lunes, 22 de diciembre de 2025

Navidad Lc 2, 1 14 (24-12-2025)


Acoger al Niño del pesebre y quedarnos a su lado

NATIVIDAD DEL SEÑOR (24-12-2025)

Olga Consuelo Vélez

 

Por entonces se promulgó un decreto del emperador Augusto que ordenaba a todo el mundo inscribirse en un censo. Éste fue el primer censo, realizado siendo Quirino gobernador de Siria. Acudían todos a inscribirse, cada uno en su ciudad. José subió de Nazaret, ciudad de Galilea, a la Ciudad de David en Judea, llamada Belén –pues pertenecía a la Casa y familia de David–, a inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada. Estando ellos allí, le llegó la hora del parto y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no habían encontrado sitio en la posada. Había unos pastores en la zona que cuidaban por turnos los rebaños a la intemperie. Un ángel del Señor se les presentó. La gloria del Señor los cercó de resplandor y ellos sintieron un gran temor. El ángel les dijo: –No teman. Miren, les doy una Buena Noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy les ha nacido en la Ciudad de David el Salvador, el Mesías y Señor. Esto les servirá de señal: encontrarán un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Al ángel, en ese momento, se le juntó otra gran cantidad de ángeles, que alababan a Dios diciendo: ¡Gloria a Dios en lo alto y en la tierra paz a los hombres amados por él! (Lucas 2, 1-14).




Este evangelio corresponde al de la noche del 24. Es un texto muy conocido y muy sencillo donde Lucas nos relata el nacimiento de Jesús. Comienza con el Decreto del emperador Augusto que obliga a todas las personas a ir empadronarse en su ciudad de origen. Así justifica el viaje de José y María a Belén, ciudad de David, donde nacerá Jesús. Llega la hora del parto y María tuvo que tener a Jesús en un pesebre porque no encontraron posada. Los únicos que parecen enterarse de tal nacimiento son los pastores que cuidaban sus rebaños a la intemperie. A ellos se les aparece un ángel, causándoles mucho temor. Pero el ángel les invita a no temer y les da la buena noticia de la llegada del Mesías y Señor. La señal que les permitirá reconocerlo es la del niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Los ángeles continúan alabando a Dios y proclamando la paz para los seres humanos amados por él.

Año tras año leemos este pasaje, hacemos los pesebres recreando estas circunstancias y la pregunta que surge, una vez más, es qué tanto entendemos este misterio central de nuestra fe y qué tanto la celebración que hacemos se corresponde con este acontecimiento. Sobre el primer aspecto, si entendiéramos que Dios se hace carne en Jesús, tendríamos otra actitud frente a todo lo humano. Jesús lo asumió en su encarnación y, por tanto, el lugar privilegiado para encontrarle y amarle es en esta realidad. Sin embargo, muchas personas siguen buscando a Dios en los templos o en los ritos, despreciando a los seres humanos concretos y, en especial, a los pobres. El Niño Jesús nace en la periferia de la ciudad, despojado de toda comodidad material y el hecho de que sean los pastores los primeros destinatarios de esa buena noticia, nos habla de la lógica de nuestro Dios. En su venida no hay poder, no hay riqueza, no hay ostentación, no hay imposición. Hay simplicidad, cotidianidad, marginalidad, gratuidad sin límites.

Todo lo anterior nos da razones para cuestionar nuestras actuales celebraciones. Demasiada sociedad de consumo, pesebres que se han convertido en exposiciones de artículos navideños que nada tienen que ver con ese pesebre de Belén y lejanía de los más necesitados, aquellos que Dios escogió para darles, en primer lugar, la buena noticia de su presencia entre nosotros.

Ojalá que en esta navidad recuperemos la esencia de lo que celebramos, buscando transformar esta fiesta en pesebres vivos donde la acogida, la generosidad y el compromiso con los más necesitados, sean los frutos que testimonien que hemos acogido al Niño del pesebre y queremos quedarnos a su lado.







lunes, 15 de diciembre de 2025

Como José, colaborar con el plan de Dios para la humanidad

Cuarto Domingo de Adviento (21-12-2025)

Olga Consuelo Vélez

 

El nacimiento de Jesús, Mesías, sucedió así: su madre, María, estaba comprometida con José, y antes del matrimonio, quedó embarazada por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, pensó abandonarla en secreto. Ya lo tenía decidido, cuando un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María como esposa tuya, pues la criatura que espera es obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, a quien llamarás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del profeta: Mira, la virgen está embarazada, dará a luz a un hijo que se llamará Emanuel –que significa: Dios con nosotros. Cuando José se despertó del sueño, hizo lo que el ángel del Señor le había ordenado y recibió a María como esposa (Mateo 1, 18-24).



Estamos en el IV domingo de Adviento, muy cerca de la navidad. El texto de Mateo quiere explicarnos los antecedentes del nacimiento de Jesús recordando que María estaba comprometida con José, pero quedó embarazada por obra del Espíritu Santo. Por esto se puede afirmar que el hijo de María es Hijo de Dios. Ahora bien, ¿qué papel juega José en este nacimiento? Por una parte, el evangelista deja claro que José es un hombre justo y, en ese sentido, el ángel se le aparece para que no rechace a María y, por el contrario, la reciba en su casa. El “no temas” que le dice el ángel no se refiere a un temor humano ante una situación inesperada, sino el temor reverencial ante Dios mismo que lo está vinculando a la historia de salvación y le dará un papel en este acontecimiento. El ángel le da la tarea a José de ponerle el nombre al niño. Y, una vez José despierta, hace todo lo que el ángel le había dicho.

Mateo escribe a los judíos y por eso es tan importante para él que se cumplan las escrituras. Antes del pasaje que hoy consideramos, Mateo señala la genealogía de Jesús porque quiere mostrar que es descendiente de David como lo habían anunciado las escrituras. Pero recordemos que en esa genealogía cuando llega a José no afirma que él engendró a Jesús sin que era el esposo de María de quien nació Jesús. De esa manera logra completar esa genealogía. Por eso era importante el pasaje que hoy consideramos para entender cómo José recibe a María en su casa y de esa manera puede unirlo a la descendencia de David. Además, Mateo señala que con este acontecimiento se está cumpliendo lo dicho por el profeta Isaías; un virgen está embarazada y dará a luz un hijo al que pondrán el nombre de Emanuel, que significa Dios con nosotros. No queda duda, entonces, que las escrituras se están cumpliendo y el Mesías esperado está a punto de llegar.

Preparemos el corazón para la llegada del Niño, alegrándonos por el Dios que se va a quedar entre nosotros y del cual recibiremos toda gracia y salvación, en la medida que, cómo José estemos dispuestos a secundar el plan de Dios sobre la humanidad, confiando en su palabra y haciendo todo lo que Dios nos pida.


lunes, 8 de diciembre de 2025

III Domingo de Adviento Mt 11, 2 11 (14-12-2024)

Adviento es la alegría del Dios que se queda en medio de su pueblo

III Domingo de Adviento (14-12-2025)

Olga Consuelo Vélez

 

Juan oyó hablar en la cárcel de la actividad del Mesías y le envió este mensaje por medio de sus discípulos: ¿Eres tú el que había de venir o tenemos que esperar a otro? Jesús respondió: Vayan a contar a Juan lo que ustedes ven y oyen: los ciegos recobran la vista, los cojos caminan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres reciben la Buena Noticia; y, ¡feliz el que no tropieza por mi causa! Cuando se fueron, se puso Jesús a hablar de Juan a la multitud: ¿Qué salieron a contemplar en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿Qué salieron a ver? ¿Un hombre elegantemente vestido? Miren, los que visten elegantemente habitan en los palacios reales. Entonces, ¿qué salieron a ver? ¿Un profeta? Les digo que sí, y más que profeta. A éste se refiere lo que está escrito: Mira, yo envío por delante a mi mensajero para que te prepare el camino. Les aseguro, de los nacidos de mujer no ha surgido aún alguien mayor que Juan el Bautista. Y, sin embargo, el último en el reino de los cielos es mayor que él (Mateo 11, 2-11).

El domingo pasado se nos ofrecía la figura de Juan el Bautista como precursor del Señor que viene. En esta ocasión Mateo continúa hablando del Bautista, pero nos dice que está encarcelado y oye hablar de la actividad del Mesías. Por eso envía a sus discípulos a preguntarle si es él quien ha de venir o han de esperar a otro. Y Jesús le responde con las obras que realiza: los ciegos recobran la vista, los cojos caminan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y los pobres reciben la Buena noticia. Como se puede ver, la transformación de las situaciones que viven las personas es la señal visible del reino y por eso Jesús es el Mesías esperado. Caigamos en cuenta de que la buena noticia que recibirán los pobres supone que dejaran de ser pobres, en consonancia con lo que acaba de decir sobre los ciegos, cojos, leprosos, etc. En esta ocasión, como a lo largo del evangelio, al hablar de pobreza es, especialmente socioeconómica, fruto de la “economía que mata” como dijo el papa Francisco, porque es la que roba la dignidad de las personas, las que efectivamente les quita la vida digna a la que todo ser humano está llamado.


Notemos que Jesús dice a los discípulos de Juan, después de señalarles porque él es el Mesías esperado, “feliz el que no tropieza por mi causa” o, en otras traducciones, “dichoso el que no se escandaliza de mí”. Y esto se debe a que muchos esperan que el reino de Dios sea una especie de atmosfera sagrada, alejada del mundo concreto. Pero no, el reino anunciado por Jesús es para este mundo y se refiere a la transformación de la realidad para que la vida sea abundante para todos.

Si el domingo pasado Juan hablaba de Jesús, ahora Jesús habla de Juan y lo avala como profeta. Recordemos, está en la cárcel y, justamente a ese que las autoridades están persiguiendo por lo que predica, Jesús lo reconoce como el mayor de los profetas, nacido de mujer. Una vez más, el evangelio nos presenta el contraste entre lo que esperan los que habitan en palacios y lo que significa el reinado de Dios. Juan Bautista muestra claramente ese contraste. Sin embargo, Jesús también hace una ruptura con Juan, último profeta del Antiguo Testamento. El más pequeño en el reino de los cielos es mayor que Juan Bautista. Con Jesús comienza una buena noticia distinta a la de Juan. Si él predicaba la conversión, Jesús va a anunciar la buena noticia del reino. El énfasis no es el castigo sino el amor, no es el reproche sino la misericordia, no es la destrucción sino la vida en abundancia.

Y esta es la alegría que podemos celebrar en este tiempo de adviento: con Jesús llegan los tiempos donde el amor de Dios se desborda en el mundo, a través de la encarnación de su Hijo en nuestra historia, haciendo posible que Dios viva en medio de su pueblo.  

domingo, 7 de diciembre de 2025

 

María, Madre del pueblo fiel pero también mujer y primera discípula

Olga Consuelo Vélez

 






A propósito de la fiesta de la Inmaculada concepción de este 8 de diciembre y de la figura de María en todo este tiempo de navidad, quiero comentar algo de la Nota Doctrinal publicada el pasado 7 de octubre por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe (Mater Populi Fidelis), sobre los títulos marianos. En este Nota se pretenden revisar los títulos que se han dado a María a lo largo del tiempo por sus consecuencias cristológicas, eclesiológicas y antropológicas (n. 2). En general el texto mantiene la línea de Vaticano II, situando a María en el discurso eclesiológico, como lo hace la Constitución Lumen Gentium (Cap. 8) y su principal objetivo es mostrar que los títulos que se le han dado a María han de revelar sin confusión su papel en el plan de salvación, salvaguardando a Cristo como el único mediador (n. 3).

La Nota Doctrinal señala que desde los primeros concilios ecuménicos se comienza a delinear el dogma de María como Madre de Dios, pero leído en el misterio de Cristo, no como un culto colocado al lado del de Cristo (n. 11). A partir del S. XII se relaciona a María con la obra de redención en el calvario (n. 12) y como cooperadora con el Hijo en la obra de la salvación (n 13). El dogma de la Inmaculada Concepción (Pío IX, 1854) destaca a María como la primera redimida por Cristo (n. 14).

El título de corredentora aparece en el S. XV, pero Vaticano II evita utilizarlo para reafirmar la única redención que proviene de Cristo. En 1992, Ratzinger respondió negativamente a una nueva petición en el mismo sentido y lo reafirmó en 2002 por considerarlo un vocablo erróneo que impediría ver a Jesucristo como el único redentor (n. 19). Es verdad que Juan Pablo II lo utilizó, al menos en siete ocasiones, pero relacionándolo con el valor salvífico de nuestro dolor ofrecido junto al de Cristo, al cual se une María sobre todo en la cruz (n. 18).

El título de mediadora se utiliza en oriente desde el S. VI y en occidente desde el S XII hasta el S. XVI. Aunque se solicitó su definición dogmática, Benedicto XV solo lo aprobó como fiesta en 1921 (n. 23).

El título de Madre de los creyentes tiene raíces bíblicas y de los santos padres porque María engendra en la fe a todos los cristianos que son miembros del Cuerpo Místico de Cristo (n. 36). El texto aclara que esa maternidad no es una mediación sacerdotal como la de Cristo, sino que se sitúa en el orden y la analogía de la maternidad y esa función materna de ninguna manera disminuye la única mediación de Cristo y se desarrolla con la Iglesia, en la Iglesia y para la Iglesia (n. 37).

Porque María está unida a Cristo de un modo único por su maternidad y por ser llena de gracia, su oración por nosotros tiene un valor y una eficacia que no se puede comparar con ninguna otra intercesión (n. 38) y ella nos dispone a la vida de la gracia sin que se entienda con esto que María tiene un depósito de gracia diferente al de Cristo (n. 45-46).

María es más discípula que madre (n. 73), es la primera que ha creído (n. 74) y se aclara que los “presuntos fenómenos sobrenaturales” que hayan recibido juicio positivo por parte de la Iglesia, no se convierten en objeto de fe y, por lo tanto, los fieles no están obligados a darle un asentimiento de fe (n. 75). Esta posición es muy importante para contrarrestar tanto énfasis que algunos grupos ponen en las apariciones marianas.

Finaliza el documento haciendo alusión a cómo los pobres encuentran la ternura y el amor de Dios en el rostro de María y lo expresan en la piedad mariana “popular” que tiene tantas expresiones diversas, principalmente en las peregrinaciones a los santuarios marianos donde encuentran fortaleza y consuelo para salir adelante (n. 79-80).

El breve resumen que hemos presentado nos permite decir que estas aclaraciones pueden ayudar al diálogo ecuménico porque es bien sabido que el culto a María, por las distorsiones que se han presentado a lo largo del tiempo, ha constituido una de las dificultades para dicho diálogo.

Además, el documento resulta oportuno para contrarrestar movimientos marianos que, en la actualidad, insisten en dar culto a María, desligándola de su relación con Cristo y mucho más orientados a un tradicionalismo basado en prácticas externas (uso del velo, arrodillarse para comulgar, confesarse a menudo, etc.) y a una fijación en la moral sexual, bastante alejada de los desarrollos actuales de la teología moral. Muchos de estos grupos son de clase media-alta, privilegiando el uso de rosarios costosos, usados incluso como joyería (collares, pulseras, imágenes de lujo) y promocionando peregrinaciones a los santuarios marianos de Europa (de poco alcance para la mayoría del pueblo sencillo). Un detalle interesante es que a estos grupos están asistiendo jóvenes, lo cual alimentaría la esperanza de un acercamiento de ellos a la Iglesia, pero, curiosamente, no salen del círculo del propio grupo y, como ya dijimos, están más propensos a fomentar las distorsiones que la nota del dicasterio señala que una vivencia eclesial más acorde con el espíritu de Vaticano II.

El énfasis dado a la maternidad de María, no es suficiente para las mujeres de hoy, ni es coherente con el desarrollo de la mariología actual. Las mujeres de hoy, no se sienten identificadas solamente con la maternidad de María, sino que aspiran en ver en ella todas las dimensiones que han de ser desplegadas por las mujeres y que la cultura patriarcal ha invisibilizado con esa sobrevaloración de la maternidad.

El documento reconoce a María como primera discípula (n. 73) e incluso cita a Agustín quien dice que “es más importante para María ser discípula que madre de Cristo” (n. 73), pero no destaca a la María profeta -con su canto del Magnificat- e insiste en la actitud de obediencia, humildad, silencio, disponibilidad de María al plan de Dios, actitudes que siendo válidas para la vida de todo ser humano, han contribuido a mantener a las mujeres en resignación y aceptación callada de su sufrimiento.

La mariología actual ha recuperado la humanidad de María (por ejemplo, el magnífico trabajo de Elizabeth Johnson “María, verdadera hermana nuestra” (1993) y ha insistido en una relectura de los dogmas desde el punto de vista cristológico y eclesiológico -como lo hace esta Nota Doctrinal-, pero que no es el discurso que se ofrece en las predicaciones o catequesis sobre María. Hubiera sido interesante que la Nota Doctrinal valorara este trabajo y lo impulsara para que inspirara más no solo la vida de las mujeres sino también de los varones, en la vivencia del discipulado y en la puesta en práctica de la corresponsabilidad eclesial, por el bautismo recibido.

Finalmente, sigue siendo un desafío recuperar una imagen de María como modelo de seguimiento para varones y mujeres (no solo para mujeres) pero capaz de decir algo a la sociedad actual que lucha por liberarse de los estereotipos de género tan fomentados también por las religiones y en los cuales se sigue invocando la figura de María para mantenerlos. La Nota Doctrinal es teológicamente correcta pero, tal vez, insuficiente para decir algo a las mujeres y varones de hoy.

viernes, 5 de diciembre de 2025

 


La jerarquía eclesiástica sigue empeñada en no escuchar al Espíritu

(A propósito del diaconado femenino)

Olga Consuelo Vélez

 

En el Documento Final del Sínodo de la sinodalidad (n. 60) dice lo siguiente: “No hay nada que impida que las mujeres desempeñen funciones de liderazgo en la Iglesia: lo que viene del Espíritu Santo no puede detenerse”. Sin embargo, las comisiones de estudio sobre el Diaconado Femenino y el respaldo del actual Papa al informe de la última comisión, dicen lo contrario.

Por lo menos el informe de esta segunda comisión, liderada por el Cardenal Petrocchi, es honesta. Muestra que hay dos tendencias, en empate técnico (5 contra 5). Con respecto a los argumentos para conceder o no el diaconado a las mujeres, unos lo apoyan porque esto va en plena consonancia con la igualdad fundamental entre varones y mujeres, testificada en la Sagrada Escritura en muchos textos, pero el informe hace referencia al a cita de Gál 3,28: en Cristo Jesús, “ya no hay diferencia entre hombre y mujer”. Pero el otro grupo no lo concede porque considera que la masculinidad de Cristo no es accidental sino parte integral de la identidad sacramental. Dicho en palabras más sencillas, solo los varones pueden representar a Cristo en el ejercicio de los ministerios ordenados, justamente por eso, por ser varón. Además, añaden que, si no se mantiene esta masculinidad, se alteraría el significado nupcial de la salvación. Este grupo olvida que las metáforas no se pueden tomar por realidad, son indicativas, y que, si se apela a la masculinidad, se está reconociendo el sexismo en el plan de salvación y eso es una afrenta, una exclusión, una violencia contra las mujeres, es decir, todo lo contrario de la igualdad fundamental e inclusión de todos y todas, propias del reino de Dios anunciado por Jesús.

El segundo punto que anota la comisión, es sobre la consideración del diaconado para el ministerio y no para el sacerdocio, lo cual posibilitaría que se otorgara el diaconado a las mujeres. Pero, el grupo contrario, afirma que el diaconado forma parte de los tres grados del sacramento del orden, con lo cual, conceder el diaconado a las mujeres abriría inmediatamente las puertas al sacerdocio y al episcopado para las mujeres. Aquí no se da cuenta del número de votos a favor o en contra de cada postura, pero se muestra con claridad el miedo clerical a perder la hegemonía masculina en el ejercicio ministerial.

Como “premio de consolación” para las mujeres, se pide que “se amplie el acceso de las mujeres a los ministerios instituidos para el servicio de la comunidad”. Lo llamativo es que, de los diez votos, uno estuvo en contra. Es decir, en esa comisión hay alguien que ni siquiera vislumbra el acceso de las mujeres a los ministerios laicales.

El informe también dice que “es indispensable, un riguroso y amplio examen crítico realizado sobre el diaconado en sí mismo, es decir, sobre su identidad sacramental y su misión eclesial, aclarando algunos aspectos estructurales y pastorales que actualmente no están enteramente definidos”. Los miembros de esa comisión se escudan en la necesidad de seguir estudiando un tema en el que abundan serios, fundamentados e irrefutables estudios.

Algo llamativo es considerar que las peticiones que recibieron, siendo “numerosas” y “abundantes” no pueden considerarse como la voz del sínodo y menos del Pueblo de Dios en su conjunto. O sea, lo que deciden diez personas en una comisión, tiene más peso que un material numeroso y abundante y un proceso sinodal al que llegó, innegablemente, la petición de conceder los ministerios ordenados a las mujeres.

¡Qué vergüenza! que la Iglesia que le pide a la sociedad civil justicia, equidad, inclusión, igualdad, es incapaz de avanzar en su seno con los cambios necesarios para hacerlo realidad, con respecto a las mujeres. Y ¡qué desproporción! considerar que invocar la masculinidad de Jesús sigue siendo un argumento válido para la conciencia teológica y eclesial actual.

El Informe concluye afirmando que “a la luz de la Sagrada Escritura, de la Tradición y del Magisterio eclesiástico”, la valoración dada es “sólida”, aunque no permite formular hoy un juicio definitivo, “como en el caso de la ordenación sacerdotal”. Esta última frase reafirma la seguridad que tienen del rechazo al ministerio ordenado para las mujeres, seguridad que tal vez llevó a borrar de plano esa petición en el proceso sinodal, como si no hubiera sido una insistente solicitud hecha en el mismo.

En las democracias ganan las mayorías y, muchas veces, esas mayorías también retrasen el devenir histórico. Pero la Iglesia que se gloria de no ser una democracia y tiene la misión de “escuchar lo que viene del Espíritu”, no parece dispuesta a escucharlo.

(Foto tomada de: https://www.reflexionyliberacion.cl/ryl/2025/12/05/el-vaticano-distorsiona-el-diaconado-femenino/)

 

miércoles, 3 de diciembre de 2025

II Domingo de Adviento Mt 3, 1 12 (7-12-2025)

Preparar el camino del Señor con frutos de sincera conversión

Segundo Domingo de Adviento (7-12-2025)

Olga Consuelo Vélez

 

En aquel tiempo se presentó Juan el Bautista en el desierto de Judea, proclamando: Arrepiéntanse, que está cerca el reino de los cielos.  Éste es a quien había anunciado el profeta Isaías, diciendo: Una voz grita en el desierto: Preparen el camino al Señor, enderecen sus senderos. Juan llevaba un manto hecho de pelo de camello, con un cinturón de cuero en la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Acudían a él de Jerusalén, de toda Judea y de la región del Jordán, y se hacían bautizar por él en el río Jordán, confesando sus pecados. Al ver que muchos fariseos y saduceos acudían a que los bautizara les dijo: ¡Raza de víboras! ¿Quién les ha enseñado a escapar de la condena que llega? Muestren frutos de un sincero arrepentimiento y no piensen que basta con decir: Nuestro padre es Abrahán; pues yo les digo que de estas piedras puede sacar Dios hijos para Abrahán. El hacha ya está apoyada en la raíz del árbol: árbol que no produzca frutos buenos será cortado y arrojado al fuego. Yo los bautizo con agua en señal de arrepentimiento; pero detrás de mí viene uno con más autoridad que yo, y yo no soy digno de quitarle sus sandalias. Él los bautizará con Espíritu Santo y fuego. Ya empuña la horquilla para limpiar su cosecha: reunirá el trigo en el granero, y quemará la paja en un fuego que no se apaga (Mateo 3, 1-12).

Adviento es tiempo de preparación para la venida del Señor. La lectura de hoy nos ofrece criterios para esta preparación. Mateo lo hace a través de la persona de Juan el Bautista quien, como profeta, va proclamando la necesidad de arrepentimiento ante la inminencia del reino. El texto nos presenta a Juan como alguien que vive con coherencia su ser predicador y profeta, tiene una vida austera expresada en su ropa sencilla y, al mismo tiempo, mostrando su fortaleza y seguridad en lo que predica.

El evangelista nos dice que acudían a bautizarse con Juan muchos fariseos y saduceos. Podríamos pensar que están acogiendo su predicación y están dispuestos al cambio. Pero el Bautista les increpa fuertemente llamándolos “raza de víboras” porque él se da cuenta que ese arrepentimiento no es sincero ya que su vida no da los frutos esperados. De ahí que les hace caer en cuenta que cualquiera puede decir que es hijo de Abraham, pero sin un verdadero arrepentimiento, eso no sirve para nada.

Las palabras de Juan el Bautista mantienen toda su actualidad ya que no es lo mismo vivir una religiosidad que una experiencia de encuentro con Dios que transforma la vida hacia el compromiso con el bien y la justicia. Es muy fácil hablar, realizar ritos y, en este tiempo de adviento en el que se despierta la sensibilidad religiosa, participar de novenas y otros eventos que traen distracción y alegría, pero no significan conversión y cambio.

Por eso el profeta explica que el bautismo al que llama no es el definitivo sino el de preparación del que traerá Jesús: el bautismo en el Espíritu que da los frutos de una verdadera cosecha, quemando todo lo que no sirve, expresándolo con la referencia a la paja que será quemada en el fuego que no se apaga. Además, muestra la distancia entre su predicación y la de Jesús, al que reconoce con más autoridad y a quién él no es digno de quitarle las sandalias.

Este relato nos invita, entonces, a abrir nuestros corazones a la verdadera conversión, evitando quedarnos en la superficialidad de cambios externos, sin que toquen la profundidad del propio corazón. En este tiempo de adviento, ojalá no nos quedemos solo en el ambiente festivo, sino que revisemos si nuestra praxis se corresponde al pesebre -pobre, desprovisto de poder y del lado de los últimos-, como debería ser para ser verdaderos precursores del Niño que viene.

 

lunes, 1 de diciembre de 2025

II Domingo de Adviento Mt 3, 1 12 (7-12-2025)

Preparar el camino del Señor con frutos de sincera conversión

Segundo Domingo de Adviento (7-12-2025)

Olga Consuelo Vélez

 

En aquel tiempo se presentó Juan el Bautista en el desierto de Judea, proclamando: Arrepiéntanse, que está cerca el reino de los cielos.  Éste es a quien había anunciado el profeta Isaías, diciendo: Una voz grita en el desierto: Preparen el camino al Señor, enderecen sus senderos. Juan llevaba un manto hecho de pelo de camello, con un cinturón de cuero en la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Acudían a él de Jerusalén, de toda Judea y de la región del Jordán, y se hacían bautizar por él en el río Jordán, confesando sus pecados. Al ver que muchos fariseos y saduceos acudían a que los bautizara les dijo: ¡Raza de víboras! ¿Quién les ha enseñado a escapar de la condena que llega? Muestren frutos de un sincero arrepentimiento y no piensen que basta con decir: Nuestro padre es Abrahán; pues yo les digo que de estas piedras puede sacar Dios hijos para Abrahán. El hacha ya está apoyada en la raíz del árbol: árbol que no produzca frutos buenos será cortado y arrojado al fuego. Yo los bautizo con agua en señal de arrepentimiento; pero detrás de mí viene uno con más autoridad que yo, y yo no soy digno de quitarle sus sandalias. Él los bautizará con Espíritu Santo y fuego. Ya empuña la horquilla para limpiar su cosecha: reunirá el trigo en el granero, y quemará la paja en un fuego que no se apaga (Mateo 3, 1-12).


Adviento es tiempo de preparación para la venida del Señor. La lectura de hoy nos ofrece criterios para esta preparación. Mateo lo hace a través de la persona de Juan el Bautista quien, como profeta, va proclamando la necesidad de arrepentimiento ante la inminencia del reino. El texto nos presenta a Juan como alguien que vive con coherencia su ser predicador y profeta, tiene una vida austera expresada en su ropa sencilla y, al mismo tiempo, mostrando su fortaleza y seguridad en lo que predica.

El evangelista nos dice que acudían a bautizarse con Juan muchos fariseos y saduceos. Podríamos pensar que están acogiendo su predicación y están dispuestos al cambio. Pero el Bautista les increpa fuertemente llamándolos “raza de víboras” porque él se da cuenta que ese arrepentimiento no es sincero ya que su vida no da los frutos esperados. De ahí que les hace caer en cuenta que cualquiera puede decir que es hijo de Abraham, pero sin un verdadero arrepentimiento, eso no sirve para nada.

Las palabras de Juan el Bautista mantienen toda su actualidad ya que no es lo mismo vivir una religiosidad que una experiencia de encuentro con Dios que transforma la vida hacia el compromiso con el bien y la justicia. Es muy fácil hablar, realizar ritos y, en este tiempo de adviento en el que se despierta la sensibilidad religiosa, participar de novenas y otros eventos que traen distracción y alegría, pero no significan conversión y cambio.

Por eso el profeta explica que el bautismo al que llama no es el definitivo sino el de preparación del que traerá Jesús: el bautismo en el Espíritu que da los frutos de una verdadera cosecha, quemando todo lo que no sirve, expresándolo con la referencia a la paja que será quemada en el fuego que no se apaga. Además, muestra la distancia entre su predicación y la de Jesús, al que reconoce con más autoridad y a quién él no es digno de quitarle las sandalias.

Este relato nos invita, entonces, a abrir nuestros corazones a la verdadera conversión, evitando quedarnos en la superficialidad de cambios externos, sin que toquen la profundidad del propio corazón. En este tiempo de adviento, ojalá no nos quedemos solo en el ambiente festivo, sino que revisemos si nuestra praxis se corresponde al pesebre -pobre, desprovisto de poder y del lado de los últimos-, como debería ser para ser verdaderos precursores del Niño que viene.

 

lunes, 24 de noviembre de 2025

 

Preparemonos al adviento con la vigilancia activa

I DOMINGO DE ADVIENTO (30-11-2025)

Olga Consuelo Vélez

 

La llegada del Hijo del Hombre será como en tiempos de Noé:  en [aquellos] días anteriores al diluvio la gente comía y bebía y se casaban, hasta que Noé se metió en el arca. Y ellos no se enteraron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos. Así será la llegada del Hijo del Hombre. Estarán dos hombres en un campo: a uno se lo llevarán, al otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán, a la otra la dejarán. Por tanto, estén prevenidos porque no saben el día que llegará su Señor. Ustedes ya saben que si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, estaría vigilando y no permitiría que asalten su casa. Por tanto, estén preparados, porque el Hijo del Hombre llegará cuando menos lo esperen (Mateo 24, 37-44).



Comenzamos el tiempo de adviento, tiempo de preparación, de conversión, de vigilancia, de espera, de alegría. En el evangelio de hoy está puesto el acento en la vigilancia porque la venida del Señor vendrá cuando menos lo esperemos. Por eso, el evangelista, haciendo uso del género apocalíptico y relatando algunas pequeñas parábolas, nos llama a ser capaces de descubrir esa venida, en medio de un mundo donde algunos serán capaces de percibirla y otros no.

La referencia a Noé nos deja ver esa realidad porque habla de los que están comiendo y bebiendo y no perciben que viene el diluvio. Solo Noé es capaz de construir el arca y salvarse. Sigue el texto mostrando como dos hombres estarán en el campo y a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán y dos mujeres que estarán moliendo y pasará lo mismo con ellas. Como se puede ver, son recursos literarios para mostrar lo inesperado del acontecimiento por venir, pero también las diferentes respuestas que suscitará y las consecuencias de la misma.

Por eso, el texto continúa con la llamada a la vigilancia porque no sabemos cuándo vendrá el hijo del Hombre, pero si actuamos cómo el dueño de la casa que si supiera a que horas viene el ladrón no lo dejaría entrar, podremos percibir esa llegada y obtendremos los frutos que se esperan de ella.

Continuaremos los próximos domingos reflexionando sobre todos esos otros significados que dijimos al inicio tiene este tiempo de adviento. Pero empecemos hoy con la actitud de vigilancia. Tomemos el pulso de nuestra apertura hacia la venida del Mesías. Revisemos si, en verdad, le esperamos con ilusión y novedad. Confrontemos nuestras acciones para ver si responden a las llamadas que el Señor continuamente nos hace. En otras palabras, así como el ambiente externo comienza a prepararse para la celebración de la navidad con adornos y clima festivo, que nuestro corazón también se empiece a preparar este domingo con la vigilancia activa de quién quiere estar atento a lo que sucede a su alrededor para percibir al Señor que siempre nos habla en todo lo que vivimos.

 

domingo, 23 de noviembre de 2025



 

¿Qué decir desde la fe de tanta violencia contra las mujeres?

 

Olga Consuelo Vélez

El 25 de noviembre conmemoramos nuevamente el “Día Internacional de la Eliminación de la violencia contra la mujer”. Lo ideal sería que ya no hubiera que conmemorarlo, ni fuera necesario seguir insistiendo en la necesidad de erradicar dicha violencia, sino que se pudiera afirmar que ya ninguna mujer sufre en razón de su sexo. Pero mientras llega ese día, sólo queda seguir insistiendo en develar tal violencia que, tantas veces, es solapada, disimulada, justificada y supone todo un esfuerzo evidenciarla y mostrar que no se puede tolerar de ninguna manera. La sociedad patriarcal en la que vivimos la ha introyectado tanto en la conciencia de varones y mujeres, jóvenes y adultos que, por mucho que se muestren las evidencias, más de uno las niega sistemáticamente.




El origen de esta conmemoración se remonta a las hermanas Mirabal -Patria, Minerva y María Teresa- dominicanas que lucharon contra la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo y, como a tantos que luchan, las asesinaron vilmente, pretendiendo hacer pasar su muerte como un accidente. Pero, en realidad, fueron secuestradas y asesinadas por los agentes del Servicio de Inteligencia militar dominicano el 25 de noviembre de 1960. Pero fue el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe de 1981, el que propuso que el asesinato de las hermanas Mirabal fuera recordado como día contra la violencia hacia las mujeres. Más adelante, en 1993, la ONU aprobó la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer reiterando su derecho a la igualdad, la seguridad y la dignidad y en el año 2000, declaró oficialmente esta fecha como Día Internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer.

Independiente de conmemoraciones, lo cierto es que la violencia contra las mujeres sigue, como lo constatan, entre otros, los informes de la ONU. Según este organismo (2025), una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o sexual alguna vez en su vida y 16% de las adolescentes la han experimentado en el último año. Las cifras nos alertan y reflejan algo del panorama mundial. Pero cada persona puede detenerse a mirar a su alrededor y darse cuenta cómo se vive esa violencia contra la mujer. Personalmente veo que muchas jovencitas están comenzando a crecer con otra forma de percibirse -exigiendo sus derechos- y eso da esperanza de que llegará el día para el cambio. Pero muchas otras repiten la historia de sus progenitoras: madres a temprana edad y viviendo la interminable cadena de violencias que se desprenden de las relaciones que se establecen en nuestras sociedades patriarcales, donde la mujer carga con la peor parte y depende en muchos sentidos del varón.

Pero, lo que más me sorprende, es la cantidad de mujeres que rondan los treinta-cuarenta años, con estudios y carreras profesionales exitosas que establecen relaciones con parejas violentas, pero no los denuncian, sino que lo disimulan y, las que llegan a separarse, guardan esa historia como un secreto y aducen que no dicen nada para no dañar la carrera profesional de la expareja o para evitar represalias.

También hay muchas mujeres profesionales que dicen no sentirse ofendidas, maltratadas, invisibilizadas, violentadas, ni con gestos, palabras, actitudes, estructuras o acciones concretas. Señalan que las mujeres pueden obtener lo que quieran y no deben existir cuotas de género porque eso es darles alguna ventaja que no deben aceptar. Seguro han vivido situaciones privilegiadas, pero también puede ser que prefieren no enfrentar esta realidad porque algo tendrían que reconocer sobre sí mismas y cuando la verdad es dolorosa, se evita fácilmente. No parece que se hubieran enterado de que la sociedad patriarcal a todos nos condiciona y, de alguna manera, todas hemos sufrido por ella.

Y, conozco también muchas otras que no sufren violencia física sino psicológica: constantemente sus parejas las critican, les exigen incluso económicamente para sostener el hogar y, aunque a simple vista parecen tan liberadas y tranquilas, solo con observar un poco, se percibe esa doble carga de la mujer en el hogar y esa violencia patriarcal expresada de tantas y variadas formas. Por supuesto, las realidades que he señalado no se cumplen en todas las mujeres y, muchas tienen una conciencia feminista muy honda y están abriendo caminos de liberación y nuevas perspectivas para las mujeres.

Para este año la ONU ha querido centrarse en la violencia digital que las mujeres sufren. Ya no existe solo el acoso en las calles, lugares de trabajo o de estudio, etc., sino que a través de las redes, también se da mucho acoso, sin contar con las manipulaciones que se pueden hacer para modificar fotos y divulgarlas por las redes o engañar a tantas mujeres, bien haciéndolas caer en redes de prostitución o estableciendo relaciones amorosas que solo tienen el objetivo de robarles todos sus bienes y, desgraciadamente, sucede más de lo que esperamos. Ya conozco a personas cercanas que, a pesar de tantos avisos, han sido estafadas económica y emocionalmente, a través de las redes.

No hay que olvidar la violencia contra las mujeres en las iglesias, violencia que se vive en muchos sentidos: hay abusos, hay marginación, hay desconfianza, hay "techos de cristal”, especialmente en los ministerios ordenados y no ordenados, hay violencia simbólica, por ejemplo, los altares llenos de clero donde se sigue viendo que la preeminencia en las iglesias sigue siendo masculina.

Finalmente conviene pensar si desde la fe hay un compromiso con erradicar esta violencia. No parece que hubiera muchas voces, desde el punto de vista creyente, que denuncien toda la violencia ejercida contra las mujeres. No hay una autocrítica sobre la espiritualidad que se vive, permitiendo tanta violencia sin que se exija un cambio. No parece que hubiera una voluntad decidida de mostrar coherencia con la dignidad inviolable de todo ser humano, en este caso, de las mujeres, favoreciendo una iglesia sinodal que incluya plena y efectivamente a las mujeres, especialmente en los niveles de decisión. Hay pocos pasos y demasiada resistencia. Sigue pendiente poner en práctica las palabras de Pablo a los Gálatas: “(…) ya no hay diferencia entre varón y mujer porque todos son uno en Cristo Jesús” (Gál 3, 28).

martes, 18 de noviembre de 2025

4 XXXIV Dom TO Lc 23, 35 43 (23 -11 -2025)




NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO

XXXIV Domingo del TO (23-11-2025)

Olga Consuelo Vélez

 

El pueblo estaba mirando y los jefes se burlaban de él diciendo: Ha salvado a otros, que se salve a sí mismo, si es el Mesías, el predilecto de Dios. También los soldados se burlaban de él. Se acercaban a ofrecerle vinagre y le decían: Si eres el rey de los judíos, sálvate. Encima de él había una inscripción que decía: Éste es el rey de los judíos. Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: ¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti y a nosotros. Pero el otro lo reprendió diciendo: ¿No tienes temor de Dios, tú, que sufres la misma pena? Lo nuestro es justo, recibimos la paga de nuestros delitos; pero él, en cambio, no ha cometido ningún crimen. Y añadió: Jesús, cuando llegues a tu reino acuérdate de mí. Jesús le contestó: Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso (Lucas 23, 35-43).

Con este domingo llegamos al final del ciclo litúrgico celebrando a Jesucristo como Rey del universo. Aunque la fiesta se refiere a un final glorioso, el evangelio nos permite ver cómo se ha llegado hasta aquí. Jesús está crucificado y en este texto de Lucas se burlan de él los jefes del pueblo, los sacerdotes y uno de los malhechores crucificados con él. En Marcos las burlas son de los que pasaban, de los sacerdotes y escribas y de los malhechores. Sea lo que sea, de Jesús se burlan sus contemporáneos. Pero es importante ver que en Lucas el pueblo está mirando a diferencia de los jefes que se burlan. En las tres burlas de Lucas increpan a Jesús diciéndole que lo que ha hecho con otros, ahora lo haga con él, se salve a sí mismo.

La inscripción que ponen en la cruz diciendo que es el rey de los judíos, era algo normal en los castigos romanos. Posiblemente era una advertencia de lo que podría pasarle a cualquiera que se proclamara rey. Pero no se entiende mucho ya que Pilatos había dicho que no encontraba culpa en ese hombre. Se puede entender también como una manera de burlarse.

Pero uno de los malhechores si invocará la salvación para si mismo y Jesús se la va a conceder. No lo salvará de la cruz, pero le promete que la recibirá en el paraíso. Todos estos detalles nos permiten ver que en el momento definitivo no todos lo están condenando. El pueblo no se está burlando, y el ladrón reconoce su inocencia. Además, este ladrón llama a Jesús por su nombre y sabemos que Jesús quiere decir “Yahvé salva". Es decir, está reconociendo en Jesús la salvación de Dios. Para Lucas en ese momento definitivo de la cruz, Jesús entra al reino y lleva consigo al que lo reconoce. Por supuesto irán con él los que han permanecido en fidelidad y han perseverado en las pruebas.

Convendría que revisáramos a fondo nuestra concepción de rey del universo, liberando a Jesús de todos los rasgos imperiales y de poder que la tradición le ha ido atribuyendo y recuperando su figura salvadora, desde la cruz, de los pobres, desde el reverso de la historia. En ese horizonte se hace presente la salvación de Dios y es ahí donde debemos encontrarnos.




lunes, 10 de noviembre de 2025

3 XXXIII Dom TO Lc 21, 5 19 (16 -11- 2025)

Correr la misma suerte del Maestro, sostenidos por su Espíritu

XXXIII Domingo del TO (16-11-2025)

Olga Consuelo Vélez

 

A unos que elogiaban las hermosas piedras del templo y la belleza de su ornamentación les dijo:  Llegará un día en que todo lo que ustedes contemplan será derribado sin dejar piedra sobre piedra. Le preguntaron: Maestro, ¿cuándo sucederá eso y cuál es la señal de que está para suceder? Respondió: ¡Cuidado, no se dejen engañar! Porque muchos se presentarán en mi nombre diciendo: Yo soy; ha llegado la hora. No vayan tras ellos. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, no se asusten. Primero ha de suceder todo eso; pero el fin no llega enseguida. Entonces les dijo: Se alzará pueblo contra pueblo, reino contra reino; habrá grandes terremotos, en diversas regiones habrá hambres y pestes, y en el cielo señales grandes y terribles. Pero antes de todo eso los detendrán, los perseguirán, los llevarán a las sinagogas y las cárceles, los conducirán ante reyes y magistrados a causa de mi nombre, y así tendrán la oportunidad de dar testimonio de mí. Háganse el propósito de no preparar su defensa; yo les daré una elocuencia y una prudencia que ningún adversario podrá resistir ni refutar. Hasta sus padres y hermanos, parientes y amigos los entregarán y algunos de ustedes serán ajusticiados; y todos los odiarán a causa de mi nombre. Sin embargo, no se perderá ni un pelo de su cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas (Lucas 21, 5-19).

Nos estamos acercando al final del ciclo litúrgico y el evangelio de hoy nos ofrece, con un género literario apocalíptico (que no debemos tomar al pie de la letra), el conflicto al que se está enfrentando Jesús, pero al mismo tiempo, la suerte que correrán los primeros cristianos por la misma razón. El texto comienza con unos personajes que elogian la belleza del Templo y Jesús aprovecha para decirles que llegará un día en que todo será derribado, pero no hay que dejarse engañar creyendo que ya llegó el fin. Antes de que llegue ese momento, está la realidad de hacer visible el reino, lo cual trae la persecución para quienes lo anuncian, es decir, los discípulos empezarán a sufrir persecución por causa de su seguimiento. Pero Jesús les anima a mantener la fidelidad porque él mismo les dará la elocuencia –se refiere seguramente al Espíritu Santo- y la constancia hasta que alcancen la salvación, es decir, la participación en la vida definitiva con Dios.

Pero hagamos algunas aclaraciones. El templo fue destruido por los babilonios en el año 587 a.C. Cuando los israelitas vuelven del exilio comenzaron a reconstruirlo, pero no será hasta con Herodes que volverá a tener ese esplendor, finalizando esa construcción en el año 64 d.C. En el año 70 d.C. el Imperio Romano lo destruye nuevamente. Por lo tanto, en tiempo de Jesús el templo está en construcción. Ahora bien, habría que diferenciar lo que sucede en tiempo de Jesús y lo que vivirán las primeras comunidades cristianas. Lucas en sus dos obras -el evangelio y el libro de Hechos- pone en boca de Jesús lo que comienza a pasar con los primeros cristianos. Más aún, todo esto que el evangelio anuncia que les pasará a los discípulos, en el libro de Hechos, efectivamente sucederá.

El Templo es un signo que utilizarán los profetas para hablarle al pueblo. Lucas presenta a Jesús como profeta y es claro que Jesús se refiere al templo como un signo profético de la novedad que trae su Buena Noticia del Reino, frente a las instituciones religiosas judías.

El evangelio también intenta mostrar que no se debe confundir las situaciones que pasan con el fin del mundo y con la venida del Hijo del hombre. Sin embargo, hay muchos predicadores que sin entender bien estos textos y el género literario en que fueron escritos, los toman al pie de la letra y comienzan a infundir miedo diciendo que, las guerras, terremotos o pandemias, entre otros hechos, son señal del fin del mundo o que todos esos hechos ocurren como castigo divino.

El mensaje que nos interesa rescatar es la conciencia profunda de que ser discípulo de Jesús conlleva la misma suerte del maestro, es decir, la persecución, la incomprensión, la crítica, el rechazo, incluso de los más cercanos. Pero, ante todo esto, queda la fidelidad y la confianza en que el Espíritu de Jesús nos sostiene y nada de lo vivido se perderá. Por el contrario, dará frutos de eternidad.



martes, 4 de noviembre de 2025

2 Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán 9 11 2025

Más importantes que los templos de piedra, son las personas, templos vivos del Espíritu Santo

DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE SAN JUAN DE LETRÁN

(9-11-2025)

Olga Consuelo Vélez

 

Como se acercaba la Pascua judía, Jesús subió a Jerusalén. Encontró en el recinto del templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los que cambiaban dinero sentados. Se hizo un látigo de cuerdas y expulsó a todos del templo, ovejas y bueyes; esparció las monedas de los que cambiaban dinero y volcó las mesas; a los que vendían palomas les dijo: Saquen eso de aquí y no conviertan la casa de mi Padre en un mercado. Los discípulos se acordaron de aquel texto: El celo por tu casa me devora. Los judíos le dijeron: ¿Qué señal nos presentas para actuar de ese modo? Jesús les contestó: Derriben este santuario y en tres días lo reconstruiré. Los judíos dijeron: Cuarenta y seis años ha llevado la construcción de este santuario, ¿y tú lo vas a levantar en tres días? Pero él se refería al santuario de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos recordaron que había dicho eso y creyeron en la Escritura y en las palabras de Jesús (Juan 2, 13-22).

Este domingo, como el anterior, coincide con una fiesta religiosa. Por lo tanto, se cambian las lecturas del domingo por las de la fiesta que se celebra. En este caso es la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán. Esta Basílica fue la primera construida después del Edicto de Milán, cuando el emperador Constantino convirtió al cristianismo en la religión oficial del Imperio. Por este motivo es considerada la madre y cabeza de todas las iglesias de Roma y del mundo y es la catedral del Papa como Obispo de Roma. Por eso tiene una conmemoración especial.

La lectura que se nos propone es la de Juan sobre la entrada de Jesús al Templo y su postura crítica por la situación que encontró allí. Jesús se opone al sacrificio ritual porque la buena noticia del reino no se centra en el sacrificio sino en el amor, no en la ofrenda de animales sino en la propia vida que se entrega en servicio y generosidad a los demás. De ahí que pase a referirse a otro templo, ya no el construido por los seres humanos sino al templo que es Él mismo. Jesús continúa haciendo alusión a su resurrección con la referencia a los tres días. El texto nos muestra que los discípulos van a entender este acontecimiento a la luz de la experiencia de la resurrección que ya han vivido. Es fácil ver que este texto es pos pascual aunque el evangelista lo coloque, prácticamente, al inicio de su evangelio.

Celebrar hoy la dedicación de esta basílica, a la luz del evangelio propuesto, nos invita a poner énfasis en los templos vivos que somos las personas y el carácter sagrado que todo ser humano conlleva, expresada en la dignidad humana que ha de ser inviolable. Por supuesto se necesitan templos o espacios que nos ayudan a visibilizar la presencia de lo sagrado y reconocer tantas obras de arte que son estas basílicas, volviéndose patrimonio de la humanidad. Pero esto no debe hacernos creer que solo en estos lugares Dios habita o que nuestra vida cristiana se limita a las celebraciones rituales. Que la expulsión de los vendedores del templo realizada por Jesús, nos recuerde siempre qué sacrificios son los que Dios quiere y cuáles son los templos donde él realmente habita: en todos los seres humanos, especialmente, en los más pobres y en toda su creación.




viernes, 31 de octubre de 2025

¿Y si nos decidiéramos a vivir la santidad?

Olga Consuelo Vélez

El primero de noviembre se celebra el “Día de Todos los santos”. Es una fiesta importante, que podría convocarnos más porque nos habla del destino final al que todos somos llamados y, los santos y santas reconocidos por la Iglesia, nos muestran que es una meta posible. Sin embargo, no es algo que comúnmente se desee porque ocurren diversos fenómenos con los santos proclamados por la Iglesia: o se les “domestica”, es decir, se opaca su cotidianidad, su humanidad y, especialmente su profetismo cuando este se refiere al compromiso social porque pareciera que lo santos han de ser solo personas de rezos, liturgias, devociones, etc., o se les “exalta más allá de lo humano” -poniendo énfasis en visiones, elevaciones, llagas, milagros, etc.,  que, por supuesto, nos hace imposible imitarlos. Además, todo este sistema actual de canonizaciones merecería una revisión a fondo porque ya sabemos que para ser santo se necesitan procesos largos y costosos que solo pueden sostener grupos con especial interés por reconocer la santidad de una persona y se piden milagros entendidos como algo inexplicable, lo que cada vez está más complejo de justificar. Pero, esto último sería objeto de otra reflexión.

Lo que nos interesa ahora es hablar de la santidad a la que todos estamos llamados, acudiendo a la “Encíclica Gaudete et Exsultate (2018), del papa Francisco, en la que se refirió “a los santos de la puerta de al lado”. Esa expresión es muy bella y significativa. Estos santos son todos aquellos que, aunque jamás estén en los altares, han vivido la cotidianidad de su existencia con la plenitud que da el ser gestores de bondad, de bien, de belleza, de alegría, de servicio, de solidaridad, en otras palabras, de todas aquellas actitudes que permiten que este mundo tenga más bien que mal, más esperanza que frustración, más presencia de Dios que ausencia de ese sentido transcendente. Y esa manera de vivir no es para unos pocos, es para todos los que aspiramos a dar sentido a nuestra vida, a ser felices.

Por eso el Papa Francisco en su encíclica pone ejemplos muy concretos. Refiriéndose a las mujeres nombra a las grandes santas (Teresa, Catalina, etc.), pero nos invita a mirar “a tantas mujeres desconocidas u olvidadas quienes, cada una a su modo, han sostenido y transformado familias y comunidades con la potencia de su testimonio” (GE 16). También desmonta la idea de que la santidad es para los ministros ordenados o los consagrados o personas con virtudes excepcionales (GE 15) o que se ha de privilegiar la oración por encima de la acción. En este sentido así lo expresa: “No es sano amar el silencio y rehuir el encuentro con el otro, desear el descanso y rechazar la actividad, buscar la oración y menospreciar el servicio. Todo puede ser aceptado e integrado como parte de la propia existencia en este mundo, y se incorpora en el camino de santificación. Somos llamados a vivir la contemplación también en medio de la acción, y nos santificamos en el ejercicio responsable y generoso de la propia misión” (GE 26). “A veces tenemos la tentación de relegar la entrega pastoral o el compromiso en el mundo a un lugar secundario, como si fueran «distracciones» en el camino de la santificación y de la paz interior. Se olvida que «no es que la vida tenga una misión, sino que es misión»” (GE 27).

Con todo esto, el Papa quiere señalar la santidad que surge de la gracia del bautismo (GE 15) y de la realización de la misión a la que hemos sido llamados (GE 19). Pero ¿cuál es esa misión que nos permite construir un camino de santidad? La encíclica lo desarrolla claramente: nuestra misión es inseparable de la construcción del Reino de Dios anunciado por Jesús, un reino de amor, justicia y paz para todos (Cf. GE 25).

En este sentido, el evangelio de Mateo nos ayuda a entender lo que es ser santo, presentando el discurso inaugural de la misión de Jesús que ocupa todo este capítulo. Comienza con las bienaventuranzas o programa del reino (Mt 5 3-12), sigue con el llamado a ser sal de la tierra y luz del mundo (Mt 5, 13-16); el cumplimiento de la Ley (recordemos que Mateo escribe a judíos convertidos, con lo cual la Ley forma parte de su identidad religiosa, no así Lucas (6, 20-38) que omite esta parte del discurso porque sus destinatarios son paganos) pero enfatizando no la norma sino en el amor, por eso no vale decir solo “no mataras” sino que ni siquiera se ha de encolerizar con el hermano (Mt 5, -26); no vale solo “no cometer adulterio” sino que ni siquiera se puede mirar a la mujer deseándola y mucho menos repudiarla por cualquier motivo (Mt 5, 27-32); no vale solo no romper el juramento sino que no se ha de tomar a Dios para justificar promesas (Mt 5, 33-37); no se ha de cumplir la ley del talión sino superarla con la eliminación de toda venganza (Mt 5, 38-42) y no basta amar a los que nos aman sino que el amor ha de extenderse incluso a los enemigos (Mt 5, 43-47) y concluye con un versículo que resume la reflexión que estamos haciendo: “sean perfectos como el Padre celestial es perfecto” (Mt 5, 48) que retoma el texto de Levítico “sean santos como yo soy santo” (19,2) En la versión de Lucas es: “sean compasivos como su Padre es compasivo” (6, 36). En otras palabras, el programa de la santidad no va en la línea de realizar cosas extraordinarias sino en crecer en el amor más y más para que nuestra vida sea amor, razón de nuestra existencia, fuente de plenitud y única posibilidad de vivir en un mundo de justicia y paz.

Por eso podríamos preguntarnos: ¿y si fuéramos capaces de aventurarnos a ser también de estos santos de la puerta de al lado viviendo a plenitud lo que tenemos entre manos? Seguramente, nuestra respuesta afirmativa haría posible un mundo mejor donde ya comencemos a saborear los bienes definitivos de los que ya gozan tantos santos canonizados y tantos otros de la puerta de al lado.

   


jueves, 30 de octubre de 2025

1 Conmemoración de los Fieles Difuntos 2 11 2025

 

En el día de los difuntos, confesemos con Marta que Jesús es la resurrección y la vida

Conmemoración de los Fieles Difuntos (2-11-2025)

Olga Consuelo Vélez

 

Cuando Jesús llegó, encontró que llevaba cuatro días en el sepulcro. Betania queda cerca de Jerusalén, a unos tres kilómetros. Muchos judíos habían ido a visitar a Marta y María para darles el pésame por la muerte de su hermano. Cuando Marta oyó que Jesús llegaba, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Marta dijo a Jesús: Si hubieras estado aquí, Señor, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que lo que pidas, Dios te lo concederá. Le dice Jesús: Tu hermano resucitará. Le dice Marta: Sé que resucitará en la resurrección del último día. Jesús le contestó: Yo soy la resurrección y la vida. Quien cree en mí, aunque muera, vivirá; y quien vive y cree en mí no morirá para siempre. ¿Lo crees?  Le contestó: Sí, Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que había de venir al mundo (Juan 11, 17-27). 

Este domingo coincide con la conmemoración de todos los fieles difuntos y, por esto, pueden tomarse diferentes lecturas según las propuestas que el misal tiene para este día. Hemos escogido la de Juan 11 que corresponde a la muerte de Lázaro y la llegada de Jesús a la casa de sus hermanas, Marta y María. Por lo tanto, este texto nos habla de un Jesús que tiene amigos y amigas, que los visita, se solidariza con lo que viven y se hace presente cuando se le necesita. Esto nos acerca a esa humanidad de Jesús que muchas veces no se resalta porque solo nos fijamos en sus acciones salvadoras, olvidando la plenitud de su encarnación.

Precisamente por esta cercanía, es posible que Marta lo recibiera con un reproche: “si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto”. Estas palabras son el punto de partida de un diálogo sobre el misterio de la vida y la muerte y la esperanza en la resurrección. Según el diálogo que se establece entre Marta y Jesús, no era desconocido para los judíos la esperanza en la resurrección, pero el cambio profundo que se va a producir es la afirmación de Jesús de ser él, la resurrección y la vida. Es decir, la esperanza en la resurrección se convierte en certeza con un nombre personal: Jesús, señor dador de vida y vida para siempre. Después de esa afirmación de Jesús, nos encontramos con la confesión de fe en boca de Marta, una mujer, confesión que corresponde a la que Pedro hace cuando Jesús les pregunta quien creen que él es. Marta va a confesar que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, con las mismas palabras que lo hace Pedro y, sin embargo, en la práctica esta confesión de fe no se ha destacado, invisibilizando la presencia de las mujeres y quitándoles el protagonismo que tuvieron. Todo esto es lo que, en la actualidad, se está rescatando para abrir espacios de igualdad con los varones en la Iglesia.

Esta confesión de fe es la que da sentido a la conmemoración de todos los fieles difuntos que hoy recordamos. Ante la muerte, situación irremediable para todos los seres humanos, la fe en la resurrección mantiene la esperanza de que todos nuestros difuntos resucitaran. Cristo resucitado es la esperanza última no solo de los difuntos sino de todos nosotros y de toda la creación. Este día, por tanto, confesemos con Marta que Jesús es la resurrección y la vida porque es el Mesías prometido que, encarnándose en nuestra historia, ha garantizado la vida para todos. Nada de lo humano ha de perderse porque todo está llamado a resucitar con Cristo.

lunes, 27 de octubre de 2025

 

“Las mujeres no queremos ser como los hombres, porque somos mejores”

Olga Consuelo Vélez

 






En el encuentro del Papa León XIV con los equipos sinodales (24-10-2025), le preguntaron desde Europa: ¿qué esperanzas pueden alimentar legítimamente las mujeres en una Iglesia sinodal? ¿Cree usted que se está produciendo un auténtico cambio cultural en la Iglesia para que de cara al futuro exista igualdad entre mujeres y hombres en la iglesia y que esto se pueda convertir en una realidad?

El papa contestó con dos ejemplos. El primero diciendo que a su mamá le habían preguntando si quería ser como los hombres y ella contestó que por supuesto que no porque “las mujeres somos mejores”. El auditorio aplaudió como si hubiera dada una respuesta brillante con ese ejemplo a la pregunta. Pero no es así. Refleja la poca claridad para distinguir lo que son “derechos” para las mujeres (de los cuales solo gozamos hace pocas décadas en la sociedad y no en “todas” las sociedades), de comparaciones estereotipadas creyendo que cuando las mujeres piden la igualdad de derechos en la sociedad o en la Iglesia, es porque se quieren parecer a los varones. Son dos cosas muy distintas y ojalá fuéramos capaces de hablar sobre los diferentes temas, con argumentos sólidos, y no con frases slogan que solo confunden lo que es una exigencia justa. En la Iglesia no tenemos la misma igualdad que los varones y, desafortunadamente, la Iglesia, una institución que debería dar testimonio de ello, no ha sido capaz de dar el paso.

El segundo ejemplo fue sobre una congregación religiosa en Perú que ejercen la misión en una zona a la que no van los sacerdotes. Por ese motivo les han autorizado bautizar, ser testigas de los matrimonios y realizar muchas actividades pastorales. El Papa las alabo, dijo que muchos sacerdotes deberían aprender de ellas, etc. Ahora bien, ¿las mujeres tienen que ejercer la ministerialidad por encargo, porque no hay sacerdotes? ¿son para la suplencia? ¿no pueden ejercerlo a nombre propio como miembros del pueblo de Dios que ejercen diversos ministerios según las necesidades de las comunidades particulares? Sigue la deuda con las mujeres, pero, a muchas mujeres, parece que eso les basta, especialmente las que han recibido algún encargo y, por supuesto, ya se sienten en el círculo de las privilegiadas con decisiones personales de alguna autoridad.

El Papa luego se extendió hablando de las dificultades culturales, en la diferencia entre Europa y otros lugares, en los obispos que no creen que las mujeres puedan ejercer responsabilidades eclesiales y, eso es verdad, la cultura patriarcal tan arraigada en la sociedad y en la Iglesia, sigue vigente en muchas partes y, lamentablemente, sostenida por muchas mujeres. Pero eso no es del evangelio. Precisamente la Iglesia tendría que dar testimonio de una Iglesia que transforma las culturas al vivir los valores del evangelio. Pero aquí parece que la ceguera es total. El Papa habla con toda tranquilidad y no se da cuenta de sus incoherencias, pero los asistentes aplauden porque tampoco están liberados de la cultura clerical que nos hace creer que las cosas ya están bien y que la insistencia de las mujeres por la igualdad en la Iglesia responde a un capricho o a una no valoración de las mujeres “como mejores que los varones”, afirmación que, por cierto, supondría un “hembrismo” donde las mujeres estaríamos por encima de los varones. (“hembrismo” es la palabra opuesta a “machismo”, aunque algunos no lo saben y creen que la opuesta al machismo es “feminismo”).

Finalmente fue muy bueno que el Papa se reuniera con los equipos sinodales para darle un espaldarazo a la sinodalidad que, por cierto, no sabemos cuándo los equipos de estudio darán respuestas -incluida la del diaconado femenino- y no parece que tuviera demasiado impulso en la base del Pueblo de Dios, manteniéndose más en los que de hecho participaron del sínodo y lo seguirán empujando hasta la reunión presencial del 2028, pero que, personalmente, veo bastante debilitada fuera de esos círculos más exclusivos.


jueves, 23 de octubre de 2025

4 XXX Domingo del TO 26 10 2025



No gloriarnos de nuestros méritos sino de la gracia de Dios en nuestra vida

XXX Domingo del TO (26-10-2025)

Olga Consuelo Vélez

 

 

En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola a algunos que se confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás: Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: ¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo. El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: ¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador.
Les digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido
(Lucas 18, 9-14).




El evangelio de Lucas que estamos considerando en estas últimas semanas, nos presenta a Jesús hablando, en parábolas, a los que le siguen. En esta ocasión, el evangelio dice que Jesús se dirige a aquellos que “confiaban en sí mismos y despreciaban a los demás”, y les relata la historia de dos personajes bien conocidos en la sociedad judía de su tiempo: un fariseo y un publicano. Los fariseos son los cumplidores de la Ley, los que pueden ostentar el título de justos porque cumplen con todos los preceptos. Por su parte, los publicanos están al servicio del poder romano para cobrar impuestos, sin tener en cuenta la precariedad de los habitantes de Palestina. Su objetivo es complacer a los poderosos, asegurando así, su propia supervivencia. En el relato el fariseo sube al templo y se presenta a sí mismo ante Dios, vanagloriándose de cumplir más de lo debido, lo que lo hace mucho mejor que los demás. El publicano, por el contrario, reconoce que es pecados y ni siquiera es capaz de levantar los ojos al cielo.

Como toda parábola, Jesús no acusa a nadie directamente, pero los interpela a través de los personajes descritos. Afirma quién baja justificado y quién no, con las consecuencias claras de esas actitudes. El que se ensalza será humillado y el que se humilla será enaltecido.

Hay que tener cuidado de no caer en una crítica hacia todo fariseo o a una alabanza hacia todo publicano. La parábola pretende interpelar, pero no encasillar a las personas según su procedencia. Además, lo más seguro es que esta parábola, como todas las otras que el evangelista pone en boca de Jesús, responde más al tiempo de la comunidad de Lucas que al tiempo de Jesús. Por esta razón, conviene contextualizarla también en nuestro tiempo y revisar lo fundamental que ella nos dice. No son los méritos propios, no son los cumplimientos de normas y preceptos, no es la propia seguridad lo que nos hace mejores. Es la actitud humilde de quien intenta amar y servir, sabiendo que siempre podría hacerlo mejor. La humildad en el seguimiento nos permite reconocer la gracia del espíritu de Jesús para estar en camino y la confianza de que él llevará a término lo que, desde nuestra propia pobreza, emprendemos.


lunes, 20 de octubre de 2025

 

La difícil tarea de evangelizar en contextos de persecución religiosa

Olga Consuelo Vélez

 






He compartido en este espacio algo de la experiencia vivida en la India y, en esta ocasión, teniendo en cuenta que, octubre es el mes de las misiones, quisiera aportar también, desde India, una reflexión en este aspecto. Mi estadía ha sido corta con lo cual, todo lo que diga tiene mucha parcialidad e ignorancia, teniendo en cuenta, el país inmenso que es India y cada región con cultura, lengua y tradiciones propias. Pero desde la pequeña porción que he conocido, puedo decir que la experiencia de lo sagrado es muy fuerte y se vive con mucho respeto, generosidad y dedicación en, prácticamente, todos los lugares.

El gesto de quitarse los zapatos lo muestra, no solo en el ámbito de los templos o lugares religiosos sino en el entrar a una casa o a una tienda, señalando el respeto que merece ese lugar o esas personas con las que se va a interactuar. Sin duda es una toma de conciencia del “lugar sagrado” que pisas. También la devoción o religiosidad popular que llamamos en el ámbito católico, es “omnipresente” en todas las expresiones religiosas. El “tocar” los objetos sagrados forma parte de la práctica cotidiana, sea en el templo hindú, sea en las iglesias católicas. Se realizan muchas ofrendas, con bastante similitud que en nuestros santuarios: velas, figuras de cera con partes del cuerpo que se espera sean curadas, agua bendita, aceites, etc. Aquí se añaden flores, inciensos, polvos de colores, fuego, en fin, diferentes objetos con los que se expresa la necesidad y se pide por ella y que, a veces se llevan a casa para continuar prolongando las bendiciones en el hogar. El dar la limosna es algo que se hace con devoción, sea a la salida de los templos, por la calle o dejando ofrendas monetarias en los altares. Por ejemplo, según pude ver, en la fiesta del dios Ganesh de los hindús, muchos hogares hacen un altar especial por la fiesta y cuando van los invitados a cenar, en esos días de festival, los invitados dejan dinero en el altar, cantidad que al finalizar las fiestas se entrega como limosna a los necesitados. 

En este contexto, desde la actitud misionera que vivimos en la iglesia católica, surge la pregunta sobre cómo evangelizar en países como este, donde hablar de Dios no es el problema -a diferencia de nuestro mundo occidental donde la gente comienza a desconocer la palabra Dios o no le interesa- sino de qué Dios, si hace falta hablar de Dios, si nuestros ritos pueden decir algo a las demás creencias, etc.

Sabemos que en los primeros tiempos de la evangelización los misioneros, efectivamente, viajaban a estos países tan lejanos para nosotros, con el objetivo de dar a conocer a Jesucristo y, arriesgaban su vida, en aras de ese propósito. Justamente, en la Basílica del Buen Jesus, en Goa (India) reposan los restos de San Francisco Javier, misionero jesuita que soñaba con ir a China para ganar almas para Cristo, sueño que no consiguió. Sin embargo, fue un misionero incansable de este continente asiático, siendo llamado “Apóstol de las Indias”. Pero los tiempos han cambiado y la misión ya no se entiende solo en el sentido de anunciar explícitamente a Jesucristo y bautizar a las gentes, sino sobre todo de vivir con el pueblo y proponer proyectos que les ayuden en su formación integral. Así lo viven muchos misioneros en este país, con colegios a los que acuden niños y jóvenes de todas las religiones o con proyectos sociales para capacitar a las personas en múltiples tareas, de manera que consigan trabajar y defender sus derechos. Trabajar con mujeres es uno de los campos que más desarrollan las religiosas porque las necesidades están a la vista. Aunque haya tantas mejoras a muchos niveles, todavía hace falta más promoción e igualdad para ellas.

Fuera de esto, no parece haber demasiadas posibilidades y menos con el gobierno actual que goza del apoyo popular y tiene cómo principio fortalecer el hinduismo, buscando diezmar o perseguir a todos los que no sean hinduistas. Las condiciones para venir a evangelizar no son nada propicias y si el gobierno sospecha de cualquier vinculación religiosa de la persona que llega al país, niega o suprime la visa. De hecho, pregunté a muchas comunidades religiosas con cuánta gente extranjera contaban en sus casas y la mayoría me respondió que prácticamente ya nadie viene por esta gran dificultad de entrar al país. De turismo se puede venir, pero pensar en esas largas estancias misioneras que tuvieron muchas comunidades religiosas en el pasado, se hace cada vez más difícil.

Por lo tanto, se podría decir que, en este país, el testimonio de caridad y cercanía, de promoción humana y solidaridad, de presencia y compañía, constituyen el principal dinamismo de misión, de evangelización, de anuncio de la buena noticia, o el llamado “primer anuncio”. Queda también de lo que tanto se ha hablado en países occidentales donde la fe se va perdiendo; la llamada “nueva evangelización”, porque siempre será necesario mantener la renovación espiritual, bíblica, teológica, doctrinal de los que acuden tan asiduamente a la Iglesia para que la fe no pierda la novedad, camine al ritmo de los tiempos, acompañe los esfuerzos universales por una iglesia más sinodal, más en sintonía con Vaticano II y, especialmente, para que las nuevas generaciones encuentren en el seno de la Iglesia, una fe que acompaña sus búsquedas. Esto último, porque se quiera o no, los jóvenes de todos los países no son los que más frecuentan la iglesia y esto se da, en parte, por no saber anunciar a Jesús de la manera cómo la juventud hoy se siente llamada a vivir.

Pidamos en este mes misionero, capacidad de entender por dónde Dios nos llama a evangelizar en cada momento, en cada cultura, en cada realidad y, sea de una manera o de otra, el testimoniar el ser y actuar de Jesús, se refleje en todas nuestras acciones y en todos los lugares donde nos encontremos.