En este espacio se consignan reflexiones sobre los hechos que suceden vistos desde la fe y con el ánimo de suscitar conciencia crítica, reflexión y compromiso cristiano.
jueves, 27 de marzo de 2025
Entender el amor misericordioso de nuestro Dios y dar
testimonio de ese mismo amor
Comentario
al evangelio del IV domingo de cuaresma (30-03-2025)
Olga Consuelo Vélez
Todos los
recaudadores de impuestos y los pecadores se acercaban a escuchar. Los fariseos
y los doctores murmuraban: Éste recibe a pecadores y come con ellos. Él les
contestó con la siguiente parábola: Un hombre tenía dos hijos. El menor dijo al
padre: Padre, dame la parte de la fortuna que me corresponde. Él les repartió
los bienes. A los pocos días el hijo menor reunió todo y emigró a un país
lejano, donde derrochó su fortuna viviendo una vida desordenada. Cuando gastó
todo, sobrevino una carestía grave en aquel país, y empezó a pasar necesidad. Fue
y se puso al servicio de un hacendado del país, el cual lo envió a sus campos a
cuidar cerdos. Deseaba llenarse el estómago de las bellotas que comían los
cerdos, pero nadie se las daba. Entonces recapacitando pensó: A cuántos
jornaleros de mi padre les sobra el pan mientras yo me muero de hambre. Me
pondré en camino a casa de mi padre y le diré: He pecado contra Dios y te he
ofendido; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Trátame como a uno de tus
jornaleros. Y se puso en camino a casa de su padre. Estaba aún distante cuando
su padre lo divisó y se enterneció. Corriendo, se le echó al cuello y le besó.
El hijo le dijo: Padre, he pecado contra Dios y te he ofendido, ya no merezco
llamarme hijo tuyo. Pero el padre dijo a sus sirvientes: Enseguida, traigan el
mejor vestido y vístanlo; pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los
pies. Traigan el ternero engordado y
mátenlo. Celebremos un banquete. Porque este hijo mío estaba muerto y ha
revivido, se había perdido y ha sido encontrado. Y empezaron la fiesta. El hijo
mayor estaba en el campo. Cuando se acercaba a casa, oyó música y danzas y
llamó a uno de los sirvientes para informarse de lo que pasaba. Le contestó: Es que ha regresado tu hermano y
tu padre ha matado el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo.
Irritado, se negaba a entrar. Su padre salió a rogarle que entrara. Pero él le
respondió: Mira, tantos años llevo sirviéndote, sin desobedecer una orden tuya,
y nunca me has dado un cabrito para comérmelo con mis amigos. Pero, cuando ha
llegado ese hijo tuyo, que ha gastado tu fortuna con prostitutas, has matado
para él el ternero engordado. Le contestó: Hijo, tú estás siempre conmigo y
todo lo mío es tuyo. Había que hacer fiesta porque este hermano tuyo estaba
muerto y ha revivido, se había perdido y ha sido encontrado (Lc 15, 1-3.11-32)
Esta parábola tiene un marco que nos
permitirá entender mejor su mensaje. Jesús acoge a los recaudadores de
impuestos y pecadores y come con ellos, acción que para los fariseos y doctores
de la ley es contraria a lo que ha de hacer un buen judío. Por eso las dos
parábolas que preceden a esta, la del buen pastor y la de la mujer que
encuentra la moneda tienen la intención de mostrar la alegría de encontrar
aquello que se ha perdido. Cuando Jesús se sienta con los pecadores, está
abriéndoles la posibilidad de ser incluidos en la mesa del reino y ellos están
volviendo a casa. Por eso merece que se convoque a los “amigos y vecinos” -en
el caso del buen pastor, y a las “amigas y vecinas” en el caso de la mujer para
celebrar una alegría tan grande.
Pero en esta parábola llamada del
“Hijo pródigo” o del “Padre misericordioso” o del “Hijo mayor”, Jesús se pude
explayar mejor para mostrar no solo esa vuelta de los que no están en casa sino
para interpelar a aquellos que no se alegran por tal acontecimiento. En este
caso el hijo mayor que encarna, perfectamente, a los fariseos y doctores de la
ley que le critican.
Desglosando un poco la parábola, vemos
como el hijo menor ha deseado, prácticamente, la muerte de su padre. Le pidió
la herencia, se fue de casa, la malgastó y regresa, no tanto porque reconozca
sus errores sino porque no tiene que comer. En realidad, es la necesidad la que
lo hace volver.
Por su parte el padre se comporta muy
distinto a la imagen de “padre” que se tenía en ese tiempo, no tan lejana a la
que todavía se tiene. No es el padre autoritario, implacable y castigador de
los malos hijos. Por el contrario, es el padre que lo divisa a lo lejos
-pareciera que lo estuviera esperando- y se llena de compasión, es decir, lo
acoge desde las entrañas. Por eso, no escatima en devolverle todo lo que el
hijo había despreciado y pide a sus siervos lo vistan y adornen para el
banquete que ofrecerá en su honor. El motivo ya lo conocemos desde las
anteriores parábolas: estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha
sido hallado.
La actitud del hijo mayor contrasta,
como ya dijimos, con la del padre. Escucha la música de la fiesta a lo lejos y,
cuando sabe el motivo, le reprocha a su padre por el recibimiento que ha hecho
a su hermano -a quien no llama así sino ese “hijo tuyo”, mostrando la distancia
que quiere poner de él-, y por no tener en cuenta que él nunca ha hecho algo
semejante. El padre no desmiente lo que el hijo mayor dice de su hermano porque
tiene razón frente al comportamiento del hijo menor, pero quiere mostrarle cuál
es el amor del mismo Dios -que este padre de la parábola representa- que excede
la lógica del deber, antecediendo la compasión y la misericordia para con
todos, especialmente por los últimos.
Que, en esta cuaresma, tiempo de
conversión y cambio, entendamos el amor compasivo de nuestro Dios para vivirlo
y anunciarlo. De esa manera se abrirán caminos de alegría y fiesta porque a
todos se les acoge y se les da una nueva oportunidad, haciendo real entre
nosotros, la “alegre” mesa del reino, que siempre sienta de primeras a más
necesitados de cada tiempo.
viernes, 21 de marzo de 2025
jueves, 20 de marzo de 2025
En
cuaresma: no dejemos pasar la ocasión de una verdadera conversión
Comentario
al evangelio del III domingo de cuaresma (23-03-2025)
Olga Consuelo Vélez
En aquella
ocasión se presentaron algunos a informarle acerca de unos galileos cuya sangre
había mezclado Pilato con la de sus sacrificios. Él contestó: ¿Piensan que
aquellos galileos, sufrieron todo eso porque eran más pecadores que los demás
galileos? Les digo que no; y si ustedes no se arrepienten, acabarán como ellos. ¿O creen que aquellos dieciocho sobre los
cuales se derrumbó la torre de Siloé y los mató, eran más culpables que el
resto de los habitantes de Jerusalén? Les digo que no; y si ustedes no se
arrepienten acabarán como ellos. Y les propuso la siguiente parábola: Un hombre
tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar fruto en ella y no lo
encontró. Dijo al viñador: Hace tres años que vengo a buscar fruta en esta
higuera y nunca encuentro nada. Córtala, que encima está malgastando la tierra.
Él le contestó: Señor, déjala todavía este año; cavaré alrededor y la abonaré,
a ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortarás (Lc 13, 1-9)
Este texto, propio de Lucas, presenta
a algunos que se acercan a Jesús a preguntarle sobre la suerte de los galileos
asesinados por Pilatos en el santuario, lo cual daría a entender que por algún
comportamiento negativo sufrieron esa muerte. Seguramente esa lectura proviene
de la teoría de la retribución en la que se afirma que Dios hace bien a los
buenos y castiga a los malos. En este caso, queda la inquietud si esa fue la
razón de dicho asesinato. Pero Jesús no pretende rebatir dicha teoría sino
mostrar, añadiendo otro ejemplo, el de la torre de Siloé que se derrumbo
matando a 18 personas, que en ningún caso esos acontecimientos sucedieron
porque ellos eran más pecadores. Lo que importa es entender la llamada a la
conversión que es para todos y nadie puede considerarse mejor que los demás. La
conversión es un tema frecuente en Lucas y, en este pasaje, así se muestra.
Para seguir profundizando en esas situaciones,
Jesús ofrece la parábola de la higuera estéril que bien podría aludir a Israel
que no acoge la palabra salvadora. El planteamiento de la parábola es lógico:
si no da fruto, será mejor cortarla para no malgastar la tierra. Pero el
viñador que cuida aquel campo, intercede por la higuera y le pide plazo en el
cual intentará fortalecerla para que de fruto. El dueño de la tierra le da un
año más, tiempo en el cual, si no da fruto, merecerá ser cortada. En
continuidad con los dos ejemplos anteriores, el fruto que se espera es el de la
conversión. Pero cuando llegue el tiempo, ya no podrá darse más espera.
Por lo tanto, el evangelio de hoy
resulta bastante interpelante para los cristianos de hoy. ¿Dan los frutos
esperados? ¿no han tenido el suficiente plazo para ello? Por parte de Dios
siempre existe la generosidad de cavar alrededor y abonar a los suyos. Pero los
plazos llegan y si los frutos no se recogen, no queda más que la esterilidad.
Ojalá que no dejemos pasar las oportunidades que el Señor nos regala para una
conversión que de frutos al mundo en que vivimos. Son urgentes los frutos de la
paz, la justicia social, la compasión, la solidaridad y tantas otras
transformaciones que vendrían de una sincera conversión a los valores del
Reino. En esta cuaresma, no dejemos pasar la oportunidad de una verdadera
conversión a este Dios que no se cansa de esperarnos.
lunes, 17 de marzo de 2025
Mi postura ante el gobierno del cambio … de ese
“cambio” al que se oponen férreamente
Olga Consuelo Vélez
Ya casi van a ser tres años del gobierno de Gustavo Petro y las opiniones
siguen igual de divididas que antes de su elección. Personalmente apoyé su
candidatura y he ido acompañando su gobierno, pero no tengo la formación
política suficiente como para entender tantos intereses necesarios para este
juego político, ni acompaño cada paso dado por el gobierno para tener todos los
elementos de juicio. Pero desde mi percepción, nunca pensé que el “cambio”
fuera a llegar en tres o cuatro años. Y, por eso, no me extraña que no veamos
cambios súbitos, como tantos esperarían, porque es imposible. No dependen de la
voluntad de un presidente sino de toda la estructura de gobierno que no es nada
fácil.
Por esto opino que Petro ha buscado hacer “cambios” en la salud, lo
laboral, lo educativo, lo pensional, la reforma agraria, etc., y lo ha hecho pasando
por las estructuras gubernamentales quienes, en definitiva, aceptan o rechazan.
Pero, el problema es que solo se encuentran obstáculos por parte de la
oposición. Algunos quisieran que el gobierno cediera a todo lo que dice la
oposición, pero, si cede ¿cuál cambio se estaría propiciando? Y ya conocemos
los resultados de todas las reformas presentadas: no aprobarla, demandarla,
archivarla sin discutirla, etc.
Todo cambio desestabiliza, en cierto sentido, genera “caos”. Además, todos
somos bastante apegados a las cosas como siempre han funcionado, aunque sepamos
que no funcionan bien. Y, en todo cambio, algunos pueden salir afectados. Todos
quisiéramos que no fuera así pero así es.
Para mí, Petro tiene un proyecto de país que me gusta, me parece muy
solidario, muy justo con los más pobres, con ese horizonte ecológico tan
urgente en la actualidad, con una sed de paz que deberíamos tener todos, etc.
Algunos dicen que no sabe pasar todo eso a la realidad, pero lo que yo he
visto, como ya dije, ha sido proponer reformas por los cauces adecuados, pero
todo lo frenan, lo distorsionan, lo manipulan. En este sentido, los medios de
comunicación hacen una labor muy eficiente: presentan absolutamente todas las
noticias de manera negativa. Cada vez que escucho a los y las periodistas no
logro entender por qué modelan de esa manera la conciencia de los oyentes y,
desafortunadamente, lo logran. Después uno oye a la gente repitiendo
exactamente lo que dijeron los medios de comunicación, con la misma
perspectiva, sin ningún criterio, totalmente convencidos de lo que allí se
dice. ¿Podrán decir algo diferente estos periodistas pagados por los ricos del
país que no están dispuestos a ceder ni un mínimo de privilegios?
Durante estos casi tres años he seguido “las noticias del cambio” -todo
aquello que no se publica en los medios hegemónicos y yo veo muchas cosas que
se han hecho en las regiones y en muchos aspectos. Todo puede tener su critica
y nada es suficiente, pero que ha habido cambios los ha habido. Para mí no ha
sido un gobierno perdido sino luchado, no es un gobierno que ha defraudado sino
que ha develado la férrea oposición de los que manejan este país, no es un
gobierno sin ideas, planes, proyectos para hacer de Colombia un país mejor sino
un gobierno al que se le quiere acabar porque no se le perdona a Petro su
pasado guerrillero -como si eso no hubiera sido su forma de comprometerse
socialmente según se entendía en su momento-, no se le perdona que no sea de la
clase dirigente que siempre ha manejado el país, no se le perdona que conozca
tanto el país y pueda explicar las causas de nuestra situación con nombres
propios y hechos verdaderos.
A mi no me extraña esta férrea oposición al gobierno del cambio porque
¿dónde se ha visto que la gente quiera un cambio que favorezca a los más
necesitados? ¿dónde se ha visto que a la gente le importe el bien común y no
sus propios intereses? ¿dónde se ha visto que las personas estén dispuestas a
desinstalarse para comenzar a generar un cambio?
En fin, seguro que algunos de mis lectores tendrán objeciones ante todo
esto y, muy posiblemente podrán mostrar la otra cara de la moneda y hasta
tendrán mucha razón. Pero a lo que yo no me resigno y, en verdad me duele, es
constatar que muchos de los que se oponen al cambio se digan creyentes. Desde
la fe, cómo no poner la suerte de los pobres, en primer lugar, en lugar de la
riqueza de los empresarios; cómo no poner en primer lugar el cuidado de la
creación que las ganancias por la explotación de los recursos minerales; cómo
no poner en primer lugar los esfuerzos por la paz que la lucha armada que
durante 60 años de conflicto armado en Colombia no ha logrado sino acrecentar
la muerte y así, podría seguir enumerando muchas cosas que jamás había
escuchado de todos los gobiernos neoliberales que hemos tenido en las décadas
pasadas.
La movilización ciudadana es necesaria para conseguir cambios porque,
definitivamente, esa mayoría del congreso asentada en sus privilegios, no
dejará que nada cambie y tantos consumidores de los medios hegemónicos tampoco
dejarán que nada cambie. Espero que el siguiente gobierno continue la línea de
este gobierno porque yo prefiero alimentar todos esos valores humanos propuestos
por este gobierno, sabiendo que hay que lucharlos ahora y después y más
adelante, que seguir la lógica del mercado, de la ganancia, del individualismo,
de la ley del más fuerte, que tan bien se vende y cautiva a tantos fácilmente.
jueves, 13 de marzo de 2025
Escuchar a
Jesús, verdadero profeta de Dios
Comentario
al evangelio del II domingo de Cuaresma (16-03-2025)
Olga Consuelo Vélez
Ocho días después
de estos discursos, tomó a Pedro, Juan y Santiago y subió a una montaña a orar.
Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y su ropa resplandecía de blancura.
De pronto dos hombres hablaban con él: eran Moisés y Elías, que aparecieron gloriosos
y comentaban la partida de Jesús que se iba a consumar en Jerusalén. Pedro y
sus compañeros tenían mucho sueño. Al despertar, vieron su gloria y a los dos
hombres que estaban con él. Cuando éstos
se retiraron, dijo Pedro a Jesús: Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a
armar tres chozas: una para ti, una para Moisés y una para Elías -no sabía lo
que decía-. Apenas lo dijo, vino una nube que les hizo sombra. Al entrar en la
nube, se asustaron. Y se escuchó una voz que decía desde la nube: Éste es mi
Hijo elegido. Escúchenlo. Al escucharse la voz, se encontraba Jesús solo. Ellos
guardaron silencio y por entonces no contaron a nadie lo que habían visto (Lc 9, 28b-36).
En este evangelio Jesús toma consigo a
Pedro, Juan y Santiago y sube a una montaña a orar. Sabemos que Lucas le da
mucha importancia a la oración de Jesús: en el bautismo (Lc 3, 21); antes de
elegir a los Doce (Lc 6, 12); al preguntar quién dice la gente que es (Lc 9,
18); antes de enseñar el Padre nuestro (Lc 11, 1); en el huerto (Lc 22, 41),
etc. No es una oración sin contenido sino un ponerse a la escucha de la
voluntad de Dios, como los profetas. Lucas presenta a Jesús como “el” profeta
y, en ese sentido, la oración juega ese papel fundamental de escuchar a Dios
para después hablar al pueblo en su nombre.
El texto continúa diciendo que el
rostro de Jesús cambió de aspecto y su ropa resplandecía de blancura. Está
hablando con Moisés y Elias comentando la partida (el éxodo) de Jesús a
Jerusalén. El lenguaje utilizado nos sitúa en el ámbito de lo divino con rasgos
apocalípticos que nos encaminan a hablar del misterio pascual que está próximo
a acontecer en Jerusalén. Mientras tanto, los discípulos duermen, pero cuando
despiertan, ven la manifestación de Jesús y Pedro le dice a Jesús que allí se
encuentran muy bien pidiendo hacer tres tiendas, tal vez, rememorando la fiesta
de las tiendas o también el tiempo de Israel en el desierto. Lo cierto es que
esa gloria que alcanzan a vislumbrar se opaca con la nube y quedan asustados.
En realidad, en este pasaje de la transfiguración se está revelando que Jesús
es el “Hijo elegido” a quien hemos de escuchar. El texto corresponde a una
unidad donde se dice quién es Jesús: Herodes dice que es el Bautista (Lc 9,9);
la gente dice que es Juan el Bautista o Elías o un profeta (Lc 9, 19); Pedro
afirma que es el “Cristo de Dios” (Lc 9, 20).
Revelar a Jesús como el Hijo Elegido a
quien hay que escuchar, es una invitación de Lucas a dejar de escuchar a los
profetas del Antiguo Testamento y escuchar al “profeta” de Dios, a su propio
Hijo. El pasaje finaliza con el silencio que guardan los discípulos.
La invitación hoy es también para
nosotros que ya sabemos la identidad de Jesús, profeta de todos los tiempos,
cuya palabra revela el querer de Dios sobre la humanidad. De nuestra apertura a
esa escucha dependerá que el reino de Dios siga haciéndose presente con más
radicalidad en el aquí y ahora de nuestra historia.
lunes, 10 de marzo de 2025
A doce años del pontificado de Francisco
Olga Consuelo Vélez
El próximo 13 de marzo se cumplirán doce años del Pontificado de Francisco.
Lamentablemente nos encontramos con una situación inédita: el Papa está enfermo
y, aunque los médicos están haciendo todo lo posible para que recuperé la
salud, -y deseando que la recupere plenamente-, creo que hemos de afrontar el
cambio de pontífice, más pronto que tarde.
Por la situación de salud del Papa hay muchas opiniones en estos días,
recordando los cambios propiciados por Francisco al igual que las fuerzas
opositoras, que han sido muchas, a lo largo de estos años. Entre los cambios que
han sido, especialmente, de tipo pastoral, podemos señalar todo el esfuerzo por
el proceso sinodal. Queda para la historia de la iglesia un sínodo de obispos
con la participación del laicado; una movilización eclesial en un proceso de
consulta y unas conversaciones a nivel local y universal, en las reuniones
presenciales del sínodo. Además de la experiencia sinodal, queda el Documento
final, como un documento del magisterio. Por supuesto, el sínodo de la
sinodalidad no fue un éxito rotundo porque los temas álgidos fueron pospuestos
a unas comisiones que, si son como las del estudio del diaconado femenino, no
darán un fruto muy significativo.
Previo a la experiencia sinodal esta el dinamismo pastoral que Francisco
testimonio e insistió en muchos escenarios. Invito a ser una iglesia
misericordiosa, servidora, sencilla, acogedora, incluyente, con más atención a
las personas que a las doctrinas abstractas y descontextualizadas. Su
magisterio escrito se caracterizó por un lenguaje más comprensible y cercano a
la gente, pero con temas verdaderamente cruciales y decisivos. La Evangelii
Gaudium inspiró desde el inicio del pontificado una misión evangelizadora
integral donde la dimensión social juega un papel imprescindible. La Laudato
si supo abrir la misión de la Iglesia a una realidad más allá de sus
fronteras y de gran actualidad para el mundo de hoy. Tal vez ha sido una de las
encíclicas más leída por personas del ámbito extra eclesial. Igualmente, la Fratelli
tutti abordó los temas sociales dándoles nombres y posturas eclesiales
profundamente inspiradas en el evangelio como el no rotundo a la pena de muerte
o el destino universal de los bienes poniendo, incluso, la propiedad privada al
servicio del bien común. Han sido años
de respiro, apertura, libertad; de horizontes amplios, también, a nivel
teológico. Vaticano II ha vuelto a estar en el centro de la reflexión y la
teología latinoamericana pudo mirarse con más aceptación, extendiéndose esa
empatía a las teologías contextuales que han acompañado el quehacer teológico
en la actualidad.
Quedan muchas deudas también, especialmente, con las mujeres y la
diversidad sexual. Sin negar los hechos de inclusión que se han dado, como el
nombramiento de mujeres en cargos de responsabilidad o sus pronunciamientos de respeto
y acogida para la población LGTBIQ+; pero, en conjunto, las acciones han sido
pocas y, sobre todo, sin afectar la estructura eclesial. Algunas modificaciones
al Derecho Canónico pero muy obvias como el eliminar la restricción a las
mujeres para ser lectoras y acólitas, servicios que hace mucho tiempo son
ejercidos por mujeres y niñas. Pero, sinceramente, creo que el papa Francisco
no va a dar ningún otro paso, así pueda seguir en el pontificado un tiempo más.
Hay mucho temor de que el papa Francisco renuncie o muera porque las
fuerzas conservadoras que se han resistido a este pontificado pueden aprovechar
la circunstancia para redoblar esfuerzos, retomando el mando y consiguiendo, de
nuevo, una involución eclesial. En verdad, no sabemos quien podría ser el próximo
Papa y que línea tomará. Pero sea para continuar la línea de este pontificado o
sea para retrasar la marcha, creo que estos años de Francisco han hecho
“saborear” algo de primavera -no toda la que esperábamos- pero eso no se va a borrar
como tal vez sueñan los tradicionalistas. Independiente del camino que tome la
Iglesia, el mundo de hoy está mucho más libre de la tutela eclesiástica y
seguirá su marcha, como lo ha hecho durante este pontificado. Los cristianos que
hemos apreciado este pontificado no vamos a echar para atrás sino que
seguiremos asumiendo la realidad actual para responder con nuestra experiencia
de fe, nuestra reflexión teológica y nuestro compromiso evangelizador a los
desafíos actuales. Por todo esto, creo que es hora de afrontar un cambio de
pontificado, sabiendo que la vida de la iglesia no depende del pontífice
-aunque influya todavía por la estructura piramidal o clerical que todavía
prevalece- sino que depende de seguir empujando una iglesia sinodal misionera
donde todos, sintiéndonos responsables de la misión evangelizadora de la
iglesia, la ejercemos y no decaigamos en nuestros esfuerzos por transformar
toda esa estructura pesada que cierra puertas, impide ministerios, ignora
contribuciones, “detiene”, en cierto sentido, lo que el Espíritu Santo inspira
para este tiempo. Pero como bien se dijo en el documento final del sínodo: “Lo
que viene del Espíritu no puede detenerse” (n. 60) y sea el pontífice que sea,
el Espíritu seguirá soplando, haciendo ruido, empujando la primavera que el
pontificado de Francisco comenzó en muchos sentidos.
Dios ha bendecido a la Iglesia con estos doce años de pontificado y veremos
si quiere prolongarlo más. Pero de no hacerlo, el Espíritu seguirá soplando y
lo único que, en verdad, interesa, es disponernos a escucharlo y mantener la
fidelidad “allí donde sopla y cómo sopla” (Jn 3, 8).
viernes, 7 de marzo de 2025
En el Día de la Mujer, seguir trabajando por una
sociedad y una iglesia que no excluya a las mujeres
Olga Consuelo
Vélez
8 de marzo 2025
De nuevo conmemoramos el 8 de marzo -Día Internacional de la Mujer- y
seguimos explicando que este día no es para recibir flores o dulces sino para
aumentar la conciencia -tanto de las mujeres como de los varones- de que
históricamente las mujeres hemos estado en un segundo lugar -basta recordar la
popular frase “detrás de cada hombre hay una gran mujer”; no hemos tenido
derechos civiles (muy lentamente se han ido consiguiendo, sabiendo que aún en
algunas sociedades esto todavía no ha llegado); hemos sido (y seguimos siendo) víctimas
de violencia por el hecho de ser mujeres; nos ha tocado esforzarnos el “doble”
para mostrar que somos capaces de ejercer tareas que culturalmente habían sido
asignadas a los varones; y que aún vivimos en sociedades patriarcales,
machistas androcéntricas donde la violencia simbólica, de lenguaje, de actitudes,
de cosmovisión, etc., siguen imperando. Podríamos seguir nombrando más
situaciones de la sociedad y añadir las de la Iglesia que, con respecto a las
mujeres, no han sido muy distintas.
Pero estas luchas en búsqueda de cambios sociales y culturales no son
fáciles, suponen demasiada constancia para no decaer en ellas y fortaleza para
escuchar críticas de parte, incluso, de las que son beneficiadas con estas
luchas. Por ejemplo, es común escuchar que algunas mujeres consideran que las
feministas son mujeres desadaptadas y que violentan a los hombres. Que algún
caso se haya dado, es posible, pero que esto permita deslegitimizar las luchas
feministas es muy cuestionable. También está la gran cantidad de mujeres que
viven al margen de una conciencia crítica respecto al dolor y violencia que
sufren las mujeres y, precisamente, por esa indiferencia, hacen más difícil un
cambio. Ni que decir de las mujeres que consiguen algún puesto representativo
en medio de un grupo de varones. Situadas ya en ese estatus, afirman que no hay
ningún obstáculo para las mujeres ya que ellas son el ejemplo y avalan la
conciencia patriarcal de que el problema no es la estructura sino la falta de
preparación de las mujeres. No faltan los varones que dicen sentirse “atacados”
porque se denuncia el sistema patriarcal y se excusan de mil formas para evadir
el tema. En realidad, deberían involucrarse igual que las mujeres porque la
sociedad patriarcal también los afecta a ellos grandemente.
En la iglesia también, como ya dijimos, se dan situaciones similares. Cuando
se plantea este tema, muchos párrocos afirman que toda su parroquia está
llevada por mujeres y, por lo tanto, allí no hay ninguna exclusión de género.
Esas afirmaciones suelen ser muy engañosas porque es la falta de varones lo que
permite que haya tantas mujeres, no la voluntad decidida de los dirigentes
eclesiales de compartir sus responsabilidades con las mujeres. De hecho, en la
actualidad hay más laicas afirmando que su servicio no siempre es valorado y
que si llega otro párroco ya pueden salir de ese espacio porque el próximo trae
otras ideas y las impone sin preguntarle a los fieles de la parroquia si les
parece bien. Hasta ahora las parroquias parece que son propiedad de los
párrocos y no de la comunidad eclesial que participa de ella.
Por otra parte, los nombramientos que ha hecho el papa Francisco de mujeres
en puestos de responsabilidad, constituyen un paso adelante para cambiar los
imaginarios y las prácticas. Pero, al mismo tiempo, pueden servir, a veces, como
distractores de un cambio estructural que garantice que, sea este Papa o el
siguiente, se siga impulsando una iglesia donde el laicado -y especialmente las
mujeres, por la exclusión vivida- tengan derechos frente a la organización, la
planeación y el desarrollo de la vida de la Iglesia por la dignidad bautismal
que poseen.
Conmemoremos, entonces, este día, pidiendo fortaleza para no decaer en las
peticiones por cambios estructurales. Pidamos constancia para seguir
denunciando tantos micro y macro machismos cotidianos, sin temor a resultar
molestas para los que no quieren modificar el status quo vigente. Vivamos
la conciencia creyente de no ahogar el espíritu de Dios que, en el proceso
sinodal empujó, una y otra vez, por la igualdad plena de las mujeres en la
Iglesia y, sin embargo, su voz sigue siendo restringida, opacada, retenida. El
alto número de votaciones en contra del numeral 60 del Documento final del
Sínodo (publicado en octubre del 2024) que sintetiza la realidad de las
mujeres, así lo demuestra (el numeral fue aprobado, pero tuvo 97 votos en
contra, lo cual no fue el promedio de los otros numerales que tuvieron 2, 5, 10
y algún otro 40, 38, etc., en contra). Y la postergación casi que “indefinida”
de responder a la exigencia de los ministerios ordenados para las mujeres, lo
deja en evidencia. Curiosamente en ese mismo numeral se afirma: “lo que viene
del Espíritu no puede detenerse” y, sin embargo, la marcha lenta y sin
profecía, sigue vigente.
Apoyemos tantos movimientos creyentes-feministas que siguen pidiendo “hasta
que la igualdad se haga costumbre”, “hasta que en la iglesia no haya ninguna
exclusión en razón del sexo”, porque la igualdad de la mujer con los varones es
algo “del Espíritu” más que de ideas raras de unas pocas mujeres, como creen
algunos.
jueves, 6 de marzo de 2025
lunes, 3 de marzo de 2025
Cuaresma: oportunidad de repensar nuestra fe
Olga Consuelo Vélez Caro
El 5 de marzo se inicia cuaresma con la celebración del miércoles de
ceniza. Es un tiempo de preparación para conmemorar el acontecimiento
fundamental de nuestra fe: la muerte y la resurrección de Jesús. Convendría
repensar el significado de este día para vivir este tiempo con más conciencia,
pero, sobre todo, para que pueda dar más fruto en nuestra vida.
En algunos lugares ha crecido el número de personas que acuden a la
imposición de la ceniza. Sin embargo, si preguntáramos por el sentido de lo que
están haciendo, bastantes personas responderían que lo hacen buscando una
protección o una bendición de Dios, pero desconocen el verdadero significado de
este sacramental. En realidad, hay muchas búsquedas espirituales que responden
a la necesidad de solución de los problemas que viven las personas y no importa
si el rito lo ofrece la iglesia católica o cualquier otra confesión de fe. Lo
que interesa es participar de algo que les fortalezca, los anime, les ayude a
afrontar lo que viven. Todo esto es legítimo, necesario y si ayuda a las
personas, es importante respetarlo. Pero vale la pena reflexionar sobre lo que
celebramos los cristianos para saber “dar razón de nuestra fe” (1 Pe 3, 15-16).
Cuaresma, etimológicamente viene de la palabra latina, cuadragesima,
señalando así los cuarenta días que faltan para celebrar el misterio pascual.
Es tiempo de preparación, conversión, reflexión sobre el núcleo de nuestra fe y
sus consecuencias para la vida. Es tiempo de preguntarse en qué creemos, por
qué creemos, cómo ser consecuentes con lo que creemos, cómo podríamos dar
testimonio más claro de lo que creemos.
Los cristianos creemos en la encarnación de nuestro Dios en Jesús y, en
consecuencia, creemos en sus palabras y obras. Jesús nos comunicó con su vida
lo que Dios desea de la humanidad y el camino para realizarnos plenamente en el
amor, construyendo un mundo justo y en paz, entre los seres humanos y con la
creación. Por tanto, la conversión a la que nos invita este tiempo de cuaresma
no se puede quedar en algún ayuno o abstinencia o en la participación litúrgica.
La conversión, a la que se nos llama, supone contrastarnos con la persona de
Jesús y ver si nuestra vida ha asumido sus valores y los pone en práctica.
Las preguntas que convendría hacerse podrían ser, por ejemplo, por la
imagen de Dios que tenemos. Vivimos y anunciamos al Dios de Jesús, ese Dios
misericordioso con toda la humanidad, ¿sin ninguna exclusión para ninguno de sus
hijos? En sociedades como las nuestras donde se da tanta exclusión por razón de
etnia, de género, de condición social y, como hemos visto en algunos países, en
razón de su condición de migrante, cuaresma nos invita a dar un testimonio muy
claro y decidido por la inclusión de todos los seres humanos, estando atentos a
cualquier condición que atente contra la dignidad humana, con voz profética
para denunciarla y buscar caminos de integración.
Otra pregunta que podríamos hacernos va en la línea de la praxis de Jesús.
Un Jesús libre de la Ley cuando ella atenta contra los seres humanos, libre del
Templo cuando este no es liberador sino mediación de ritos externos, libre del
tener para vivir la solidaridad, libre del poder, practicando el servicio,
libre de las búsquedas personales para construir el bien común. ¿Es nuestra fe
generadora de libertad o nos encierra en legalismos, fundamentalismos,
escrúpulos, vanaglorias? En tiempos donde crecen las posturas tradicionalistas se
necesita vivir una experiencia de fe que libere, permitiendo entender los
signos de los tiempos y responder a ellos.
Muy importante es preguntarnos sobre la dimensión social y política de la
fe. Las experiencias religiosas han de ser para la vida, para la construcción
de sociedades más justas y en paz, para realizar obras de misericordia y
solidaridad que actualicen para el presente, la vivencia de las primeras
comunidades cristianas. No debería pasarnos lo que relata la parábola del Buen
Samaritano (Lc 10, 25-37) de dejar a los caídos en el camino por “no mancharse”
para cumplir con la purificación ritual o permanecer indiferentes ante la
realidad de los hermanos porque se tiene prisa con el cumplimiento de los
oficios religiosos. Nuestra conciencia socio política ha de ser lúcida, siempre
apoyando las políticas que garanticen la justicia para todos y rechazando
aquellas políticas que se centran en el lucro y la ganancia, sin importar las
consecuencias humanas y ambientales de tales propuestas. En este último
sentido, preguntarnos por la responsabilidad ecológica, es imprescindible. Hemos
ido tomando más conciencia de que la salvación de nuestro Dios no es solo para
la humanidad sino para toda la creación, pero dependerá de nuestro cuidado y
capacidad de vivir en armonía con ella, sin depredarla y extinguirla.
Tenemos cuarenta días por delante para pensar en estas cuestiones o en
muchas otras que pueden surgir en el corazón de cada uno. No dejemos pasar esta
oportunidad que nos brinda el ciclo litúrgico de tomar el pulso de nuestra fe y
reorientar la marcha. En eso consiste la conversión y se nos invita a vivirla
en este tiempo. Por supuesto, con mucha “esperanza”, como lo ha señalado el
Papa al invitarnos a vivir el Jubileo de la esperanza, sabiendo que por parte
de Dios está todo dado y depende solo de nuestra generosidad que su amor hacia
la humanidad se haga real y palpable en el mundo que vivimos.