jueves, 31 de octubre de 2024

 

Solo el amor a Dios y al prójimo permiten entrar en el reino de Dios

Comentario al evangelio del domingo XXXI del Tiempo Ordinario 3-11-2024

 

Olga Consuelo Vélez

 

 

Se acercó uno de los escribas que le había oído y le preguntó: ¿Cuál es el primero de todos los mandamientos? Jesús le contestó: El primero es: Escucha Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor, y amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que éstos. Le dijo el escriba: Muy bien, Maestro: tienes razón al decir que Él es único y que no hay otro fuera de Él y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas y amar al prójimo como a sí mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios. Y Jesús, viendo que le había contestado con sensatez, le dijo: No estás lejos del Reino de Dios. Y nadie más se atrevía ya a hacerle preguntas. (Mc 12, 28b-34)

 

Estamos más acostumbrados a ver a los escribas enfrentándose a Jesús o preguntándole con alguna doble intención, pero en este texto, la situación es diferente. El escriba ratifica lo que dice Jesús y Jesús afirma que no está lejos del reino de Dios. Por lo menos este pasaje nos permite ver que es posible coincidir en lo fundamental y vivir una mayor unidad en la experiencia de fe. Aunque conviene recordar que el mismo pasaje, contado por los otros evangelistas -Mateo y Lucas- si muestra al escriba que le pregunta con la intención de ponerlo a prueba.

Pero veamos el diálogo porque es muy interesante. El escriba le pregunta cuál es el primero de los mandamientos. Hemos de recordar que los escribas reconocían 613 mandamientos, de ahí que la pregunta, a la hora de la verdad, no es tan sencilla. Jesús responde señalando dos mandamientos que no están en los conocidos diez mandamientos. Se remite al texto del Deuteronomio 6, 4-5 donde se encuentra la conocida expresión: Shema (escucha) Israel amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y le añade “con toda tu mente”. En realidad, el amor al que se refiere Jesús no es solo un sentimiento, sino que supone una decisión (corazón), una actitud en lo cotidiano de la vida (alma) y con todas las capacidades (fuerzas).

Además, se refiere al segundo mandamiento de amar al prójimo. Para los judíos el prójimo es siempre otro judío. Sin embargo, la praxis de Jesús nos permite ver que Jesús extendía la connotación de prójimo a otros que no eran judíos: el samaritano caído en el camino, la cananea que le pide un milagro, y el mismo mandato que da de amar a los enemigos.

El escriba reconoce la validez de la respuesta que ha dado Jesús, especialmente porque este amor vale más que todos los holocaustos y sacrificios. Jesús fue un crítico en su vida histórica de un culto vacío que no pone en primer lugar al prójimo y su respuesta así lo confirma. Pero en este caso también el escriba lo confirma. Por eso Jesús dirá de él que no está lejos del reino de Dios.

Sería muy importante que también para nosotros estos dos mandamientos marcaran nuestra praxis cristiana e iluminaran todas las decisiones ante las situaciones concretas de la vida. No faltan las corrientes que anteponen las leyes al amor a las personas, ni corrientes que anteponen el culto a la vida de las gentes. Se enfatiza demasiado en cumplir los mandamientos y Jesús contrasta esas actitudes, poniendo las normas al servicio de la vida. También se emplean demasiadas energías en el culto, descuidando el amor al prójimo en lo concreto de cada momento. Nos convendría mucho detenernos en pasajes tan claros como este, donde el amor es el verdadero sentido de la vida cristiana para no enredarnos o enfrascarnos en normas, preceptos y cultos que solo ponen cargas pesadas a las personas sin favorecer la vida y la liberación de toda dificultad. El amor al prójimo siempre será el testimonio creíble del Dios a quien decimos amar y el amor a Dios es imposible tenerlo sin concretarlo en el prójimo a quien podemos ver, como dice la primera carta de Juan. Solo estas actitudes harán que Jesús pueda decir de nosotros que no estamos lejos del reino de Dios. Y, definitivamente, allí es donde queremos estar.

martes, 29 de octubre de 2024

 

Finalizado el Sínodo de la sinodalidad ¿qué queda?

Olga Consuelo Vélez

El sínodo ha sido un largo proceso que generó muchas expectativas, sobre todo en la fase de escucha y en algunos de los documentos que fueron publicados a lo largo del proceso, porque se plantearon muchos temas que se esperaba fueran respondidos con audacia y profetismo. Pero las expectativas fueron descendiendo y el Documento Final aprobado por la Asamblea sinodal -documento avalado por el Papa Francisco quien no hará una Exhortación sobre el sínodo-, deja la sensación de una Iglesia que camina muy lento y, tal vez por eso, muchas veces llega tarde al devenir de la historia.

En términos generales, es un Documento que señala cambios necesarios para conseguir una iglesia sinodal. Invita a hacerlos, fundamenta razones para ello, convoca a ponerlos en práctica, pero nada garantiza que se implementen. De hecho, a lo largo del proceso, no se logró convocar a muchas iglesias locales. No será fácil que ahora presten demasiada atención a este Documento. Pero señalemos, a modo de síntesis (especialmente para aquellos que no tendrán animo de leer 155 numerales), las afirmaciones más significativas (colocaré entre paréntesis el numeral correspondiente).

El Documento consta de una Introducción, cinco partes y una conclusión. La Introducción recuerda la conexión de este sínodo con Vaticano II: es una forma de ponerlo en práctica y de relanzar su fuerza profética para el mundo de hoy (n. 5). Para esto se necesita una profunda transformación de las mentalidades, actitudes y estructuras eclesiales y una superación de las resistencias al cambio (n. 14). Además, es preciso, una Iglesia que permanezca en estado de escucha del Espíritu y en conversión constante (n. 15).

En la primera parte “El corazón de la sinodalidad” se reafirma el lugar preferencial que ocupan los pobres en el corazón de Dios y cómo esta opción por ellos está implícita en la fe cristológica. La Iglesia está llamada a ser el hogar de los pobres y ha de asociarlos a sus opciones apostólicas y de evangelización (n. 19).

Continúa presentando los fundamentos de la sinodalidad: la misma dignidad bautismal en la variedad de vocaciones, carismas y ministerios, formando un solo cuerpo y llamados a caminar juntos (n. 21) y se señalan algunas de sus características:

-        camino de renovación espiritual y de reforma estructural para hacer a la Iglesia más participativa y misionera, más capaz de caminar con cada hombre y mujer irradiando la luz de Cristo (n. 28)

-        no es un fin en sí misma, sino que ha de estar al servicio de la misión que Cristo le ha confiado a su Iglesia (n. 32)

-        implica también a los que ejercen la autoridad (la jerarquía) a la conversión y a la reforma (n. 33)

-        se precisa valorar los contextos, las culturas y las diversidades (n. 40) y establecer la amistad, la paz, la armonía con personas con experiencias morales y espirituales distintas (n. 41).

En otras palabras, la iglesia sinodal es como una orquesta con variedad de instrumentos en donde cada uno mantiene sus propios rasgos distintivos, pero todos están al servicio de la misión común (n. 42). Supone también una espiritualidad sinodal caracterizada por la oración abierta a la participación, al discernimiento vivido en comunidad y a la energía misionera volcada en el servicio (n. 44).

Refiriéndose a situaciones más particulares, el documento expresa, cómo en todas las etapas del proceso sinodal, resonó la necesidad de sanación, reconciliación y reconstrucción de la confianza dentro de la Iglesia, en particular por los escándalos de abusos. Reconocer esa realidad profunda se convierte en un deber sagrado que nos permite reconocer los errores y reconstruir la confianza (n. 46). Esta reconciliación también ha de hacerse con la creación (n. 48).

La segunda parte “la conversión de las relaciones” muestra la urgencia de una verdadera conversión en las relaciones, no como una herramienta para mayor eficacia organizativa, sino para traslucir la gracia de Cristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo (n. 50). Las relaciones hombre y mujer exigen la igual dignidad y reciprocidad entre los dos sexos, conscientes del recurrente dolor y sufrimiento que han sufrido las mujeres de todas las regiones y continentes, tanto laicas como consagradas revelados durante el proceso sinodal (n. 52). Además de las desigualdades entre varones y mujeres se hace referencia al racismo, división de castas, discriminación de las personas con discapacidad, violación de los derechos de las familias, falta de voluntad para acoger a los migrantes como situaciones que exigen otro tipo de relaciones y, por supuesto, la falta de relación con la tierra que amenaza la vida del planeta (n. 54). Con respecto a la mujer, se reconocen los obstáculos que las mujeres siguen teniendo para obtener un reconocimiento más pleno de sus carismas, de su vocación y de su lugar en los ámbitos de la Iglesia. Se pide la aplicación de todas las oportunidades ya previstas en la legislación vigente en relación con el papel de la mujer, especialmente en los lugares donde aún no se ha explorado. Sigue abierta la cuestión del acceso de las mujeres al ministerio diaconal y se recomienda mayor atención al lenguaje, a las imágenes utilizadas en la predicación, la enseñanza, la catequesis y en la redacción de los documentos oficiales de la Iglesia (n. 60).

En este ámbito de las relaciones se pide, también, mayor atención a los niños (n. 61), a los jóvenes (n. 62), a la promoción de más formas de ministerios laicales, no sólo para el ámbito litúrgico (n. 66) y al reconocimiento de la labor de los teólogos y las teólogas (n. 67). Refiriéndose a la labor del obispo se recuerda que ha de prestar un servicio en, con y para la comunidad. Por eso la asamblea sinodal desea que el Pueblo de Dios tenga más voz en la elección de los obispos (n. 70). Se invita a obispos, presbíteros y diáconos a redescubrir la corresponsabilidad en el ejercicio del ministerio con la colaboración de los demás miembros del Pueblo de Dios. Todo esto ayudará a combatir el clericalismo (n. 74). Conviene favorecer los ministerios instituidos (lectorado, acolitado y catequista) (n. 75) como los no instituidos pero que se ejercen con estabilidad por mandato de la autoridad competente. Teniendo en cuenta las necesidades locales, se pide considerar la posibilidad de ampliar y estabilizar el ejercicio ministerial por parte de los fieles laicos (n. 76). Con respecto al laicado se explicitan diversas formas de participación en los que deben estar presentes para la vivencia de una iglesia sinodal (n. 77).

La tercera parte “conversión de procesos”, pide implementar la toma de decisiones más sinodales, el compromiso de rendir cuentas y de evaluar los resultados (n. 79) Todo esto implica discernimiento eclesial (n. 82) para el cual la escucha de la Palabra de Dios es punto de partida fundamental (n. 83). Se presentan las etapas del discernimiento eclesial (n.84) y se recuerda que la competencia decisoria del Obispo, del colegio episcopal y del Obispo de Roma, no es incondicional porque no se puede ignorar la consulta al pueblo de Dios. Se pide incluso revisar la legislación canónica de manera que “voto consultivo” no signifique no tomarlo en cuenta en la decisión final (n. 92). Junto a los procesos de decisión, se señala la importancia de la rendición de cuentas y la evaluación como garantía de transparencia propia de los criterios evangélicos (n. 95). En este mismo sentido, los órganos de participación que hacen posible la iglesia sinodal han de ser de carácter obligatorio, adaptándolos a los diferentes contextos locales (n. 104).

La cuarta parte “conversión de los vínculos” invita a ampliar el espacio del corazón para acoger a las personas que no están en la misma sintonía (n. 110). Se reconocen los profundos cambios socioculturales de la actualidad, debidos a la urbanización (n. 111), la movilidad humana (n. 112) y la difusión de la cultura digital (n. 113), todos ellos exigiendo la resignificación de la dimensión local y la búsqueda de otras formas organizativas para servir mejor (n. 114). La Iglesia, a nivel local y en su unidad católica, se propone como una red de relaciones a través de la cual circula y se promueve la profecía de la cultura del encuentro, de la justicia social, de la inclusión de los grupos marginados, de la fraternidad entre los pueblos, del cuidado de la casa común (n. 121). El modelo de iglesia sinodal permite a las iglesias moverse a ritmos diferentes, siendo expresión de una diversidad legítima y como una oportunidad para intercambiar dones y enriquecerse mutuamente. Este horizonte común requiere discernir, identificar y promover estructuras y prácticas concretas para ser una iglesia sinodal en misión (124). Se propone que el discernimiento pueda incluir, en formas adaptadas a la diversidad de los contextos, espacios de escucha y diálogo con los otros cristianos, representantes de otras religiones, instituciones públicas, organizaciones de la sociedad civil y la sociedad en general (n. 127). Se propone una saludable descentralización y una efectiva inculturación de la fe reconociendo el papel de las Conferencias Episcopales y de los concilios particulares, tanto provinciales como plenarios (n. 129). También para que el ministerio petrino se ejerza en forma sinodal es necesario descentralizarlo y para eso se puede identificar lo que ha de reservarse al Papa y lo que puede ser decidido por los Obispos en sus iglesias (n. 134). La sinodalidad también ha de transformar la curia romana, el ejercicio de los representantes pontificios y las visitas ad limina (n. 135). El sínodo de los obispos, conservando su naturaleza episcopal, ha visto y podrá ver en el futuro en la participación de otros miembros del pueblo de Dios la forma en que está llamado a ejercer su autoridad en una iglesia sinodal (n. 136).

La quinta y última parte “formar un pueblo de discípulos misioneros” señala la importancia de la formación para la práctica de la sinodalidad (n. 141). Se precisa una formación integral, continua y compartida (n. 143), especialmente en la catequesis (n.145). Además, ha de dejarse enriquecer de la dimensión ecuménica (n. 147). En este sentido, es muy importante la formación de los presbíteros, con presencia femenina, y con perspectiva sinodal y la formación de los Obispos para que ejerzan su autoridad con un estilo sinodal (n. 148). Los procesos formativos han de incluir la Doctrina social de la Iglesia, el compromiso por la paz y la justicia, el cuidado de la casa común y el diálogo intercultural e interreligioso para que la acción de los discípulos misioneros incida en la construcción de un mundo más justo y fraterno (n. 151).

El documento final concluye con la imagen del banquete escatológico que ha comenzado en el esfuerzo sinodal de una profecía social, inspirando nuevos caminos para la política, la economía, colaborando con todos los que creen en la fraternidad y la paz en un intercambio de dones con el mundo (n. 153) y pidiendo a María con el título de Odighitria (aquella que indica y guía el camino) para que así como ayudó a la iglesia naciente a abrirse a la novedad de Pentecostés, nos enseñe a ser un pueblo de discípulos misioneros que caminan juntos: una iglesia sinodal (n. 155).

Hasta aquí esta síntesis que creo puede ayudar a muchos a conocer el contenido de todo el Documento final de la Asamblea. Y, entonces nos preguntamos: ¿qué queda de este sínodo de la sinodalidad? Considero que todo lo expresado en el Documento final invita a ponerse en camino para hacerlo realidad. De la recepción de todas estas buenas intenciones dependerá la reforma de la Iglesia, propuesta de Francisco desde el inicio de su pontificado. Vale la pena empeñarse en ello, aunque costará mucho conseguirlo.

Reconociendo todo lo anterior como positivo, también hay que decir que el Documento final quedó en deuda con tantos temas que van de la mano de la sinodalidad. Extraña que no haya ni una referencia a los pueblos originarios ni a los afrodescendientes. Tampoco nada sobre la población LGTBIQ+ y a muchas otras cuestiones que salieron en la fase de escucha. Por otra parte, el hecho de que no se haya cerrado la puerta para el diaconado femenino, con lo cual se muestra que la presión fue fuerte y pese a la insistencia de dejarlo de lado, permaneció en el documento, es una lástima que la bonita expresión que el mismo documento emplea refiriéndose a las mujeres “lo que viene del Espíritu Santo no debe detenerse” (n. 60) no la pongan en práctica y, por el contrario, se afiancen más en su poder patriarcal. Confiamos que la fuerza del Espíritu abra más puertas en este y en otros aspectos para hacer realidad una Iglesia sinodal.

Ha quedado, por tanto, la misma realización de un sínodo con “voz y voto” del laicado, un documento fruto de todo el Pueblo de Dios y el trabajo en el que seguiremos empeñados, algunos en la Iglesia, para no dejar que lo que viene del Espíritu lo detengan.

jueves, 24 de octubre de 2024

 

Que “podamos ver” para vivir un verdadero discipulado

Comentario al evangelio del domingo XXX del Tiempo Ordinario 27-10-2024

 

Olga Consuelo Vélez

 

Llegan a Jericó. Y cuando salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran muchedumbre, el hijo de Timeo (Bartimeo), un mendigo ciego estaba sentado junto al camino. Al enterare de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: ¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí! Muchos le increpaban para que se callara. Pero él gritaba mucho más: ¡Hijo de David, ten compasión de mí! Jesús se detuvo y dijo: Llámenlo. Llaman al ciego, diciéndole: ¡Ánimo, levántate! Te llama. Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino donde Jesús. Jesús dirigiéndose a él, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? El ciego le dijo: Rabbuni, ¡que vea! Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y al instante, recobró la vista y le seguía por el camino.  (Mc 10, 46-52).

 

El evangelio del domingo pasado nos presentaba a Santiago y Juan quienes no habían entendido la pasión de Jesús y le estaban pidiendo sentarse a su derecha y a su izquierda. En este domingo vemos otro personaje, el mendigo ciego Timeo o Bartimeo, que parece entender mejor a Jesús y emprende un auténtico camino del discipulado. El texto nos presenta a Jesús de camino a Jerusalén, pero deteniéndose en Jericó. Y allí es donde Bartimeo está sentado junto al camino y al enterarse que pasa Jesús, lo reconoce como Hijo de David y le pide compasión para su situación. No le va a pedir cosas materiales, lo cual sería propio de su situación de mendicidad, sino algo esencial para su vida: el poder ver. Y aunque la multitud le increpaba para que se callara, consigue la atención de Jesús quien lo manda llamar. Si el domingo hace 15 días nos mostraba un hombre rico que se va triste ante la respuesta que le da Jesús sobre cómo ganar la vida eterna, en este pasaje el ciego no duda en levantarse y despojarse de lo único que tiene -arroja el manto- y rápidamente va donde Jesús. De alguna manera, comienza un seguimiento que, explícitamente al final del texto, se dirá que fue la consecuencia de su encuentro con Él.

Ahora bien, Jesús le pregunta qué quiere que haga por él y el ciego tiene muy clara su petición: ¡que vea! Y Jesús realiza el milagro añadiendo que es la fe del mismo mendigo ciego, la que lo ha salvado. Al instante recobra la vista y aunque Jesús le dice que se vaya con el milagro conseguido, Bartimeo comienza a seguirle por el camino.

Timeo (Bartimeo) se presenta, entonces, como modelo de discipulado que no teme subir con Jesús a Jerusalén donde su muerte es evidente y donde sus discípulos se dispersarán por temor a correr la misma suerte del maestro.

A la luz de este texto, y de los de los domingos anteriores, podemos preguntarnos por el discipulado que vivimos en el aquí y ahora de nuestro tiempo. Sería importante entender los caminos que hoy Jesús recorrería y de qué manera viviría la audacia, el profetismo y el compromiso que supo vivir en su tiempo histórico. Pero tal vez hace falta pedirle a Jesús que nos libre de las cegueras del miedo, de la prudencia, del temor a perder oportunidades, o de tantas otras actitudes que no nos dejan seguirlo por sus mismos caminos. Recuperar la vista al estilo de Bartimeo nos ayudaría a dar testimonio de un seguimiento más fiel a los valores del reino, como tantas veces lo hemos dicho en estos comentarios a los evangelios de los domingos precedentes.

 

 

 

   

jueves, 17 de octubre de 2024

 

Un seguimiento en la lógica del servicio y no del poder

Comentario al evangelio del domingo XXIX del Tiempo Ordinario 20-10-2024

 

Olga Consuelo Vélez

 

Se acercan a Él Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo y le dicen: Maestro, queremos nos concedas lo que te pidamos. Él les dijo: ¿Qué quieren que les conceda? Ellos le respondieron: Concédenos que nos sentemos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda. Jesús les dijo: No saben lo que piden. ¿Pueden beber la copa que yo voy a beber o ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado? Ellos le dijeron: Sí, podemos. Jesús les dijo: La copa que yo voy a beber, si la beberán y también serán bautizados en el bautismo con que yo voy a ser bautizado; pero, sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado. Al oír esto los otros diez, empezaron a indignarse contra Santiago y Juan. Jesús, llamándoles, les dice: Saben que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre ustedes, sino que el que quiera llegar a ser grande entre ustedes, será su servidor, y el que quiera ser el primero entre ustedes, será esclavo de todos, que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida como rescate por muchos. (Mc 10, 35-45)

 

La segunda parte del evangelio de Marcos se estructura en base a los tres anuncios de la pasión, anuncios que no son comprendidos por los suyos. El evangelio de hoy, está precedido por el tercer anuncio que Jesús hace, a los suyos, subiendo a Jerusalén en el que les dice que el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, se burlarán de él, lo escupirán, lo azotarán y lo matarán y a los tres días resucitará (Mc 10, 33-34). Y en ese contexto Santiago y Juan se acercan a Jesús para pedirle que les conceda el estar a su derecha y a su izquierda. Situados en todo el contexto se entiende con más fuerza la incomprensión de los discípulos del camino de Jesús y la diferencia de valores que tienen en su horizonte de seguimiento. Una vez más Jesús les explica por dónde va la lógica del discipulado y para eso se sirve de los símbolos de la copa y del bautismo para explicarles, de nuevo, que él va morir en rescate por muchos, como se dirá al final de este evangelio. Es decir, una muerte vicaria en el que Jesús se entrega por los suyos. Cabe anotar que el término “muchos”, en la cosmovisión de ese tiempo se entiende como “todos”, es decir, realmente Jesús se entrega por toda la humanidad.

Pero visto que los discípulos no logran entender la lógica del reinado de Dios anunciado por Jesús y las consecuencias que Jesús va a vivir por dicho anuncio, Jesús llama a sus discípulos -los cuales ya estaban indignados por la postura de Santiago y Juan- y les vuelve a explicar en qué consiste su mesianismo: no es igual al de los señores del mundo que solo saben de poder y de oprimir a los otros, sino de servicio al mismo estilo de Jesús. La lógica del reino no va por el camino de los ascensos, del prestigio, del honor, del poder. Va por la lógica del servicio y en eso consiste la grandeza de la comunidad del reino. El que quiera ser el primero ha de ser el servidor de todos.

No es difícil entender el mensaje del evangelio de hoy, pero sigue siendo difícil vivirlo en la iglesia actual. Justamente la experiencia del sínodo de la sinodalidad invita a caminar juntos, a ser una comunidad donde la única dignidad sea la del bautismo y en la que todos los ministerios se entiendan en clave de servicio. Pero no está siendo fácil practicar esa otra manera de ser iglesia porque son demasiados siglos de clericalismo, de estructura piramidal, de honor eclesial, de dignidad sacerdotal o episcopal, de títulos honoríficos para quienes están en los niveles de decisión, de ejercicio del poder entendido como superioridad y no como servicio. El papa Francisco desde el inicio de su pontificado ha criticado el clericalismo -que no solo es vivido por los clérigos sino también por los laicos que apoyan con sus actitudes esa manera piramidal de ser Iglesia. También Francisco se refirió a los pastores con olor a oveja y a cómo deben caminar no solo delante sino en medio y detrás de la porción del pueblo de Dios que se les ha encomendado.

Conviene, entonces, revisar el tipo de seguimiento que vivimos para verificar si se inscribe en la lógica del servicio y, un servicio que comience por los más pobres.  

lunes, 14 de octubre de 2024

 

Santa Teresa de Jesús: inquieta, andariega, desobediente … muy distinto sería el sínodo con ella …

 

 

Olga Consuelo Vélez

 

El 15 de octubre se celebra la fiesta de Santa Teresa de Jesús. Su vida y su obra mantienen actualidad porque ella fue una mujer que supo vivir en “su tiempo” y “adelantada a este”. Vivió en su tiempo y afrontó las circunstancias que su momento le deparaban, con naturalidad, confianza, intrepidez. Pero también vivió adelantada a su tiempo porque rompió moldes y estereotipos de su época, ganándose así enemigos y contradictores. Muchas cosas podríamos decir de ella para mostrar la actualidad de su legado. Recordemos algunas para celebrarla en su fiesta.

Fue una mujer a la que le importaba lo que pasaba y sentía la necesidad de implicarse en ello para dar alguna respuesta. Así lo expresa: “Está ardiendo el mundo, quieren tornar a sentenciar a Cristo, como dicen, pues le levantan mil testimonios, quieren poner su Iglesia por el suelo, ¿y hemos de gastar tiempo en cosas que, por ventura, si Dios se las diese, tendríamos un alma menos en el cielo? No, hermanas mías, no es tiempo de tratar con Dios negocios de poca importancia”. O, como también lo expresó: “Veo los tiempos de manera que no es razón desechar ánimos virtuosos y fuertes, aunque sean de mujeres”. Por supuesto esta expresión refleja la comprensión sobre las mujeres de aquella época -y de aún hoy en ciertos sectores-. Pero para ella, aquellas que tildan de “débiles”, en realidad tienen “ánimos virtuosos y fuertes”.

Su mayor legado fue la experiencia de oración que supo vivir y enseñar, especialmente, a sus monjas. En tiempos donde no estaba permitida la oración mental para las mujeres, ella no duda en instar a sus hermanas que emprendan el camino de oración y que ante las críticas que puedan recibir de parte de los clérigos por tener la osadía de seguir ese camino, no les hagan caso porque, según ella, esas críticas –“son opiniones del vulgo”-; y también les recomienda que cuando les digan que dejen la oración, apelen a la regla que “manda a orar sin cesar”.

Dos cosas son centrales para ella en la oración: (1) la importancia del amor y (2) la humanidad de Cristo. Lo primero es muy significativo porque no es la oración por la oración, no la propone como una técnica, un ascetismo -como a veces se enseña hoy- porque lo que interesa es el amor: “no está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho, y así lo que más os despertare a amar, eso haced”. Lo segundo es definitivo: la humanidad de Cristo es el medio para la más subida contemplación, aunque sus contemporáneos lo negaban: “Y veo yo claro (…) para contentar a Dios y que nos haga grandes mercedes, quiere sea por manos de esta Humanidad sacratísima, en quien dijo Su Majestad se deleita (…) He visto claro que por esta puerta hemos de entrar (…) Así que vuestra merced, señor (el P. García de Toledo) no quiera otro camino, aunque esté en la cumbre de la contemplación, por aquí va seguro (…) y en tiempo de sequedades, es muy buen amigo Cristo, porque le miramos Hombre y lo vemos con flaquezas y trabajos y es compañía”. Busca orientaciones sobre su propio proceso de oración, pero lo hace con personas “letradas” -porque sabe lo fácil que es caer en cualquier tipo de explicaciones falsas- pero, al mismo tiempo, para ella la oración es fuente de sabiduría porque “la verdad de Dios se nos entrega en la oración, en el trato amistoso con Él”. Por eso puede contradecir a quienes le dicen que no tiene razón.

Algo sorprendente son las fundaciones que hace. No hay dificultad humana que se lo impida porque su confianza es absoluta en Dios y sabe que, si ella pone todo de su parte, Dios no dejará la obra inconclusa. Sabemos que no solo funda conventos de mujeres sino también de varones. Y parece que no le tema a nada. Es capaz de enfrentarlo todo y no cesa de buscar soluciones a las dificultades que se le presentan. Actúa con astucia para conseguir lo que persigue y sabe ocultar sus intenciones para no ser reprobada por los superiores hasta que se realiza la obra: “Y así me determiné de hablar al gobernador, y me fui a una iglesia que está junto con su casa y le envié a suplicar que tuviese por bien de hablarme. Había ya más de dos meses que se andaba en procurarlo y cada día era peor. Como me vi con él, le dije que era recia cosa que hubiese mujeres que querían vivir en tanto rigor y perfección y encerramiento, y que los que no pasaban nada de esto, sino que se estaban en regalos, quisiesen estorbar obras de tanto servicio de nuestro Señor. Estas y otras hartas cosas le dije con una determinación grande que me daba el Señor; de manera le movió el corazón, que antes de que me quitase de con él, me dio la licencia.”

Gracias a sus escritos podemos hoy seguir profundizando en su legado. Una y otra vez se estudian, se meditan, se oran, se reflexionan sus obras y siempre se saca mucho provecho de ellas. En sus escritos también muestra su osadía y su estar adelantada a su tiempo. Más de una obra fue cuestionada y retirada, pero la fuerza de su experiencia permitió que se recuperaran y podamos seguir aprendiendo hoy de su inmensa hondura espiritual.

Pero lo que más me encanta de Teresa es lo que un nuncio del Papa, afirmó de ella: "...femina inquieta, andariega, desobediente y contumaz, que a título de devoción inventaba malas doctrinas, andando fuera de la clausura, contra el orden del Concilio Tridentino y Prelados: enseñando como maestra, contra lo que San Pablo enseñó, mandando que las mujeres no enseñasen”. Precisamente esas palabras muestran todo lo que ella fue en su tiempo, saliéndose de los moldes establecidos porque en realidad amaba a la Iglesia y no se resignaba a que en ella no se viviera la radicalidad del evangelio.

Personas como Teresa son las que necesitamos en este tiempo en que se está realizando el sínodo de la sinodalidad como una concreción de la “reforma” de la Iglesia que Francisco propuso al inicio de su pontificado. Lamentablemente el coraje y audacia de Teresa no parecen presentes en los padres y madres sinodales que, atrapados en la estructura pesada y casi inmóvil de la Iglesia, van desarrollando lo estipulado en el proceso, pero dejando de lado muchos de los aspectos que salieron en la etapa de escucha. Se invocan muchas razones: no es el momento, no está suficientemente maduro, hay que tener paciencia, mejor lograr poco que no lograr nada, etc. Ojalá Teresa inspirara otra manera de actuar en la Iglesia: la del profetismo y la valentía para empujar caminos que rompen moldes y estrenan horizontes distintos e inéditos, aquellos que en verdad vienen del Espíritu, aquél de quien afirmamos que “hace nuevas todas las cosas” (Ap 21,5)

 

jueves, 10 de octubre de 2024

 

Vivir un seguimiento fiel a los valores del reino

Comentario al evangelio del domingo XXVIII del Tiempo Ordinario 13-10-2024

 

Olga Consuelo Vélez

 

 

Se ponía ya en camino cuando uno corrió a su encuentro y arrodillándose ante él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna? Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre. Él, entonces, le dijo: Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud. Jesús fijando en él su mirada, le amó y le dijo: Una cosa te falta: anda, cuando tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme. Pero él, abatido por estas palabras, se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes. Jesús mirando a su alrededor, dice a sus discípulos: ¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios! Los discípulos quedaron sorprendidos al oír estas palabras. Mas Jesús, tomando de nuevo la palabra, les dijo: Hijos, ¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que el que un rico entre en el Reino de Dios. Pero ellos se asombraban aún más y se decían unos a otros: y, ¿quién se podrá salvar? Jesús, mirándolos fijamente dice: Para los hombres, imposible; pero no para Dios, porque todo es posible para Dios. Pedro se puso a decirle: Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. Jesús dijo: Yo les aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno; ahora al presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones y en el mundo venidero, vida eterna. (Mc 10, 17-30)

 

El evangelio de hoy es bastante conocido. Se refiere al hombre rico que se acerca a Jesús para preguntarle qué ha de hacer para tener en herencia la vida eterna y a los discípulos que, efectivamente, están siguiendo a Jesús, es decir, en contraste con este hombre. Anotemos algunos detalles de cada parte del texto.

Esta parábola se le conoce como la del joven rico, pero, en realidad, los textos no hablan de un joven sino de un hombre que ha cumplido desde su juventud los mandamientos. Es interesante que el diálogo ocurre en el camino. El seguimiento es caminar con Jesús, es seguirlo por su misma senda. El hombre se arrodilla y le llama maestro bueno. Estos signos manifiestan el reconocimiento que este personaje hace de Jesús. Pero no basta reconocer a Jesús, lo importante será asumir su mismo camino. Y precisamente esto es lo que no hará el hombre rico. Según la conversación, él cumple los mandamientos, pero ante la propuesta de Jesús de vender sus bienes para dárselos a los pobres, la buena disposición que manifestaba al inicio del encuentro, termina porque, como dice el texto, tenía muchos bienes.

Es importante caer en cuenta de que la propuesta de Jesús es totalmente contracultural. Para el pueblo judío, tener bienes era señal de bendición de Dios. Y, justamente, Jesús le propone ir en contra de esa bendición. La motivación de Jesús es clara: el reino de Dios que anuncia no admite ninguna exclusión y por eso, entrar al reino, implica entrar con los otros, comenzando con los más pobres. El hombre rico no logro hacer este cambio. La propuesta contradecía lo que él, como buen judío, había vivido siempre. La mirada afectuosa de Jesús no logra tampoco cambiar la actitud del rico y, como dice el texto, se va abatido o entristecido. Y Jesús afirma la dificultad para entrar al reino de Dios cuando se tienen muchos bienes.

No está lejos esta historia de la de tantos que queriendo ser buenos cristianos, preguntando cómo ser mejores cristianos quedan decepcionados por las respuestas que reciben que no van en la lógica que ellos han construido y no logran dar el paso por mucho que se les explique. Hay cristianos apegados al cumplimiento de los mandamientos, pero incapaces de entender la novedad del reino que siempre pone al ser humano por encima de la norma y trabaja por la inclusión de todos con lo que eso supone de desprendimiento y compartir de bienes.

Después de este relato se da el diálogo entre Jesús y sus discípulos quienes han sido testigos de lo que sucedió. Según el texto, Jesús miró al hombre rico. Ahora mira a su alrededor donde están sus discípulos y afirma la dificultad para que los ricos entren al reino. No es de extrañar que los discípulos queden sorprendidos y Jesús les continúa explicando con el ejemplo de la dificultad de un camello para pasar por el ojo de una aguja. Sobre este tema se dan diversas interpretaciones de si el camello es una soga gruesa y la aguja una puerta. Eso no es lo importante. Lo que Jesús expresa es la propuesta contracultural que significa el reinado de Dios. Ya no son bendición los muchos bienes sino la solidaridad y la preocupación efectiva por los pobres. Y aunque esto parezca imposible que se entienda por aquellos que han vivido en otro horizonte, Jesús afirma que es posible porque Dios es quien propone este reino y con él, todo es posible.

El texto termina mostrando que los discípulos si han dejado los bienes y están siguiendo a Jesús. Por eso el mismo Jesús reconoce que quien ha dejado todo, recibirá el ciento por uno -es decir mucho más de lo que ha dejado- y, sin duda, la vida eterna que el rico deseaba tanto alcanzar. Pero dos detalles se pueden señalar en esas palabras de Jesús. Si ellos han dejado padre, madre, bienes, recibirán madre y bienes. El texto no habla de padres porque en la familia del reino el único padre es Dios y todos los demás son hermanos y hermanas. En un contexto patriarcal, en un modelo de familia donde la primacía la tiene el padre, la familia del reino no tiene padres, no se establece por jerarquías. No es de extrañar que sea difícil el seguimiento de Jesús porque supone otros valores que contradicen lo que cultural y religiosamente establecido.

El segundo aspecto es que Jesús les advierte de las persecuciones que también implica el seguimiento. Recordemos que Marcos le escribe a una comunidad que está siendo perseguida y la figura de Jesús que resalta es la del Mesías crucificado. Quien sigue a este Mesías no está lejos de ser perseguido como lo fue Jesús.

Este evangelio, por tanto, nos invita a vivir el seguimiento en fidelidad a los valores del reino, sin pretender domesticarlos o acomodarlos a lo establecido. Nos advierte de la dificultad, pero nos invita a la confianza porque quien lo hace posible es Dios mismo para quien todo es posible.

 

martes, 8 de octubre de 2024

 

¿Cómo va el sínodo de la sinodalidad?

Olga Consuelo Vélez

El Sínodo ha iniciado la segunda semana de realización. Comenzó con un retiro espiritual y una vigilia penitencial en la que, después de escuchar tres testimonios -de un sobreviviente de abusos sexuales, de una voluntaria que acoge a migrantes y de una religiosa testiga de la guerra en Siria-, siete cardenales pidieron perdón por pecados de la Iglesia que han socavado la confianza en ella. El mismo Papa redactó esas peticiones de perdón contra los abusos sexuales de menores, contra la paz, la creación, los pueblos indígenas, los migrantes, el pecado contra la mujer, la familia, los jóvenes; el pecado contra la pobreza, contra la sinodalidad, contra la falta de escucha, y contra la doctrina utilizada como piedra para ser arrojada. Personalmente me impactaron las palabras con las que se introducía cada petición de perdón: “sintiendo vergüenza”. Efectivamente, solo desde una vergüenza sincera y honda se puede recomenzar de nuevo. Muchos han tapado los pecados de la Iglesia. Otros los han relativizado aduciendo que ellos suceden mucho más en otros espacios no eclesiales y otros los han calificado como ataques contra la institución eclesial. Esa vigilia permitió mostrar un deseo sincero de honestidad, de reparación de las víctimas, de hacer lo posible porque eso nunca más suceda. Todo esto solo será posible en la medida que todos los miembros del Pueblo de Dios “sintamos vergüenza” por la Iglesia que amamos, reconociendo que le falta tanto para testimoniar la Iglesia querida por Jesús.

Los trabajos sinodales se están centrando en el Instrumentum Laboris. Ya se trabajó la parte correspondiente a los “Fundamentos de la sinodalidad” y estos días se está trabajando la Primera Parte, titulada “Relaciones”. La metodología, a grandes rasgos, consiste en la intervención de los participantes en la mesa que les corresponde, diciendo lo positivo del documento y lo que necesita ser revisado. La persona que hace el papel de relatadora organiza los aportes y la síntesis de cada mesa será llevada a las plenarias o congregaciones generales. Así se hará con cada una de las tres partes del documento, hasta llegar al día 21 de octubre en el que se presentará el borrador del documento final, el cual será discutido del 22 al 26, de forma que el 27, se clausure el sínodo.

De lo que se puede saber por las ruedas de prensa, una petición importante que salió desde el inicio fue sobre el trabajo de los diez grupos de estudio, nombrados por Francisco, pidiendo que sus resultados sean devueltos a los sinodales, antes de ser ratificados por el Papa. De esa manera, no quedan como aportes independientes del sínodo, sino que permanecen en la dinámica sinodal. También se preguntó sobre la conformación del grupo 5 -sobre ministerios eclesiales- que está bajo la coordinación del Dicasterio para la fe y del que no se conocen sus integrantes. No sé cómo lo concretarán, pero se nota el esfuerzo de algunos sinodales para mantener la dinámica prevista. Sin embargo, quedan varias dudas en el ambiente ya que todos los grupos están formados por demasiados miembros de los respectivos dicasterios y no se nota una participación más plural de expertos. Muchos menos, participación del laicado -varones y mujeres- y de procedencia geográfica más variada.

Otro aspecto a destacar es la insistencia en la realidad de las mujeres. Se sabe de los esfuerzos por no tratar el tema en el sínodo y la justificación de no ser algo tan importante para que centre la dinámica del sínodo o de no considerar que sea el momento adecuado para hablar de ministerios ordenados para las mujeres, especialmente, del diaconado. Sin embargo, no dejan de aparecer las preguntas, las insistencias, las búsquedas, la conciencia cada vez más creciente de que sin resolver con acciones y no con justificaciones, la plena participación de las mujeres en la Iglesia, se hablará de sinodalidad pero no se realizará plenamente, se pedirá perdón pero no se restituirá la confianza.

Vale la pena saber que al inicio del sínodo diversas organizaciones de mujeres, especialmente las que han pedido explícitamente los ministerios ordenados, pretendieron recordar sus peticiones con pancartas en los alrededores de la Plaza de San Pedro y fueron interceptadas, desde antes de llegar a la plaza, por guardias de seguridad, impidiéndoles la entrada. Estas acciones se divulgan poco, pero conviene saberlas para entender las resistencias eclesiales, pero al mismo tiempo, la firmeza de tantas mujeres en sus demandas ya que crece la conciencia de realizarlas no porque sean un grupo pequeño de mujeres -revoltosas, feministas o desadaptadas de la Iglesia (como invocarían algunos)-, sino por responder a una vocación que proviene del Espíritu y desde hace mucho tiempo (por no decir desde los orígenes), se ha manifestado y no dejará de hacerlo. Podrán acallarlo, pero no extinguirlo. He ahí la responsabilidad histórica de este momento actual. Sin embargo, pareciera que no está fácil conseguirlo. Queda el desafío de no bajar la guardia porque la sinodalidad no será efectiva sin dar pasos en este sentido.

El sínodo continúa y desde la Fundación Amerindia -red de teólogos/as latinoamericanos-, auspiciadores del “Observatorio Latinoamericano de sinodalidad”, se ha establecido una “tienda de la sinodalidad” a partir de la cual se están ofreciendo reflexiones teológicas a las madres y padres sinodales que lo desean. Así mismo se están realizando mesas temáticas sobre muchos de los temas que exigen la vivencia sinodal: pastoral hispana en Estados Unidos, afrodescendientes, pueblos originarios, horizonte liberador latinoamericano, opción por los pobres, vida religiosa, movimientos populares, misión evangelizadora de la Iglesia, laicado, mujeres, ministerios ordenados, estructuras sinodales, migrantes, etc. De esta manera se está acompañando el proceso sinodal y se espera contribuir, posteriormente, en la recepción de este acontecimiento eclesial. Aquí estamos en esta tarea, con dedicación y entusiasmo. Esperemos que el Espíritu supere todas las resistencias y los frutos sean abundantes.

viernes, 4 de octubre de 2024

Comentario al evangelio del domingo 6-10-2024





miércoles, 2 de octubre de 2024

 

Mujeres, niños y tantos excluidos: principales destinatarios del Reino

Comentario al evangelio del domingo XXVII del Tiempo Ordinario 6-10-2024

 

Olga Consuelo Vélez

 

 

Se acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, preguntaban: ¿Puede el marido repudiar a la mujer? Él les respondió: ¿Qué les prescribió Moisés? Ellos le dijeron: Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla. Jesús les dijo: Teniendo en cuanta la dureza de su corazón escribió para ustedes este precepto. Pero desde el comienzo de la creación, Él los hizo varón y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre. Y ya en casa, los discípulos le volvían a preguntar sobre esto. Él les dijo: quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquélla y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio. Le presentaban unos niños para que los tocara: pero los discípulos les reñían. Más Jesús, al ver esto, se enfadó y les dijo: Dejen que los niños vengan a mí, no se lo impida, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios. Yo les aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él. Y abrazaba a los niños y los bendecía poniendo las manos sobre ellos. (Mc 10, 2-16)

 

El evangelio de Marcos nos trae este domingo dos escenas que nos van a recordar quiénes están en el centro del Reino de Dios. En este caso se va a referir a las mujeres y a los niños. Pero veamos, en cada caso, cuáles son las connotaciones propias.

Sobre las mujeres, el contexto es de poner a prueba a Jesús con las preguntas que le hacen. Los fariseos conocen perfectamente la Ley, pero al hacerle ese tipo de preguntas a Jesús muestran la intencionalidad de ver qué dice para poder acusarlo. Es una actitud que está presente en algunos sectores de Iglesia. Aferrados a leyes y normas hacen preguntas que no siempre se pueden responder con un sí o con un no, pero precisamente así quieren acusar al interrogado de estar del lado de la norma o de no estar. Vale la pena recordar que los asuntos humanos son mucho más complejos y por eso no se resuelven con una respuesta afirmativa o negativa. En estos casos no podemos olvidar que ha de intervenir siempre el discernimiento, la atención a las situaciones concretas que rodean cada caso y, en último término, al recinto sagrado de la conciencia de cada uno -por supuesto una conciencia moral bien formada- que toma la última decisión.

Pero volvamos al caso que nos ocupa. Los fariseos le preguntan a Jesús si el marido puede repudiar a la mujer. Jesús responde apelando a lo dicho por Moisés y aclarando que ese precepto se debe a la dureza del corazón de las personas. Continúa diciendo que, desde el principio, Dios creó al varón y a la mujer y la pareja humana está llamada a ser una sola carne. Por eso, aquello que es contrario al plan original de Dios, resulta inaceptable. Precisamente, la figura esponsal remite al amor de Dios a su pueblo, amar fiel para siempre.

Conviene advertir que Jesús está hablando desde otro contexto, otra cultura y por eso, el énfasis de este texto no está puesto en si Jesús condena el divorcio sino en la postura de Jesús frente a las mujeres. En esa cultura ellas no pueden tomar la decisión de separarse y, por el contrario, el varón puede hacerlo por casi cualquier motivo. El firmar el acta de repudio pareciera que liberaría a la mujer para casarse de nuevo, pero en la práctica, era muy difícil que eso ocurriera. La mujer repudiada corría la suerte de las viudas, totalmente desamparada. El apelo, entonces, a que la separación no debería ocurrir porque no es la voluntad de Dios, responde más a salvaguardar la vida y dignidad de las mujeres. Si lo miramos desde la actualidad hemos de recordar que ninguna violencia contra las mujeres ha de ser tolerada, así eso suponga la ruptura del vínculo matrimonial.

Marcos en su evangelio señala la casa como aquel lugar de intimidad, donde se reúne la familia del reino y dónde se puede instruir sobre dichos valores. Por eso el evangelio se refiere a la pregunta que nuevamente los discípulos le hacen a Jesús, estando ya en casa, sobre el mismo tema. Jesús sigue insistiendo en la llamada a la vivencia de ese amor que es capaz de hacer de dos un proyecto común, pero sin que eso signifique que Jesús está respondiendo a problemas actuales de manera literal.

Continua el evangelio tomando como centro de la conversación a los niños y, en este contexto, ellos son símbolo de la gratuidad del reino. No hay que hacer ningún mérito para recibir el don del reino. En efecto, los niños no son apreciados en esa cultura hasta que se hagan mayores de edad y por eso, más que símbolo de inocencia o de pureza, son signo de exclusión que Jesús corrige al bendecirlos poniendo las manos sobre ellos. Y, precisamente, el reino se da a todos aquellos que la sociedad excluye, juzgando que no merecen nada. Jesús pide esa actitud de saberse nada para entender, por contraste, la gratuidad del reino que se nos regala.

Busquemos, entonces, entender los valores del reino de Dios que siempre pone de primeras a los excluidos, no porque sean mejores, sino porque el reino es gratuidad real y verdadera.