el texto no se dice el nombre-, pequeña población donde resulta muy fácil que todos se conozcan.  Jesús entra a la sinagoga -en el evangelio de Marcos esta sería la tercera vez que Jesús va a una sinagoga y, al mismo tiempo, será la última. Allí se dispone a enseñar. Pero, aunque una multitud le oía y quedaba maravillada, no faltaron los que no podían aceptar que Jesús tuviera tantas palabras de sabiduría, habiendo nacido entre ellos. El pasaje nos da algunos datos de aquel contexto, como, por ejemplo, los nombres de la familia de Jesús, nombres que pertenecen a lo más propio de Israel y, en ese contexto de conflicto social con el Imperio, pueden significar resistencia frente a este. Además, se dice que Jesús es carpintero (Tekton), término que se aplica a los que trabajan con materiales duros (distinto que a los que trabajan con arcilla). Por tanto, se podría decir que Jesús era constructor o incluso se podría decir que herrero, si acogemos otro significado del término.

Lo que interesa resaltar es el rechazo que Jesús sufre por parte de los suyos. El evangelio de Marcos lo escribe una comunidad perseguida, con lo cual, muestra, en el rechazo a Jesús, su propia persecución. El texto retoma el tema de que los “parientes”, los de “su casa” no lo reconocen como profeta. Recordemos el pasaje que hace poco leímos de que llegan a buscarlo su madre y sus hermanos y Jesús les dice que la familia que se forma en torno al discipulado, no es la familia de sangre sino la de aquellos que escuchan la palabra y la practican. Sigue, entonces, vigente la necesidad de entrar a la casa del discipulado, no quedándose fuera, sin querer entrar a la casa.

El texto añade que no pudo hacer casi ningún milagro por la falta de fe de sus destinatarios. Ahora bien, el milagro, en los términos actuales, se entiende como algo extraordinario y la pregunta es cómo se hizo aquello y al no poderlo explicar por la ciencia, se dice que es un milagro. En tiempos de Jesús, la pregunta es cómo se descubre la presencia de Dios en un acontecimiento y en eso consiste el milagro. No va por la línea de cosas extraordinarias sino por la de la experiencia de fe que permite reconocer a Dios actuando en la cotidianidad de la existencia. Recobrar ese significado, que es profundamente bíblico, es bien importante en la iglesia actual, donde todavía se explota lo extraordinario, dando paso a una religiosidad más basada en demostraciones que en la sencillez y cotidianidad del reino anunciado por Jesús.

Frente a este evangelio podemos preguntarnos si no sigue pasando esto en la iglesia actual. Los que se creen dentro no reconocen muchas veces lo más esencial del evangelio. Muchas veces son los que más se oponen a la reforma eclesial, a la sinodalidad, a la paz, al perdón, a la misericordia, al servicio, a la defensa de los derechos humanos, a la justicia social. Algunos dirán que no es así. Que por supuesto los cristianos están a la vanguardia de estos valores. Posiblemente hay muchos cristianos que lo están, pero las evidencias muestran lo contrario. Lo que dijeron los obispos reunidos en Puebla, hace más de cuarenta años: “Es un escándalo y una contradicción a la luz de la fe, la brecha inmensa entre ricos y pobres en nuestros pueblos latinoamericanos”, sigue vigente. Más evidente aún, es la oposición que se hace al papa Francisco desde instancias eclesiales. En definitiva, el rechazo a Jesús que narra el evangelio de Marcos y que sufrió la primera comunidad cristiana, hoy sigue vigente, pero no necesariamente en el mundo secular sino entre algunos que se dicen creyentes de donde viene menos evangelio, menos reino de Dios, menos seguimiento al Jesús de la historia.

De Nazaret sale la predicación del reino. De la fe de los que siguen estos valores sale la posibilidad de transformar nuestra realidad actual. Ojalá que seamos de aquellos que reconocemos la presencia de Dios en medio de nuestros acontecimientos y no de los que rechazamos al mismo Jesús con nuestros actos y decisiones.