Pedir sensibilidad para escuchar el clamor de las gentes
y no pasar de largo
Comentario al
evangelio del domingo XVI del Tiempo Ordinario 21-07-2024
Olga Consuelo Vélez
Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que
habían hecho y lo que habían enseñado. Él, entonces, les dice: “vengan también
ustedes aparte, a un lugar solitario para descansar un poco”. Pues los que iban
y venían eran muchos y no les quedaba tiempo ni para comer. Y se fueron en la
barca, aparte, a un lugar solitario. Pero les vieron marcharse y muchos cayeron
en cuenta y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron
antes que ellos. Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos,
pues estaban como ovejas que no tienen pastor y se puso a enseñarles muchas
cosas (Mc 6, 30-34).
El evangelio del domingo pasado nos había mostrado que Jesús envía a
sus discípulos a predicar y expulsar demonios. En este evangelio, ellos regresan
para contarle a Jesús todo lo que han hecho. Él los acoge, tal vez, entendiendo
el esfuerzo que supone la misión e invitándolos a descansar un poco. Alcanzan a
irse en una barca a un lugar aparte, pero llega la multitud antes que ellos y
ya no es posible el descanso. Jesús siente compasión de toda la gente porque
los ve sin nadie que los guie y se pone a enseñarles.
Este texto es la antesala del primer relato de la multiplicación de los
panes que meditaremos la próxima semana. Por ahora digamos que, para la misión,
no es suficiente el envío -aunque sin él nadie puede atribuírsela. Para la
misión es imprescindible mirar la realidad, comprenderla y responder a ella. Es
necesario tener en cuenta a los destinatarios que, en este caso, Jesús describe
como ovejas sin pastor. En otras palabras, quien realiza la misión ha de tener
un oído en la realidad y otro en la Biblia, como han dicho algunos teólogos,
porque hay que captar al Dios que acontece en la historia y se compromete con
ella.
Digamos algo más: la misión reclama todas las fuerzas de los
discípulos, todo su tiempo, toda su persona. En eso consiste la evangelización:
en dar buenas noticias a la gente que tiene tanta incertidumbre, tanta
dificultad, insatisfacción, necesidades vitales, situaciones difíciles. Pero no
daremos buenas noticias si no conocemos las necesidades que las requieren.
La enseñanza que ofrece Jesús no tiene nada que ver con doctrinas, con
temas, con mandatos, como a veces lo hacen muchos evangelizadores. Tiene que
ver con las vidas de esas multitudes que necesitan una orientación, un
horizonte distinto.
¿Cuáles son las necesidades de nuestros contemporáneos? ¿qué necesitan
las personas hoy en su vida concreta para que el evangelio sea una palabra de
liberación y esperanza? Estamos muy preocupados porque se van alejando más y
más personas de la Iglesia, pero no tomamos en serio las reformas urgentes que
se precisan en “sujetos, estructuras, procesos y acontecimientos sinodales”
como se está diciendo en el sínodo de la sinodalidad, para responder a los
desafíos actuales. Conviene, entonces, agradecer la confianza que el Señor ha
tenido al enviarnos en misión, pero, también, pedir la sensibilidad adecuada
para escuchar el clamor de las gentes y no pasar de largo, ignorándolo. Por el
contrario, responder con todo lo que podemos, con los mismos sentimientos que
tuvo Cristo, siempre dispuesto a atender a las multitudes que le siguen.
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