León XIV:
Estrenando un nuevo pontificado
Olga Consuelo Vélez
No tardó mucho la elección del
nuevo pontífice y no fue una sorpresa absoluta porque el Cardenal Robert
Prevost estaba entre los “papables” según los múltiples escritos publicados estos
días. Es prematuro decir mucho sobre este nuevo pontífice porque todo está por
hacerse y el tiempo irá mostrándonos sus opciones y realizaciones. Por eso, por
lo pronto, solo algunos comentarios, sumándome a tantos otros que se están haciendo.
Alegra que tenga una experiencia
pastoral y misionera. Se han recordado sus años en Perú: de 1985-1986 estuvo en
la misión agustiniana de Chulucanas, Piura, Perú. En 1988 se incorpora a la
misión de Trujillo, Perú en la que estará hasta 1992, realizando diversas
tareas. Prior de la comunidad, director de formación y profesor de profesos,
vicario judicial y profesor de Derecho canónico, patrística y moral en el
Seminario mayor de la arquidiócesis de Trujillo. También atendió pastoralmente a
la que será después la Parroquia Santa Rita, en la periferia de la ciudad y
administrador pastoral de Nuestra Señora de Monserrat.
Alegra que sea religioso agustino
por su formación sólida y los estudios realizados. Hizo sus votos en 1981 y fue
ordenado presbítero en 1982. Licenciado en Teología, en Derecho Canónico y en
1987 recibió su doctorado en Derecho Canónico, con la tesis “El papel del prior
local de la Orden de San Agustín”. También su experiencia como Prior provincial
en Chicago y Prior general de toda la Orden. Conoce la vida religiosa, su
organización, sus procesos formativos.
Alegra que tenga nacionalidad
peruana porque lo podemos considerar un papa latinoamericano, pero también
estadounidense, con ascendencia francesa, italiana y española. Con estos datos,
asume un carácter más universal, conociendo diversas lenguas y culturas.
Alegra que fue nombrado por
Francisco, en 2015, obispo de Chiclayo y en 2018 fue segundo vicepresidente de
la Conferencia Episcopal Peruana. En 2020, Francisco también lo nombra
administrador apostólico de la diócesis peruana de Callao. En 2023, es nombrado
prefecto del Dicasterio para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión
para América Latina, promoviéndolo, Francisco, a arzobispo. Ese mismo año lo
nombra cardenal.
Alegra que sus palabras iniciales
fueron sobre la paz que nos da Cristo, una paz desarmada, desarmante, humilde y
perseverante. Una paz para toda la tierra. Una paz que proviene de Dios que nos
ama incondicionalmente. Recordó la palabra siempre valiente del papa Francisco.
Dijo que estamos todos en las manos de Dios y nos invitó a seguir adelante
siendo discípulos de Cristo, conscientes que la humanidad necesita de la luz de
Cristo. Llamó a construir puentes con el diálogo, con el encuentro, uniéndonos
todos para ser un solo pueblo. Agradeció a los cardenales que lo eligieron y
llamó a caminar juntos siguiendo a Jesucristo, proclamando el evangelio y
siendo misioneros. Recordó que es hijo de San Agustín que decía que “con
ustedes soy cristiano y para ustedes obispo”. Saludó a la iglesia de Roma y pidió
que toda la iglesia sea misionera y construya dialogo, con todos los que tienen
necesidad de nuestra presencia. Saludo en español a su querida diócesis de
Chiclayo en el Perú. Finalizó trazando un breve itinerario eclesial: ser una
iglesia sinodal, que camina y busca la paz, la caridad y está cerca de quienes
sufren. Invocó a la virgen de Pompeya e invitó a rezar juntos por la paz del
mundo.
Alegra que su nombre, León XIV,
recuerde a León XIII, el Papa de la Rerum novarum (1891), primer
documento del magisterio social de la Iglesia que hablaba de los derechos de
los trabajadores y de la justicia social.
Y, ¿qué más decir de esta
noticia? por lo pronto, los cardenales dieron un mensaje de tranquilidad, al
votar por el cardenal Prevost, porque los que no aceptaron a Francisco pueden
ver en León XIV, a alguien moderado, que volvió a los ornamentos papales que
Francisco no usó; no sabemos si volverá a habitar la residencia papal, su
formación canónica y la tradición patrística de los agustinos lo sitúa más
cerca de los principios doctrinales y, aunque habló de los que sufren y de la
urgencia de estar cerca de ellos, no pronunció la palabra “pobres”, “iglesia en
salida que no teme mancharse” o “quien soy yo para juzgar a aquellos que no
parecen cumplir con la doctrina establecida”. Y, por parte, los más allegados a
Francisco, también encuentran en el cardenal Prevost, todas las razones
nombradas anteriormente, como motivos para creer que mantendrá una continuidad
con Francisco y que su edad, cercanía, sencillez en el trato y las
responsabilidades que ha desempeñado podrán ayudarlo a dar la imagen de Iglesia
que hoy el mundo necesita.
De todas maneras, como ya lo
escribí hace unos días, interesa quien es el Papa y es importante desear que
sea fiel al Espíritu de Jesús y atento a los signos de los tiempos para que la
Iglesia responda a los desafíos actuales. Pero, la Iglesia no es el pontífice y
ya llegó la hora de sentirnos todos Iglesia, miembros corresponsables de la
misión evangelizadora de la Iglesia, con lo cual, ojalá, no detengamos la
marcha, sino que sigamos pidiendo una Iglesia pobre y para los pobres, sencilla
y humilde, incluyente de todos, todas y todes (aunque se rechace este lenguaje
inclusivo), en la que el laicado y, especialmente, las mujeres, encuentren el
espacio que todavía se les niega para la toma de decisiones y los ministerios
ordenados.
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