jueves, 27 de marzo de 2025

5 Comentario al evangelio del 30 03 2025

 

Entender el amor misericordioso de nuestro Dios y dar testimonio de ese mismo amor

Comentario al evangelio del IV domingo de cuaresma (30-03-2025)

Olga Consuelo Vélez

 

Todos los recaudadores de impuestos y los pecadores se acercaban a escuchar. Los fariseos y los doctores murmuraban: Éste recibe a pecadores y come con ellos. Él les contestó con la siguiente parábola: Un hombre tenía dos hijos. El menor dijo al padre: Padre, dame la parte de la fortuna que me corresponde. Él les repartió los bienes. A los pocos días el hijo menor reunió todo y emigró a un país lejano, donde derrochó su fortuna viviendo una vida desordenada. Cuando gastó todo, sobrevino una carestía grave en aquel país, y empezó a pasar necesidad. Fue y se puso al servicio de un hacendado del país, el cual lo envió a sus campos a cuidar cerdos. Deseaba llenarse el estómago de las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Entonces recapacitando pensó: A cuántos jornaleros de mi padre les sobra el pan mientras yo me muero de hambre. Me pondré en camino a casa de mi padre y le diré: He pecado contra Dios y te he ofendido; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Trátame como a uno de tus jornaleros. Y se puso en camino a casa de su padre. Estaba aún distante cuando su padre lo divisó y se enterneció. Corriendo, se le echó al cuello y le besó. El hijo le dijo: Padre, he pecado contra Dios y te he ofendido, ya no merezco llamarme hijo tuyo. Pero el padre dijo a sus sirvientes: Enseguida, traigan el mejor vestido y vístanlo; pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies.  Traigan el ternero engordado y mátenlo. Celebremos un banquete. Porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido, se había perdido y ha sido encontrado. Y empezaron la fiesta. El hijo mayor estaba en el campo. Cuando se acercaba a casa, oyó música y danzas y llamó a uno de los sirvientes para informarse de lo que pasaba.  Le contestó: Es que ha regresado tu hermano y tu padre ha matado el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo. Irritado, se negaba a entrar. Su padre salió a rogarle que entrara. Pero él le respondió: Mira, tantos años llevo sirviéndote, sin desobedecer una orden tuya, y nunca me has dado un cabrito para comérmelo con mis amigos. Pero, cuando ha llegado ese hijo tuyo, que ha gastado tu fortuna con prostitutas, has matado para él el ternero engordado. Le contestó: Hijo, tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo. Había que hacer fiesta porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido, se había perdido y ha sido encontrado (Lc 15, 1-3.11-32)

Esta parábola tiene un marco que nos permitirá entender mejor su mensaje. Jesús acoge a los recaudadores de impuestos y pecadores y come con ellos, acción que para los fariseos y doctores de la ley es contraria a lo que ha de hacer un buen judío. Por eso las dos parábolas que preceden a esta, la del buen pastor y la de la mujer que encuentra la moneda tienen la intención de mostrar la alegría de encontrar aquello que se ha perdido. Cuando Jesús se sienta con los pecadores, está abriéndoles la posibilidad de ser incluidos en la mesa del reino y ellos están volviendo a casa. Por eso merece que se convoque a los “amigos y vecinos” -en el caso del buen pastor, y a las “amigas y vecinas” en el caso de la mujer para celebrar una alegría tan grande.

Pero en esta parábola llamada del “Hijo pródigo” o del “Padre misericordioso” o del “Hijo mayor”, Jesús se pude explayar mejor para mostrar no solo esa vuelta de los que no están en casa sino para interpelar a aquellos que no se alegran por tal acontecimiento. En este caso el hijo mayor que encarna, perfectamente, a los fariseos y doctores de la ley que le critican.

Desglosando un poco la parábola, vemos como el hijo menor ha deseado, prácticamente, la muerte de su padre. Le pidió la herencia, se fue de casa, la malgastó y regresa, no tanto porque reconozca sus errores sino porque no tiene que comer. En realidad, es la necesidad la que lo hace volver.

Por su parte el padre se comporta muy distinto a la imagen de “padre” que se tenía en ese tiempo, no tan lejana a la que todavía se tiene. No es el padre autoritario, implacable y castigador de los malos hijos. Por el contrario, es el padre que lo divisa a lo lejos -pareciera que lo estuviera esperando- y se llena de compasión, es decir, lo acoge desde las entrañas. Por eso, no escatima en devolverle todo lo que el hijo había despreciado y pide a sus siervos lo vistan y adornen para el banquete que ofrecerá en su honor. El motivo ya lo conocemos desde las anteriores parábolas: estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido hallado.

La actitud del hijo mayor contrasta, como ya dijimos, con la del padre. Escucha la música de la fiesta a lo lejos y, cuando sabe el motivo, le reprocha a su padre por el recibimiento que ha hecho a su hermano -a quien no llama así sino ese “hijo tuyo”, mostrando la distancia que quiere poner de él-, y por no tener en cuenta que él nunca ha hecho algo semejante. El padre no desmiente lo que el hijo mayor dice de su hermano porque tiene razón frente al comportamiento del hijo menor, pero quiere mostrarle cuál es el amor del mismo Dios -que este padre de la parábola representa- que excede la lógica del deber, antecediendo la compasión y la misericordia para con todos, especialmente por los últimos.

Que, en esta cuaresma, tiempo de conversión y cambio, entendamos el amor compasivo de nuestro Dios para vivirlo y anunciarlo. De esa manera se abrirán caminos de alegría y fiesta porque a todos se les acoge y se les da una nueva oportunidad, haciendo real entre nosotros, la “alegre” mesa del reino, que siempre sienta de primeras a más necesitados de cada tiempo.

jueves, 20 de marzo de 2025

 

En cuaresma: no dejemos pasar la ocasión de una verdadera conversión

Comentario al evangelio del III domingo de cuaresma (23-03-2025)

Olga Consuelo Vélez

 

En aquella ocasión se presentaron algunos a informarle acerca de unos galileos cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios. Él contestó: ¿Piensan que aquellos galileos, sufrieron todo eso porque eran más pecadores que los demás galileos? Les digo que no; y si ustedes no se arrepienten, acabarán como ellos.  ¿O creen que aquellos dieciocho sobre los cuales se derrumbó la torre de Siloé y los mató, eran más culpables que el resto de los habitantes de Jerusalén? Les digo que no; y si ustedes no se arrepienten acabarán como ellos. Y les propuso la siguiente parábola: Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar fruto en ella y no lo encontró. Dijo al viñador: Hace tres años que vengo a buscar fruta en esta higuera y nunca encuentro nada. Córtala, que encima está malgastando la tierra. Él le contestó: Señor, déjala todavía este año; cavaré alrededor y la abonaré, a ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortarás (Lc 13, 1-9)

Este texto, propio de Lucas, presenta a algunos que se acercan a Jesús a preguntarle sobre la suerte de los galileos asesinados por Pilatos en el santuario, lo cual daría a entender que por algún comportamiento negativo sufrieron esa muerte. Seguramente esa lectura proviene de la teoría de la retribución en la que se afirma que Dios hace bien a los buenos y castiga a los malos. En este caso, queda la inquietud si esa fue la razón de dicho asesinato. Pero Jesús no pretende rebatir dicha teoría sino mostrar, añadiendo otro ejemplo, el de la torre de Siloé que se derrumbo matando a 18 personas, que en ningún caso esos acontecimientos sucedieron porque ellos eran más pecadores. Lo que importa es entender la llamada a la conversión que es para todos y nadie puede considerarse mejor que los demás. La conversión es un tema frecuente en Lucas y, en este pasaje, así se muestra.

Para seguir profundizando en esas situaciones, Jesús ofrece la parábola de la higuera estéril que bien podría aludir a Israel que no acoge la palabra salvadora. El planteamiento de la parábola es lógico: si no da fruto, será mejor cortarla para no malgastar la tierra. Pero el viñador que cuida aquel campo, intercede por la higuera y le pide plazo en el cual intentará fortalecerla para que de fruto. El dueño de la tierra le da un año más, tiempo en el cual, si no da fruto, merecerá ser cortada. En continuidad con los dos ejemplos anteriores, el fruto que se espera es el de la conversión. Pero cuando llegue el tiempo, ya no podrá darse más espera.

Por lo tanto, el evangelio de hoy resulta bastante interpelante para los cristianos de hoy. ¿Dan los frutos esperados? ¿no han tenido el suficiente plazo para ello? Por parte de Dios siempre existe la generosidad de cavar alrededor y abonar a los suyos. Pero los plazos llegan y si los frutos no se recogen, no queda más que la esterilidad. Ojalá que no dejemos pasar las oportunidades que el Señor nos regala para una conversión que de frutos al mundo en que vivimos. Son urgentes los frutos de la paz, la justicia social, la compasión, la solidaridad y tantas otras transformaciones que vendrían de una sincera conversión a los valores del Reino. En esta cuaresma, no dejemos pasar la oportunidad de una verdadera conversión a este Dios que no se cansa de esperarnos.

lunes, 17 de marzo de 2025

 

Mi postura ante el gobierno del cambio … de ese “cambio” al que se oponen férreamente

Olga Consuelo Vélez

Ya casi van a ser tres años del gobierno de Gustavo Petro y las opiniones siguen igual de divididas que antes de su elección. Personalmente apoyé su candidatura y he ido acompañando su gobierno, pero no tengo la formación política suficiente como para entender tantos intereses necesarios para este juego político, ni acompaño cada paso dado por el gobierno para tener todos los elementos de juicio. Pero desde mi percepción, nunca pensé que el “cambio” fuera a llegar en tres o cuatro años. Y, por eso, no me extraña que no veamos cambios súbitos, como tantos esperarían, porque es imposible. No dependen de la voluntad de un presidente sino de toda la estructura de gobierno que no es nada fácil.

Por esto opino que Petro ha buscado hacer “cambios” en la salud, lo laboral, lo educativo, lo pensional, la reforma agraria, etc., y lo ha hecho pasando por las estructuras gubernamentales quienes, en definitiva, aceptan o rechazan. Pero, el problema es que solo se encuentran obstáculos por parte de la oposición. Algunos quisieran que el gobierno cediera a todo lo que dice la oposición, pero, si cede ¿cuál cambio se estaría propiciando? Y ya conocemos los resultados de todas las reformas presentadas: no aprobarla, demandarla, archivarla sin discutirla, etc.

Todo cambio desestabiliza, en cierto sentido, genera “caos”. Además, todos somos bastante apegados a las cosas como siempre han funcionado, aunque sepamos que no funcionan bien. Y, en todo cambio, algunos pueden salir afectados. Todos quisiéramos que no fuera así pero así es.

Para mí, Petro tiene un proyecto de país que me gusta, me parece muy solidario, muy justo con los más pobres, con ese horizonte ecológico tan urgente en la actualidad, con una sed de paz que deberíamos tener todos, etc. Algunos dicen que no sabe pasar todo eso a la realidad, pero lo que yo he visto, como ya dije, ha sido proponer reformas por los cauces adecuados, pero todo lo frenan, lo distorsionan, lo manipulan. En este sentido, los medios de comunicación hacen una labor muy eficiente: presentan absolutamente todas las noticias de manera negativa. Cada vez que escucho a los y las periodistas no logro entender por qué modelan de esa manera la conciencia de los oyentes y, desafortunadamente, lo logran. Después uno oye a la gente repitiendo exactamente lo que dijeron los medios de comunicación, con la misma perspectiva, sin ningún criterio, totalmente convencidos de lo que allí se dice. ¿Podrán decir algo diferente estos periodistas pagados por los ricos del país que no están dispuestos a ceder ni un mínimo de privilegios?

Durante estos casi tres años he seguido “las noticias del cambio” -todo aquello que no se publica en los medios hegemónicos y yo veo muchas cosas que se han hecho en las regiones y en muchos aspectos. Todo puede tener su critica y nada es suficiente, pero que ha habido cambios los ha habido. Para mí no ha sido un gobierno perdido sino luchado, no es un gobierno que ha defraudado sino que ha develado la férrea oposición de los que manejan este país, no es un gobierno sin ideas, planes, proyectos para hacer de Colombia un país mejor sino un gobierno al que se le quiere acabar porque no se le perdona a Petro su pasado guerrillero -como si eso no hubiera sido su forma de comprometerse socialmente según se entendía en su momento-, no se le perdona que no sea de la clase dirigente que siempre ha manejado el país, no se le perdona que conozca tanto el país y pueda explicar las causas de nuestra situación con nombres propios y hechos verdaderos.

A mi no me extraña esta férrea oposición al gobierno del cambio porque ¿dónde se ha visto que la gente quiera un cambio que favorezca a los más necesitados? ¿dónde se ha visto que a la gente le importe el bien común y no sus propios intereses? ¿dónde se ha visto que las personas estén dispuestas a desinstalarse para comenzar a generar un cambio?

En fin, seguro que algunos de mis lectores tendrán objeciones ante todo esto y, muy posiblemente podrán mostrar la otra cara de la moneda y hasta tendrán mucha razón. Pero a lo que yo no me resigno y, en verdad me duele, es constatar que muchos de los que se oponen al cambio se digan creyentes. Desde la fe, cómo no poner la suerte de los pobres, en primer lugar, en lugar de la riqueza de los empresarios; cómo no poner en primer lugar el cuidado de la creación que las ganancias por la explotación de los recursos minerales; cómo no poner en primer lugar los esfuerzos por la paz que la lucha armada que durante 60 años de conflicto armado en Colombia no ha logrado sino acrecentar la muerte y así, podría seguir enumerando muchas cosas que jamás había escuchado de todos los gobiernos neoliberales que hemos tenido en las décadas pasadas.

La movilización ciudadana es necesaria para conseguir cambios porque, definitivamente, esa mayoría del congreso asentada en sus privilegios, no dejará que nada cambie y tantos consumidores de los medios hegemónicos tampoco dejarán que nada cambie. Espero que el siguiente gobierno continue la línea de este gobierno porque yo prefiero alimentar todos esos valores humanos propuestos por este gobierno, sabiendo que hay que lucharlos ahora y después y más adelante, que seguir la lógica del mercado, de la ganancia, del individualismo, de la ley del más fuerte, que tan bien se vende y cautiva a tantos fácilmente.

jueves, 13 de marzo de 2025

Comentario al evangelio del 16 03 2025

 

Escuchar a Jesús, verdadero profeta de Dios

Comentario al evangelio del II domingo de Cuaresma (16-03-2025)

Olga Consuelo Vélez

Ocho días después de estos discursos, tomó a Pedro, Juan y Santiago y subió a una montaña a orar. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y su ropa resplandecía de blancura. De pronto dos hombres hablaban con él: eran Moisés y Elías, que aparecieron gloriosos y comentaban la partida de Jesús que se iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño. Al despertar, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.  Cuando éstos se retiraron, dijo Pedro a Jesús: Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a armar tres chozas: una para ti, una para Moisés y una para Elías -no sabía lo que decía-. Apenas lo dijo, vino una nube que les hizo sombra. Al entrar en la nube, se asustaron. Y se escuchó una voz que decía desde la nube: Éste es mi Hijo elegido. Escúchenlo. Al escucharse la voz, se encontraba Jesús solo. Ellos guardaron silencio y por entonces no contaron a nadie lo que habían visto (Lc 9, 28b-36).

En este evangelio Jesús toma consigo a Pedro, Juan y Santiago y sube a una montaña a orar. Sabemos que Lucas le da mucha importancia a la oración de Jesús: en el bautismo (Lc 3, 21); antes de elegir a los Doce (Lc 6, 12); al preguntar quién dice la gente que es (Lc 9, 18); antes de enseñar el Padre nuestro (Lc 11, 1); en el huerto (Lc 22, 41), etc. No es una oración sin contenido sino un ponerse a la escucha de la voluntad de Dios, como los profetas. Lucas presenta a Jesús como “el” profeta y, en ese sentido, la oración juega ese papel fundamental de escuchar a Dios para después hablar al pueblo en su nombre.

El texto continúa diciendo que el rostro de Jesús cambió de aspecto y su ropa resplandecía de blancura. Está hablando con Moisés y Elias comentando la partida (el éxodo) de Jesús a Jerusalén. El lenguaje utilizado nos sitúa en el ámbito de lo divino con rasgos apocalípticos que nos encaminan a hablar del misterio pascual que está próximo a acontecer en Jerusalén. Mientras tanto, los discípulos duermen, pero cuando despiertan, ven la manifestación de Jesús y Pedro le dice a Jesús que allí se encuentran muy bien pidiendo hacer tres tiendas, tal vez, rememorando la fiesta de las tiendas o también el tiempo de Israel en el desierto. Lo cierto es que esa gloria que alcanzan a vislumbrar se opaca con la nube y quedan asustados. En realidad, en este pasaje de la transfiguración se está revelando que Jesús es el “Hijo elegido” a quien hemos de escuchar. El texto corresponde a una unidad donde se dice quién es Jesús: Herodes dice que es el Bautista (Lc 9,9); la gente dice que es Juan el Bautista o Elías o un profeta (Lc 9, 19); Pedro afirma que es el “Cristo de Dios” (Lc 9, 20).

Revelar a Jesús como el Hijo Elegido a quien hay que escuchar, es una invitación de Lucas a dejar de escuchar a los profetas del Antiguo Testamento y escuchar al “profeta” de Dios, a su propio Hijo. El pasaje finaliza con el silencio que guardan los discípulos.

La invitación hoy es también para nosotros que ya sabemos la identidad de Jesús, profeta de todos los tiempos, cuya palabra revela el querer de Dios sobre la humanidad. De nuestra apertura a esa escucha dependerá que el reino de Dios siga haciéndose presente con más radicalidad en el aquí y ahora de nuestra historia.

 

lunes, 10 de marzo de 2025

 

A doce años del pontificado de Francisco

Olga Consuelo Vélez

El próximo 13 de marzo se cumplirán doce años del Pontificado de Francisco. Lamentablemente nos encontramos con una situación inédita: el Papa está enfermo y, aunque los médicos están haciendo todo lo posible para que recuperé la salud, -y deseando que la recupere plenamente-, creo que hemos de afrontar el cambio de pontífice, más pronto que tarde.

Por la situación de salud del Papa hay muchas opiniones en estos días, recordando los cambios propiciados por Francisco al igual que las fuerzas opositoras, que han sido muchas, a lo largo de estos años. Entre los cambios que han sido, especialmente, de tipo pastoral, podemos señalar todo el esfuerzo por el proceso sinodal. Queda para la historia de la iglesia un sínodo de obispos con la participación del laicado; una movilización eclesial en un proceso de consulta y unas conversaciones a nivel local y universal, en las reuniones presenciales del sínodo. Además de la experiencia sinodal, queda el Documento final, como un documento del magisterio. Por supuesto, el sínodo de la sinodalidad no fue un éxito rotundo porque los temas álgidos fueron pospuestos a unas comisiones que, si son como las del estudio del diaconado femenino, no darán un fruto muy significativo.

Previo a la experiencia sinodal esta el dinamismo pastoral que Francisco testimonio e insistió en muchos escenarios. Invito a ser una iglesia misericordiosa, servidora, sencilla, acogedora, incluyente, con más atención a las personas que a las doctrinas abstractas y descontextualizadas. Su magisterio escrito se caracterizó por un lenguaje más comprensible y cercano a la gente, pero con temas verdaderamente cruciales y decisivos. La Evangelii Gaudium inspiró desde el inicio del pontificado una misión evangelizadora integral donde la dimensión social juega un papel imprescindible. La Laudato si supo abrir la misión de la Iglesia a una realidad más allá de sus fronteras y de gran actualidad para el mundo de hoy. Tal vez ha sido una de las encíclicas más leída por personas del ámbito extra eclesial. Igualmente, la Fratelli tutti abordó los temas sociales dándoles nombres y posturas eclesiales profundamente inspiradas en el evangelio como el no rotundo a la pena de muerte o el destino universal de los bienes poniendo, incluso, la propiedad privada al servicio del bien común.  Han sido años de respiro, apertura, libertad; de horizontes amplios, también, a nivel teológico. Vaticano II ha vuelto a estar en el centro de la reflexión y la teología latinoamericana pudo mirarse con más aceptación, extendiéndose esa empatía a las teologías contextuales que han acompañado el quehacer teológico en la actualidad.

Quedan muchas deudas también, especialmente, con las mujeres y la diversidad sexual. Sin negar los hechos de inclusión que se han dado, como el nombramiento de mujeres en cargos de responsabilidad o sus pronunciamientos de respeto y acogida para la población LGTBIQ+; pero, en conjunto, las acciones han sido pocas y, sobre todo, sin afectar la estructura eclesial. Algunas modificaciones al Derecho Canónico pero muy obvias como el eliminar la restricción a las mujeres para ser lectoras y acólitas, servicios que hace mucho tiempo son ejercidos por mujeres y niñas. Pero, sinceramente, creo que el papa Francisco no va a dar ningún otro paso, así pueda seguir en el pontificado un tiempo más.

Hay mucho temor de que el papa Francisco renuncie o muera porque las fuerzas conservadoras que se han resistido a este pontificado pueden aprovechar la circunstancia para redoblar esfuerzos, retomando el mando y consiguiendo, de nuevo, una involución eclesial. En verdad, no sabemos quien podría ser el próximo Papa y que línea tomará. Pero sea para continuar la línea de este pontificado o sea para retrasar la marcha, creo que estos años de Francisco han hecho “saborear” algo de primavera -no toda la que esperábamos- pero eso no se va a borrar como tal vez sueñan los tradicionalistas. Independiente del camino que tome la Iglesia, el mundo de hoy está mucho más libre de la tutela eclesiástica y seguirá su marcha, como lo ha hecho durante este pontificado. Los cristianos que hemos apreciado este pontificado no vamos a echar para atrás sino que seguiremos asumiendo la realidad actual para responder con nuestra experiencia de fe, nuestra reflexión teológica y nuestro compromiso evangelizador a los desafíos actuales. Por todo esto, creo que es hora de afrontar un cambio de pontificado, sabiendo que la vida de la iglesia no depende del pontífice -aunque influya todavía por la estructura piramidal o clerical que todavía prevalece- sino que depende de seguir empujando una iglesia sinodal misionera donde todos, sintiéndonos responsables de la misión evangelizadora de la iglesia, la ejercemos y no decaigamos en nuestros esfuerzos por transformar toda esa estructura pesada que cierra puertas, impide ministerios, ignora contribuciones, “detiene”, en cierto sentido, lo que el Espíritu Santo inspira para este tiempo. Pero como bien se dijo en el documento final del sínodo: “Lo que viene del Espíritu no puede detenerse” (n. 60) y sea el pontífice que sea, el Espíritu seguirá soplando, haciendo ruido, empujando la primavera que el pontificado de Francisco comenzó en muchos sentidos.

Dios ha bendecido a la Iglesia con estos doce años de pontificado y veremos si quiere prolongarlo más. Pero de no hacerlo, el Espíritu seguirá soplando y lo único que, en verdad, interesa, es disponernos a escucharlo y mantener la fidelidad “allí donde sopla y cómo sopla” (Jn 3, 8).

viernes, 7 de marzo de 2025

 

En el Día de la Mujer, seguir trabajando por una sociedad y una iglesia que no excluya a las mujeres

Olga Consuelo Vélez

8 de marzo 2025

 

De nuevo conmemoramos el 8 de marzo -Día Internacional de la Mujer- y seguimos explicando que este día no es para recibir flores o dulces sino para aumentar la conciencia -tanto de las mujeres como de los varones- de que históricamente las mujeres hemos estado en un segundo lugar -basta recordar la popular frase “detrás de cada hombre hay una gran mujer”; no hemos tenido derechos civiles (muy lentamente se han ido consiguiendo, sabiendo que aún en algunas sociedades esto todavía no ha llegado); hemos sido (y seguimos siendo) víctimas de violencia por el hecho de ser mujeres; nos ha tocado esforzarnos el “doble” para mostrar que somos capaces de ejercer tareas que culturalmente habían sido asignadas a los varones; y que aún vivimos en sociedades patriarcales, machistas androcéntricas donde la violencia simbólica, de lenguaje, de actitudes, de cosmovisión, etc., siguen imperando. Podríamos seguir nombrando más situaciones de la sociedad y añadir las de la Iglesia que, con respecto a las mujeres, no han sido muy distintas.

Pero estas luchas en búsqueda de cambios sociales y culturales no son fáciles, suponen demasiada constancia para no decaer en ellas y fortaleza para escuchar críticas de parte, incluso, de las que son beneficiadas con estas luchas. Por ejemplo, es común escuchar que algunas mujeres consideran que las feministas son mujeres desadaptadas y que violentan a los hombres. Que algún caso se haya dado, es posible, pero que esto permita deslegitimizar las luchas feministas es muy cuestionable. También está la gran cantidad de mujeres que viven al margen de una conciencia crítica respecto al dolor y violencia que sufren las mujeres y, precisamente, por esa indiferencia, hacen más difícil un cambio. Ni que decir de las mujeres que consiguen algún puesto representativo en medio de un grupo de varones. Situadas ya en ese estatus, afirman que no hay ningún obstáculo para las mujeres ya que ellas son el ejemplo y avalan la conciencia patriarcal de que el problema no es la estructura sino la falta de preparación de las mujeres. No faltan los varones que dicen sentirse “atacados” porque se denuncia el sistema patriarcal y se excusan de mil formas para evadir el tema. En realidad, deberían involucrarse igual que las mujeres porque la sociedad patriarcal también los afecta a ellos grandemente.

En la iglesia también, como ya dijimos, se dan situaciones similares. Cuando se plantea este tema, muchos párrocos afirman que toda su parroquia está llevada por mujeres y, por lo tanto, allí no hay ninguna exclusión de género. Esas afirmaciones suelen ser muy engañosas porque es la falta de varones lo que permite que haya tantas mujeres, no la voluntad decidida de los dirigentes eclesiales de compartir sus responsabilidades con las mujeres. De hecho, en la actualidad hay más laicas afirmando que su servicio no siempre es valorado y que si llega otro párroco ya pueden salir de ese espacio porque el próximo trae otras ideas y las impone sin preguntarle a los fieles de la parroquia si les parece bien. Hasta ahora las parroquias parece que son propiedad de los párrocos y no de la comunidad eclesial que participa de ella.

Por otra parte, los nombramientos que ha hecho el papa Francisco de mujeres en puestos de responsabilidad, constituyen un paso adelante para cambiar los imaginarios y las prácticas. Pero, al mismo tiempo, pueden servir, a veces, como distractores de un cambio estructural que garantice que, sea este Papa o el siguiente, se siga impulsando una iglesia donde el laicado -y especialmente las mujeres, por la exclusión vivida- tengan derechos frente a la organización, la planeación y el desarrollo de la vida de la Iglesia por la dignidad bautismal que poseen.

Conmemoremos, entonces, este día, pidiendo fortaleza para no decaer en las peticiones por cambios estructurales. Pidamos constancia para seguir denunciando tantos micro y macro machismos cotidianos, sin temor a resultar molestas para los que no quieren modificar el status quo vigente. Vivamos la conciencia creyente de no ahogar el espíritu de Dios que, en el proceso sinodal empujó, una y otra vez, por la igualdad plena de las mujeres en la Iglesia y, sin embargo, su voz sigue siendo restringida, opacada, retenida. El alto número de votaciones en contra del numeral 60 del Documento final del Sínodo (publicado en octubre del 2024) que sintetiza la realidad de las mujeres, así lo demuestra (el numeral fue aprobado, pero tuvo 97 votos en contra, lo cual no fue el promedio de los otros numerales que tuvieron 2, 5, 10 y algún otro 40, 38, etc., en contra). Y la postergación casi que “indefinida” de responder a la exigencia de los ministerios ordenados para las mujeres, lo deja en evidencia. Curiosamente en ese mismo numeral se afirma: “lo que viene del Espíritu no puede detenerse” y, sin embargo, la marcha lenta y sin profecía, sigue vigente.

Apoyemos tantos movimientos creyentes-feministas que siguen pidiendo “hasta que la igualdad se haga costumbre”, “hasta que en la iglesia no haya ninguna exclusión en razón del sexo”, porque la igualdad de la mujer con los varones es algo “del Espíritu” más que de ideas raras de unas pocas mujeres, como creen algunos.

 

lunes, 3 de marzo de 2025

 

Cuaresma: oportunidad de repensar nuestra fe

Olga Consuelo Vélez Caro

El 5 de marzo se inicia cuaresma con la celebración del miércoles de ceniza. Es un tiempo de preparación para conmemorar el acontecimiento fundamental de nuestra fe: la muerte y la resurrección de Jesús. Convendría repensar el significado de este día para vivir este tiempo con más conciencia, pero, sobre todo, para que pueda dar más fruto en nuestra vida.

En algunos lugares ha crecido el número de personas que acuden a la imposición de la ceniza. Sin embargo, si preguntáramos por el sentido de lo que están haciendo, bastantes personas responderían que lo hacen buscando una protección o una bendición de Dios, pero desconocen el verdadero significado de este sacramental. En realidad, hay muchas búsquedas espirituales que responden a la necesidad de solución de los problemas que viven las personas y no importa si el rito lo ofrece la iglesia católica o cualquier otra confesión de fe. Lo que interesa es participar de algo que les fortalezca, los anime, les ayude a afrontar lo que viven. Todo esto es legítimo, necesario y si ayuda a las personas, es importante respetarlo. Pero vale la pena reflexionar sobre lo que celebramos los cristianos para saber “dar razón de nuestra fe” (1 Pe 3, 15-16).

Cuaresma, etimológicamente viene de la palabra latina, cuadragesima, señalando así los cuarenta días que faltan para celebrar el misterio pascual. Es tiempo de preparación, conversión, reflexión sobre el núcleo de nuestra fe y sus consecuencias para la vida. Es tiempo de preguntarse en qué creemos, por qué creemos, cómo ser consecuentes con lo que creemos, cómo podríamos dar testimonio más claro de lo que creemos.

Los cristianos creemos en la encarnación de nuestro Dios en Jesús y, en consecuencia, creemos en sus palabras y obras. Jesús nos comunicó con su vida lo que Dios desea de la humanidad y el camino para realizarnos plenamente en el amor, construyendo un mundo justo y en paz, entre los seres humanos y con la creación. Por tanto, la conversión a la que nos invita este tiempo de cuaresma no se puede quedar en algún ayuno o abstinencia o en la participación litúrgica. La conversión, a la que se nos llama, supone contrastarnos con la persona de Jesús y ver si nuestra vida ha asumido sus valores y los pone en práctica.

Las preguntas que convendría hacerse podrían ser, por ejemplo, por la imagen de Dios que tenemos. Vivimos y anunciamos al Dios de Jesús, ese Dios misericordioso con toda la humanidad, ¿sin ninguna exclusión para ninguno de sus hijos? En sociedades como las nuestras donde se da tanta exclusión por razón de etnia, de género, de condición social y, como hemos visto en algunos países, en razón de su condición de migrante, cuaresma nos invita a dar un testimonio muy claro y decidido por la inclusión de todos los seres humanos, estando atentos a cualquier condición que atente contra la dignidad humana, con voz profética para denunciarla y buscar caminos de integración.

Otra pregunta que podríamos hacernos va en la línea de la praxis de Jesús. Un Jesús libre de la Ley cuando ella atenta contra los seres humanos, libre del Templo cuando este no es liberador sino mediación de ritos externos, libre del tener para vivir la solidaridad, libre del poder, practicando el servicio, libre de las búsquedas personales para construir el bien común. ¿Es nuestra fe generadora de libertad o nos encierra en legalismos, fundamentalismos, escrúpulos, vanaglorias? En tiempos donde crecen las posturas tradicionalistas se necesita vivir una experiencia de fe que libere, permitiendo entender los signos de los tiempos y responder a ellos.

Muy importante es preguntarnos sobre la dimensión social y política de la fe. Las experiencias religiosas han de ser para la vida, para la construcción de sociedades más justas y en paz, para realizar obras de misericordia y solidaridad que actualicen para el presente, la vivencia de las primeras comunidades cristianas. No debería pasarnos lo que relata la parábola del Buen Samaritano (Lc 10, 25-37) de dejar a los caídos en el camino por “no mancharse” para cumplir con la purificación ritual o permanecer indiferentes ante la realidad de los hermanos porque se tiene prisa con el cumplimiento de los oficios religiosos. Nuestra conciencia socio política ha de ser lúcida, siempre apoyando las políticas que garanticen la justicia para todos y rechazando aquellas políticas que se centran en el lucro y la ganancia, sin importar las consecuencias humanas y ambientales de tales propuestas. En este último sentido, preguntarnos por la responsabilidad ecológica, es imprescindible. Hemos ido tomando más conciencia de que la salvación de nuestro Dios no es solo para la humanidad sino para toda la creación, pero dependerá de nuestro cuidado y capacidad de vivir en armonía con ella, sin depredarla y extinguirla.

Tenemos cuarenta días por delante para pensar en estas cuestiones o en muchas otras que pueden surgir en el corazón de cada uno. No dejemos pasar esta oportunidad que nos brinda el ciclo litúrgico de tomar el pulso de nuestra fe y reorientar la marcha. En eso consiste la conversión y se nos invita a vivirla en este tiempo. Por supuesto, con mucha “esperanza”, como lo ha señalado el Papa al invitarnos a vivir el Jubileo de la esperanza, sabiendo que por parte de Dios está todo dado y depende solo de nuestra generosidad que su amor hacia la humanidad se haga real y palpable en el mundo que vivimos.