Una comunidad creíble es la que da testimonio del
amor de los unos a los otros
V Domingo de Pascua 18-05-2025
Olga Consuelo Vélez Caro
Después que Judas salió, Jesús dijo: "Ahora el Hijo del hombre ha sido
glorificado y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en
él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto. Hijos míos, ya no
estaré mucho tiempo con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos
a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los
otros. En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que
se tengan los unos a los otros" (Juan 13,
31-33a.34-35)
En este capítulo 13 del evangelio de
Juan se nos relata el lavatorio de los pies y, posteriormente, el anuncio de la
traición de Judas. Justamente con este hecho comienza el texto que se nos pone
hoy a consideración. Judas salió de aquella cena y queda Jesús con los
discípulos que aún le siguen a los cuales les comunica lo que va a pasar y, además,
les va a dejar su testamento. La primera parte se refiere a la pasión que va a
vivir en breve, interpretada teológicamente: esa muerte que para sus
contemporáneos significa el fin de su misión y el acabar con ese profeta que
les incomoda, con la experiencia de la resurrección se convertirá en la gloria
del Hijo, en el sí de Dios a su vida, en el vencer la muerte con la vida
definitiva en Dios. Todo eso lo expresa con la afirmación de la glorificación
del Hijo del hombre y la glorificación de Dios mismo en él.
Este acontecimiento es confiado a sus
discípulos, a los suyos, dándoles un mandamiento nuevo. ¿En qué consiste la
novedad de este mandamiento? En que el amor que él les pide que se tengan unos
a otros, tiene como fundamento el amor que Jesús ha tenido por cada uno de los
suyos. Como se puede ver, este mandamiento no es una regla para cumplir, una
liturgia para realizar, una prohibición para respetar. Es una experiencia que
se hace vida entre Jesús y cada persona y, porque es una experiencia real, se
proyecta en el amor mutuo. Además, ese amor es el que permitirá que los demás
reconozcan quienes son los discípulos de Jesús y se entusiasmen por vivir lo
que ellos viven.
De hecho, un padre de la Iglesia de
los primeros tiempos escribió que la gente se admiraba del amor que se
profesaban los cristianos entre ellos, diciendo: “miren como se aman” y,
precisamente, por ese testimonio se iban añadiendo más creyentes a la
comunidad.
Para nosotros que estos días estamos
saboreando la experiencia de la resurrección de Jesús, ese mandamiento mantiene
toda su actualidad. La gente podrá creer en los frutos de la pascua en la
medida que vean comunidades alegres, unidas, servidoras, testigas del amor
sincero de unos para con los otros. Que ese amor sea nuestro distintivo,
haciendo creíble la presencia de Jesús en medio de la comunidad.
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