La hermenéutica o interpretación del texto bíblico
Como se ha dicho
tantas veces, la Palabra de Dios requiere ser interpretada para poderla
entender en su contexto, no haciéndole decir lo que no dice, y develando todo
el mensaje profético que encierra. Esto no es propio de la Biblia sino de toda
realidad humana porque dependiendo del tiempo, del lugar, de las
circunstancias, todo toma un significado propio que necesitamos indagar bien,
para evitar malos entendidos. Basta tomar como ejemplo, las sorpresas que nos
llevamos cuando vamos de una región de Colombia a otra, o de un país a otro y
vemos cómo las mismas palabras significan distinto y las costumbres obvias en
un lugar son, muchas veces, totalmente diferentes en otros.
Pues bien, la
tarea de interpretar la realidad y, por lo tanto, la Sagrada Escritura, supone mucha
dedicación, esfuerzo e interés. Esta tarea se llama “hermenéutica”, palabra
tomada del Dios griego Hermes, experto en el arte de interpretar los misterios
ocultos. La teología se considera una ciencia hermenéutica porque su tarea es
interpretar la revelación divina presente en la historia, en los signos de los
tiempos y consignada, de modo privilegiado, en la Sagrada Escritura. Continuamente,
por tanto, hay que preguntarse qué significa ese texto, en qué contexto se
escribió, a qué situación respondía, cómo se entendían las palabras y los
ejemplos usados en el texto sagrado en el tiempo que se escribieron, etc. Además,
hoy en día también se está hablando de “hermenéutica de la sospecha” o de la
“hermenéutica de la experiencia” o de la “hermenéutica de la imaginación” o
“hermenéutica del recuerdo” y, de muchas otras clases de hermenéutica, que a
veces sorprenden a quienes escuchan esos términos y hasta “escandalizan” porque
cómo vamos a “sospechar” de la interpretación del texto sagrado hecha por
personas que se consideran autoridad eclesiástica.
Aclaremos
entonces, brevemente, cómo entender esas hermenéuticas que se van empleando
cada vez más. A la raíz de esas propuestas está el asumir que las interpretaciones
no son “neutras” porque siempre vienen mediadas por los intereses de quien
realiza esa interpretación. Por eso, aunque el objeto de interpretación sea el
texto sagrado, no está exento de intereses personales, grupales o
institucionales y de ideologías sexistas, racistas, culturales o religiosas, de
los que lo interpretan. Por tanto, lo que pretenden hermenéuticas como las de
la sospecha o de la imaginación es develar estos intereses que muchas veces han
favorecido posturas de dominación o han defendido puntos de vista que no son
realmente evangélicos. Los resultados de ese trabajo incomodan a algunos (normalmente
los que gozan de privilegios o de poder gracias a determinada interpretación de
un texto) y, por eso, es un trabajo difícil, pero es una exigencia ética y
religiosa que no se puede dejar de lado, si se quiere vivir en fidelidad al
evangelio y pretende mantener el profetismo propio del evangelio.
Para la realidad
de la mujer, por ejemplo, esas hermenéuticas han permitido recuperar su presencia
en los textos bíblicos, darnos cuenta del papel que cumplieron en los orígenes
cristianos, de su actitud mucho más proactiva en la dinámica evangelizadora de
los inicios o de los ministerios que ejercieron, entre muchas otras realidades.
Porque “sospechar” que puede haber otras interpretaciones, “imaginar” que las
situaciones pudieron ser distintas, “recordar” la presencia de las mujeres en
los orígenes del cristianismo, “experimentar” la situación existencial de
quienes sufren las discriminaciones, da unos “ojos” más claros para ver y una
mente más “abierta” para interpretar el sentido profundo del texto bíblico. Y
así podríamos hablar de muchas otras realidades con las que hoy nos
confrontamos que reclaman una interpretación mucho más integral del texto
bíblico de manera que encuentren también en éste, lugar y posibilidad de vivirse
por muy nuevas, audaces o distintas que parezcan.
Hay que orar
mucho el texto bíblico para que cambie nuestro corazón pero hay que
interpretarlo bien para que esa oración nos haga cada vez más abiertos,
comprometidos, audaces y profetas en tiempos como estos, donde la centralidad
del ser humano es innegable y el reconocimiento de todos sus derechos es
inseparable del seguimiento fiel a Jesucristo.
Foto tomada de:
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