martes, 7 de octubre de 2025

 

Un samaritano es quien da testimonio de fe

XXVIII Domingo del TO (12-10-2025)

Olga Consuelo Vélez

 

Al ir de camino a Jerusalén, atravesaba los confines de Samaría y Galilea; y, cuando iba a entrar en un pueblo, le salieron al paso diez leprosos, que se detuvieron a distancia y le dijeron gritando: Jesús, Maestro, ¡ten piedad de nosotros! Al verlos, les dijo: Vayan y preséntense a los sacerdotes. Y mientras iban quedaron limpios. Uno de ellos, al verse curado, se volvió glorificando a Dios a gritos, y fue a postrarse a sus pies dándole gracias. Y éste era samaritano. Ante lo cual dijo Jesús: ¿No son diez los que han quedado limpios? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero? Y le dijo: Levántate y vete; tu fe te ha salvado (Lc 17, 11-19).



Este texto nos habla de diez hombres curados de lepra y, cómo solo uno, samaritano, vuelve a agradecer. Lucas ya nos había hablado de la curación de un leproso en el capítulo 5, un texto que posiblemente proviene de Marcos. El texto de este capítulo solo aparece en este evangelio y, a grandes rasgos sigue los mismos pasos del primer relato de curación de un leproso, pero en este pasaje añade, la parte final del agradecimiento por este samaritano.

Conviene recordar lo que significa la lepra en el contexto judío. Esta enfermedad hace a las personas impuras, teniendo que permanecer a distancia de cualquier prescripción ritual y gritando que es “impuro” para no manchar a los que van a realizar tales prescripciones. Pero en este texto los leprosos no gritan que son impuros, sino que Jesús tenga compasión de ellos. Es costumbre de Lucas poner esa petición de compasión en los que están sufriendo por algo y, según la tradición judía, cuando Dios visita a su pueblo, les muestra su compasión. Pero este texto destaca que los nueve curados que eran judíos, no parecen reconocer esa visita de Dios. Solo el samaritano, un extranjero, lo hace.

Los gestos que realiza el samaritano, nos aportan elementos interesantes. Al volver, se postra a los pies de Jesús. De alguna manera esa actitud reverencial está mostrando que ese samaritano reconoce en Jesús la presencia del mismo Dios y la referencia a los “pies” nos hace pensar en el discipulado. Además, este hombre curado “da gracias”, introduciendo un elemento eucarístico en este texto. Por otra parte, recordemos la parábola del Buen Samaritano (Lc 10, 30-37), un texto también propio de Lucas, en la que es el samaritano quien tiene “compasión” del caído en el camino. En este caso el samaritano es testimonio de amor mientras que, en el evangelio de hoy, el samaritano es testimonio de fe. El texto termina con las palabras de Jesús “tu fe te ha curado”, reafirmando, así, ese testimonio de fe.

Una vez más, Jesús enfatiza la dificultad que tienen los que se creen mejores que los demás por su cumplimiento de la ley para reconocer al Dios que sale a su encuentro, mientras que son los excluidos los que sí le reconocen. Esperemos que, esta vez, nosotros también, como el samaritano, reconozcamos la misericordia de Dios que nos alcanza en tantos momentos y de tantas formas.

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