¿Cómo va el sínodo de la sinodalidad?
Olga Consuelo Vélez
El Sínodo ha iniciado la segunda semana de
realización. Comenzó con un retiro espiritual y una vigilia penitencial en la
que, después de escuchar tres testimonios -de un sobreviviente de abusos
sexuales, de una voluntaria que acoge a migrantes y de una religiosa testiga de
la guerra en Siria-, siete cardenales pidieron perdón por pecados de la Iglesia
que han socavado la confianza en ella. El mismo Papa redactó esas peticiones de
perdón contra los abusos sexuales de menores, contra la paz, la creación, los
pueblos indígenas, los migrantes, el pecado contra la mujer, la familia, los jóvenes;
el pecado contra la pobreza, contra la sinodalidad, contra la falta de escucha,
y contra la doctrina utilizada como piedra para ser arrojada. Personalmente me
impactaron las palabras con las que se introducía cada petición de perdón:
“sintiendo vergüenza”. Efectivamente, solo desde una vergüenza sincera y honda
se puede recomenzar de nuevo. Muchos han tapado los pecados de la Iglesia.
Otros los han relativizado aduciendo que ellos suceden mucho más en otros
espacios no eclesiales y otros los han calificado como ataques contra la
institución eclesial. Esa vigilia permitió mostrar un deseo sincero de
honestidad, de reparación de las víctimas, de hacer lo posible porque eso nunca
más suceda. Todo esto solo será posible en la medida que todos los miembros del
Pueblo de Dios “sintamos vergüenza” por la Iglesia que amamos, reconociendo que
le falta tanto para testimoniar la Iglesia querida por Jesús.
Los trabajos sinodales se están centrando en el
Instrumentum Laboris. Ya se trabajó la parte correspondiente a los “Fundamentos
de la sinodalidad” y estos días se está trabajando la Primera Parte, titulada “Relaciones”.
La metodología, a grandes rasgos, consiste en la intervención de los participantes
en la mesa que les corresponde, diciendo lo positivo del documento y lo que
necesita ser revisado. La persona que hace el papel de relatadora organiza los
aportes y la síntesis de cada mesa será llevada a las plenarias o congregaciones
generales. Así se hará con cada una de las tres partes del documento, hasta
llegar al día 21 de octubre en el que se presentará el borrador del documento
final, el cual será discutido del 22 al 26, de forma que el 27, se clausure el
sínodo.
De lo que se puede saber por las ruedas de
prensa, una petición importante que salió desde el inicio fue sobre el trabajo
de los diez grupos de estudio, nombrados por Francisco, pidiendo que sus resultados
sean devueltos a los sinodales, antes de ser ratificados por el Papa. De esa
manera, no quedan como aportes independientes del sínodo, sino que permanecen
en la dinámica sinodal. También se preguntó sobre la conformación del grupo 5 -sobre
ministerios eclesiales- que está bajo la coordinación del Dicasterio para la fe
y del que no se conocen sus integrantes. No sé cómo lo concretarán, pero se
nota el esfuerzo de algunos sinodales para mantener la dinámica prevista. Sin
embargo, quedan varias dudas en el ambiente ya que todos los grupos están
formados por demasiados miembros de los respectivos dicasterios y no se nota
una participación más plural de expertos. Muchos menos, participación del
laicado -varones y mujeres- y de procedencia geográfica más variada.
Otro aspecto a destacar es la insistencia en la
realidad de las mujeres. Se sabe de los esfuerzos por no tratar el tema en el
sínodo y la justificación de no ser algo tan importante para que centre la
dinámica del sínodo o de no considerar que sea el momento adecuado para hablar
de ministerios ordenados para las mujeres, especialmente, del diaconado. Sin
embargo, no dejan de aparecer las preguntas, las insistencias, las búsquedas,
la conciencia cada vez más creciente de que sin resolver con acciones y no con
justificaciones, la plena participación de las mujeres en la Iglesia, se
hablará de sinodalidad pero no se realizará plenamente, se pedirá perdón pero
no se restituirá la confianza.
Vale la pena saber que al inicio del sínodo
diversas organizaciones de mujeres, especialmente las que han pedido
explícitamente los ministerios ordenados, pretendieron recordar sus peticiones
con pancartas en los alrededores de la Plaza de San Pedro y fueron
interceptadas, desde antes de llegar a la plaza, por guardias de seguridad,
impidiéndoles la entrada. Estas acciones se divulgan poco, pero conviene
saberlas para entender las resistencias eclesiales, pero al mismo tiempo, la
firmeza de tantas mujeres en sus demandas ya que crece la conciencia de
realizarlas no porque sean un grupo pequeño de mujeres -revoltosas, feministas
o desadaptadas de la Iglesia (como invocarían algunos)-, sino por responder a una
vocación que proviene del Espíritu y desde hace mucho tiempo (por no decir
desde los orígenes), se ha manifestado y no dejará de hacerlo. Podrán
acallarlo, pero no extinguirlo. He ahí la responsabilidad histórica de este
momento actual. Sin embargo, pareciera que no está fácil conseguirlo. Queda el
desafío de no bajar la guardia porque la sinodalidad no será efectiva sin dar
pasos en este sentido.
El sínodo continúa y desde la Fundación
Amerindia -red de teólogos/as latinoamericanos-, auspiciadores del “Observatorio
Latinoamericano de sinodalidad”, se ha establecido una “tienda de la
sinodalidad” a partir de la cual se están ofreciendo reflexiones teológicas a las
madres y padres sinodales que lo desean. Así mismo se están realizando mesas
temáticas sobre muchos de los temas que exigen la vivencia sinodal: pastoral
hispana en Estados Unidos, afrodescendientes, pueblos originarios, horizonte
liberador latinoamericano, opción por los pobres, vida religiosa, movimientos
populares, misión evangelizadora de la Iglesia, laicado, mujeres, ministerios
ordenados, estructuras sinodales, migrantes, etc. De esta manera se está
acompañando el proceso sinodal y se espera contribuir, posteriormente, en la
recepción de este acontecimiento eclesial. Aquí estamos en esta tarea, con
dedicación y entusiasmo. Esperemos que el Espíritu supere todas las
resistencias y los frutos sean abundantes.
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