De suegras, biblia
y algo más….
Olga Consuelo Vélez
En la Audiencia General del pasado miércoles 27 de abril, el
papa Francisco hizo una catequesis sobre la vejez, refiriéndose a Noemí, la
suegra de Rut (del libro bíblico que lleva este nombre), buscando llamar la
atención sobre el cuidado y amor que merecen los ancianos en una sociedad que
los está dejando de lado, perdiendo así, esa “fuerza de amor inimaginable,
capaz de relanzar la esperanza y el futuro”.
Por supuesto el amor de la familia y, especialmente, el
cuidado de los ancianos es un tema importante que ha de ser tratado,
profundizado, reflexionado y, sobre todo, asumido como parte de la experiencia
humana ya que los ancianos, lejos de ser un estorbo, son fuente de sabiduría,
memoria colectiva y posibilidad de generosidad recíproca entre el cuidado que
ellos requieren y las personas que ejercen esa labor. Sin embargo, resulta
curioso el texto que Francisco emplea para hacer esta catequesis y las
concepciones que él tiene sobre las suegras. Por una parte, refleja la
mentalidad generalizada que la sociedad ha acuñado sobre la relación
suegra-nuera y, por esto, ha tenido resonancia en los diarios que han titulado,
entre otros, así: “El papa Francisco, sobre las suegras: No sois el diablo pero
tened cuidado con vuestras lenguas” (El Correo); El papa Francisco pide que se
trate mejor a las suegras pero que ellas no critiquen” (El Tiempo); “El Papa
aconseja: Cuidad las relaciones con las suegras. A veces, son especiales, pero
te lo dieron todo. Hacedlas felices” (Religión Digital); Papa Francisco ora por
las suegras y les hace un curioso llamado: tengan cuidado con su lengua”
(Revista Semana); etc.
No es la primera vez que los diarios hacen eco de las
palabras de Francisco. Es excelente cuando retoman sus pronunciamientos sobre
temas sociales porque, en general, son muy acertados y reflejan los valores del
evangelio. Pero en este caso, no ha sido acertado y, desde mi punto de vista,
decepciona en un doble sentido. Como ya lo dije, la imagen sobre suegra y nuera
es típica de la sociedad patriarcal en la que a las mujeres se nos atribuyen
rivalidades y, especialmente, por el “varón” que la madre pierde y la esposa
gana. Incluso el Papa, como lo destacan el Religión digital, le dice a la nuera
que ha de ser agradecida con la suegra porque ‘se lo dio todo’. En esa
concepción de la mujer que tiene como finalidad de su vida tener un marido,
efectivamente, la suegra es la que lo hace posible. Y a las suegras, -parece
que el papa quiere corregir a estas dos mujeres rivales-, les exhorta a que
tengan cuidado con la lengua que es uno de sus pecados. Típica imagen de la
mujer como chismosa, enredista y celosa de su nuera porque le robó el cariño de
su hijo. Pero estas imágenes de mujer están cada vez más lejos de la realidad actual.
Gracias al feminismo y, también desde el punto de vista religioso -a la
teología feminista-, la mujer tiene unos horizontes más amplios y su
realización es mucho más integral. Por supuesto, esto sigue viviéndose
literalmente como lo dice el papa en algunos contextos y, lo grave, es que se
refuerza con los textos bíblicos en lecturas tan acomodadas como Francisco lo hizo
en esta catequesis.
El Papa se refiere al libro de Rut, como un espléndido
libro, una joya de la Biblia. Y, en verdad es así. Habla de la alianza entre
las generaciones, destacando el protagonismo de las mujeres. Pero es necesario
liberar esta historia de esos estereotipos que Francisco infiere de un texto
que no está centrado en suegras y nueras sino en la genealogía de David,
concluyendo que “Booz engendró a Obed, Obed engendró a Jesé y Jesé engendró a
David” (Rut 4, 21). En esa genealogía, el protagonismo de las mujeres es
central: Rut y Noemí, encarnan la valentía de las mujeres para sobrevivir en
aquellas sociedades donde no tienen lugar, si no cuentan con un varón que las
sustente. Pero ellas no solo enfrentan la adversidad, sino que buscan que se
cumpla la ley del levirato, es decir, la responsabilidad que tiene otro varón
de la familia de garantizar la descendencia del difunto. El texto presenta la
figura de Booz como un varón dispuesto a cumplir con dicha ley, lo que hace
posible que la historia termine bien. Pero esto no ha de opacar que es una
mujer extranjera la que hace posible esa descendencia y que el mismo texto así
lo reconoce al introducirla en la lista de las mujeres ancestrales que
edificaron la casa de Israel -Raquel y Lía- y esperando que sea como Tamar,
ejemplo de sostén de la descendencia de Israel (Rut 4, 11-12). El texto dice
mucho sobre la solidaridad entre Rut y Noemí y entre todas las mujeres (a las
que no se les da nombre), todas ellas testigas de esta historia vivida por las
protagonistas y, regocijándose con ellas, al punto de ser las que le ponen el
nombre de Obed al hijo de Rut y reconociendo en ella a la mediadora de la
bendición que llega de nuevo a Noemí.
Las catequesis son espacios privilegiados para que la
Palabra de Dios ilumine nuestra realidad. Pero no ha de reforzar estereotipos
y, para el caso que nos ocupa, imaginarios sobre las mujeres que no se pueden
tolerar más. Pero esto supone enriquecer la lectura bíblica con las
hermenéuticas actuales las cuales permiten abrir horizontes acordes con los
tiempos que vivimos. El papa Francisco repite que las mujeres han de ocupar más
espacios, pero no ha logrado entender los nuevos tiempos que vivimos las mujeres.
Pero Él no es el único. Gran parte del clero tampoco lo entiende. Por el
contrario, niegan la posibilidad de una hermenéutica feminista y se llenan de
prejuicios contra ella. Por eso, no es de extrañar, que los titulares de los
periódicos aprovechen los desaciertos y, de esa manera, contribuyan a que la
Iglesia se vea cada vez más lejos de lo que los varones y mujeres de hoy viven,
sienten, expresan y realizan.
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