Elecciones
presidenciales ¿hacia cuál cambio?
Olga Consuelo Vélez
La segunda vuelta en las elecciones presidenciales en
Colombia, han mostrado que el sentimiento de cambio frente al actual gobierno
se ha manifestado. Sin embargo, esto nos lleva a un momento crucial: ¿hacia
cuál cambio? Sería maravilloso que pudiéramos construir ese cambio entre todos,
pero así no funciona la democracia. Tenemos que escoger entre las dos opciones
que ganaron, nos guste o no nos guste. Ninguna es completa, pero sinceramente,
no creo que sean dos opciones de igual peso y, por eso, invocar razones y
ayudar a un buen discernimiento es nuestra tarea en estos días.
Afirmo que no son dos opciones del mismo peso porque la del
Pacto Histórico es una propuesta pensada y con una articulación de todas sus
partes a partir de un horizonte distinto al que tenemos hoy. Y, precisamente,
esto es lo que causa resistencias. No porque no sea válida, coherente y posible,
sino porque nos obliga a mirar desde otra orilla y, lamentablemente, cuesta
demasiado “salir de lo que siempre fue así”. Y, para completar, tenemos la
mente tan colonizada que tantas personas que viven con lo mínimo y luchan día a
día por sobrevivir, son los primeros en temer al cambio y defender el sistema
neoliberal que los mantiene sumidos en sus condiciones precarias. No salgo de
mi asombro al escuchar a personas a las que las EPS no les cumplen con la salud
a la que tienen derecho y temen que las reformen; a personas que teniendo
estudios universitarios no logran conseguir trabajo y llaman de vagos a los que
piden oportunidades laborales; otros han fracasado en sus pequeños
emprendimientos porque el sistema neoliberal les hizo imposible competir con los
grandes empresarios y siguen defendiendo este sistema; a los que han pagado
abogados para pasar de los sistemas de pensión privados a Colpensiones porque
saben que aquellos fondos no les darán sino lo mínimo, pero defienden a los
fondos privados; en fin, los ejemplos son infinitos y estas mismas personas
llaman de vándalos o vagos a estas personas, especialmente jóvenes, que están
empeñados en conseguir cambios y, gracias a su conciencia política, su
generosidad y su lucha, van abriendo caminos distintos (nadie niega que haya algunos
grupos que se exceden pero con estas ambigüedades se han hecho todas las luchas
y son inevitables).
La opción de Hernández no es un cambio. Son consignas
atractivas sin ningún horizonte que las sostenga porque la respuesta casi
mayoritaria que él da cuando le preguntan “cómo va a hacer eso”, es que acabará
con los corruptos. O sea, para él parece que todos los problemas sociales
derivan de que los corruptos se apropian del dinero y cuando se les quite se
acabará el problema. Por supuesto que hay que ir contra la corrupción, pero
esta no es la única causa y no se soluciona de esa manera. Sin nombrar que él
forma parte de la clase corrupta que aprovechándose de circunstancias que se le
presentan, se queda con la mejor parte a costa de los demás. Abundan los videos
en este sentido.
Finalmente, conozco gente muy sincera que votó por Fajardo
porque les parecía que era la opción más “honesta”. En verdad me da pena que,
según parece por sus acciones, tanto Fajardo como Robledo y Amaya serán capaces
de quedarse en sus odios y resentimientos, antes que optar por el bien común. Y
no salgo de mi asombro como todos los llamados “antipetristas”, defienden lo “indefendible”
al referirse a Hernández. Minimizan, justifican y hasta alaban a Hernández,
aunque se les muestre las evidencias de lo contrario, con tal de no reconocer
que, en este momento, la opción real, concreta y posible es Gustavo Petro.
Ojalá gane el Pacto Histórico. Será una señal de que lo
razonable se impuso ante lo irracional, que el bien común triunfo sobre la
visión individualista, pero sobre todo que la política seria, reflexionada y
planificada triunfó sobre el populismo y la insensatez que parece que tantos,
en este momento histórico, enarbolan sin darse cuenta del daño real que harán a
Colombia por seguir anclados en sus odios infundados y razonamientos
mentirosos.
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