En camino hacia la segunda asamblea sinodal en
Roma … ¿Qué podemos esperar?
Olga Consuelo Vélez
Se puso en marcha la etapa final del sínodo y
ya sabemos las fechas de realización, en Roma, de la segunda sesión presencial.
Esta será del 2 al 27 de octubre, precedida por dos días de retiro espiritual. Además,
Francisco ha dispuesto que los Dicasterios de la Curia Romana, desde sus
competencias específicas, colaboren con la Secretaría General del Sínodo,
estableciendo grupos de estudio -utilizando el método sinodal- sobre algunos de
los temas que surgieron en la primera sesión. Los grupos de estudio se
conforman de mutuo acuerdo entre los dicasterios y la secretaria del sínodo y
está última llevará la coordinación general. Fueron nombrados seis consultores
para la secretaría que se suman a los 10 ya nombrados anteriormente, quedando
compuesto por 12 varones y 4 mujeres. De los últimos nombramientos hay dos
teólogas latinoamericanas, bien conocidas en nuestro contexto: María Clara
Bingemer y Birgit Weiler.
Pero surgen varias dudas. Según noticias que se
escuchan, una de las comisiones estudiará la sinodalidad de la iglesia. Quedó
evidente en la pasada asamblea que no todos los obispos ni todos los laicos
estaban de acuerdo con la propuesta de la sinodalidad como dimensión
constitutiva de la Iglesia. No ha bastado el documento de la Comisión Teológica
Internacional sobre el tema ni la multitud de webinars, charlas y cursos que han
ido ofreciendo a lo largo de este tiempo, para asumirla y caminar en esa
dirección. En una entrevista que le hicieron hace poco a Rafael Luciani,
teólogo participante del sínodo, respondía sobre este punto anotando que la
cuestión está más en “el miedo a replantearse lo que significa el poder en la
Iglesia y esto supone el ejercicio de la autoridad, no se trata de negar la
autoridad en cualquier institución, que es necesaria. El problema es cómo se
ejerce y en la iglesia se ejerce para servir, no para tener poder sobre los
demás y hacer lo que la persona quiera”. Lo cierto, es que de nuevo será objeto
de estudio, lo que llevamos tres años estudiando.
Otro tema será el diaconado femenino. Algunas
noticias recientes decían que el Papa está muy abierto a este tema. El haber
invitado a tres mujeres a la reunión con su consejo de obispos, parece mostrar
su apertura a las cuestiones de la mujer. Incluso la religiosa que coordinó el
encuentro, Sor Linda Pocher, salesiana, afirmó que Francisco está “muy a favor
del diaconado femenino”. Ahora bien, la pregunta que queda es a favor ¿de qué
tipo de diaconado femenino? Según se dice en muchas instancias no se está
hablando del diaconado que reciben los varones sino otro tipo de diaconado de
servicio a la comunidad. Todo eso puede ser muy positivo, pero lo cierto, confirmado
por la misma hermana Linda, es que los ministerios ordenados son un tema
cerrado para Francisco e, incluso, desapareció su formulación en el documento
final de la anterior reunión sinodal. De hecho, en este documento se consignaron
las diversas posturas frente al diaconado, los que lo encuentran inaceptable y
los que lo ven necesario; sin embargo, la frase más extraña es sobre los que
piensan que dar el diaconado a las mujeres “sería expresión de una peligrosa
confusión antropológica, acogiendo la cual, la Iglesia se alinearía con el espíritu
del tiempo”. Ojalá expliquen esa frase porque ¡qué confusión antropológica
tiene ese sector de Iglesia que identifica sexo con ministerio ordenado! En
este sentido, hace poco el secretario de la Pontificia Comisión para América
Latina afirmó que “la materia” del sacramento del Orden era el varón. Parece
que lo que estudiamos sobre sacramentos donde nos enseñan que la materia de ese
sacramento es la “imposición de manos”, es desconocido en altos ambientes
vaticanos.
No sé qué otras comisiones se crearán, estaremos
atentas a las noticias. Ahora bien, quiénes estarán en las comisiones, hacia dónde
orientarán la reflexión solo lo saben los mismos que están en los altos cargos
vaticanos y a los que no les conviene demasiado desinstalarse.
A la segunda sesión del sínodo se llegará sin
que las iglesias locales hayan sido consultadas de nuevo y hayan enviado sus
aportes. De lo que conozco no se ha hecho absolutamente nada y los aportes han
de enviarse a mediados de mayo. Con certeza las conferencias episcopales de
cada país mandarán las reflexiones que ellas mismas hagan o que tomen de sus
más cercanos colaboradores no de ninguna consulta hecha al pueblo de Dios y,
menos de personas que estén más alejadas de la Iglesia como fue la intención
inicial. Esperemos que algunos lugares sí hayan realizado el proceso.
También se llegará con un camino sinodal
interrumpido y cuestionado. La Iglesia alemana que se había adelantado al
sínodo propuesto por Francisco y que concluyó su experiencia con la decisión de
crear un comité compuesto por clero y laicado para tomar decisiones sobre temas
álgidos, fuera de haber sido puesta bajo sospecha durante todo el proceso y de
que el mismo Francisco hubiera escrito el año pasado prohibiendo la creación de
un comité sinodal, ahora recibe una carta firmada por el secretario de Estado
Parolin y los cardenales Fernández y Prevost pidiendo detener el proceso que se
llevaría estos días de aprobar los estatutos de dicho Comité sinodal.
No es fácil el camino sinodal. Demasiados
miedos, demasiados retrocesos, demasiados argumentos para no desinstalarse,
demasiadas reuniones para no avanzar casi nada. Ahora bien, casi nunca los
cambios vienen de arriba para abajo porque se necesita demasiada apertura al Espíritu
de Dios para desinstalarse a sí mismo y perder los privilegios alcanzados. Hay
que continuar remando de abajo hacia arriba. Seguir construyendo sinodalidad en
nuestros espacios locales -casi siempre al borde de las estructuras eclesiales-
y seguir hablando “a tiempo y a destiempo”. Toda militancia por una causa ha
costado demasiado tiempo, trabajo, descalificaciones, exclusiones, rechazos y
hasta pérdida de la propia vida. Pero ¡cuántos cambios se han logrado a nivel
social en muchos aspectos! y ¡cuántos a nivel eclesial! Más lentos, más
tímidos, bien retrasados pero algún día llegan. Por eso seguimos acompañando el
camino sinodal, aunque las expectativas sean bien pocas. Algún día, desde abajo
y, por la fuerza de los hechos, lo conseguiremos.
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