martes, 5 de agosto de 2025

 

Mantener la fidelidad a la tarea encomendada

XIX Domingo del Tiempo Ordinario 10-08-2025

 

Olga Consuelo Vélez Caro

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No temas, pequeño rebaño, porque el Padre ha tenido a bien darles el reino. Vendan sus bienes y denlos en limosna; háganse bolsas que no se estropeen, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está su tesoro, allí estará también su corazón. Tengan ceñida su cintura y encendidas las lámparas. Ustedes están como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad les digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo. Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos. Comprendan que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa. Lo mismo ustedes, estén preparados, porque a la hora que menos piensen viene el Hijo del hombre». Pedro le dijo: «Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?». Y el Señor dijo: «¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas? Bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así. En verdad os digo que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si aquel criado dijere para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegarles a los criados y criadas, a comer y beber y emborracharse, vendrá el señor de ese criado el día que no espera y a la hora que no sabe y lo castigará con rigor, y le hará compartir la suerte de los que no son fieles. El criado que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepara ni obra de acuerdo con su voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, ha hecho algo digno de azotes, recibirá menos. Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá». (Lucas 12, 32-48)

El evangelio de hoy continúa con un tema similar al evangelio del domingo pasado donde se invitaba a no atesorar riquezas en la tierra. En esta ocasión, Jesús dirige el mensaje a sus discípulos a quienes llama “pequeño rebaño”, invitándolos a no tener miedo porque el reino prometido por el Padre será una realidad. Esta confianza hace posible las peticiones que les hace: “vender los bienes y darlos en limosna”, es decir, entrar en la dinámica del compartir que supone el reino de Dios. De esa manera el corazón estará del lado del verdadero tesoro que nadie puede arrebatarles. Ese tesoro es el reino que se comienza a vivir aquí esperando su plenitud en el más allá.

Continúa el evangelio invitando a la vigilancia con las expresiones “tengan ceñida la cintura y encendidas las lámparas”. La vigilancia tiene un motivo: la llegada del Señor el cual, al encontrarlos en vela, él mismo se sentará a la mesa y se pondrá a servirles. Notemos que los símbolos empleados son los del reino: la mesa compartida, el servicio del mismo Jesús a los suyos. Jesús refuerza esta invitación con el ejemplo del hombre que si supiera a qué horas viene el ladrón, no dejaría que entrará. De la misma manera, los discípulos han de mantener la vigilancia para el momento definitivo que no se sabe cuándo será, pero frente al cual se ha de estar preparados.



Ante estas recomendaciones, Pedro le pregunta si esa parábola la dice por ellos o por todos y Jesús responde con una pregunta en la que podríamos decir nos incluye también a nosotros: todos aquellos a los que Dios les confía la administración de la buena noticia han de vivir con la diligencia que corresponde. Pone de nuevo un ejemplo, en esta ocasión, del administrador que reparte la ración de alimento a tiempo, es decir, que cumpla con todas sus obligaciones para que cuando llegue el dueño, pueda recompensarlo. Pero si hace lo contrario, pensando que el dueño no va a llegar todavía, tendrá la suerte de los que no cumplen con su responsabilidad. Jesús utiliza un lenguaje que todos pueden entender, hablando de ser recompensado o castigado, pero hemos de tener en cuenta que nuestro Dios no es un Dios de premios y castigos, sino un Dios misericordia y amor incondicional que siempre estará ofreciéndonos la salvación. Por eso, la última frase del texto hemos de entenderla desde nuestra propia responsabilidad: somos nosotros mismos quienes con nuestras obras habremos aprovechado las muchas bendiciones dadas o las habremos derrochado. En este último caso, seremos nosotros los que decidamos apartarnos del Señor, no aceptando su amor gratuito y total.

Pidamos saber vivir en la vigilancia activa, conscientes de la responsabilidad que llevamos entre manos para hacer fructificar el reino de Dios en nuestra vida y en el mundo en el que vivimos, manteniendo la fidelidad a la tarea encomendada.

miércoles, 30 de julio de 2025

 

Administrar los bienes de la tierra para el bien común

XVIII Domingo del Tiempo Ordinario 3-08-2025

 

Olga Consuelo Vélez Caro

En aquel tiempo, dijo uno de entre la gente a Jesús: «Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia». Él le dijo: «Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?» Y les dijo: «Miren: guárdense de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes» Y les propuso una parábola: «Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos, diciéndose: “¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha”. Y se dijo: “Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes. Y entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente”. Pero Dios le dijo: “Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?”. Así es el que atesora para sí y no es rico ante Dios». (Lucas 12, 13-21)



El evangelio de hoy nos trae la pregunta que un hombre le hace a Jesús sobre la herencia que su hermano no le quiere compartir. Recordemos que en Israel la mitad de la herencia le correspondía al primogénito, pero, a su vez, este ha de hacerse cargo, en caso de que fallezca su hermano, de la viuda y de sus hermanos solteros. Posiblemente en este caso, el hermano no está cumpliendo con sus deberes morales y el que se acerca a Jesús pretende encontrar en él, una respuesta que le ayude a recuperar sus derechos. Posiblemente por eso le llama “maestro”.

Sin embargo, en este caso concreto, Jesús no pretende dar una respuesta a una situación determinada sino ofrecer una reflexión más amplia sobre los valores del reino. De hecho, no se dirige al hombre que le había hecho la pregunta sino a toda la multitud. Lo que pretende mostrar es la lógica del reino, tan distinta a lo que muchos viven. En el Reino de Dios, los bienes no son lo primero y fundamental sino el compartir y que nadie pase necesidad. Para esto, Jesús relata una historia en la que un hombre rico, dialogaba con él mismo -lo cual enfatiza su propia cerrazón-, haciendo planes de cómo seguir atesorando sus riquezas. La historia señala que, ante la muerte, los bienes no tienen ninguna importancia. Lo que interesa es atesorar o cultivar la amistad y comunión con Dios y esto se hace mediante la vivencia de la fraternidad/sororidad y la misericordia para con todos.

La advertencia de Jesús “guárdense de toda clase de codicia” y el hecho de hablar de un hombre “rico” van en consonancia con las advertencias que Jesús hace a los ricos y que Lucas expresa tantas veces en su evangelio: en las Bienaventuranzas dice “Ay de ustedes los ricos” (6,24); también señala que no hay que invitar a los ricos a los banquetes porque ellos pueden devolver la invitación (14, 12); el pasaje del llamado joven rico que rehúsa vender sus bienes para seguir a Jesús (18,23) y otros pasajes, muestran que los ricos son incapaces de recibir el reino porque su corazón ha optado por otros valores.

Por todo esto, en nuestro mundo consumista y ávido de acumular tesoros, seguridades, honores, las palabras de Jesús nos invitan a poner el corazón en lo fundamental: el amor a Dios y al prójimo y la manera cómo ese amor debe administrar los bienes de la tierra para el bien común. Necesitamos buscar los valores del reino y vivirlos con autenticidad, creyendo que su puesta en práctica será capaz de generar la justicia social tan necesaria y urgente.

 

viernes, 18 de julio de 2025

 A propósito de la fiesta de María Magdalena: Las mujeres en la Iglesia. Una cuestión pendiente

Olga Consuelo Vélez

Hemos cambiado de pontificado y las noticias abundan sobre las primeras acciones de León XIV, reconociendo, en general, una continuidad con el pontificado de Francisco. Son estilos diferentes, como era de esperar, poque cada persona trae su forma de ser, su experiencia de vida, sus concepciones del ministerio pastoral, etc. Pero hay algunos aspectos que Francisco dejó pendientes y León XIV tendrá que dar alguna respuesta.

Uno muy importante es la situación de las mujeres en la Iglesia, su participación en niveles de decisión y en el acceso a los ministerios ordenados. Tan pronto asumió León XIV, por lo menos dos mujeres que conozco, religiosas y teólogas le escribieron cartas pidiéndole avances en este sentido. Una fue Magda Bennásar, española, pidiéndole “que se tome sumamente en serio el tema de la igualdad de la mujer en todos los aspectos de la Iglesia” y le pregunta: “¿Qué más necesita la Iglesia para sanar esta herida abierta por decisiones que excluyen? La falta de mujeres jóvenes en nuestras parroquias en Europa es signo de una Iglesia que no sabe acogerlas. Se van, no porque hayan perdido la fe, sino porque no encuentran un lugar que las valores y las incluya. ¿Cómo puede la Iglesia ser la última institución que no reconoce la igualdad plena entre hombres y mujeres?”. Y finaliza su carta diciendo: “le pido en nombre de miles de mujeres con vocación que escuche al Espíritu y sea valiente. No habrá nunca consenso absoluto, pero si esta decisión viene del Espíritu, Dios se encargará del resto”. 

La otra fue Martha Zechmeister, austriaca, pero radicada en El Salvador hace muchos años, quien también en su carta le dice: “León, se dice que sabes escuchar. Por eso me atrevo a dirigirme a ti con parresía bíblica, con franqueza, sin miedo y sin rodeos: ya es hora que las mujeres sean incluidas sin restricciones en todos los ministerios y niveles de la Iglesia. No como gesto, no como excepción, no como señal simbólica. Sino en total igualdad. No se trata de poder. Se trata de dignidad. De verdad. De evangelio”.

Otra teóloga, Phyllis Zagano, norteamericana, experta en el tema del diaconado femenino, con muchísimas publicaciones sobre este asunto y quien participó en la primera comisión para el estudio del diaconado femenino, en un reciente artículo, contó las dificultades que se presentaron en el Sínodo de la sinodalidad para conocer los informes del Grupo de estudio n. 5 que debería tratar este tema. Definitivamente, no es una realidad que se quiera abordar desde muchos sectores de la Iglesia. Sin embargo, en el Documento final del Sínodo, numeral 60, se recoge esta petición y no se duda en seguir reclamando esa igualdad para las mujeres. El numeral es muy largo, aquí solo anoto, algunas afirmaciones importantes: “En virtud del Bautismo, hombres y mujeres gozan de igual dignidad en el Pueblo de Dios. Sin embargo, las mujeres siguen encontrando obstáculos para obtener un reconocimiento más pleno de sus carismas, su vocación y su lugar en los diversos sectores de la vida de la Iglesia, en detrimento de su servicio a la misión común (…) A una mujer, María Magdalena, se le confió el primer anuncio de la resurrección; (…). Esta Asamblea exige la plena implementación de todas las oportunidades ya previstas en la legislación vigente con respecto al papel de la mujer (…). La cuestión del acceso de las mujeres al ministerio diaconal también permanece abierta y el discernimiento al respecto es necesario (…)”.

Muchas otras mujeres están empujando estos cambios. Lamentablemente algunas no lo ven necesario porque creen que es suficiente el servicio que ya muchas mujeres prestan a la Iglesia. Así también pensaban nuestras bisabuelas, abuelas, madres con respecto a su rol en la sociedad. Estaban conformes de ser esposas abnegadas, madres excelentes y no veían importante su formación en todas las dimensiones de la persona, ni la necesidad de ocupar puestos de decisión. Pero nuestro mundo ha cambiado y las mujeres, por fin, tenemos más igualdad en la sociedad, más derechos, más oportunidades y esto no es una concesión de buena voluntad, son derechos que se nos habían negado.

Precisamente en este mes, el 22 de julio se celebra la Fiesta de María Magdalena, llamada “Apóstola de los apóstoles”, es decir con igual dignidad que los demás apóstoles. La conmemoración de su memoria ya existía, pero fue el papa Francisco quien, en 2016, la pasó a categoría de Fiesta. Tarde se está restituyendo su memoria, porque ella no fue una prostituta (la tradición la confundió con la pecadora arrepentida y de ahí surgió esa leyenda), sino una gran apóstola (la palabra en femenino la uso, por primera vez, Hipólito de Roma, en el S. III, por lo tanto, no hay que asustarse con el lenguaje inclusivo) y, como ya lo dijimos, la primera a la que Jesús confío el anuncio de su resurrección. 

Pidámosle a Santa María Magdalena que acelere los cambios en la Iglesia, concretamente, en este tan urgente de la inclusión plena de las mujeres. Algunos dirán que no hay prisa. Pero, sinceramente, hay prisa en que la Iglesia se parezca más a la Iglesia de los orígenes, hay prisa porque su testimonio sea más nítido con respecto a las mujeres, hay prisa para caminar al ritmo de la historia, evitando que la Iglesia llegue tarde, como tantas otras veces ha llegado en momentos cruciales de la humanidad.

miércoles, 16 de julio de 2025

 

Discipulado de mujeres en el tiempo de Jesús

XVI Domingo del Tiempo Ordinario 20-07-2025

 

Olga Consuelo Vélez Caro

Mientras iban caminando, Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra. Marta, que muy estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: "Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude". Pero el Señor le respondió: "Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y, sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria, María eligió la mejor parte, que no le será quitada" (Lucas 10, 38-42).

 


Las figuras de Marta y María son bien conocidas entre los creyentes. Además, también se sabe que tienen un hermano llamado Lázaro. Sin embargo, pocos saben que es el evangelio de Juan el que se refiere a los tres, mientras que el evangelio de Lucas, que hoy consideramos, solo habla de Marta y María. Si tomamos en cuenta este dato del evangelio de Lucas, podemos pensar que Jesús entró a casa de Marta y María, es decir, no están bajo la tutela de un varón, como se esperaría en aquellos tiempos.

Marta recibe a Jesús, mostrando con ello uno de los valores culturales más importantes de aquel tiempo: la hospitalidad. Y esto es lo que le reprocha Marta a su hermana: no estar ejerciendo el servicio correspondiente a dicho valor. Por tanto, no debemos pensar solo en los estereotipos de género que atribuyen a las mujeres el oficio de ocuparse de la casa, sino pensar en un valor cultural que todos, varones y mujeres, debían practicar.

María, por el contrario, está sentada a los pies de Jesús, escuchándolo. Estas dos actitudes nos hablan del discipulado. Recordemos el pasaje en que la madre y los hermanos de Jesús van a buscarlo y él responde que su madre y sus hermanos “son los que escuchan la palabra” (Lc 8, 21). Es decir, la familia del reino ya no es la familia de sangre sino la del discipulado. Por otra parte, la actitud de estar a los pies, recuerda la actitud de otros personajes de los evangelios (la pecadora arrepentida (Lc 7, 38); el endemoniado de Gerasa (Lc 8,35); Jairo pidiendo la curación de su hija (8, 41); Pablo a los pies de Gamaliel (Hc 22,3), etc.). Esa actitud de sumisión, habla también de la persona que, en verdad, sigue al maestro, siendo verdadero discípulo.

La respuesta que le da Jesús a Marta por su reproche frente a la actitud de María, está entonces relacionada con la primacía del discipulado, sin que esto signifique critica a los valores de la época. Lo más importante es el seguimiento, la escucha a la Palabra de Dios, la dedicación de toda la persona al anuncio del Reino.

Algunas veces este texto se ha interpretado como dos tipos de vocación: la activa y la contemplativa y haciendo creer que la contemplativa tiene más valor ante Dios. Con lo dicho antes podemos ver que el sentido es otro: el discipulado supone escucha y la entrega de toda la vida a la misión encomendada. Ya depende de las configuraciones personales o institucionales que se realice con unas características u otras. Pero la santidad alcanzada es la misma -si hay esa primacía del discipulado- y es esto lo que Jesús alaba, figurado en este caso, en la persona de María.

Que estas discípulas de Jesús animen nuestro discipulado, eligiendo la mejor parte -el reino- por encima de cualquier otra realidad.

 

lunes, 7 de julio de 2025

 

Hacernos prójimos de los excluidos de la tierra

XV Domingo del tiempo ordinario 13-07-2025

 

Olga Consuelo Vélez Caro

Y entonces, un doctor de la Ley se levantó y le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?". Jesús le preguntó a su vez: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?". Él le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo". "Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y alcanzarás la vida". Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: "¿Y quién es mi prójimo?". Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: "Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto. Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo. También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino. Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo. Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: "Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver" ¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?". “El que tuvo compasión de él", le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: "Ve, y procede tú de la misma manera" (Lucas 10, 25-37)

 


El evangelio de hoy nos ofrece la conocida parábola del buen samaritano. Es una parábola muy rica que trae un mensaje más profundo que el solo invitar a tener compasión con los demás. El contexto del relato nos permite ahondar, en por qué Jesús ofrece esta parábola. Veamos que el inicio es el diálogo entre un doctor de la ley, es decir, un fariseo que conoce bien las escrituras y es celoso de cumplirlas, y Jesús. El texto dice que el doctor de la ley quería poner a prueba a Jesús. No es la única vez que a Jesús lo quieren poner a prueba las autoridades religiosas de Israel. Recordemos el pasaje de la mujer adúltera en la que también a Jesús le preguntan que dice frente a la ley que manda apedrearlas. Una vez más en este texto, el maestro de la ley le pregunta qué tiene que hacer para heredar la vida eterna, como si él no lo supiera.

Jesús, muy astutamente -podríamos decir, le responde con otra pregunta ¿qué está escrito en la ley? Y él le responde correctamente y Jesús aprueba tal respuesta. Pero una vez más el maestro de la ley sigue interrogando a Jesús, con otra pregunta: ¿quién es mi prójimo? Ya que la respuesta que le había dado era la de amar a Dios y al prójimo. Jesús se da cuenta la intencionalidad del doctor de la ley más legal que existencial y pasa a responder con un género literario que atribuyen a Jesús -la parábola- que tiene la virtud de relatar una historia en la que sin darse cuenta se involucra al oyente y lo interpela.

Jesús comienza a contar la parábola del Buen Samaritano y cómo toda parábola pretende dar un mensaje central, extrapolando el ejemplo y los personajes con la intención de qué se note dicho mensaje. En este caso, justo los que pasan primero y ven al hombre caído en el camino son el sacerdote y el levita. Se esperaría que ellos lo hubieran socorrido. Pero no lo hacen, muy seguramente porque hubieran quedado manchados al tocar la sangre del herido y no habrían podido celebrar el culto en el templo. Según la ley, ellos hacen lo correcto. Pero Jesús presenta al tercer personaje, un samaritano, despreciado por los judíos y es él quien lo socorre y lo hace con una generosidad desbordante “hasta que quede curado”.

A la luz de este relato, Jesús le contesta la pregunta sobre ¿quién es mi prójimo? con otra pregunta: ¿Quién actúo como prójimo? Y el doctor de la ley responde “el que tuvo compasión de él”. Es decir, Jesús no le dio la respuesta sino le permitió que él mismo la formulara y, entonces, le invita a hacer lo mismo del hombre de la parábola si quiere ser prójimo. Notemos que aquí la palabra prójimo que para los judíos eran solo los mismos judíos, cumplidores de la ley, se ha extendido a un herido -portador de impureza ritual- y a un samaritano, despreciado por el pueblo judío.

La parábola mantiene totalmente la vigencia para nosotros. No es tanto saber quién es el prójimo sino saber hacerse prójimo y, no solo con los del propio círculo o que creemos cumplen los preceptos divinos, sino de aquellos que lo necesitan, sin importar su condición social, étnica, sexual, etc. La llamada es a hacernos prójimos de los excluidos de la tierra y, en ello, se juega, ayer como hoy, el heredar la vida eterna.

 

lunes, 30 de junio de 2025

Predicar la Buena Noticia del Reino con constancia y generosidad

XIV Domingo del Tiempo Ordinario 6-07-2025

 

Olga Consuelo Vélez Caro

Después de esto, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. Y les dijo: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: "¡Que descienda la paz sobre esta casa!". Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a la gente: "El Reino de Dios está cerca de ustedes". Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan: ¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca". Les aseguro que, en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad. Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: "Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre". Él les dijo: "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Les he dado poder de caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos. No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo" (Lucas 10, 1-12.17-20).

 

El evangelio de Lucas nos presenta a Jesús enviando a los Doce a proclamar el Reino de Dios y a curar, en el capítulo nueve. En este capítulo diez, el envío es a setenta y dos, de dos a dos, delante de sí a todas las ciudades donde él había de ir. En los dos pasajes se ven semejanzas, pero también diferencias. En este segundo texto podemos ver una intencionalidad del evangelista: si el anuncio a Israel se confía a los Doce, aquí el anuncio del reino ha de hacerse más allá de las fronteras de Israel, es decir, también a los paganos.



Otro dato interesante de este pasaje es la referencia a la mies abundante y la falta de obreros. Se necesitan muchos obreros para anunciar la buena noticia del reino. Es un texto vocacional para anunciar Buenas Noticias en un mundo amplio, necesitado de ellas. Para esta predicación Jesús da unas recomendaciones muy concretas. Es una misión que ha de realizarse en medio del conflicto, porque las fuerzas del anti reino están presentes y a eso han de enfrentarse los enviados. El pasaje termina haciendo referencia a la alegría de los discípulos porque “hasta los demonios se les someten” pero Jesús les dice que no debe ser ese el motivo de la alegría, sino el que “sus nombres estén escritos en el cielo”, es decir, por haber cumplido la misión, por ser portadores de la buena noticia, sin enorgullecerse por ello.

Jesús les dice a sus discípulos que no lleven dinero, ni alforja, ni calzado y no se detengan a saludar a nadie. Todo va encaminado a mostrar la prioridad del anuncio sobre todas las distracciones que pueden retrasarlo. También que “no vayan de casa en casa” sino que entren a las ciudades, es decir, les insiste en este ir más allá de los lugares cercanos para que el evangelio se anuncie en las plazas, en todos los lugares posibles. Les advierte de la posibilidad de no ser recibidos a lo que deben responder con la constancia del anuncio en otros lugares. Diríamos, con nuestras palabras, es un anuncio gratuito y quien no lo escucha se pierde la oportunidad. Pero, por parte del discípulo, ha de seguir adelante con la misión encomendada con gratuidad, sin depender de que sea recibida.

A veces se escuchan demasiados lamentos del mundo como alejado de Dios, de los valores, del bien. Y, sin embargo, en el mundo hay muchas búsquedas, muchos deseos positivos, muchos esfuerzos humanos realizando el devenir histórico. En ese horizonte ha de predicarse la buena noticia de manera significativa, actualizada y generosa. Con seguridad muchos más la acogerían si supiéramos anunciarla.

Pidamos acoger la misión que Jesús nos confía hoy a nosotros y realizarla con la libertad, desprendimiento, amplitud, sencillez y generosidad suficientes de manera que llegue a muchos y nuestro mundo pueda ser, cada vez, un mundo más justo y en paz.

 

miércoles, 25 de junio de 2025

 

Pidamos por la reforma y conversión del Papado para ser una Iglesia sinodal

San Pedro y San Pablo, Apóstoles

29-05-2025

 

Olga Consuelo Vélez Caro

 

Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?". Ellos le respondieron: "Unos dicen que es Juan el Bautista; otros Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas". "Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?" Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Y Jesús le dijo: "Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te dará las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo" (Mateo 16, 13-19)

 

Este domingo coincide con la fiesta de San Pedro y San Pablo a los que la Iglesia considera fundamentales en el despliegue de la Iglesia, cada uno con características propias. El evangelio de hoy se refiere a Pedro y su confesión de fe. Seguramente este texto es post pascual, es decir, Pedro confiesa a Jesús como Cristo después de la experiencia de la resurrección. Pero esto no significa que su protagonismo no se refleje en todos los evangelios desde el inicio de su seguimiento de Jesús, al ser, muchas veces, vocero de los Doce y ocupar el primer lugar en diversas circunstancias. Además, este evangelio expresa lo que Pedro será en la Iglesia católica: garante de unidad, de sucesión apostólica, es decir, de continuidad de la misma fe.

Por su parte Pablo no formó parte de los Doce, sino que tiene la experiencia de Jesús unos 3 o 4 años después de los acontecimientos pascuales. Pero su dedicación total a la predicación, su testimonio constante, hizo que con el tiempo se le considerara al mismo nivel que Pedro.

De hecho, el libro de los Hechos de los Apóstoles dedica la primera parte a Pedro y la segunda parte a Pablo, y relata hechos similares de los dos, mostrando su importancia en el desarrollo de la Iglesia. Según los datos de este libro, se encontraron dos veces en Jerusalén y una en Antioquía, donde mostraron diferencias.

Se cree que Pedro fue asesinado en Roma por el año 64. De Pablo se dice lo mismo, aunque los datos no son muy precisos. Los primeros cristianos que conmemoraban a sus compañeros mártires, juntaron a Pedro y Pablo en la fiesta del 29 de junio, en el que se celebraba la inauguración del templo de Quirino, considerado fundador de Roma; para decir que Roma estaba fundada con la sangre de Pedro y Pablo. Lo interesante es que ellos son ejemplo de la unidad en la diversidad y así debería ser nuestra iglesia para que en verdad quepan “todos, todos, todos”, como decía el Papa Francisco y ha repetido el Papa León XIV.

Precisamente con la elección del nuevo Papa y las celebraciones litúrgicas a las que asistimos el mes pasado del inicio de este pontificado, hemos podido ver cómo se organiza la Iglesia católica y de qué manera el Papa es continuador de estos Apóstoles, piedras vivas, de la Iglesia. De todas maneras, está por realizarse una reforma del Papado, como ya lo había señalado el papa Francisco y el Documento final del Sínodo de la Sinodalidad, para que ese ministerio fundamental sea testimonio de servicio e inclusión, con más descentralización, más sinodalidad, más austeridad, reflejando más el ardor misionero de los primeros apóstoles y menos el poder y organización de una iglesia con las mismas características del Imperio. Pidamos por la reforma del Papado y de la organización eclesial para ser verdaderamente una iglesia sinodal.

miércoles, 18 de junio de 2025

 

Eucaristía y justicia social van de la mano

CORPUS CHRISTI

22-05-2025

Olga Consuelo Vélez Caro

 

El los recibió, les habló del Reino de Dios y devolvió la salud a los que tenían necesidad de ser curados. Al caer la tarde, se acercaron los Doce y le dijeron: "Despide a la multitud, para que vayan a los pueblos y caseríos de los alrededores en busca de albergue y alimento, porque estamos en un lugar desierto". Él les respondió: "Denles de comer ustedes mismos". Pero ellos dijeron: "No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente". Porque eran alrededor de cinco mil hombres. Entonces Jesús les dijo a sus discípulos: "Háganlos sentar en grupos de cincuenta". Y ellos hicieron sentar a todos. Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados y, levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que se los sirviera a la multitud. Todos comieron hasta saciarse y con lo que sobró se llenaron doce canastas (Lucas 9, 11b-17)

 

Este texto de la multiplicación de los panes está en los cuatro evangelios. En Marcos y Mateo se cuenta dos veces, con muy pocas diferencias, haciendo pensar que debió existir un solo relato que luego, los evangelistas repiten. Lucas lo debió tomar de la fuente marcana, pero omitiendo muchos detalles. Y el evangelio de Juan lo cuenta en el contexto eucarístico que más adelante va a mostrarse más claramente con la afirmación de Jesús como pan de vida (Jn 6, 35). Del hecho histórico lo que interesa decir es que este relato se suma a los signos con los que Jesús predica el reinado de Dios y, en este caso, muestra la super abundancia de los frutos que el reino trae. Se alimentan cinco mil hombres. Como un dato curioso, Mateo añade “sin contar mujeres, ni niños”, mientras que los demás evangelistas no hacen ninguna referencia a las mujeres. En cualquier caso, vemos como las mujeres son un grupo que se relativiza o invisibiliza, muchas veces, en los evangelios.

Volviendo al texto de Lucas, su intencionalidad al narrar este pasaje es claramente eucarística. Esto se ve en las palabras y acciones que realiza Jesús: “toma los cinco panes y peces, levanta los ojos al cielo, pronuncia sobre ellos la bendición, los parte y los entrega a los discípulos para que ellos lo entreguen a la gente”. En efecto, esta es la fiesta que celebramos hoy, la entrega de Jesús en el pan y vino, quedándose para siempre con nosotros.

Ahora bien, tener presente el pasaje de la multiplicación de los panes en la festividad de hoy nos puede ayudar a mantener esa dimensión comunitaria que es inherente a la eucaristía y que muchas veces se olvida. Se pone más énfasis en el encuentro de cada persona con Jesús en las especies del pan y el vino y se olvida que el pan eucarístico es para dar y repartir, para que todos se sacien, para que nadie se quede sin los frutos del reino. La eucaristía va de la mano de la solidaridad, de la justicia social, del bien común. Jesús nos deja su cuerpo y sangre para alimentar la vida comunitaria, para fortalecerla y sostenerla.

Que el conmemorar la entrega total de Jesús en la Eucaristía, renueve nuestra entrega a los demás para que ese pan llegue a muchos a través de nuestro compromiso solidario y se siga repitiendo el milagro de la abundancia en todas las situaciones de carencia, de pobreza, de injusticia, de falta de solidaridad.

miércoles, 11 de junio de 2025

 

Llamados a vivir una fe trinitaria que se exprese en el amor mutuo

FIESTA DE LA SANTISIMA TRINIDAD

15-05-2025

Olga Consuelo Vélez Caro

 

Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora. Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo. Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes. Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: "Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes" (Juan 16, 12-15)

 

Hoy celebramos la fiesta de la Santísima Trinidad. En la Biblia no encontramos referencias explícitas a la Trinidad como la formulamos en la doctrina -tres personas distintas y un solo Dios verdadero-, sino que los textos bíblicos nos permiten ver como Jesús nos revela al Padre y nos deja al Espíritu Santo. Por esto, el evangelio de Juan, que se caracteriza por su referencia al Espíritu, ayuda a esta formulación ya que Jesús les dice a sus discípulos que les dejará el Espíritu de la verdad quien será el encargado de revelarles todo lo que viene de Dios y también les dice que todo lo que es del Padre es suyo.

Por tanto, la formulación dogmática sobre la Trinidad es fruto de reconocer en la historia de la salvación que Dios se ha revelado como Padre, como Hijo y como Espíritu Santo. Y lo más importante, más que intentar comprender como tres son uno o viceversa -lo que respondería a la racionalidad humana-, interesa comprender que el Dios que nos reveló Jesús es comunidad, es amor recíproco, es don de sí que se manifiesta en la creación y en la historia de amistad que ha entablado con la humanidad.

Lamentablemente, el dogma de la trinidad sigue siendo algo lejano a la cotidianidad de la vida cristiana porque se pone énfasis en que no se puede comprender, más que en mostrar a Dios trinidad es decir que Dios es comunidad y por eso nuestra fe no puede ser individualista ni, mucho menos, centrada en las leyes o ritos, dejando de lado las relaciones personales, la fraternidad-sororidad.

La teología actual también hace mucho énfasis en descubrir un Dios Trino que no se identifica con un Padre anciano, un hijo varón y una paloma sino en el Dios amor que se revela como Padre y Madre, en un Jesús resucitado que ofrece este don de la vida definitiva a varones y mujeres en igualdad de condiciones y un Espíritu Santo que es el mismo Espíritu de Jesús, impulsándonos a vivir como él vivió para hacer experiencia la vida trinitaria en nuestro aquí y ahora.

Necesitamos vivir una fe más trinitaria para que la vida comunitaria, la Iglesia, sea una experiencia que nos convoque más fuertemente y la solidaridad con todos sea el distintivo de nuestra fe en el Dios que es comunidad, amor, entrega recíproca.

viernes, 6 de junio de 2025

miércoles, 4 de junio de 2025

 

PENTECOSTÉS: Anunciar a Jesús con la fuerza de su mismo Espíritu

8-05-2025

 

Olga Consuelo Vélez Caro

Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: "¡La paz esté con ustedes!". Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: "¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes". Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió "Reciban al Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan" (Juan 20, 19-23)

 

Hoy celebramos la fiesta de Pentecostés y, en consonancia con lo que Jesús les dijo a los discípulos en la lectura del domingo pasado, de que él cumpliría la promesa del Padre, en el texto de hoy, se hace real esa promesa. Jesús sopla sobre los discípulos e infunde en ellos el Espíritu Santo, don de Dios, cumplimiento de la promesa del Padre, con el que podrán discernir los desafíos que comienzan para ellos en la tarea que han de realizar. Previo a darles el espíritu, les ha dado el don de la paz, saludo que usa cuando se les aparece, adelantando posiblemente los dones que vienen del Espíritu. Recordemos, según la carta a los gálatas 5, 22, los dones o frutos del Espíritu son: amor, alegría, paz, paciencia. afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí.

Un detalle importante: el texto nos dice que los discípulos estaban encerrados por temor a los judíos. Precisamente será el espíritu el que les ayude a vencer el miedo y a abrir todas las puertas para llegar hasta los confines de la tierra.

El evangelio no nos ofrece más detalles, pero en este día se lee también Hechos (2, 1-13) donde se relata de otra manera este acontecimiento. Están en Jerusalén porque es el lugar donde los judíos van a celebrar sus fiestas (las tiendas, la pascua) y, en este caso, la fiesta de pentecostés. Y justamente estando todos reunidos comienzan a sentir un ruido como de una ráfaga de viento impetuoso que llena toda la casa. Junto a esto se les aparecen unas lenguas como de fuego que, al posarse sobre cada uno de los presentes, los llena del Espíritu Santo. Recordemos que al inicio de Hechos se nos dice que todos estaban reunidos en Jerusalén, incluidas algunas mujeres, María la madre de Jesús y sus hermanos. De ahí viene que se reconozca que María está presente en la experiencia de Pentecostés. Lamentablemente, esta presencia de mujeres no ha tenido como consecuencia que se reconozca su protagonismo en los inicios de la Iglesia y en su estar llenas del Espíritu Santo, al igual que los doce, para realizar la misión encomendada.  

Volviendo al relato de Hechos, los presentes comienzan a hablar en otras lenguas y lo maravilloso es que todos les entienden en su propia lengua. Es una forma de mostrar la predicación que han de realizar los discípulos a todos los confines de la tierra y cómo, este mensaje, puede ser entendido por todos a pesar de las diferencias. Eso no significa que no vayan a encontrar también rechazo. En este mismo texto vemos que algunos no ven nada extraordinario, sino que aducen que están borrachos, sin entender el don de Dios que se está haciendo presente.

En definitiva, esta fiesta nos recuerda que estamos en el tiempo del Espíritu y sus dones no le faltan a nadie que acoja su presencia y siga sus insinuaciones. El espíritu nos invita a predicar a Jesús y esas palabras, respaldadas por el testimonio, pueden ser entendidas por muchos. Como ya lo dijimos el domingo pasado, Jesús ya no está entre nosotros. Su espíritu es quien puede hacerlo presente. Que nos abramos a su acción y lo dejemos actuar en el aquí y ahora de nuestra historia.

miércoles, 28 de mayo de 2025

 

ASCENSIÓN DEL SEÑOR: dejar de mirar al cielo para comprometernos con la historia presente

1-05-2025

 

Olga Consuelo Vélez Caro

Y les dijo: "Así está escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de todo esto. Y yo les enviaré lo que mi Padre les ha prometido. Permanezcan en la ciudad, hasta que sean revestidos con la fuerza que viene de lo alto". Después Jesús los llevó hasta las proximidades de Betania y, elevando sus manos, los bendijo. Mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo.  Los discípulos, que se habían postrado delante de él, volvieron a Jerusalén con gran alegría, y permanecían continuamente en el Templo alabando a Dios (Lucas 24, 46-53)

 

Los domingos anteriores hemos visto la aparición de Jesús a los suyos en diversos textos y hoy el evangelio de Lucas va a cerrar estas apariciones con la ascensión de Jesús, terminando así su evangelio, para pasar al libro de Hechos que, también se le atribuye a Lucas, donde comenzará la vida de la Iglesia. En Hechos, Lucas, después de dar las razones de por qué va a escribir este libro, relata nuevamente la ascensión de Jesús.

Notemos que Jesús se aparece a los suyos y les hace una especie de resumen de lo que ha pasado diciéndoles:   “así estaba escrito, el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día y en su nombre se ha de predicar el perdón de los pecados a todas las naciones”. Para Lucas todo sucede en Jerusalén, mientras que, para Marcos y Mateo, Jesús se aparece en Galilea. Jerusalén será, entonces, el lugar desde donde el mensaje se ha de expandir a todas las naciones.

Jesús continúa dando la razón de por qué les está diciendo esto. Ellos han sido los testigos de esos acontecimientos y llega el momento de dar testimonio. Pero esta predicación no la podrán hacer por sus propias fuerzas, de ahí que les recuerda la promesa que el Padre les ha hecho -nosotros sabemos que es el Espíritu Santo, pero el texto no lo dice-, y se compromete, él mismo, a cumplir esa promesa.

Aunque les dice que permanezcan en la ciudad, o sea, en Jerusalén, hasta que se cumpla la promesa, se los lleva a Betania, ciudad a unos 3 km de Jerusalén y allí se va a dar la ascensión. Primero Jesús eleva las manos y los bendice y luego es llevado a los cielos. Los términos que se usan en el relato -levantar las manos, ser elevado- acompañan el acontecimiento que se está realizando. Jesús, efectivamente se va a ir, no se aparecerá más y el legado queda en manos de los discípulos.

El texto concluye diciendo que ellos volvieron llenos de alegría a Jerusalén y no cesaban de alabar a Dios en el Templo.

La ascensión es entonces, la fiesta que nos recuerda que los testigos de Jesús ahora somos nosotros y hemos de predicar la buena noticia del reino con la alegría que este trae. Ya nadie puede ver a Jesús si no es a través de nuestras palabras y obras. En el relato de la ascensión del libro de Hechos, se aparecen dos hombres que dicen a los discípulos: ¿qué hacen mirando al cielo? Estas palabras podrían ayudarnos a tomar en serio la tarea que tenemos en la tierra. En otras palabras, la ascensión no es para mirar al cielo sino para trabajar en la tierra. Sentirnos discípulos de Jesús es reconocer su envío, confiar en la fuerza de su Espíritu y con gozo realizar la misión evangelizadora de la Iglesia que ahora está en nuestras manos.

lunes, 26 de mayo de 2025

jueves, 22 de mayo de 2025

 

Jesús se ha ido pero nos promete su Espíritu

VI Domingo de Pascua 25-05-2025

 

Olga Consuelo Vélez Caro

 

Jesús le respondió: "El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él. El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió. Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho. Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡No se inquieten ni teman! Me han oído decir: "Me voy y volveré a ustedes". Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que yo. Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean (Juan 14, 23-29)

 

El evangelio de hoy pertenece al largo discurso de despedida que el evangelista Juan pone en boca de Jesús desde el capítulo 13 al 17. En estos versículos Jesús se refiere a varios aspectos. En primer lugar, la relación entre el amor y la fidelidad a su palabra. Las palabras que él nos ha comunicado son las mismas del Padre; por tanto, quien quiere amar a Dios, ha de cumplir su palabra. Pero, algo muy importante, continúa en segundo lugar. Se refiere al don del Espíritu Santo quien será el protagonista de la vida resucitada que nos trae Jesús. Él será quien recuerde todo lo dicho por Jesús, más aún, seguirá enseñando como Él lo ha hecho y traerá el don de la paz. Sobre la paz dice que no será como la que da el mundo, pero esto no significa que se refiere a una paz alejada de la realidad. Por el contrario, la paz que viene de Dios asume la realidad para transformarla. La vida cristiana no puede alejarse del mundo en que vivimos sino, por el contrario, se ha de trabajar para hacer de él, un lugar como Dios lo quiere: con los dones del Espíritu, con su presencia que todo lo transforma.

El discurso concluye con la llamada a no inquietarse porque Jesús se va ya que comienza el llamado “tiempo del Espíritu”, tiempo de la fe, tiempo del creer, tiempo del seguimiento. Precisamente, todo esto, es lo que se espera de la vivencia del tiempo pascual, como fruto de la resurrección de Jesús. Y, nosotros somos ahora, los continuadores de la misma misión de Jesús, hasta su vuelta definitiva.

Convendría preguntarnos, qué tanto tomamos en serio la misión confiada, cómo nos dejamos guiar por el paráclito que el Señor nos ha dejado para seguir discerniendo la misión en estos tiempos, cómo somos testigos de la paz, de la confianza, del no temer ni inquietarnos ante las dificultades, no porque nos creamos invencibles sino por la seguridad de la presencia del mismo Espíritu de Jesús entre nosotros.  

martes, 20 de mayo de 2025

 

María, referencia del discipulado para varones y a mujeres

Olga Consuelo Vélez

 

En el mes de mayo se recuerda con especial interés a la Virgen María, por su aparición en Fátima el 13 de mayo de 1917. Al mismo tiempo, es común relacionar a las mujeres (y a las madres, especialmente, que también se celebran este mes, al menos en Colombia) con la figura de María, relación que trae aspectos positivos y otros no tan favorables.

Sobre lo positivo, por supuesto María, madre del Hijo de Dios, es mujer y podemos fijarnos en ella para tener un modelo, un espejo, una referencia para el seguimiento que buscamos hacer de Jesús. Sin embargo, la tradición mariana ha puesto énfasis en algunas actitudes de María que, miradas hoy, no han contribuido al desarrollo pleno de las mujeres. Algunas citas bíblicas que interpretadas adecuadamente significan una colaboración activa, por parte de María, al plan de salvación de Dios, al leerlas literalmente se prestan a fomentar actitudes de pasividad, resignación, silencio, aguante, etc. Por ejemplo, la respuesta de María al anuncio de ángel “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38), olvida la pregunta que María hizo previamente “¿Cómo podrá ser eso, puesto que no conozco varón?” (Lc 1, 34) y toma la palabra “esclava” en sentido literal de sumisión o falta de libertad y no de disposición, acogida activa a la propuesta divina. Otra cita del mismo evangelista nos presenta a María como la que “conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón” (2, 51), dando la imagen de esa actitud de silencio para toda mujer y más para toda madre que “obligatoriamente” ha de sufrir por sus hijos. El texto de María al pie de la cruz (Jn 19,25) se identifica más con el sufrimiento de todas las madres y no con la valentía de estar en medio de ese contexto de persecución y asesinato de su Hijo. Talvez las búsquedas actuales que tantas madres han hecho de sus hijos desaparecidos, casi siempre por fuerzas oscuras del Estado, podrían iluminar la figura de María al pie de la cruz porque las madres actuales no se callan, marchan, buscan incansablemente, denuncian a los posibles ejecutores de sus hijos y mantienen su memoria sin desfallecer, buscan justicia. Mirarlas a ellas nos ayuda a comprender mejor lo que debió ser la experiencia de María al pie de la cruz.

Al mismo tiempo, no se hace tanto énfasis en la María que proclama el Magnificat  -canto de denuncia de las injusticias sociales y de anuncio de la transformación que viene de Dios de todas esas situaciones a través nuestro- (Lc 1, 46-55); o en María que salió presurosa a la región montañosa, a una ciudad de Judá a visitar a su prima Isabel (Lc 1, 39-40); o en aquella que interrumpe a Jesús para pedirle que solucione el problema de la falta de vino (Jn 2,3); o en la que va a buscarlo porque dicen que está salido de sí y se ha de guardar el honor familiar (Mc 3, 31ss); o en la María acompañando a la primera comunidad cristiana el día de Pentecostés (Hc 1,14). En la catequesis, la predicación, la doctrina, se han leído todos esos textos en el horizonte del “estereotipo de la feminidad”, muy identificado con las mujeres que han de ser abnegadas, con capacidad de sufrimiento, todo en aras de salvar el hogar, santificar al marido, entregarse por los hijos.

En las últimas décadas la figura de María se ha leído desde una adecuada exégesis y en el horizonte del feminismo, es decir, de mujeres con derechos, sin subordinaciones, sin recluirlas al espacio privado, con capacidad para ser protagonistas de su futuro, sin que la vocación a la maternidad de gran número de ellas, suponga renunciar a sus sueños y a su propia realización. Pero todavía esa imagen de María no está lo suficientemente arraigada en el Pueblo de Dios como para que contribuya a denunciar toda violencia contra las mujeres, a no permitir que sucedan más feminicidios ni que la mujer no tenga un lugar protagónico en la sociedad y en la Iglesia. Falta demasiado para que la fe acompañe la nueva forma de ser mujeres, movimiento que en muchos sentidos es irreversible (aunque no dejen de brotar movimientos que vuelven a encasillar a la mujer en el estereotipo de la feminidad reduciéndola al ámbito del hogar). Posiblemente en este mes podríamos hacer menos rosarios o altares y vendría muy bien una formación mariana que rescate a María de los estereotipos y nos la presente desde la exégesis bíblica y las lecturas mariológicas actuales.

Ahora bien, aunque María puede contribuir a esta nueva manera de ser mujeres, no es menos diciente para los varones porque ella no es referencia para las mujeres sino para todos los cristianos, varones y mujeres, ya que ella supo vivir el discipulado, siendo la primera discípula, a quienes todos en la Iglesia hemos de tener como referencia.

El pasaje de Marcos (3, 31ss) al que antes hacíamos referencia, nos habla de ese discipulado que Jesús le dejo claro a ella y a toda su familia: “¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? El que cumpla la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre”. Y si María estuvo al pie de la cruz, no fue tanto en calidad de madre (sin dejar de serlo, por supuesto), sino de discípula, fiel a los valores del reino, aunque con esa cruz los quisieran destruir definitivamente. Por eso ella sigue en la primera comunidad cristiana y recibe al Espíritu Santo junto a los discípulos, todos ellos siendo esa familia del reino, no constituida por los lazos de sangre sino por la acogida de la buena noticia anuncia por Jesús.

Mayo no es pues el mes de las mujeres al recordar la figura de María. Podría ser el mes del discipulado que María supo vivir, siendo ella espejo, modelo, referencia para todos los creyentes, varones y mujeres.

jueves, 15 de mayo de 2025

Comentario al V domingo de Pascua 18 05 2025

 

Una comunidad creíble es la que da testimonio del amor de los unos a los otros

V Domingo de Pascua 18-05-2025

Olga Consuelo Vélez Caro

 

Después que Judas salió, Jesús dijo: "Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto. Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros. En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros" (Juan 13, 31-33a.34-35)

 

En este capítulo 13 del evangelio de Juan se nos relata el lavatorio de los pies y, posteriormente, el anuncio de la traición de Judas. Justamente con este hecho comienza el texto que se nos pone hoy a consideración. Judas salió de aquella cena y queda Jesús con los discípulos que aún le siguen a los cuales les comunica lo que va a pasar y, además, les va a dejar su testamento. La primera parte se refiere a la pasión que va a vivir en breve, interpretada teológicamente: esa muerte que para sus contemporáneos significa el fin de su misión y el acabar con ese profeta que les incomoda, con la experiencia de la resurrección se convertirá en la gloria del Hijo, en el sí de Dios a su vida, en el vencer la muerte con la vida definitiva en Dios. Todo eso lo expresa con la afirmación de la glorificación del Hijo del hombre y la glorificación de Dios mismo en él.

Este acontecimiento es confiado a sus discípulos, a los suyos, dándoles un mandamiento nuevo. ¿En qué consiste la novedad de este mandamiento? En que el amor que él les pide que se tengan unos a otros, tiene como fundamento el amor que Jesús ha tenido por cada uno de los suyos. Como se puede ver, este mandamiento no es una regla para cumplir, una liturgia para realizar, una prohibición para respetar. Es una experiencia que se hace vida entre Jesús y cada persona y, porque es una experiencia real, se proyecta en el amor mutuo. Además, ese amor es el que permitirá que los demás reconozcan quienes son los discípulos de Jesús y se entusiasmen por vivir lo que ellos viven.

De hecho, un padre de la Iglesia de los primeros tiempos escribió que la gente se admiraba del amor que se profesaban los cristianos entre ellos, diciendo: “miren como se aman” y, precisamente, por ese testimonio se iban añadiendo más creyentes a la comunidad.

Para nosotros que estos días estamos saboreando la experiencia de la resurrección de Jesús, ese mandamiento mantiene toda su actualidad. La gente podrá creer en los frutos de la pascua en la medida que vean comunidades alegres, unidas, servidoras, testigas del amor sincero de unos para con los otros. Que ese amor sea nuestro distintivo, haciendo creíble la presencia de Jesús en medio de la comunidad.

lunes, 12 de mayo de 2025

Papa Robert Francis Prevost, León XIV. Perspectivas y esperanzas. Dra. ...

León XIV: un pontificado distinto

 

Olga Consuelo Vélez

Desde que se eligió a León XIV no dejo de escuchar que será continuador de Francisco y se “inventan” inclusive, expresiones que León XIV no ha dicho, para probarlo. Por dar algunos ejemplos, periodistas de noticieros colombianos decían que el León XIV había dicho que quería una “Iglesia en salida”. Puede que me equivoque, pero hasta el día de hoy no le escuché esa expresión. Por supuesto dijo, “Iglesia misionera” y podríamos entender que es el mismo sentido, pero son expresiones distintas. Luego dijeron que el nombre era por León el amigo de Francisco de Asís. El mismo Papa León XIV ya confirmó que fue por León XIII. Y más reciente dijo, citando a Francisco, que debían “ser pastores según el corazón del Padre”. Recordemos que Francisco desde el inicio dijo “pastores con olor a oveja”. La palabra “pobres” no la ha pronunciado, pero por supuesto se ha referido a los que pasan necesidad y sufren por muchas carencias. Y qué decir, del usar todos los ornamentos papales e ir a habitar en los palacios pontificios; esto marca una diferencia fundamental con Francisco.

Con todo esto no estoy diciendo que este pontificado no pueda ser muy bueno y, quien dirá, si mejor que el de Francisco, pero creo que ya podemos dejar de comparar y buscar comprender qué marcará este nuevo Papa y cuáles son sus opciones fundamentales. 

Esta claro que su mensaje se referirá a lo social. En casi todas sus intervenciones ha hablado de la paz, de la necesidad de rechazar toda guerra, de desarmarnos. Explícitamente se refirió a la guerra de Ucrania-Rusia, la situación inhumana de Gaza, los conflictos entre India y Pakistán. En su primer encuentro con los comunicadores sociales habló mucho de los comunicadores encarcelados por decir la verdad y llamó a una comunicación que construya la paz. Sabemos también que en Estados Unidos no todos están contentos porque saben que su postura no es afín al presidente Trump y en Perú también tuvo una postura clara frente a Fujimori. Seguiremos escuchando, muy posiblemente, este tipo de mensajes sociales que necesitamos y esperamos de cualquier pontificado. Todo esto es para celebrar.

Ahora bien, en la realidad intraeclesial, mucha gente dice que es muy cercano, sencillo, respetuoso, que escucha mucho y cuando habla lo hace con asertividad. Además, parece que es muy eficiente y tiene toda la experiencia pastoral que le debió dejar su ser obispo en la diócesis peruana de Chiclayo. Todo esto también para celebrar. Pero empiezo a ver post de aquellos que añoran la iglesia tridentina diciendo que este Papa si se expresa con el lenguaje propio de la Iglesia -el latín- y, en verdad, ha rezado casi siempre en latín (tal vez lo había también Francisco, pero no me acuerdo) y será firme en la doctrina y la proclamará con claridad (no como el Papa Francisco que para estos tradicionalistas fue ambiguo y no entendieron nada de aquello de actualizar la doctrina a los desafíos actuales).

En fin, lo que quiero expresar es que estoy extrañando a Francisco y para mi León XIV es muy distinto. Lo que no significa que no camine por la misma senda del Vaticano II, como ya lo dijo, y, posiblemente, impulse la iglesia sinodal. Pero, definitivamente, extraño la sencillez, de hecho, de Francisco, su hablar espontáneo y tan cercano a lo que la gente entiende. Extraño el poder ponerlo de ejemplo para intentar construir una iglesia pobre y para los pobres y el repetir tantas expresiones tan ricas, que utilizó desde el primer día de su pontificado, llenas de misericordia, inclusión, apertura, novedad, etc. Extrañaré el poder decirle al clero que se puede dejar de lado la pompa imperial para intentar acabar con tanto clericalismo porque el Papa así lo testimoniaba. Por supuesto, a Francisco le quedaron pendientes muchas cosas, incluyendo, su postura frente a los ministerios para las mujeres y una reforma de la curia romana a fondo, y es posible que León XIV llegue a concretarlo. Pero, definitivamente, León XIV es distinto a Francisco y me parece mejor, dejar de buscar coincidencias que, creo, son más ilusión que realidad.


jueves, 8 de mayo de 2025

 

León XIV: Estrenando un nuevo pontificado

Olga Consuelo Vélez

 

No tardó mucho la elección del nuevo pontífice y no fue una sorpresa absoluta porque el Cardenal Robert Prevost estaba entre los “papables” según los múltiples escritos publicados estos días. Es prematuro decir mucho sobre este nuevo pontífice porque todo está por hacerse y el tiempo irá mostrándonos sus opciones y realizaciones. Por eso, por lo pronto, solo algunos comentarios, sumándome a tantos otros que se están haciendo.

Alegra que tenga una experiencia pastoral y misionera. Se han recordado sus años en Perú: de 1985-1986 estuvo en la misión agustiniana de Chulucanas, Piura, Perú. En 1988 se incorpora a la misión de Trujillo, Perú en la que estará hasta 1992, realizando diversas tareas. Prior de la comunidad, director de formación y profesor de profesos, vicario judicial y profesor de Derecho canónico, patrística y moral en el Seminario mayor de la arquidiócesis de Trujillo. También atendió pastoralmente a la que será después la Parroquia Santa Rita, en la periferia de la ciudad y administrador pastoral de Nuestra Señora de Monserrat.

Alegra que sea religioso agustino por su formación sólida y los estudios realizados. Hizo sus votos en 1981 y fue ordenado presbítero en 1982. Licenciado en Teología, en Derecho Canónico y en 1987 recibió su doctorado en Derecho Canónico, con la tesis “El papel del prior local de la Orden de San Agustín”. También su experiencia como Prior provincial en Chicago y Prior general de toda la Orden. Conoce la vida religiosa, su organización, sus procesos formativos.

Alegra que tenga nacionalidad peruana porque lo podemos considerar un papa latinoamericano, pero también estadounidense, con ascendencia francesa, italiana y española. Con estos datos, asume un carácter más universal, conociendo diversas lenguas y culturas.

Alegra que fue nombrado por Francisco, en 2015, obispo de Chiclayo y en 2018 fue segundo vicepresidente de la Conferencia Episcopal Peruana. En 2020, Francisco también lo nombra administrador apostólico de la diócesis peruana de Callao. En 2023, es nombrado prefecto del Dicasterio para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, promoviéndolo, Francisco, a arzobispo. Ese mismo año lo nombra cardenal.

Alegra que sus palabras iniciales fueron sobre la paz que nos da Cristo, una paz desarmada, desarmante, humilde y perseverante. Una paz para toda la tierra. Una paz que proviene de Dios que nos ama incondicionalmente. Recordó la palabra siempre valiente del papa Francisco. Dijo que estamos todos en las manos de Dios y nos invitó a seguir adelante siendo discípulos de Cristo, conscientes que la humanidad necesita de la luz de Cristo. Llamó a construir puentes con el diálogo, con el encuentro, uniéndonos todos para ser un solo pueblo. Agradeció a los cardenales que lo eligieron y llamó a caminar juntos siguiendo a Jesucristo, proclamando el evangelio y siendo misioneros. Recordó que es hijo de San Agustín que decía que “con ustedes soy cristiano y para ustedes obispo”. Saludó a la iglesia de Roma y pidió que toda la iglesia sea misionera y construya dialogo, con todos los que tienen necesidad de nuestra presencia. Saludo en español a su querida diócesis de Chiclayo en el Perú. Finalizó trazando un breve itinerario eclesial: ser una iglesia sinodal, que camina y busca la paz, la caridad y está cerca de quienes sufren. Invocó a la virgen de Pompeya e invitó a rezar juntos por la paz del mundo.

Alegra que su nombre, León XIV, recuerde a León XIII, el Papa de la Rerum novarum (1891), primer documento del magisterio social de la Iglesia que hablaba de los derechos de los trabajadores y de la justicia social.

Y, ¿qué más decir de esta noticia? por lo pronto, los cardenales dieron un mensaje de tranquilidad, al votar por el cardenal Prevost, porque los que no aceptaron a Francisco pueden ver en León XIV, a alguien moderado, que volvió a los ornamentos papales que Francisco no usó; no sabemos si volverá a habitar la residencia papal, su formación canónica y la tradición patrística de los agustinos lo sitúa más cerca de los principios doctrinales y, aunque habló de los que sufren y de la urgencia de estar cerca de ellos, no pronunció la palabra “pobres”, “iglesia en salida que no teme mancharse” o “quien soy yo para juzgar a aquellos que no parecen cumplir con la doctrina establecida”. Y, por parte, los más allegados a Francisco, también encuentran en el cardenal Prevost, todas las razones nombradas anteriormente, como motivos para creer que mantendrá una continuidad con Francisco y que su edad, cercanía, sencillez en el trato y las responsabilidades que ha desempeñado podrán ayudarlo a dar la imagen de Iglesia que hoy el mundo necesita.

De todas maneras, como ya lo escribí hace unos días, interesa quien es el Papa y es importante desear que sea fiel al Espíritu de Jesús y atento a los signos de los tiempos para que la Iglesia responda a los desafíos actuales. Pero, la Iglesia no es el pontífice y ya llegó la hora de sentirnos todos Iglesia, miembros corresponsables de la misión evangelizadora de la Iglesia, con lo cual, ojalá, no detengamos la marcha, sino que sigamos pidiendo una Iglesia pobre y para los pobres, sencilla y humilde, incluyente de todos, todas y todes (aunque se rechace este lenguaje inclusivo), en la que el laicado y, especialmente, las mujeres, encuentren el espacio que todavía se les niega para la toma de decisiones y los ministerios ordenados.