Ha llegado el
tiempo de la Iglesia
Comentario al
evangelio de la Ascensión del Señor 12-05-2024
Olga Consuelo Vélez
Y les dijo: vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Nueva a
toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se
condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre
expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus
manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos
y se pondrán bien. Con esto el Señor
Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de
Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con
ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban (Mc 16,
15-20).
El evangelio de Marcos que retomamos en este domingo de la fiesta de la
Ascensión del Señor había terminado con la ida de las mujeres al sepulcro donde
un joven vestido de blanco les anuncia que Jesús ha resucitado y les manda que
vayan a darle esa noticia a los discípulos. Pero, según el evangelista, ellas
llenas de temor no le dicen nada a nadie. Sin embargo, el evangelio no podía
terminar así y, según los especialistas, los últimos versículos de este
capítulo 16, son un añadido posterior, inspirados en el evangelio de Lucas,
mostrando de manera muy condensada la aparición de Jesús a María Magdalena, a
los discípulos de Emaús y ya, en una última aparición, a sus discípulos donde,
sentados a la mesa, les comunica el mandato que constituye el evangelio de hoy.
Después de esto, Jesús sube al cielo para sentarse a la diestra del Padre. En
otras palabras, el evangelio concluye con un Jesús que confía su misión a los
suyos.
Es muy interesante la descripción que hace el evangelista de las señales
que acompañarán la predicación: expulsar demonios, hablar lenguas nuevas,
agarrar serpientes y no sufrir ninguna consecuencia si los atacan con su
veneno. También curar enfermos. Leído literalmente parece que, después de la
resurrección de Jesús, los discípulos se van a dedicar a hacer obras que rompen
las leyes de la naturaleza. Sin embargo, no podemos leer los textos de manera
literal sino desde la intencionalidad con la que fueron escritos. Estas
acciones se refieren a la transformación que produce la predicación de la Buena
Noticia, a la capacidad que el evangelio tiene de vencer las fuerzas del anti
reino.
Después del envío, Jesús es elevado al cielo y se sienta a la diestra
de Dios. Tampoco esto lo podemos tomar de manera literal sino entender cómo la
comunidad cristiana valiéndose de una relectura cristológica del salmo 110, 1
(Oráculo de Yahveh a mi señor: Siéntate a mi diestra hasta que yo haga de tus
enemigos el estrado de tus pies), expresa la experiencia que comienzan a vivir:
la misión realizada por Jesús ahora depende de ellos, guiados por su Espíritu (Pentecostés,
que será la fiesta que celebremos el próximo domingo). El énfasis no está en
que Jesús se va al cielo sino en que ahora los discípulos se dedican a
predicar. Dicho de otra manera, ha llegado el tiempo de la Iglesia y sus
miembros han de predicar a todas las gentes, en todos los lugares, confirmando
dicha predicación con las obras que realizan.
Celebrar la Ascensión significa hoy para nosotros, no quedarnos mirando
para el cielo -como lo relata Lucas en el libro de los Hechos (1, 11)- sino
disponernos a anunciar a Jesús no solo con palabras sino respaldando dicho
anuncio con obras de justicia y paz, de solidaridad y liberación, transformando
el aquí y ahora de la historia que vivimos.
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