25 de mayo: Día
nacional por la dignidad de las mujeres víctimas de violencia sexual
Hay gente que todavía duda del sufrimiento que llevan las
mujeres por el hecho de ser mujeres. Para todos aquellos que lo dudan y que les
parece inútil el seguir hablando de la realidad de las mujeres, podrían fijarse
en la violencia sexual que vivieron las mujeres en el conflicto armado
colombiano. Más de dos millones de mujeres sufrieron violencia sexual por parte
de todos los actores armados: guerrilla, paramilitares y ejército nacional. Los
testimonios que estas mujeres cuentan son desgarradores. Muchas niñas violadas
por más de 40 hombres, uno tras otro. Muchas madres de familia violadas frente
a sus hijos e hijas. Muchas esposas despreciadas por sus esposos o familiares
por haber sido violadas por esos hombres desconocidos que hirieron “su honor”
de jefes de familia.
Algunas de estas mujeres no soportaron el sufrimiento que
vivieron y se suicidaron, otras han vivido con el dolor y el silencio porque
saben que hablar de eso les trae burlas y desprecio y porque les han
introyectado una culpa que les impide ver que ellas no son culpables, lo son
sus victimarios. Más de una, fue a poner la denuncia frente a las autoridades,
pero allí sufrieron un doble abuso: miradas y palabras que las victimizaban
nuevamente. Pero no faltaron las que se han levantado -como las mariposas- y
hoy siguen luchando por su dignidad y la de todas las que sufrieron tanta
violencia sexual y exigen justicia y reconocimiento de lo atroz de semejante
violencia, invisibilizada por la sociedad patriarcal que no quiere reconocer su
manera de concebir a las mujeres y la consecuencia que esto trae.
Gracias a esa lucha, se decretó en Colombia, en 2014, el “Día
nacional por la dignidad de las mujeres víctimas de violencia sexual”. En esta
conmemoración fue central el trabajo incansable de la periodista Jineth Bedoya
quien en 2009 fue secuestrada, torturada y abusada por un grupo de
paramilitares mientras estaba ejerciendo su tarea periodística. Actualmente,
más de 23.000 mujeres están registradas como víctimas de ese tipo de violencia,
muchas otras, por supuesto, no se atreven a hacerlo porque saben que la
justicia tarda demasiado.
Precisamente en los Acuerdos firmados con la FARC-EP, uno de
los capítulos valiosos fue la perspectiva de género que permitía reconocer este
crimen como uno de los más atroces cometidos en el conflicto armado colombiano.
Pero la resistencia a comprender la profundidad de lo que sufren las mujeres, hizo
que se tergiversara la perspectiva o enfoque de género de esos acuerdos y,
lamentablemente, muchas personas -en su mayoría gente que se dice “creyente”,
voto en contra de tales acuerdos. Afortunadamente, al final ganó la sensatez y
se aprobó tal perspectiva que permite que estas víctimas hoy puedan reclamar
sus derechos y exijan la reparación que merecen.
Justamente el pasado 23 de mayo se presentó ante la Jurisdicción
Especial para la Paz (JEP, sistema de justicia creado, a raíz de los Acuerdos
de Paz, para la verdad, justicia, reparación y no repetición) la denuncia de 47
casos de abusos sexuales de 39 mujeres entre 1983 y 2014 en los Montes de María
(una región colombiana entre dos departamentos -Bolívar y Sucre-). Según este
informe, estos actos fueron cometidos por miembros de la FARC-EP, seguidos por
10 cometidos por miembros del Ejército Nacional y uno por la Policía. En todos
los casos la consigna era “castigar, dominar, regular o desplazar a las mujeres
víctimas”. Ya se tienen acreditados otros casos, pero en todos ellos la mayor
dificultad es que los victimarios reconozcan estos crímenes porque les resulta
más fácil confesar que cometieron masacres a aceptar que la violación sexual es
un crimen atroz que no puede ser ignorado y que exige la transformación real de
la mentalidad patriarcal que ha modelado nuestras sociedades e iglesias.
La firma de los “Acuerdos de Paz” ha bajado la intensidad de
la violencia en Colombia pero esta continúa porque existen otros grupos con los
que es urgente firmar la paz (pero la ceguera humana hace que no se trabaje por
hacerlo posible sino por dificultarlos) y siguen existiendo las otras violencias
-o pandemias, por lo que hoy vivimos con el covid-19-, reales y devastadoras,
llámense, injusticia social, violación de los derechos humanos más básicos, etc.,
de tantas mayorías en el país, impidiendo la construcción de la paz. Y en todo
esto las mujeres siguen siendo víctimas de violencia sexual porque esto forma
parte de la violencia que se ejerce de tantas formas.
Este 25 de mayo se está conmemorando esta fecha, con un
documental “Mariposas violeta” que vale la pena verlo para entender un poco más
el dolor vivido por tantas mujeres, pero también esa capacidad de entender “que
no es hora de callar” y de “levantar el vuelo” como las mariposas y de color
violeta porque en oriente el color violeta es el símbolo de la dignidad.
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