En este espacio se consignan reflexiones sobre los hechos que suceden vistos desde la fe y con el ánimo de suscitar conciencia crítica, reflexión y compromiso cristiano.
jueves, 26 de septiembre de 2024
La vivencia histórica de la fe, determina la esperanza
escatológica
Comentario al
evangelio del domingo XXVI del Tiempo Ordinario 29-09-2024
Olga Consuelo Vélez
Juan le dijo: Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en
tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con
nosotros. Pero Jesús dijo: No se lo impidan, pues no hay nadie que obre un
milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el
que no está contra nosotros, está por nosotros. Todo aquel que les dé de beber
un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no perderá
su recompensa. Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le
es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y
que le echen al mar. Y si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela. Mas vale
que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehena, al fuego
que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pacado, córtatelo. Mas vale que
entres cojo en la Vida que, son los dos pies, ser arrojado a la gehena. Y si tu
ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Mas vale que entres con un solo ojo en
el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehena, donde su
gusano no muere y el fuego no se apaga. (Mc 9, 38-43.45.47-48)
El evangelio de este domingo presenta dos temas que no parecen tener
mucha conexión. Tal vez la conexión es estar en una unidad literario de Marcos
en la que muestra los valores contraculturales del Reino frente a la sociedad.
El primer tema se refiere al dicho “el que no está conmigo, está contra
mí”, que aparece en todos los sinópticos, pero en contextos distintos. En Lucas
(11, 23) y Mateo (12, 30), el contexto es de la acusación que le hacen a Jesús
de estar expulsando demonios en nombre de Belzebú. Jesús les dice que un reino
no puede estar dividido contra sí mismo. En Marcos, se refiere a que están
expulsando demonios en su nombre, algunos que no son del grupo. En los dos
casos, lo central es “hacer el bien” y mientras esto se haga, no se va en
contra de Jesús y, por tanto, no hay por qué impedirlo. Pero recordemos que expulsar
demonios en la biblia no se refiere a los exorcismos de las películas de
Hollywood. Se refiere a liberar a las personas excluidas por alguna razón,
especialmente de tipo psicológico, e integrarlas de nuevo a la comunidad. Pues
bien, en la misión que los discípulos realizan, no deben impedir que otros
realicen los mismo porque hacer el bien no depende de la pertenencia a un grupo
sino del bienestar y liberación que se produzca. Hacer presente el reino es lo importante
y quien lo hace, no está en contra de Jesús.
El segundo tema son cuatro perícopas que empiezan con “Y”. Corresponden
al género literario exhortación que incluyen una conclusión en forma de
amenaza. La primera se refiere a “Y el que escandalice a un pequeño de los que
creen, más le valdría ponerse una piedra de molino y arrojarse al mar”. No se
refiere a los niños, sino a los que escandalicen a los miembros que están
comenzando a formarse en su fe. Por tanto, están describiendo una situación de
la comunidad. Pero la consecuencia de producir ese escándalo es enviarlos al
mar que, como imagen bíblica, se refiere al lugar de los demonios. Es por tanto
un dicho escatológico.
Las otras tres perícopas se refieren a partes del cuerpo como símbolo
de que pueden hacer pecar (mano, pie, ojo). En los tres casos es mejor entrar
sin un miembro del cuerpo a la Vida que ir con los dos a la gehena. Recordemos
que la gehenna se refiere al valle de Hinnûm, donde originalmente se
realizaban sacrificios humanos y, posteriormente, se quemaba basura. Al fuego se
tira lo que no sirve. Por eso, la gehena es una imagen escatológica que no se está
refiriendo a un lugar sino a la conciencia de que aquello que no sirve se
arroja al fuego. En otras palabras, la llamada es a entrar en el reino de la
vida, aunque sea con limitaciones que mantenerse perfecto y ser enviado a la
gehena.
En conclusión, todos estos temas nos llaman a la fidelidad a los
valores del reino, al compromiso con hacerlos posible y a la conciencia
escatológica de que la vivencia histórica de la fe, determina la esperanza
escatológica. Nuestra fe, por tanto, no es para un más allá, sino que,
comenzando aquí, llegará a su plenitud en la eternidad.
lunes, 23 de septiembre de 2024
¿Creemos que la Biblia es “Palabra de Dios”?
Olga Consuelo Vélez
Septiembre se considera el mes de la Biblia, principalmente, porque se
celebra la fiesta de San Jerónimo (30 septiembre), quien tradujo la Biblia del
hebreo y griego al latín, considerándose esta versión, durante muchos siglos,
como la oficial de la Iglesia católica. También se señalan otras razones como
la impresión de la Biblia en español el 26 de septiembre de 1569, conocida como
la “Biblia del Oso”, por la ilustración que tenía en la portada. Esta Biblia
correspondía a la traducción hecha por Casiodoro de Reina y revisada por
Cipriano de Valera (versión Reina-Valera, también muy conocida). En 2019, el 30
de septiembre el papa Francisco instituyó el “Domingo de la Palabra de Dios”.
Lo fijó para el III Domingo del Tiempo Ordinario, es decir, no para el mes de
septiembre.
Con esta diversidad de datos, podríamos decir que no interesa tanto el
cuándo, pero sí la centralidad de la Palabra de Dios para la vida cristiana.
Esto quedó muy bien expresado en la Dei Verbum, documento del Vaticano
II y también en la Exhortación Apostólica Verbum Domini, de Benedicto
XVI, en la que recoge los frutos del Sínodo de Obispos del año 2008, sobre “La
Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia”. Sin embargo, la
centralidad de la Palabra de Dios en la vida cristiana sigue siendo un desafío
pendiente.
En la academia hay un serio, profundo y detallado estudio bíblico que cada
día avanza y hay muchas producciones bíblicas. Pero surgen varias preguntas:
¿Por qué esa enseñanza que se imparte en las facultades de teología, no parece
incorporarse en las homilías, catequesis, enseñanzas o escritos pastorales que
se hacen al Pueblo de Dios? No me refiero a que esas mediaciones pastorales se
conviertan en clases de biblia, sino que los aportes bíblicos se divulguen con
lenguaje adecuado en esos espacios. Aún muchos cristianos desconocen que la
Biblia se escribió en distintos géneros literarios, por lo cual no se puede
tomar al pie de la letra. En todos los casos, es necesario conocer el ambiente
del que procede el texto para entender su significado en ese contexto y
preguntarse cómo ese significado puede ser leído hoy. Muchos seminaristas,
catequistas y otras personas con diversos servicios pastorales desconocen los
mitos presentes, principalmente en el Antiguo Testamento, es decir, aún no
parecen saber que no se puede tomar al pie de la letra el paraíso, Adán y Eva,
la serpiente, el diluvio, la torre de babel, etc. Tampoco parece que estén muy
familiarizados con los géneros literarios parábola, milagro, resurrección,
carta, apocalíptica, etc., tan presentes en el Nuevo Testamento que nos
explican por qué, por ejemplo, hay dos multiplicaciones de panes y parecen que
los discípulos no se acuerdan de la primera, o diferentes milagros y no se
convierten todos los que lo ven, sino que murmuran, dudan y rechazan las
acciones de Jesús. Un mínimo de conocimiento bíblico ayudaría a madurar la fe y
librarla de fundamentalismos y fanatismos, tan presentes, todavía hoy, en clero
y laicado.
Pero volvamos a la dificultad para que la Biblia ocupe el lugar central que debería tener en la vida cristiana. En muchos eventos académicos -a no ser que explícitamente sean bíblicos- no se convida a los biblistas dando la impresión de no considerar la biblia como fuente primera de la revelación. Por supuesto leída en el espíritu de la tradición cristiana -como lo dice la Dei Verbum- porque Sagrada Escritura y Tradición constituyen una única fuente de revelación (n. 10). Al servicio de la Palabra de Dios -que es más que el libro- ya que Dios se revela en la historia en hechos y palabras intrínsicamente conexos entre sí (DV n.2), está el magisterio que no puede ofrecernos una doctrina distinta a la consignada en la revelación. Su tarea es velar por su interpretación en el mismo espíritu en que fue expuesta, pero en ningún momento, ponerse a la misma altura. En este sentido hay que distinguir entre la Tradición eclesial y las tradiciones eclesiásticas. Estas últimas que se van incorporando a la vida cristiana, responden a cada momento, por lo tanto, deben ser actualizadas e incluso dejadas de lado cuando ya no significan lo que significaban.
La poca importancia que tiene, en la práctica, la Palabra de Dios, talvez
radica en que no creemos que, en verdad, es Palabra de Dios. Como dice la Verbum
Domini “la sacramentalidad de la Palabra se puede conocer en analogía con
la presencia real de Cristo en las especies del pan y el vino. Al acercarnos al
altar y participar del banquete eucarístico, realmente comulgamos el cuerpo y
la sangre de Cristo. La proclamación de la Palabra de Dios en la celebración
comporta reconocer que es Cristo mismo quien está presente y se dirige a
nosotros para ser recibido” (n. 56). Además, las distorsiones que muchas veces
vivimos sobre la persona de Jesús pueden radicar en ese desconocimiento de la
Sagrada Escritura porque, como afirmaba San Jerónimo: “La ignorancia de las
Escrituras es ignorancia de Cristo”.
Un estudio sólido sobre la Sagrada Escritura favorece el diálogo ecuménico
porque buscando puntos de unión con las iglesias cristianas, el valor de la
Sagrada Escritura lo favorece sustancialmente. E, incluso para el diálogo con
los no creyentes, cuando se les explica la historia que está a la base de la
Biblia y la forma literaria, contextual y dinámica como fue escrita, se les
quita esa imagen de un libro lleno de leyendas y fantasías alejado de la vida
concreta y de este presente, posibilitando que estén más abiertos a su
recepción.
Las homilías tienen una responsabilidad inmensa de ayudarnos a entender la
revelación bíblica y, especialmente, a la persona de Jesús. Pero, aunque el
papa Francisco ha insistido que se predique sobre las lecturas escuchadas,
algunas homilías no responden a esto, sino que aprovechan para remarcar
doctrinas o normas que, por buenas que sean, ahogan la buena noticia que la Palabra
de Dios nos transmite. Es importante recordar que la Palabra de Dios nos revela
quién es Dios, cómo actúa, cómo se revela y, en ningún momento, su función es
darnos normas o preceptos.
En conclusión, aunque hay muchos esfuerzos por el estudio y conocimiento
bíblico y por su centralidad en la vida cristiana, todavía podría pensarse que
faltan más esfuerzos para reconocer en la Biblia la Palabra de Dios “viva y
eficaz” (Hb 4, 12), que nos permite entender cada vez mejor cómo es nuestro
Dios y cuál es la Buena noticia que nos comunica. Tal vez, una nueva conmemoración
del mes de la Biblia nos ayude a reconocerla como verdadera Palabra de Dios y
nos impulse a actuar en coherencia con ella.
miércoles, 18 de septiembre de 2024
Pidamos conversión de corazón para entender el camino de
Jesús
Comentario al
evangelio del domingo XXV del Tiempo Ordinario 22-09-2024
Olga Consuelo Vélez
Y saliendo de allí, iban caminando por Galilea; él no quería que se
supiera, porque iba enseñando a sus discípulos. Les decía: El Hijo del hombre
será entregado en manos de los hombres; le matarán y a los tres días de haber
muerto resucitará. Pero ellos no entendían lo que les decía y temían
preguntarle. Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, les preguntaba: ¿De qué
discutían por el camino? Ellos callaron, pues por el camino habían discutido
entre sí quien era el mayor. Entonces se sentó, llamó a los Doce y les dijo: Si
uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos. Y
tomando un niño, le puso en medio de ellos, le estrechó entre sus brazos y les
dijo: El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe y el que
me reciba a mí, no me recibe a mis sino a Aquel que me ha enviado. (Mc 9,
30-37)
Continua el evangelio de Marcos, con los anuncios de la pasión, en este
caso diciéndoles que el Hijo del hombre será entregado, lo matarán, pero
resucitará a los tres días. No quiere decir esto que la vida cristiana es una
vida de sufrimiento, de dolor, de cruz, de aguante, como tantas veces se dice y
se vive. El dolor por el dolor no es redentor, como tampoco lo es la pobreza
por la pobreza. La persecución que Jesús les anuncia a sus discípulos es frutos
de su fidelidad a la predicación que realiza. En un mundo de injusticia social,
de muchas veces, opresión en nombre de la religión, de exclusiones y rechazo a
los más necesitados, la predicación de Jesús no es aceptada porque los poderosos
de nuestro mundo -de ayer y de hoy- no están dispuestos a renunciar a sus
privilegios. De igual manera, porque el egoísmo del corazón humano no deja de
hacerse presente y se necesita, la continua conversión, para transformarlo en
amor y servicio a los demás.
Ya en casa, que para Marcos es el lugar de la intimidad, de la
enseñanza, de la catequesis, Jesús les pregunta sobre la discusión que los
discípulos traían por el camino. Es vergonzoso pensar que mientras Jesús les
comparte la dificultad que implica la misión, ellos están preocupados por quién
será el mayor. Esta es una de las grandes tentaciones de las religiones. Todas
ellas, llamadas al servicio, a la humildad, al desinterés, se ven convertidas,
muchas veces, en lugares de ascenso social, de poder ejercido de muchas
maneras, de privilegios, de riquezas y honores.
Conocemos toda la denuncia que el papa Francisco está haciendo en estos
tiempos contra el clericalismo, contra los abusos no solo sexuales sino también
de estructuras de poder que se gestan en los lugares eclesiales, produciendo
tanto dolor y escándalo. Conocemos las riquezas que se van acumulando en obras
de la Iglesia que dejan de ser de servicio y se convierten en empresas con los
mismos criterios de la economía reinante. Sabemos de tantos títulos honoríficos
que siguen utilizándose sin ningún pudor, como si no fuera fácil entender que
en la Iglesia nada de eso debería existir.
La enseñanza de Jesús a sus discípulos no puede ser más sencilla y
concreta: el que quiera ser el primero, sea el último y servidor de todos. Esta
frase nos hace recordar el lavatorio de los pies relatado en el evangelio de
Juan. En la comunidad no debe haber más que servidores, nade de jefes, padres o
maestros. El hecho de que Jesús coloque a un niño entre ellos, no es por la
inocencia de los niños sino por el poco valor que tenían en la sociedad judía
hasta que no cumplieran la edad de 12 años para formar parte del pueblo de
Dios. El reinado de Dios que Jesús anuncia tiene los valores contrarios a la
sociedad de todos los tiempos -lo que no tiene valor, lo más insignificante, los
últimos de cada tiempo, son los que han de estar en primer lugar, los que han
de ocupar el centro, los que han de entrar primero a la mesa del banquete del
reino.
Pidamos, entonces, conversión de corazón para entender el camino de
Jesús de manera que nuestras obras den testimonio de ello.
viernes, 13 de septiembre de 2024
jueves, 12 de septiembre de 2024
Es indispensable
entender quién es Jesús y en qué consiste su mesianismo
Comentario al
evangelio del domingo XXIV del Tiempo Ordinario 15-09-2024
Olga Consuelo Vélez
Salió Jesús con sus discípulos
hacia los pueblos de Cesárea de Filipo, y por el camino hizo esta pregunta a
sus discípulos: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? Ellos le dijeron: Unos,
que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que uno de los profetas. Y él
les preguntaba: Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? Pedro le contesta: Tú eres
el Cristo. Y les mandó enérgicamente que a nadie hablaran acerca de él. Y
comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser reprobado
por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar a
los tres días. Hablaba de esto abiertamente. Tomándole aparte. Pedro, se puso a
reprenderle. Pero él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a
Pedro, diciéndole: ¡Quítate de mí vista, Satanás! Porque tus pensamientos no
son los de Dios, sino los de los hombres. Llamando a la gente, a la vez que, a
sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá;
pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. (Mc 8,
27-35)
El evangelio de Marcos comienza
en el capítulo 1,1 diciendo: “comienzo del evangelio de Jesucristo, Hijo de
Dios”. Esto es lo que se va a ir desarrollando a lo largo del evangelio y en el
texto de hoy encontramos la primera confesión de fe sobre quién es este Jesús, dada
por la boca de Pedro: Tu eres el Cristo, es decir, el Mesías, el Ungido. Con
esta confesión de fe se cierra la primera parte del evangelio. En el capítulo
15, 39, la confesión del centurión romano será la segunda confesión de fe sobre
Jesús: “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios”.
Previo a llegar a esta primera
confesión de fe, Jesús interroga a los discípulos sobre quién dicen las gentes
que es él. Las respuestas son generales: unos que Juan el Bautista, otros que
Elías y otros que los profetas. Jesús sabe que su misión es entendida de varias
formas, como se ha visto a lo largo del evangelio. Pero aquí viene la
confrontación a los mismos discípulos. Jesús espera que ellos, ya que han
compartido su vida con Él, verdaderamente hayan entendido quién es Él y cuál es
la clase de mesianismo que viene a realizar. Pedro toma la palabra, pero su
respuesta adelanta la incomprensión que el mismo Jesús sufrirá, no solo con los
de fuera, sino entre los de dentro, entre los suyos. Aunque parece que Pedro
conoce bien la respuesta: “Tu eres el Cristo”, razón por la que Jesús se anima
a explicarles mejor qué tipo de mesianismo está realizando, pero rápidamente se
da cuenta, que no lo han entendido. Y tanto no lo han entendido que Pedro comienza
a reprenderlo por decir que sería reprobado por las instituciones religiosas de
su tiempo, sería asesinado y, solo después, habría de resucitar.
Jesús es un mesías crucificado y
quien esté dispuesto a seguirlo, ha de correr su misma suerte. Pero Pedro no
parece estar dispuesto a ello. Por eso Jesús le llama Satanás, dándole las
razones de tal nombre: Pedro, y seguramente la mayoría de los discípulos, están
esperando un mesianismo de gloria, de triunfos, de aceptación, de acogida, de
realización plena. No han comprendido que los valores del reino son
contraculturales a los valores aceptados por la mayoría. Pedro necesita
entender que seguir a Jesús es asumir su mismo camino, sus mismas opciones, su
fidelidad incondicional al mensaje del reino, su disposición para afrontar lo
que venga en aras de permanecer fiel al mensaje que se anuncia.
Este texto sigue vigente en
nuestra comprensión de Jesucristo. O lo hemos convertido en un Dios al que le
pedimos bendiciones y nuestras oraciones se limitan a pedir y demandar; o lo
hemos convertido en un Dios del culto, como lo dijimos la semana pasada, al que
solo le interesa el rito, la norma, el mandato; o lo hemos convertido en un
Dios a nuestra medida que justifica nuestros estilos de vida. Así, sucesivamente,
podríamos describir tantas y tan variadas deformaciones de la persona de Jesús.
Una vez más como Jesús lo hizo
con los discípulos, este evangelio nos invita a entender quién es Jesús y en
qué consiste su mesianismo. Él ha venido para mostrarnos los valores del reino
que son justicia, igualdad, fraternidad/sororidad, servicio, transformación.
Quien se dispone a vivir estos valores, sabe que no está exento de sufrir la
misma suerte del maestro. Pero en eso consiste el seguimiento. Revisemos,
entonces, nuestra comprensión de la persona de Jesús y busquemos seguirle en lo
que Él es y no acomodándolo a nuestros intereses personales.
miércoles, 11 de septiembre de 2024
Acompañemos la experiencia sinodal que se aproxima
Olga Consuelo Vélez
Estamos a un mes de la celebración de la segunda etapa presencial del
sínodo de la sinodalidad. Recordemos que este sínodo fue convocado por el Papa
Francisco en 2021 y ha pasado por varios momentos: (1) La consulta al Pueblo de
Dios; (2) Los encuentros continentales, (3) la Primera Asamblea presencial en
Roma en octubre del 2023 y (4) la Segunda Asamblea presencial en Roma en
octubre 2024, a la que nos estamos refiriendo.
En este largo proceso, se han publicado diversos documentos: (1) Documento
preparatorio; (2) Documento de trabajo para la Etapa Continental; (3)
Documentos finales de las Asambleas continentales; (4) Instrumentum Laboris
para la Primera Sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los
Obispos; (5) Informe final de dicha Asamblea y (6) Instrumentum Laboris
para la segunda sesión de la XVI Asamblea Ordinaria del Sínodo de Obispos
(octubre 2024).
Vale la pena conocer todos los documentos que han surgido de este proceso
sinodal porque sirve para “tomar el pulso” del camino recorrido. Los primeros
documentos recogieron muchas de las peticiones explicitas del Pueblo de Dios,
lo que mucha gente quisiera que se repensara en la Iglesia, se actualizara o se
considerada por ser un signo de los tiempos que no puede dejarse de lado. Sin
embargo, en el esfuerzo de síntesis de tantos documentos, algunos aspectos han
ido quedando diluidos y no serán considerados en la Segunda Asamblea sinodal.
De hecho, el papa Francisco, decidió que diez temas, de los propuestos en esas
etapas, fueran trabajados por comisiones que Él constituyó, relacionadas con
algunos dicasterios de la Curia Romana. Esas comisiones son: (1) Relaciones
entre las Iglesias orientales católicas y la Iglesia latina; (2) La escucha del
grito de los pobres; (3) La misión en el entorno digital; (4) La revisión de la
Ratio fundamentalis Institutionis Sacertotalis en perspectiva sinodal
misionera; (5) Cuestiones teológicas y canónicas en torno a formas
ministeriales específicas; (6) La revisión, en una perspectiva sinodal y
misionera, de los documentos sobre las relaciones entre Obispos, Vida
Consagrada, Agregaciones eclesiales; (7) Algunos aspectos de la figura y del
ministerio del Obispo en una perspectiva sinodal misionera; (8) El rol de los
Representantes Pontificios en una perspectiva sinodal misionera; (9) Criterios
teológicos y metodologías sinodales para un discernimiento compartido sobre las
cuestiones doctrinales, pastorales y éticas controvertidas; (10) La recepción
de los frutos del camino ecuménico en la praxis eclesial. Los resultados de los
estudios de estas comisiones serán presentados a mediados del año 2025.
Confiemos que este trabajo se realice y haya resultados concretos.
Pero detengámonos en el documento de trabajo de esta próxima sesión de
octubre. Consta de una Introducción que recoge los tres años de camino
realizado y el ofrecimiento de este documento como herramienta de trabajo para
esta segunda sesión. Las tres partes que constituyen el cuerpo del documento
pretenden iluminar la vida sinodal misionera de la Iglesia desde tres
perspectivas: (1) Las relaciones eclesiales, carismas y ministerios, iglesia y
mundo; (2) la perspectiva de los caminos que sostienen y alimentan en lo
concreto el dinamismo de las relaciones: la formación integral, discernimiento
eclesial, articulación de procesos de toma de decisiones, transparencia,
rendición de cuentas, evaluación; (3) los lugares que hablan de la realidad de
los contextos en los que se encarnan las relaciones: territorios, Iglesias
locales, vínculos que conforman la unidad, el servicio a la unidad del Obispo
de Roma. El documento concluye afirmando la Iglesia sinodal en el mundo.
Me he detenido en estos datos porque conviene conocer el camino recorrido
para situarnos en el momento actual. El énfasis para esta Segunda Asamblea es
responder a la pregunta: ¿cómo ser una iglesia sinodal misionera? Y conoceremos
las respuestas a esta pregunta una vez finalizada la Asamblea. Sin embargo, no
será suficiente lo que definan, concluyan, propongan en esa Asamblea si esta
pregunta no se hace en cada una de las Iglesia locales, en cada comunidad
parroquial, en la vida particular de cada creyente y busca responderse. Llegar
a ser una iglesia sinodal no se conseguirá por decreto. Supone la toma de
conciencia de cada uno de los miembros del Pueblo de Dios de la llamada a ser
una Iglesia donde todos sus miembros tengan participación activa y comprometida,
en razón a la dignidad bautismal que les hace a todos “profetas, sacerdotes y
reyes”.
Para algunos esta insistencia en el “caminar juntos” que, en otros
términos, es esa participación plena en la vida y misión de la Iglesia, les
resulta irrelevante. Están tan acostumbrados a dejar todo en manos del clero y
el clero tan acostumbrado a tomar todas las decisiones, que no están dispuestos
a asumir las nuevas actitudes, los nuevos procesos, las formas verdaderamente
participativas en el discernimiento y en la toma de decisiones que harían real
una Iglesia sinodal. Convendría preguntarse qué tanto hemos entendido lo que
lleva entra manos este sínodo de la sinodalidad y qué tanto estamos dispuestos
a asumirlo.
Además, la iglesia sinodal misionera es aquella que está dispuesta a
evangelizar en este mundo actual con todos los desafíos que conlleva. Pero aquí
también, para algunos, es suficiente lamentarse de la secularización del mundo
actual y contentarse con reforzar “lo que siempre se hizo así”, en el afán de
visibilizar a la Iglesia en estos tiempos donde ella ha dejado de interesarle a
muchos. Convendría preguntarse qué tanto estamos dispuestos a entender los
signos de los tiempos para responder a ellos con creatividad y audacia, “sin
miedo a herirnos y macharnos” -como dijo el papa Francisco en su primera
Exhortación Evangelii Gaudium- para mostrar la actualidad de la Buena Noticia
del Reino para el aquí y ahora de nuestro tiempo.
En definitiva, será muy importante que acompañemos este proceso sinodal,
implicándonos en él, acompañando las noticias que vayan surgiendo y, por
supuesto, con la oración por este acontecimiento eclesial pero, sobre todo,
cómo ya lo dijimos antes, buscando entrar personalmente en este proceso,
comenzando a hacer los cambios necesarios en nuestra propia experiencia de fe y
en la comunidad eclesial de la que participamos para que la Iglesia actual se
renueve y pueda ser, en verdad, Buena Noticia, para nuestros contemporáneos.
jueves, 5 de septiembre de 2024
¡Que el Señor abra nuestros oídos para
que nuestros labios no cesen de anunciar sus maravillas!
Comentario al
evangelio del domingo XXIII del Tiempo Ordinario 8-09-2024
Olga Consuelo Vélez
Se marchó de la región de Tiro y vino de nuevo, por
Sidón, al mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Le presentan un sordo que,
además, hablaba con dificultad, y le ruegan imponga la mano sobre él. Él,
apartándole de la gente, a solas, le metió sus dedos en los oídos y con su
saliva le tocó la lengua. Y, levantando los ojos al cielo, dio un gemido, y le
dijo: “Effatá” que quiere decir “¡Ábrete!”. Se abrieron sus oídos y, al
instante, se soltó la atadura de su lengua y hablaba correctamente. Jesús les
mandó que a nadie se lo contaran. Pero cuanto más se lo prohibía, tanto más
ellos lo publicaban. Y se maravillaban sobremanera y decían: “Todo lo ha hecho
bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”. (Mc
7, 31-37)
El evangelio de Marcos continúa este domingo,
relatándonos la curación de un tartamudo sordo. Decimos tartamudo y no mudo
porque el texto dice que “no hablaba correctamente”. Marcos sitúa a Jesús en
camino más allá de Galilea y realizando los signos del reino, uno de ellos las
curaciones a los enfermos. La liturgia se salta el texto de la curación de la
hija de una sirofenicia que antecede a esta curación. Por otra parte, esta
curación se asemeja mucho a la curación de la hija de Jairo, relatada en el
capítulo 5. En ambos textos Jesús pronuncia unas palabras: “Talita Kum” =
levántate y Effatá = Ábrete. “Al instante” la niña se levanta y se pone a
andar; “al instante”, se le abren los oídos al sordo y se le suelta la atadura
de la lengua y habla correctamente; y, con la niña, los presentes “quedaron
fuera de sí” y con el sordo se “maravillaban sobre manera”. Como vemos, las
curaciones siguen, en muchos casos, pasos similares, lo que muestra que son contados
en un género literario, sin que esto invalide la experiencia histórica que
debió acontecer, a partir de la cual, los que están con Jesús ven cómo se hace
presente el reino de Dios anunciado por Él, rompiendo ataduras, exclusiones,
impedimentos para que las personas tengan vida y vida en abundancia en ese
contexto.
El caso del texto de la curación de este tartamudo
sordo, nos remite a textos de Isaías en los que se afirma que “se despegarán
los ojos de los ciegos y las orejas de los sordos se abrirán” (Is 35, 5-6). El
evangelio nos deja ver también, que se les atribuye a las manos de Jesús y a su
saliva la capacidad taumatúrgica. Estas especificaciones responden a las
creencias del tiempo, del poder curativo de la saliva, por ejemplo.
El mandarles a callar va en consonancia con el
“secreto mesiánico” que está presente en el evangelio de Marcos. Sin embargo,
en lugar de callar, la fama se extiende más y más. El texto nos muestra la
acogida que va teniendo el reinado de Dios anunciado por Jesús porque,
efectivamente, las situaciones se van transformando, su llegada genera cambios
y las cosas no siguen como estaban.
La frase final “todo lo ha hecho bien”, nos remite al
texto del génesis: “Y vio Dios que todo era bueno” (1,31). Efectivamente, las
situaciones caóticas que vive la humanidad, están llamadas a organizarse, a
mejorarse, a situarse en su correcto desarrollo para que la vida de Dios en el
mundo sea fecunda y el plan divino de salvación se lleve a cabo.
Más allá del milagro en sí, el evangelio nos invita a
dejarnos abrir los oídos por Jesús, a escuchar su predicación, la buena noticia
que nos comunica para que nuestros labios sean capaces de anunciar las
maravillas de Dios. Mucha sordera al evangelio existe hoy en nuestro mundo y en
nuestra Iglesia. Pero la apertura sincera a Jesús es capaz de hacer el milagro
de volver a escuchar la buena noticia del reino y de predicarla “a tiempo y a
destiempo” en el aquí y ahora que vivimos. Nuestro mundo, necesitado de buenas
noticias, exige una palabra más profética, más audaz, más creativa, más
transformadora, por parte de todos los que nos decimos discípulos de Jesús. Y,
eso será posible, en la medida que nuestros oídos estén abiertos para escuchar.
Recordemos aquel texto de la carta a los Romanos (10, 14-15). “Pero, ¿cómo
invocarán a aquel en quien no han creído? ¿cómo creerán en aquel a quien no han
oído? ¿cómo oirán sin que se les predique? ¿y cómo predicaran si no son
enviados?
¡Que el Señor abra nuestros oídos para que nuestros
labios no cesen de anunciar sus maravillas!