En este espacio se consignan reflexiones sobre los hechos que suceden vistos desde la fe y con el ánimo de suscitar conciencia crítica, reflexión y compromiso cristiano.
viernes, 30 de mayo de 2025
miércoles, 28 de mayo de 2025
ASCENSIÓN DEL SEÑOR: dejar de mirar al cielo para
comprometernos con la historia presente
1-05-2025
Olga Consuelo Vélez Caro
Y les dijo: "Así está escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de
entre los muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía
predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados.
Ustedes son testigos de todo esto. Y yo les enviaré lo que mi Padre les ha
prometido. Permanezcan en la ciudad, hasta que sean revestidos con la fuerza
que viene de lo alto". Después Jesús los llevó hasta las proximidades de
Betania y, elevando sus manos, los bendijo. Mientras los bendecía, se separó de
ellos y fue llevado al cielo. Los
discípulos, que se habían postrado delante de él, volvieron a Jerusalén con
gran alegría, y permanecían continuamente en el Templo alabando a Dios (Lucas 24, 46-53)
Los domingos anteriores hemos visto la aparición de Jesús a los suyos en
diversos textos y hoy el evangelio de Lucas va a cerrar estas apariciones con
la ascensión de Jesús, terminando así su evangelio, para pasar al libro de
Hechos que, también se le atribuye a Lucas, donde comenzará la vida de la
Iglesia. En Hechos, Lucas, después de dar las razones de por qué va a escribir
este libro, relata nuevamente la ascensión de Jesús.
Notemos que Jesús se aparece a los suyos y les hace una especie de resumen
de lo que ha pasado diciéndoles: “así estaba escrito, el Mesías debía sufrir y
resucitar de entre los muertos al tercer día y en su nombre se ha de predicar el
perdón de los pecados a todas las naciones”. Para Lucas todo sucede en
Jerusalén, mientras que, para Marcos y Mateo, Jesús se aparece en Galilea.
Jerusalén será, entonces, el lugar desde donde el mensaje se ha de expandir a
todas las naciones.
Jesús continúa dando la razón de por qué les está diciendo esto. Ellos han
sido los testigos de esos acontecimientos y llega el momento de dar testimonio.
Pero esta predicación no la podrán hacer por sus propias fuerzas, de ahí que
les recuerda la promesa que el Padre les ha hecho -nosotros sabemos que es el
Espíritu Santo, pero el texto no lo dice-, y se compromete, él mismo, a cumplir
esa promesa.
Aunque les dice que permanezcan en la ciudad, o sea, en Jerusalén, hasta
que se cumpla la promesa, se los lleva a Betania, ciudad a unos 3 km de
Jerusalén y allí se va a dar la ascensión. Primero Jesús eleva las manos y los
bendice y luego es llevado a los cielos. Los términos que se usan en el relato
-levantar las manos, ser elevado- acompañan el acontecimiento que se está
realizando. Jesús, efectivamente se va a ir, no se aparecerá más y el legado
queda en manos de los discípulos.
El texto concluye diciendo que ellos volvieron llenos de alegría a
Jerusalén y no cesaban de alabar a Dios en el Templo.
La ascensión es entonces, la fiesta que nos recuerda que los testigos de
Jesús ahora somos nosotros y hemos de predicar la buena noticia del reino con
la alegría que este trae. Ya nadie puede ver a Jesús si no es a través de
nuestras palabras y obras. En el relato de la ascensión del libro de Hechos, se
aparecen dos hombres que dicen a los discípulos: ¿qué hacen mirando al cielo? Estas
palabras podrían ayudarnos a tomar en serio la tarea que tenemos en la tierra.
En otras palabras, la ascensión no es para mirar al cielo sino para trabajar en
la tierra. Sentirnos discípulos de Jesús es reconocer su envío, confiar en la
fuerza de su Espíritu y con gozo realizar la misión evangelizadora de la
Iglesia que ahora está en nuestras manos.
lunes, 26 de mayo de 2025
jueves, 22 de mayo de 2025
Jesús se ha ido pero nos promete su Espíritu
VI Domingo de Pascua 25-05-2025
Olga Consuelo Vélez Caro
Jesús le respondió: "El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre
lo amará; iremos a él y habitaremos en él. El que no me ama no es fiel a mis palabras.
La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió. Yo les
digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. Pero el Paráclito, el
Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les
recordará lo que les he dicho. Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la
da el mundo. ¡No se inquieten ni teman! Me han oído decir: "Me voy y
volveré a ustedes". Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al
Padre, porque el Padre es más grande que yo. Les he dicho esto antes que
suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean (Juan 14, 23-29)
El evangelio de hoy pertenece al largo discurso de despedida que el
evangelista Juan pone en boca de Jesús desde el capítulo 13 al 17. En estos
versículos Jesús se refiere a varios aspectos. En primer lugar, la relación
entre el amor y la fidelidad a su palabra. Las palabras que él nos ha
comunicado son las mismas del Padre; por tanto, quien quiere amar a Dios, ha de
cumplir su palabra. Pero, algo muy importante, continúa en segundo lugar. Se
refiere al don del Espíritu Santo quien será el protagonista de la vida
resucitada que nos trae Jesús. Él será quien recuerde todo lo dicho por Jesús,
más aún, seguirá enseñando como Él lo ha hecho y traerá el don de la paz. Sobre
la paz dice que no será como la que da el mundo, pero esto no significa que se
refiere a una paz alejada de la realidad. Por el contrario, la paz que viene de
Dios asume la realidad para transformarla. La vida cristiana no puede alejarse
del mundo en que vivimos sino, por el contrario, se ha de trabajar para hacer
de él, un lugar como Dios lo quiere: con los dones del Espíritu, con su
presencia que todo lo transforma.
El discurso concluye con la llamada a no inquietarse porque Jesús se va ya
que comienza el llamado “tiempo del Espíritu”, tiempo de la fe, tiempo del
creer, tiempo del seguimiento. Precisamente, todo esto, es lo que se espera de
la vivencia del tiempo pascual, como fruto de la resurrección de Jesús. Y,
nosotros somos ahora, los continuadores de la misma misión de Jesús, hasta su
vuelta definitiva.
Convendría preguntarnos, qué tanto tomamos en serio la misión confiada,
cómo nos dejamos guiar por el paráclito que el Señor nos ha dejado para seguir
discerniendo la misión en estos tiempos, cómo somos testigos de la paz, de la
confianza, del no temer ni inquietarnos ante las dificultades, no porque nos
creamos invencibles sino por la seguridad de la presencia del mismo Espíritu de
Jesús entre nosotros.
martes, 20 de mayo de 2025
María, referencia del discipulado para varones y a
mujeres
Olga Consuelo Vélez
En el mes de mayo se recuerda con especial interés a la Virgen María, por
su aparición en Fátima el 13 de mayo de 1917. Al mismo tiempo, es común
relacionar a las mujeres (y a las madres, especialmente, que también se
celebran este mes, al menos en Colombia) con la figura de María, relación que
trae aspectos positivos y otros no tan favorables.
Sobre lo positivo, por supuesto María, madre del Hijo de Dios, es mujer y
podemos fijarnos en ella para tener un modelo, un espejo, una referencia para
el seguimiento que buscamos hacer de Jesús. Sin embargo, la tradición mariana
ha puesto énfasis en algunas actitudes de María que, miradas hoy, no han
contribuido al desarrollo pleno de las mujeres. Algunas citas bíblicas que
interpretadas adecuadamente significan una colaboración activa, por parte de
María, al plan de salvación de Dios, al leerlas literalmente se prestan a
fomentar actitudes de pasividad, resignación, silencio, aguante, etc. Por
ejemplo, la respuesta de María al anuncio de ángel “He aquí la esclava del
Señor, hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38), olvida la pregunta que María
hizo previamente “¿Cómo podrá ser eso, puesto que no conozco varón?” (Lc 1, 34)
y toma la palabra “esclava” en sentido literal de sumisión o falta de libertad
y no de disposición, acogida activa a la propuesta divina. Otra cita del mismo
evangelista nos presenta a María como la que “conservaba cuidadosamente todas
las cosas en su corazón” (2, 51), dando la imagen de esa actitud de silencio
para toda mujer y más para toda madre que “obligatoriamente” ha de sufrir por
sus hijos. El texto de María al pie de la cruz (Jn 19,25) se identifica más con
el sufrimiento de todas las madres y no con la valentía de estar en medio de
ese contexto de persecución y asesinato de su Hijo. Talvez las búsquedas
actuales que tantas madres han hecho de sus hijos desaparecidos, casi siempre
por fuerzas oscuras del Estado, podrían iluminar la figura de María al pie de
la cruz porque las madres actuales no se callan, marchan, buscan
incansablemente, denuncian a los posibles ejecutores de sus hijos y mantienen
su memoria sin desfallecer, buscan justicia. Mirarlas a ellas nos ayuda a
comprender mejor lo que debió ser la experiencia de María al pie de la cruz.
Al mismo tiempo, no se hace tanto énfasis en la María que proclama el
Magnificat -canto de denuncia de las
injusticias sociales y de anuncio de la transformación que viene de Dios de
todas esas situaciones a través nuestro- (Lc 1, 46-55); o en María que salió
presurosa a la región montañosa, a una ciudad de Judá a visitar a su prima
Isabel (Lc 1, 39-40); o en aquella que interrumpe a Jesús para pedirle que
solucione el problema de la falta de vino (Jn 2,3); o en la que va a buscarlo
porque dicen que está salido de sí y se ha de guardar el honor familiar (Mc 3,
31ss); o en la María acompañando a la primera comunidad cristiana el día de
Pentecostés (Hc 1,14). En la catequesis, la predicación, la doctrina, se han
leído todos esos textos en el horizonte del “estereotipo de la feminidad”, muy
identificado con las mujeres que han de ser abnegadas, con capacidad de
sufrimiento, todo en aras de salvar el hogar, santificar al marido, entregarse
por los hijos.
En las últimas décadas la figura de María se ha leído desde una adecuada
exégesis y en el horizonte del feminismo, es decir, de mujeres con derechos,
sin subordinaciones, sin recluirlas al espacio privado, con capacidad para ser
protagonistas de su futuro, sin que la vocación a la maternidad de gran número
de ellas, suponga renunciar a sus sueños y a su propia realización. Pero
todavía esa imagen de María no está lo suficientemente arraigada en el Pueblo
de Dios como para que contribuya a denunciar toda violencia contra las mujeres,
a no permitir que sucedan más feminicidios ni que la mujer no tenga un lugar
protagónico en la sociedad y en la Iglesia. Falta demasiado para que la fe
acompañe la nueva forma de ser mujeres, movimiento que en muchos sentidos es
irreversible (aunque no dejen de brotar movimientos que vuelven a encasillar a
la mujer en el estereotipo de la feminidad reduciéndola al ámbito del hogar).
Posiblemente en este mes podríamos hacer menos rosarios o altares y vendría muy
bien una formación mariana que rescate a María de los estereotipos y nos la
presente desde la exégesis bíblica y las lecturas mariológicas actuales.
Ahora bien, aunque María puede contribuir a esta nueva manera de ser
mujeres, no es menos diciente para los varones porque ella no es referencia
para las mujeres sino para todos los cristianos, varones y mujeres, ya que ella
supo vivir el discipulado, siendo la primera discípula, a quienes todos en la
Iglesia hemos de tener como referencia.
El pasaje de Marcos (3, 31ss) al que antes hacíamos referencia, nos habla
de ese discipulado que Jesús le dejo claro a ella y a toda su familia:
“¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? El que cumpla la voluntad de Dios, ese
es mi hermano, mi hermana y mi madre”. Y si María estuvo al pie de la cruz, no
fue tanto en calidad de madre (sin dejar de serlo, por supuesto), sino de
discípula, fiel a los valores del reino, aunque con esa cruz los quisieran
destruir definitivamente. Por eso ella sigue en la primera comunidad cristiana
y recibe al Espíritu Santo junto a los discípulos, todos ellos siendo esa
familia del reino, no constituida por los lazos de sangre sino por la acogida
de la buena noticia anuncia por Jesús.
Mayo no es pues el mes de las mujeres al recordar la figura de María. Podría
ser el mes del discipulado que María supo vivir, siendo ella espejo, modelo,
referencia para todos los creyentes, varones y mujeres.
jueves, 15 de mayo de 2025
Una comunidad creíble es la que da testimonio del
amor de los unos a los otros
V Domingo de Pascua 18-05-2025
Olga Consuelo Vélez Caro
Después que Judas salió, Jesús dijo: "Ahora el Hijo del hombre ha sido
glorificado y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en
él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto. Hijos míos, ya no
estaré mucho tiempo con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos
a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los
otros. En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que
se tengan los unos a los otros" (Juan 13,
31-33a.34-35)
En este capítulo 13 del evangelio de
Juan se nos relata el lavatorio de los pies y, posteriormente, el anuncio de la
traición de Judas. Justamente con este hecho comienza el texto que se nos pone
hoy a consideración. Judas salió de aquella cena y queda Jesús con los
discípulos que aún le siguen a los cuales les comunica lo que va a pasar y, además,
les va a dejar su testamento. La primera parte se refiere a la pasión que va a
vivir en breve, interpretada teológicamente: esa muerte que para sus
contemporáneos significa el fin de su misión y el acabar con ese profeta que
les incomoda, con la experiencia de la resurrección se convertirá en la gloria
del Hijo, en el sí de Dios a su vida, en el vencer la muerte con la vida
definitiva en Dios. Todo eso lo expresa con la afirmación de la glorificación
del Hijo del hombre y la glorificación de Dios mismo en él.
Este acontecimiento es confiado a sus
discípulos, a los suyos, dándoles un mandamiento nuevo. ¿En qué consiste la
novedad de este mandamiento? En que el amor que él les pide que se tengan unos
a otros, tiene como fundamento el amor que Jesús ha tenido por cada uno de los
suyos. Como se puede ver, este mandamiento no es una regla para cumplir, una
liturgia para realizar, una prohibición para respetar. Es una experiencia que
se hace vida entre Jesús y cada persona y, porque es una experiencia real, se
proyecta en el amor mutuo. Además, ese amor es el que permitirá que los demás
reconozcan quienes son los discípulos de Jesús y se entusiasmen por vivir lo
que ellos viven.
De hecho, un padre de la Iglesia de
los primeros tiempos escribió que la gente se admiraba del amor que se
profesaban los cristianos entre ellos, diciendo: “miren como se aman” y,
precisamente, por ese testimonio se iban añadiendo más creyentes a la
comunidad.
Para nosotros que estos días estamos
saboreando la experiencia de la resurrección de Jesús, ese mandamiento mantiene
toda su actualidad. La gente podrá creer en los frutos de la pascua en la
medida que vean comunidades alegres, unidas, servidoras, testigas del amor
sincero de unos para con los otros. Que ese amor sea nuestro distintivo,
haciendo creíble la presencia de Jesús en medio de la comunidad.
lunes, 12 de mayo de 2025
León XIV: un pontificado distinto
Olga Consuelo Vélez
Desde que se eligió a León XIV no dejo de escuchar que será continuador de
Francisco y se “inventan” inclusive, expresiones que León XIV no ha dicho, para
probarlo. Por dar algunos ejemplos, periodistas de noticieros colombianos
decían que el León XIV había dicho que quería una “Iglesia en salida”. Puede
que me equivoque, pero hasta el día de hoy no le escuché esa expresión. Por
supuesto dijo, “Iglesia misionera” y podríamos entender que es el mismo
sentido, pero son expresiones distintas. Luego dijeron que el nombre era por
León el amigo de Francisco de Asís. El mismo Papa León XIV ya confirmó que fue
por León XIII. Y más reciente dijo, citando a Francisco, que debían “ser
pastores según el corazón del Padre”. Recordemos que Francisco desde el inicio
dijo “pastores con olor a oveja”. La palabra “pobres” no la ha pronunciado,
pero por supuesto se ha referido a los que pasan necesidad y sufren por muchas
carencias. Y qué decir, del usar todos los ornamentos papales e ir a habitar en
los palacios pontificios; esto marca una diferencia fundamental con Francisco.
Con todo esto no estoy diciendo que este pontificado no pueda ser muy bueno
y, quien dirá, si mejor que el de Francisco, pero creo que ya podemos dejar de
comparar y buscar comprender qué marcará este nuevo Papa y cuáles son sus
opciones fundamentales.
Esta claro que su mensaje se referirá a lo social. En casi todas sus
intervenciones ha hablado de la paz, de la necesidad de rechazar toda guerra,
de desarmarnos. Explícitamente se refirió a la guerra de Ucrania-Rusia, la
situación inhumana de Gaza, los conflictos entre India y Pakistán. En su primer
encuentro con los comunicadores sociales habló mucho de los comunicadores
encarcelados por decir la verdad y llamó a una comunicación que construya la
paz. Sabemos también que en Estados Unidos no todos están contentos porque
saben que su postura no es afín al presidente Trump y en Perú también tuvo una
postura clara frente a Fujimori. Seguiremos escuchando, muy posiblemente, este
tipo de mensajes sociales que necesitamos y esperamos de cualquier pontificado.
Todo esto es para celebrar.
Ahora bien, en la realidad intraeclesial, mucha gente dice que es muy
cercano, sencillo, respetuoso, que escucha mucho y cuando habla lo hace con
asertividad. Además, parece que es muy eficiente y tiene toda la experiencia
pastoral que le debió dejar su ser obispo en la diócesis peruana de Chiclayo. Todo
esto también para celebrar. Pero empiezo a ver post de aquellos que añoran la
iglesia tridentina diciendo que este Papa si se expresa con el lenguaje propio
de la Iglesia -el latín- y, en verdad, ha rezado casi siempre en latín (tal vez
lo había también Francisco, pero no me acuerdo) y será firme en la doctrina y
la proclamará con claridad (no como el Papa Francisco que para estos
tradicionalistas fue ambiguo y no entendieron nada de aquello de actualizar la
doctrina a los desafíos actuales).
En fin, lo que quiero expresar es que estoy extrañando a Francisco y para
mi León XIV es muy distinto. Lo que no significa que no camine por la misma
senda del Vaticano II, como ya lo dijo, y, posiblemente, impulse la iglesia
sinodal. Pero, definitivamente, extraño la sencillez, de hecho, de Francisco,
su hablar espontáneo y tan cercano a lo que la gente entiende. Extraño el poder
ponerlo de ejemplo para intentar construir una iglesia pobre y para los pobres
y el repetir tantas expresiones tan ricas, que utilizó desde el primer día de
su pontificado, llenas de misericordia, inclusión, apertura, novedad, etc. Extrañaré
el poder decirle al clero que se puede dejar de lado la pompa imperial para
intentar acabar con tanto clericalismo porque el Papa así lo testimoniaba. Por
supuesto, a Francisco le quedaron pendientes muchas cosas, incluyendo, su
postura frente a los ministerios para las mujeres y una reforma de la curia
romana a fondo, y es posible que León XIV llegue a concretarlo. Pero,
definitivamente, León XIV es distinto a Francisco y me parece mejor, dejar de
buscar coincidencias que, creo, son más ilusión que realidad.
viernes, 9 de mayo de 2025
jueves, 8 de mayo de 2025
León XIV:
Estrenando un nuevo pontificado
Olga Consuelo Vélez
No tardó mucho la elección del
nuevo pontífice y no fue una sorpresa absoluta porque el Cardenal Robert
Prevost estaba entre los “papables” según los múltiples escritos publicados estos
días. Es prematuro decir mucho sobre este nuevo pontífice porque todo está por
hacerse y el tiempo irá mostrándonos sus opciones y realizaciones. Por eso, por
lo pronto, solo algunos comentarios, sumándome a tantos otros que se están haciendo.
Alegra que tenga una experiencia
pastoral y misionera. Se han recordado sus años en Perú: de 1985-1986 estuvo en
la misión agustiniana de Chulucanas, Piura, Perú. En 1988 se incorpora a la
misión de Trujillo, Perú en la que estará hasta 1992, realizando diversas
tareas. Prior de la comunidad, director de formación y profesor de profesos,
vicario judicial y profesor de Derecho canónico, patrística y moral en el
Seminario mayor de la arquidiócesis de Trujillo. También atendió pastoralmente a
la que será después la Parroquia Santa Rita, en la periferia de la ciudad y
administrador pastoral de Nuestra Señora de Monserrat.
Alegra que sea religioso agustino
por su formación sólida y los estudios realizados. Hizo sus votos en 1981 y fue
ordenado presbítero en 1982. Licenciado en Teología, en Derecho Canónico y en
1987 recibió su doctorado en Derecho Canónico, con la tesis “El papel del prior
local de la Orden de San Agustín”. También su experiencia como Prior provincial
en Chicago y Prior general de toda la Orden. Conoce la vida religiosa, su
organización, sus procesos formativos.
Alegra que tenga nacionalidad
peruana porque lo podemos considerar un papa latinoamericano, pero también
estadounidense, con ascendencia francesa, italiana y española. Con estos datos,
asume un carácter más universal, conociendo diversas lenguas y culturas.
Alegra que fue nombrado por
Francisco, en 2015, obispo de Chiclayo y en 2018 fue segundo vicepresidente de
la Conferencia Episcopal Peruana. En 2020, Francisco también lo nombra
administrador apostólico de la diócesis peruana de Callao. En 2023, es nombrado
prefecto del Dicasterio para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión
para América Latina, promoviéndolo, Francisco, a arzobispo. Ese mismo año lo
nombra cardenal.
Alegra que sus palabras iniciales
fueron sobre la paz que nos da Cristo, una paz desarmada, desarmante, humilde y
perseverante. Una paz para toda la tierra. Una paz que proviene de Dios que nos
ama incondicionalmente. Recordó la palabra siempre valiente del papa Francisco.
Dijo que estamos todos en las manos de Dios y nos invitó a seguir adelante
siendo discípulos de Cristo, conscientes que la humanidad necesita de la luz de
Cristo. Llamó a construir puentes con el diálogo, con el encuentro, uniéndonos
todos para ser un solo pueblo. Agradeció a los cardenales que lo eligieron y
llamó a caminar juntos siguiendo a Jesucristo, proclamando el evangelio y
siendo misioneros. Recordó que es hijo de San Agustín que decía que “con
ustedes soy cristiano y para ustedes obispo”. Saludó a la iglesia de Roma y pidió
que toda la iglesia sea misionera y construya dialogo, con todos los que tienen
necesidad de nuestra presencia. Saludo en español a su querida diócesis de
Chiclayo en el Perú. Finalizó trazando un breve itinerario eclesial: ser una
iglesia sinodal, que camina y busca la paz, la caridad y está cerca de quienes
sufren. Invocó a la virgen de Pompeya e invitó a rezar juntos por la paz del
mundo.
Alegra que su nombre, León XIV,
recuerde a León XIII, el Papa de la Rerum novarum (1891), primer
documento del magisterio social de la Iglesia que hablaba de los derechos de
los trabajadores y de la justicia social.
Y, ¿qué más decir de esta
noticia? por lo pronto, los cardenales dieron un mensaje de tranquilidad, al
votar por el cardenal Prevost, porque los que no aceptaron a Francisco pueden
ver en León XIV, a alguien moderado, que volvió a los ornamentos papales que
Francisco no usó; no sabemos si volverá a habitar la residencia papal, su
formación canónica y la tradición patrística de los agustinos lo sitúa más
cerca de los principios doctrinales y, aunque habló de los que sufren y de la
urgencia de estar cerca de ellos, no pronunció la palabra “pobres”, “iglesia en
salida que no teme mancharse” o “quien soy yo para juzgar a aquellos que no
parecen cumplir con la doctrina establecida”. Y, por parte, los más allegados a
Francisco, también encuentran en el cardenal Prevost, todas las razones
nombradas anteriormente, como motivos para creer que mantendrá una continuidad
con Francisco y que su edad, cercanía, sencillez en el trato y las
responsabilidades que ha desempeñado podrán ayudarlo a dar la imagen de Iglesia
que hoy el mundo necesita.
De todas maneras, como ya lo
escribí hace unos días, interesa quien es el Papa y es importante desear que
sea fiel al Espíritu de Jesús y atento a los signos de los tiempos para que la
Iglesia responda a los desafíos actuales. Pero, la Iglesia no es el pontífice y
ya llegó la hora de sentirnos todos Iglesia, miembros corresponsables de la
misión evangelizadora de la Iglesia, con lo cual, ojalá, no detengamos la
marcha, sino que sigamos pidiendo una Iglesia pobre y para los pobres, sencilla
y humilde, incluyente de todos, todas y todes (aunque se rechace este lenguaje
inclusivo), en la que el laicado y, especialmente, las mujeres, encuentren el
espacio que todavía se les niega para la toma de decisiones y los ministerios
ordenados.
miércoles, 7 de mayo de 2025
Ser como el Buen Pastor en el ministerio de la
evangelización que se nos ha confiado
IV Domingo de Pascua 11-05-2025
Olga Consuelo Vélez Caro
Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy
Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos. Mi
Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de
las manos de mi Padre. El Padre y yo somos una sola cosa" (Juan 10, 27-30)
Este cuarto domingo de Pascua nos ofrece un texto muy breve. Retoma lo que
el mismo evangelio de Juan había narrado en el capítulo 10, sobre Jesús como
Buen Pastor y del cuidado del pastor con sus ovejas, muy distinto al de un
asalariado que, cuando ve llegar el peligro, las abandona. Aquí se nos presenta
un resumen de tal pasaje, pero mostrando la relación entre Jesús y su Padre y,
como, el mismo amor del Padre por las ovejas, es el mismo amor de Jesús por
ellas. Jesús recibió la misión de su Padre y él la está cumpliendo con toda prontitud,
conociéndolas y dándoles la vida eterna. Ellas reconocen su voz y le siguen. Y
la garantía de que nadie les hará nada y nadie las arrebatara, es que el Padre
que se las ha dado, no lo permitirá, ya que, él y su Padre son uno.
Este texto es un texto teológico como todo el evangelio de Juan. De ahí que
se refiera a la vida eterna y a esa unidad entre Jesús y su Padre. El
significado, por tanto, ya se refiere a los bienes definitivos que esperamos en
la vida cristiana: la vida de comunión con Dios, la participación en el
misterio de amor de nuestro Dios Trinidad.
Este tiempo de Pascua nos revela, por tanto, la alegría del Jesús
resucitado entre nosotros, encomendándonos su misma misión: anunciar la buena
noticia del amor de Dios para con todos sus hijos e hijas, amor que siempre
cuida, protege y conduce a la vida plena. Que nuestra evangelización de
testimonio de este Buen Pastor que arriesga todo por sus ovejas hasta que todas
lleguen a la vida bienaventurada a la que están llamadas.